Una trompeta lejana
Sinopsis de la película
El teniente Hazard (Troy Donahue), un joven oficial recién salido de la prestigiosa Academia Militar de West Point, llega a su primer destino: un fuerte en Arizona con una pequeña guarnición poco disciplinada y constantemente amenazada por el jefe indio Águila de Guerra. Al mismo tiempo que instruye a sus hombres se enamora de la esposa del oficial que está al mando.
Detalles de la película
- Titulo Original: A Distant Trumpet
- Año: 1964
- Duración: 117
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Opinión de la crítica
Película
6.9
33 valoraciones en total
Despreciar este último western de Raoul Walsh es tan injusto como absurdo, además de desconocer el universo del maestro por las razones que voy a apuntar. Walsh vuelve a utilizar como lo había hecho en Los implacables de forma soberbia, las ventajas del color, el formato panorámico y una mirada en la que, junto a la combinación de veteranos y jóvenes actores impuestos por la Warner, irá ligada a propuestas en las que el clasicismo, la ironía y la melancolía por el ocaso del género quedan patentes en sus imágenes. Un sentido del ritmo trepidante, que no desdeña, por supuesto, los apuntes poéticos de romántico lirismo, su desprejuiciada mezcla de humor y épica, una brillante forma de integrar un seco realismo costumbrista con el drama, con la aventura, con la familiaridad de sus héroes novelescos, unos secundarios osados y burlones, haciéndolos creíbles y simpáticos pero también contradictorios y conmovedores. Ese es el arte de Walsh, donde la imagen es poderosa y domina la narrativa como una vivencia personal e intransferible.
Última película en la filmografía del maestro, se dice que la dirigió, pese a su avanzada edad, montado a caballo. Lo cierto es que asistimos a una mirada que combina lo vitalista con lo elegíaco. El film es un compendio de pasado, presente y futuro, a través de la mirada del joven teniente Matthew Hazzard (un inexpresivo Troy Donahue), graduado en West Point, destinado a Fort Delivery, en el desierto de Arizona. Hazzard es un militar bien formado, lleva consigo una nueva mirada en torno al universo indio, desprovista del habitual rechazo, conoce su brutalidad pero entiende sus motivos. Tras las primeras imágenes de su viaje al destacamento, se aprecia la situación que el oficial va a encontrar, sin mayor relevancia que marcar de cerca el protagonismo de los indios, que en su mayoría aceptan su destino en las reservas, salvo Águila de Guerra que desafía al gobierno con su actitud rebelde. Pero el primer deber del teniente es disciplinar a una guarnición desmotivada e inepta que pone en peligro la seguridad del destacamento. De castigar a racistas y desertores, de ahuyentar a un comerciante blanco poco escrupuloso, de golpear a un superior indigno y abyecto, de encontrar carretas y soldados perdidos, de recuperar caballos y de negociar con los indios una paz justa, de rechazar condecoraciones hipócritas.
Y como en todo western clásico que se precie, no puede faltar la historia de amor… También encuentra en su nuevo destino la atracción paralela de dos mujeres. Una es la reflexiva y sensual Kitty (Suzanne Pleshette), casada con otro oficial. La otra es su novia Laura (Diane McBain) que se presenta inesperadamente en la guarnición. Una encrucijada a la hora de elegir un modo de vida, al dar paso a los sentimientos, dilucidando entre respetar las convenciones o liberar los sentimientos internos, siempre siguiendo sus instintos y experiencias. Todo ello es la base en la que se sostiene este bello western de paisajes agrestes rojizos y cielos azules por cortesía del operador William H. Clothier, hermosas cabalgadas donde predominan los encuadres panorámicos resaltando la libertad y primitivismo de sus moradores en claro homenaje al pueblo indio, la marcha pegadiza y persistente a toque de corneta de Max Steiner. Las casacas azules polvorientas que denotan lo inhóspito y árido del territorio, 23 años después de filmar la leyenda del General Custer, vuelve a recrear la trayectoria de otro oficial de West Point, esta vez sin el aliento romántico que animaba las andanzas del indisciplinado guerrero, pero con la misma vitalidad de entonces, que sólo un maestro como Walsh sabía mostrar, incluso con actores menos competentes.
Último film del realizador Raoul Walsh (1887-1980). El guión, de John Twist, desarrolla la adaptació escrita por Richard Fielder y Albert Baich de la novela A Distant Trompet (1960), de Paul Horgan. Se rueda en escenarios naturales de Arizona (Painted Desert) y Nuevo Méjico (Red Rock State Park) y en los platós de Warner Studios (Burbank, CA). Producido por William H. Wright (Colorado Jim, Mann, 1952) para la Warner, se estrena el 27-V-1964 (NYC).
La acción dramática tiene lugar en 1883 en el Fuerte Delivery (territorio de Arizona), próximo a la frontera mejicana, y en Sierra Madre (Méjico). Es el destacamento militar más avanzado dentro del territorio de Arizona, todavía no constituido en estado. El teniente Matthew Matt Hazard (Donahue), recién graduado en West Point, es destinado al fuerte, donde conoce a Kitty (Pleshette), casada con el teniente Mainwarring (Reynolds). Matt es enérgico y valiente. Cree en la disciplina militar y en el entrenamiento permanente de la tropa. No tiene prejuicios raciales y detesta las actitudes xenófobas.
El film suma guerra, drama, romance y western. Águila de Guerra es el único jefe indio que no ha pactado la paz. Se mantiene a cubierto en las montañas de Sierra Madre, desde donde ordena continuas acciones de hostigamiento contra el ejército. El relato alterna secuencias de acción y de emoción. El ritmo es fluido e intenso. Al realizador le interesa el análisis psicológico de los personajes, a través del que descubre sus ambiciones, deseos y la motivación de sus conductas.
Los personajes protagonistas son idealistas y sienten escaso apego por los intereses materiales. Les importa la buena reputación, los reconocimientos y los honores. Son personajes normales, con sus limitaciones y contradicciones. Son correosos, pero les falta capacidad de previsión. Aceptan el riesgo, pero en ocasiones se extralimitan y cometen temeridades inconvenientes. Mayoritariamente son generosos y carecen de prejuicios raciales. Las mujeres son fuertes e inteligentes como los hombres. Tienen fuerza psicológica y moral.
Son autónomas y nada remilgadas.
Los encuadres, de gran precisión, muestran una naturaleza magnífica y grandiosa, que contemplan con desplazamientos laterales de cámara y barridos de gran efectividad. Abundan las acotaciones cómicas, que en ocasiones se presentan excesivamente subrayadas (susto del indígena al verse en un espejo mientras juega con él). Walsh no oculta su sentido de la tragedia y su apego a ella. La acción se ve enfrentada a la realidad recurrente de la muerte, que acompaña a la acción como algo natural, diario e inevitable. La atmósfera dramática se apoya en el rigor de la vida de los soldados, los peligros y amenazas que rodean sus desplazamientos, la dureza del alejamiento del hogar, la inhumanidad de algunas sanciones y el acecho permanente de la muerte, que en ocasiones llega asociada a torturas espantosas.
(Sigue en el spoiler sin desvelar partes del argumento)
Western más que digno, de notable construcción, desarrollo e interés, donde hay confrontaciones de indios y de soldados del Ejécito azul de los EE.UU., amores desbocados entre un teniente recién salido de West Point (Troy Donahue) y nada más y nada menos que la esposa del oficial que lo recibe al mando de su Destacamento de destino en el Oeste, (interpretada por la bellísima Suzanne Pleshette, quien acababa de triunfar tan solo una año antes haciendo el papel de maestra en el misterioso film de suspense, los pajaros , de Alfred Hitchcock, USA 1963), y no sólo esto, el film Raoul Walsh tiene además una visión honorífica y reivindicativa para los indios norteamericanos que colaboraron en la pacificación del Oeste Norteamericano, e incluso escenas tan peculiares como la degradación, expulsión y marca a hierro ardiendo en la propia piel de un soldado estadounidense desertor, o también el bofetón indisciplinado del teniente protagonista contra un oficial superior, en pleno rostro, por comportarse éste como un impresentable racista que, después de un acuerdo de paz, venía a humillar y tratar a los pieles rojas rendidos sin la honra que se merecían.
Así pues una película atractiva que nos hace pasar más de una hora entretenidos e interesados en todo lo que narra.
Fej Delvahe
Raoul Walsh, otro maravilloso tuerto irlandés sin cuya brillante y prolífica obra no puede comprenderse la hermosa gran Historia del cine, hizo mutis por el foro con A Distant Trumpet . Supongo que a sus 75 años y tras una intensa vida a sus espaldas no se sentiría con fuerzas para continuar fabricando magia. Y es cierto que su testamento cinematográfico evidencia alarmantes muestras de agotamiento. Hizo bien en retirarse, pues.
El mayor problema de Una trompeta lejana se llama Troy Donahue, apolíneo taco de madera coronado de aúreos cabellos y expresión bovina. Si el bueno de Errol Flynn, héroe arquetípico del cine de Walsh, hubiese abandonado la tumba para ver lo último de su amigo, la blanca dentadura de su hierático protagonista muy probablemente habría estado en riesgo serio. Después se habría metido un par de lingotazos y le habría mostrado a la adúltera lasciva de Suzanne Pleshette lo que es un hombre de verdad.
El propio Walsh patina estrepitosamente cuando trata de ahondar en el estudio de unos personajes que no son más que esbozos difusos, como si esa parte del guión hubiera quedado inacabada. O se hubiera dejado la construcción de los mismos al albur de la improvisación actoral, cosa ciertamente alejada de las aptitudes mostradas por el monolítico elenco. La Kitty Mainwarring interpretada por Suzanne Pleshette cae en una desmedida pasión ilícita con el ortopédico teniente Matt Hazzard del anodino Troy Donahue súbitamente y sin razón aparente- su joven e intrépido marido, interpretado por William Reynolds, no se merece los cuernos, pues parece un mocetón agradable con el que irse a tomar una cerveza, sin lacras aparentes, más allá de cierta displicencia en la llevanza del uniforme-. Diane McBain, que interpreta a la novia del- incomprensiblemente- deseado teniente, no es más que una bruja celosa cuya animadversión, también repentina, hacia la carnal Kitty, sólo puede explicarse desde el odio atávico que ciertas mujeres parecen sentir por todo el resto de integrantes de su propio sexo por el mero hecho de serlo.
Tampoco anda muy fino el guión- firmado por John Twist- a la hora de explicar las decisiones militares de uno y otro bando en este episodio final de las guerras indias, salvo que los pieles rojas sean una banda de retrasados a caballo, aún más estúpidos de lo que muchos otros westerns se han esforzado en mostrárnoslos. Pobrecillos. Nadie con dos dedos de frente y todas esas plumas en la cabeza se dejaría convencer por Troy Donahue de, pongamos por caso, comprar una multipropiedad, y no digamos ya de rendirse y retirarse a la reserva. Aunque, viendo su acierto con el revólver sobre blancos en movimiento y a cientos de metros… No, ni siquiera así.
La película falla también al renunciar a un enfoque, que apenas si apunta muy levemente, al que la situación descrita- posición militar avanzada, en territorio enemigo e insuficientemente defendida- podría haber dado mucho juego, esto es, la atmósfera opresiva y la consiguiente degradación humana a que las condiciones citadas hubieran, muy probablemente, conducido. Pero Walsh no es un psicólogo. Ni lo pretende. Su fuerte es la narración de aventuras. Y en ello, Una trompeta lejana no desmerece de anteriores films suyos mucho más logrados. Las escenas de acción, en su mayoría galopadas multitudinarias, se suceden sin desmayo- tanto que se llega incluso a cierta sensación de amontonamiento-, y están rodadas con la pericia acostumbrada. Pero ello es lo mínimo que se le puede exigir a uno de los grandes maestros de todos los tiempos en estas lides, y no corrige, ni mucho menos, el desaguisado que perpetran un reparto equivocado y un guión romo y desganado.
Creo personalmente que esta película se sitúa entre las mejores sobre la confrontación entre los indios y el ejército de la Unión. Raoul Walsh hace un explendido trabajo que sería el último de su magnífica carrera como director. Destacaría la inspiradísima música de Max Steiner, que con sus trompetas y ritmo de marcha ambientan casi todo el metraje de esta producción, dando a cada secuencia el ritmo y el tono adecuado, partiendo siempre del tema principal. También es de destacar la fotografía en Cinemascope que realza en todo momento los enormes paisajes y especialmente todas las secuencias de acción, donde Raoul Walsh brilla con su sentido cinematográfico del explendor del western filmado casi todo en exteriores naturales.
La interpretación principal a cargo de Troy Donahue es correcta y la situaría en el mejor trabajo de su corta carrera.
Destacaría un fallo en la realización, y que no concuerda demasiado la magnífica presentación de vestuario, maquillaje y peluquería de las dos protagonistas femeninas, Suzanne Pleshette y Diane McBain, que parecen recién salidas de un instituto de belleza, en un ambiente tan hostil y lejano de la civiización como un fuerte rodeado de indios y de carencias de todo tipo. También la versión española (doblaje) de aquellos años de su estreno tiene unos cuantos fallos de sonido, posiblemente achacables al paso del tiempo en su estado de conservación. Salvo estos discretos fallos califico este film de imprescindible dentro de su género.
José Antonio ZG