Red Hill
Sinopsis de la película
Cuando un joven oficial de policía, el alguacil Shane Cooper, se traslada a la pequeña ciudad de Red Hill con su esposa embarazada, lo hace con la esperanza de comenzar una nueva familia. Pero cuando la noticia de un periodo de prisión en la ciudad envía a los oficiales de policía locales en un pánico, el primer día de Shane en servicio rápidamente va de mal en peor. Jimmy Conway, un asesino condenado a perpetuidad en la cárcel, regresa a la estación aislada en busca de venganza. Ahora, atrapado en medio de lo que se convierte rápidamente en un baño de sangre horripilante, Shane se verá obligado a tomar la ley en sus propias manos si es que quiere sobrevivir.
Detalles de la película
- Titulo Original: Red Hill
- Año: 2010
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
5.9
93 valoraciones en total
Rose Hill, un pequeño pueblo situado en medio de alguna parte de la inmensidad australiana, en el que vemos en su primer día de trabajo como agente policía a Shane Cooper (Ryan Kwanten, el Jason Stackhouse de True Blood ), un joven agente que ha pedido el traslado a un sitio tranquilo para facilitar a su esposa embarazada el alumbramiento de su primer hijo, todo luce tranquilo mientras va conociendo a compañeros, a su jefe Old Bill (Steve Bisley), y la orografía del lugar, tranquilidad que se convierte en agitación y hombres del pueblo armados hasta los dientes, cuando se conoce la fuga de un antiguo miembro de la comunidad condenado por un crimen años atrás, que se ha escapado de una cárcel situada a 6 horas de camino.
Shane asiste pelín perplejo al fuerte operativo que policías y paisanos en comandita montan para enfrentarse a ese fugitivo del que no les cabe ninguna duda que se dirige a Rose Hill a desatar un infierno de venganza (hasta aquí solo sabemos algo de un enfrentamiento armado con Old Bill), toma posición en el sitio al que le han mandado, y comienza la función.
Primer largometraje dirigido por el australiano Patrick Hughes (también coproductor, guionista, y editor del mismo), con Greg Mclean, el muy interesante responsable de la puesta en marcha de algunas de las buenas y entretenidas producciones australianas vistas en los últimos años ( Wolf Creek 2005 y El territorio de la bestia 2007 ) en tareas de producción, y una nomina de dignos actores de carácter dando vida a la, prácticamente en su totalidad masculina, galería de personajes unidos en ese enfrentamiento con el desfigurado y peligroso vengador de ascendencia aborigen (Tommy Lewis), estamos ante una entretenida función, que apuntando a slasher con toques de western, acaba revelándose como un western en toda regla, en el que desde esos nombres de los protagonistas homenajeando a míticas referencias del mismo (el justiciero Shane como el Alan Ladd de Raíces Profundas 1953 y Old Bill recordando al también sheriff Little Bill de Gene Hackman en Sin Perdón 1992 ), un desarrollo de la trama que no tarda en situarse en lo más reconocible y canónico del genero, hasta un desenlace que ya no deja ningún lugar a dudas del respeto mostrado por su director por las claves del buen western, va ganándose poco a poco la atención y respeto del espectador, el cual una vez acabado su visionado, y habiéndola situado como la modesta opera prima de un tipo a todas luces voluntarioso y en absoluto pretencioso (ni inventa la pólvora ni lo pretende) da por buena la hora y media empleada en una película que te ha recordado algún que otro western mítico.
Fabuloso western actual dirigido, escrito, producido y editado por Patrick Hughes, quien firma de esta manera su primera película después del éxito conseguido con el cortometraje Sings (Señales), estrenado en el año 2008. La esencia más pura del western, con su tensa intriga cargada de personajes misteriosos, tiroteos, situaciones copadas por miradas dignas de partida de póker y valores tan clásicos como el honor y el valor, se ha sabido encajar a la perfección dentro de la vida urbana y policial de una pequeña ciudad australiana. La condición del filme como ópera prima se deja ver en errores tales como artificios incluidos en el argumento con el fin de exagerar la historia, algunas secuencias con un resultado que se intuye, pequeños descuidos o leves incongruencias entre escenas, y un guión carente de contundencia y amigo de lo convencional. Son datos que fácilmente pueden omitirse al centrarnos en el notable desarrollo de la trama y lo sobresaliente de los apartados musical y fotográfico. La presentación inicial, tanto del pueblo como de sus personajes, es brillante. Contiene todo un recital de escenas poderosas, que radian calidad por los cuatro costados.
Con un fuerte aroma a Infierno de cobardes (1972), la trama se centra en una pequeña localidad australiana llamada Red Hill. Sobre ella aterriza el personaje principal, Shane Cooper (Ryan Kwanten), un agente de policía recién trasladado de la ciudad a ese pueblo con su mujer, Alice (Claire van der Boom), quien luce un avanzado estado de gestación. Cooper se enfrenta a su primer día de trabajo en su nuevo destino (en una comisaría local que guarda todas las similitudes con cualquier oficina del Sheriff de Estados Unidos), teniendo todo en contra: ha perdido su arma reglamentaria y el ambiente laboral, marcado por la terquedad de algunos compañeros y la dureza del jefe, no hace más que presentar obstáculos para el protagonista. Teniendo que cabalgar cual vaquero a los lomos de un caballo por falta de vehículos patrulla, Cooper adelanta desde las primeras escenas el rumbo que va a llevar la cinta durante el resto de su metraje, con ese sello tan característico del western adaptado a los tiempos actuales. Ahora los agentes de la ley hablan de sanciones disciplinarias, y aunque siguen calzándose como antaño unas buenas botas, llevan walkie-talkie y disponen de centralita. Ya no se escupe al suelo tabaco de mascar o se dice aquello de esta ciudad no es lo bastante grande para los dos. Pero el resto, sigue igual: el jefe de policía, el viejo Bill, actúa como los sheriff de antaño. Nada se le escapa ante sus ojos y controla minuciosamente las visitas que llegan al pueblo. El estallido de western definitivo se produce cuando la televisión anuncia la fuga de prisión de Jimmy Conway (Tommy Lewis), un peligroso criminal estrechamente ligado a Red Hill, que estaba cumpliendo cadena perpetua.
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
Otra propuesta con aire de innovación y variedad entre el resto de películas, Red Hill entró de forma prudente en el festival de Sitges 2010. La combinación que se nos presentó fue una estructura de western ambientado en la actualidad, pero re-dirigido al thriller. El resultado es interesante aunque tampoco satisfactorio. Una modesta producción que no presentó ningún tipo de pretensión. El joven cineasta Patrick Hughes da el salto al largometraje y debuta con esta película en la que su implicación es notable. La idea es interesante y la película está funcionando, despierta el interés haya donde se proyecta.
Lo que cabe destacar de la película es su fotografía, la ambientación conseguida y los colores están muy trabajados, aunque en muchas ocasiones la imagen es demasiada oscura para mi gusto. La banda sonora no está mal, al puro estilo de un western, aunque con falta de más carisma. Las actuaciones también están bien, todo muy correcto, cabe destacar al actor Steve Bisley, la actuación más destacable. En general la película está conseguida, aunque hay algo en ella que no me convenció. El ritmo es lento, al igual que muchos westerns, pero con la diferencia que en esta película la trama es demasiado previsible y común, le falta intensidad, emoción. Eso hizo que me apartara de la historia, ademas de hacerse algo repetitiva durante su desarrollo. El punto a favor son los personajes, que están bien desarrollados, aunque también a partir de todos los tópicos posibles.
La película tiene un buen arranque, a medida que se presentan a los personajes y la localización, vemos que poco a poco se intuye la sensación de tensión que en breve inundará todo el pueblo. El fallo es que la línea argumental no es progresiva hacia un clímax, bueno, en realidad si, pero no se consigue explotar esa emoción. Su desenlace no solo es previsible y se intuye desde la mitad de la película, encima es demasiado plano. Han utilizado los recursos necesarios para no desviarse del aprobado, se han arriesgado al trasladar un género a la época actual manteniendo toda la estructura y todos los elementos. El error en este caso proviene de su elección, no se desvían de una guía trazada que delimita el margen de error, de ese modo se aseguran que su película cumple una especie de normas. Para mi gusto el resultado final es algo decepcionante, pues la película termina siendo aburrida y fácil de olvidar al no disponer de elementos destacables o arriesgados.