Los valientes andan solos
Sinopsis de la película
Nuevo México, 1953. Jack Burns, un vaquero amante de la libertad y de los horizontes abiertos, llega cabalgando al pueblo de Duke City. Su intención es liberar a su amigo Paul Bondi antes de que lo trasladen a una prisión estatal. Bondi, que ha sido condenado a dos años de cárcel por acoger en su casa a algunos mexicanos que han cruzado ilegalmente la frontera, es un escritor que dejó su vida aventurera para casarse. Jack visita a la esposa de su amigo para exponerle su plan, pero ella lo rechaza, porque cree que puede complicar todavía más la situación.
Detalles de la película
- Titulo Original: Lonely are the Brave
- Año: 1962
- Duración: 107
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Opinión de la crítica
7.4
61 valoraciones en total
A Kirk Douglas le gustaba elegir los temas y las fuentes de inspiración de los films que protagonizaba. Controlaba la elaboración del guión, seleccionaba a los responsables del equipo técnico y elegía al realizador. Tras leer la segunda novela de Edward Abbey, The Brave Cowboy (1956), decide llevarla a la pantalla. Encarga el guión a Dalton Trumbo ( Espartaco , 1960), la música a Jerry Goldsmith ( Chinatown , 1974) y la realización al gris, pero dúctil, David Miller. El resultado es una película sólida y vigorosa, la preferida del actor.
La acción se traslada de 1953 (novela) a 1961/62 (film). Se rueda en los parajes naturales, abruptos y espléndidos de las montañas de Albuquerque (Manzano Mountains, Sandía Mountains, Tijeras Canyon), en Nuevo Méjico. La atención se focaliza en el drama de un vaquero que sigue aferrado a las tradiciones del Viejo Oeste, no acepta ataduras ni compromisos, no dispone de permiso de conducir ni de tarjeta de identidad. Vive con la sola compañía de su yegua Whisky y tiene en alta estima a su antiguo compañero, Paul (Michael Kane), que le dejó hace algunos años para casarse, crear una familia y dedicarse a escribir. Por su antigua amistad se muestra dispuesto a correr grandes riesgos, que pueden costarle penas de privación de libertad o convertirse de por vida en prófugo de la justicia.
El anacronismo del personaje, John W. Jack Burns (Kirk Douglas), se visualiza a través del contraste de sus viejas ideas y sus medios primitivos con la persecución de que es objeto con ayuda de helicópteros, jeeps, vehículos todoterreno, trasmisores/receptores de radio, etc. El paisaje presenta respecto del habitual del Viejo Oeste la multiplicación de cercas, letreros de prohibición de paso, autovías saturadas de tráfico rodado y ruidos estemporáneos (reactores supersónicos).
La aventura de Jack, arriesgada y esforzada, provoca sentimientos de compasión, por su inadaptación a la realidad de su tiempo y las consecuencias que de ello se derivan en el ámbito de su aislamiento y marginación y en la agresividad que su porte desmañado y su olor salvaje suscitan cuando se acerca a lugares públicos (bar, centro local de detención). También suscita sentimientos de admiración y respeto, por su entereza, fortaleza, capacidad de sacrificio, trasparencia y sinceridad, como le ocurre al sheriff Morey Johnson (Walter Matthau).
La obra, el personaje y la relación del mismo con la naturaleza convierten el film en una sincera y espontánea apología del medio natural, que fue valorada por los primeros movimientos ecologistas de los años 60 y siguientes. Por lo demás, el paisaje se convierte en el reflejo tangible del mundo interior de Jack, cuyas ambiciones chocan con los intereses del progreso que contamina, ocupa, modifica y destruye espacios naturales.
La película ofrece, además, una interpretación vigorosa de Kirk Douglas, en un papel cortado muy a su medida. Le acompañan dos espléndidos secundarios: Walter Matthau y Gena Rowlands.
Un sutil plano secuencia nos muestra a un vaquero descansando junto a un pequeño fuego de campamento en medio el desierto. Un lejano rumor rompe el silencio del paisaje. Cuando el hombre alza la cabeza, ve sobre él las estelas de tres reactores que surcan los cielos con rumbo desconocido. En apenas unos segundos y dos planos Miller ya ha definido el tema de este título con una excelente lección de síntesis. Los valientes andan solos es, por su naturaleza y su enfoque narrativo, un western crepuscular, un cortante análisis del cambio producido en el tránsito del mundo pionero y fronterizo a la nueva sociedad industrial, y de cómo ese cambio ha dejado en la cuneta a un nutrido grupo de inadaptados a los que la Historia ha cogido con el ritmo cambiado.
Jack, el protagonista y parte de ese grupo, está abocado al trágico destino del que se sabe perteneciente a un modo de vida en extinción, cada vez más ahogado por el cerco asfaltado de fronteras, muros, leyes y burocracia que la sociedad moderna impone de manera inexorable. En muchos aspectos, este testarudo hombre de la frontera que afronta su particular duelo con la ley preludia de manera brillante a esos personajes inadaptados y excluidos que años más tarde vertebrarían con su violento periplo la mayoría de los títulos de Peckinpah (sin olvidar al John Rambo de Acorralado). Para él no existen clases ni etiquetas, tan sólo personas que se definen por sus obras, una mentalidad que choca frontalmente con una sociedad cuadriculada obsesionada por la catalogación y las normas. Lógico que este vaquero anacrónico se sienta extraño entre sus congéneres y sólo encuentre la liberación cabalgando por paisajes aún salvajes a lomos de su yegua Whisky, tan temperamental y tozuda como la naturaleza que les rodea y de la que el animal es una excelente metáfora (incluyendo ese miedo cerval a las carreteras).
En lo formal, Miller firma un trabajo más que solvente, rodado en un áspero blanco y negro que contribuye a resaltar lo agreste del escenario en que se desenvuelve la trama. Obra notable en su discurso y estructura, con dignas escenas de acción alejadas del exceso pirotécnico, gana lustre también gracias a un acertado reparto encabezado por un enérgico Kirk Douglas y un resignado Matthau, luchador uno, condescendiente el otro, unidos por su escepticismo ante el sistema pero separados (y enfrentados) por la actitud con la que uno y otro lo manifiestan. Una cálida Gena Rowlands y un interesante plantel de secundarios completan el cuadro con nota alta. Trumbo lima las aristas de su guión con la humanidad que destilan sus personajes y con un gratificante sentido del humor del que son excelentes ejemplos la pelea en la comisaría y algunas frases con mordiente, como la del sheriff a su ayudante:
-¿Recuerda a la chica de L. Hill que encontramos boca abajo con un cuchillo en la espalda y el forense certificó suicidio?
Película más que apreciable pese a no ser de las más conocidas de Douglas.
Para quien aún no se haya enterado, LOS VALIENTES ANDAN SOLOS es el filme original en el que años más tarde se inspiraría David Morrell para sacar a la luz su famosa novela Primera sangre (1972), que otra década después daría lugar a la película Acorralado (First Blood, de Ted Kotcheff, USA 1982) y por lo tanto al personaje de Rambo .
O sea, el solitario y rebelde Rambo no es ni más ni menos que una adaptación posterior del personaje interpretado magistralmente veinte años antes por Kirk Douglas en Lonely are the Brave . Es más, muchos elementos del personaje Rambo (actuado por Sylvester Stallone) en el filme First Blood , son casi una copia exacta de la susodicha creación John W. Jack Burns (actuado por Kirk Douglas) en Lonely are the Brave . Por ejemplo: es también un ex combatiente del ejército de los EE.UU., también laureado con medallas de gran prestigio por sus méritos en acciones de guerra en Asia, también es un tipo de hombre natural, austero, bravo, que sabe aguantar golpes y devolverlos, acostumbrado a los espacios libres, que no encaja en la sociedad pacata y superburocratizada que le rodea, también ha de vérselas en un pueblo pequeño de los EE.UU. con la sinrazón de algún policía chulo, abusador e inepto, también provoca la caída de un helicóptero que le persigue para darle caza, también se unirán para ir tras de él, fuerzas de la policía y del ejército, también… etc.
Excelente la descripción que hace el propio personaje John W. Jack Burns (Kirk Douglas) de su soledad existencial e intrínseca, cuando conversa con la amiga que lo quiere y trata de aconsejarle que se civilice o normalice buscando una mujer, creando una familia: «Nunca podría adaptame a vivir en familia (…), porque soy un hombre solitario hasta lo más profundo de mi ser, y un hombre así es un tipo inadaptado, la única persona con quien puede vivir es consigo mismo y lo único que de veras ama es poder vivir a su modo, un hombre así no dejaría vivir en paz a una familia, sería para ella una constante preocupación.»
Una película muy superior en el fondo a la adaptación rambona que se hizo de ella dos décadas después, pero que como todo lo bueno y noble, le cedió gustosa la mayor fama a su casi remake Acorralado (First Blood, Ted Kotcheff, USA 1982) y a toda la saga que comercialmente dio de sí año tras año el citado Rambo , quizás para que así la masa de gente poco discernidora de los orígenes de las cosas, se empacharan con la leche en polvo posterior , quedándose sin saber los méritos, la autenticidad y la belleza de la madre del cordero que dio la primera leche líquida integral, la sabrosa de verdad en blanco y negro .
Fej Delvahe
Cuando ayer noche vi Los valientes andan solos no pude evitar acordarme, inmediatamente, de La balada de Cable Hogue. Un film que, como podréis deducir, guarda numerosas similitudes con el que hoy nos ocupa. No en vano ambos son westerns, ambos son crepusculares y ambos están protagonizados por maduros y solitarios cow-boys incapaces de adaptarse a los nuevos tiempos. Las analogías, sin embargo, no acaban ahí. Existe otra tanto o más importante que las anteriormente citadas. Si la queréis constatar, empero, no os quedará otra opción que pasaros por el spoiler.
De todas maneras, no todo iban a ser paralelismos, claro. Para empezar, la peli de Peckinpah se desarrolla a principios del s. XX, mientras que la de Miller transcurre -ojito al dato- en 1962. Y quizás por ello, ese triste y conmovedor halo crepuscular que tanto ha dado que hablar en la filmografía de Peckinpah -y, en concreto, en La balada de Cable Hogue- se materializa, en Los valientes andan solos, en la tangible y obstinada lucha de Jack Burns (Kirk Douglas) por seguir manteniendo un modus vivendi absolutamente anacrónico. Una lucha menos lírica y más vigorosa que la de Cable Hogue (Jason Robbards) que repercute, lógicamente, en las respectivas interpretaciones de ambos actores.
Así pues, mientras Burns responde al clásico estereotipo de out-law simpaticote y algo tunante con el que tan idóneamente encaja Kirk Douglas, Hogue simboliza con idéntica eficacia a ese entrañable prototipo de loco adorable que tan bien se le ha dado siempre, asimismo, a Jason Robbards. Y aunque os aseguro que no sabría por cual de ellos decantarme, lo que sí tengo claro es que -puestos a escoger- la poética de Peckinpah me fascina un poquitín más que ese extraordinario alegato en pos de la libertad y la naturaleza perpetrado por Douglas, Miller & Trumbo.
No me gustaría, sin embargo, dar por terminada esta reseña sin antes pasarme por el spoiler y poder así hacer referencia a esa última coincidencia que mencionaba en el primer párrafo: el final.
Desconocida obra maestra del western, que a diferencia de otros clásicos se mantiene increíblemente actual. Lonely are the Brave es un nostálgico retrato sobre el final de un estilo de vida, un bello canto a la libertad y un inteligente análisis sobre la deshumanización de la sociedad moderna, cargada de desencanto. Para conseguir el extraordinario resultado final el film se sustenta en cinco pilares inquebrantables: Miller (director), Trumbo (guionista), Douglas (actor), Goldsmith (músico) y Lathrop (fotógrafo). Posiblemente la mayor sorpresa me la he llevado con el trabajo de dirección, de una sensibilidad y talento para la puesta en escena realmente asombroso, insistiendo en el constante contraste entre la sociedad moderna, el progreso, con el tradicional y ya obsoleto mundo al que se aferra Jack Burns. Un trabajo realmente brillante que aporta emoción, acota perfectamente los temas principales y que alcanza en la parte final momentos ciertamente trepidantes. Simplemente ejemplar. En cuanto al guión, Trumbo roza lo insuperable en un libreto perfectamente estructurado, con ideas muy claras y con unas líneas de diálogos geniales en su primera parte, como la magistral escena de la cocina, que va dejando mayor protagonismo a la labor del director, en el que la parte visual gana terreno a los diálogos (por escasos), apoyada en un soberbio trabajo de fotografía en blanco y negro. Kirk Douglas simplemente se sale. Una de las mejores interpretaciones del actor, personalmente mi favorita, en un recital interpretativo que nos mete de lleno en el personaje. Estremecedora su mirada final. Y por último un genio en sus inicios, un Jerry Goldsmith que abordaba su primer film importante y creó un trabajo grandioso, centrado casi exclusivamente en el mundo de Burns, tremendamente nostálgico, psicológico y poético, que imprime una desoladora sensación de soledad, pero que también se muestra brillante en su acercamiento tradicional al western y los geniales temas de acción. Con esta conjunción de talentos, en perfecta sintonía entre ellos, no podía salir menos que un clásico a defender. Impresionante.