Cuatro caras del oeste
Sinopsis de la película
Jefferson Davis atraca el Banco de Santa María, llevándose como botín la suma de 2.000 dólares. Antes de abandonar el local, deja un recibo en el que se compromete a devolverlos. Por su parte, el sheriff federal, Pat Garret, es famoso por haber abatido a Billy el Niño.
Detalles de la película
- Titulo Original: Four Faces West
- Año: 1948
- Duración: 89
Opciones de descarga disponibles
Si quieres puedes descargarte una copia de esta película en formato HD y 4K. A continuación te añadimos un listado de posibilidades de descarga directa activas:
Opinión de la crítica
Película
6.6
22 valoraciones en total
Que estampa la figura del vaquero recortada en un horizonte crepuscular cabalgando hasta confundirse en las sombras de la noche. La hemos visto mil veces y otras tantas nos sigue emocionando. Y este, como todos los westerns de calidad resume en una secuencia el tránsito interior de los personajes hacia la plenitud de sus existencias . De Mc. Ewen (magnífico Joel Mcrea) y Fay Hollister (una maravillosa y espectacular Frances Dee), quien con sus miradas contenidas y cargadas de ternura (sensibilidad íntima sin ápice de sensiblería) nos hacen creer en la grandeza (áspera y dura si se quiere) de la aventura de la vida y de los compañeros de itinerarios existenciales que la van puliendo y configurando. Es cierto que a esta química palpable ayuda, y mucho, la circunstancia de que fueron matrimonio casi 60 años, pero que maravilla aunar esta pasión humana en el espacio mítico de la épica del western. Almas errantes buscando un destino que pase por la aceptación de las consecuencias de nuestros actos, responsabilidad, con la seguridad de que juntos será menos difícil.
A ello, colaboran dos excelentes secundarios, Calleia y Bickford, guías del viejo oeste, y cada uno a su modo, modelos de costumbres. Estas cuatro caras reflejan la épica magnifica del western, veteranía y juventud, aventura y reflexión, vagar sin rumbo y vida completa. Y todo ello sin un solo disparo en todo el film, quizá no fuera necesario.
Gran sorpresa positiva el resultado de esta cinta dirigida por el casi desconocido Alfred E. Green. Que grande es el western.
Salen más de 4 caras y no alcanzo a comprender la explicación del título. Además, hay otra cosa que tampoco se comprende. Por lo demás, el auténtico valor de la película es el romance que nos cuentan entre el bandido y la enfermera. Se echa de menos historias como esta, tan bonita y bien contada, desde el momento en que el ladrón (Joel McCrea) se topa con la enfermera en el tren. Está tratada exquisitamente y se hace totalmente creíble. Una historia de amor de esas que sabes que no te pueden ocurrir pero que si te gustan esas cosas, te teletransportarías a esas fechas y lugares para ser un bandido romántico sentado al lado de la enfermera. Para ser el tío feo que los vigila desde el asiento de atrás no merece la pena teletransportarse.
Luego está el aspecto humano y solidario. Crea conciencias cuando uno menos se lo espera en un episodio que te sorprende. La película busca los auténticos sentimientos del ladrón para fabricar un aire romántico y con citas por el camino para formar el aspecto de leyenda de la historia, aunque también es verdad que el resto de personajes acompañan muy a propósito, como el sheriff Pat Garrett convertido en un hombre sabio, justo y de enorme corazón.
Esta es de esas películas que, a pesar de ser modesta, no pretenciosa y poco conocida, se queda en la memoria por su magia de contar una historia de forma magistral. Ya les digo que del western te puedes esperar cualquier cosa, en este se encuentra uno con algunas escenas un tanto surrealistas que le dan un toque y un estilo distinto. Más de algún personaje carismático, buen ritmo, ingenio, bella fotografía y un discurso con buenas intenciones sin caer en sentimentalismos baratos hacen que la cinta posea un aura especial. En la historia se habla de las personas que dejan huella a su paso por algún lugar en particular, en lo personal este western, aparentemente sencillo (quizás en eso radica su grandeza), por distintas razones no tan fáciles de describir, pasó por mi corazón, pasó por aquí.
Pretende el título de la cinta resumir en cuatro las caras del Oeste cuando, casi se puede decir, que tiene tantas como películas se han rodado en la historia del cine. Aquí lo dejan en cuatro, tal vez por que son cuatro los principales protagonistas.
De una parte un hombre, Mc Ewen (McCrea) que por una necesidad familiar roba 2.000 dólares en un banco, una discreta enfermera, Fay Hollister (Dee), que, enamorada, lo hace reflexionar, un sheriff serio y concienzudo que lo persigue, el mismísimo Pat Garret (Bickford), y finalmente un personaje que resulta difícil de encasillar por su carácter un tanto oscuro, pues parece querer ayudar al ladrón y nos hace sospechar de sus bondadosas intenciones que finalmente se confirman.
Cuatro personajes con caracteres muy diferentes y muy bien interpretados, que constituyen el alma de la trama y que ofrecen otras tantas facetas de la vida del Oeste. Sin indios ni apenas tiros, luego comentaremos el uso que se hace de las balas. Magníficos paisajes muy bien fotografiados en un blanco y negro de gran calidad. Tal vez se abuse un poco de la música, omnipresente en demasiadas escenas. También la singularidad de atravesar el desierto de Nuevo Méjico a lomos de un novillo, dando una estampa de poca apostura para el jinete.
Confesar también la debilidad que sentimos por esta obra, donde la medicina y lo sanitario juega un papel tan determinante. De una parte la profesión de Fay que ejerce en el nuevo hospital de Álamo Gordo (no nos gusta juntar las palabras), con su correspondiente jardín de recreo para los pacientes, a las órdenes del bondadoso Dr. ¿Elidge? Pero sobre todo el sentido de la responsabilidad de Mc Ewen que, cuando tiene al alcance de su mano la libertad, prefiere quedarse a atender a una familia cuyos miembros están a punto de morir por la terrible difteria o garrotillo. Se trata de una enfermedad contagiosa ocasionada por una bacteria que produce una membrana gruesa y agrisada que recubre la garganta y las amígdalas, que puede llegar a obstaculizar el paso del aire y provocar la asfixia. El ladrón deja su caballo y los atiende aplicando toques bucales con alcohol del quinqué que empapa un paño que recubre el mango de una cuchara, prepara una buena sopa que hace tomar a los cuatro pacientes, a falta de azufre vacía de pólvora sus balas para quemarla y hacer que la inhalen los dolientes, recubre también con paños impregnados de alcohol la zona del cuello para refrescarla y atiende solícito a sus enfermos hasta caer rendido por el esfuerzo. En estas condiciones, hasta el mismísimo Pat Garret reconoce que no se trata de un vulgar ladrón, por eso le aconseja que se entregue pues testificará a su favor, con el lógico beneplácito de su amada y de todos espectadores.
Todavía encontramos nosotros una quinta cara en la cita. La que ofrece el malvado dueño del banco robado que, frente a los 2.000 dólares que le sustraen, ofrece una recompensa de 3.000 y el doble si traen muerto al ladrón, con el lógico movimiento de cazadores de recompensas. Es la faceta egoísta y malévola del Oeste.
La película es básicamente una sucesión de idas y venidas, adelante y atrás, de un hombre que impulsado por una apremiante necesidad, roba 2.000 dolares de un banco.
En este film en el que no aparecen indios, tenemos pocos tiros y algún personaje con poco cerebro y otros muy humanos. Todo ello sacado de un buen guión, mas el tiempo ha convertido este western en una muy agradable y meritoria película de los años 40 del siglo pasado.
El film se va desarrollando de manera ágil y con una cierta intriga. Tiene elementos positivos, unos bellos exteriores, unos personajes humanos y sobre todo el buen hacer de los dos protagonistas.
Conclusión: Western clásico, un 7 por el encanto de las películas de los años dorados de este género.