Come True
Sinopsis de la película
Sarah es una estudiante adolescente que toca fondo anímicamente tras huir de casa. Una vez sola, no tiene a nadie que le ayude a superar sus recurrentes pesadillas. Su única oportunidad de sobrevivir pasa por participar en un estudio universitario en la que entabla amistad con el científico supervisor, llamado Jeremy. Sin embargo, hay algo extraño en el procedimiento al que se somete, y con el paso de los días las pesadillas de Sarah empiezan a empeorar.
Detalles de la película
- Titulo Original: Come True
- Año: 2020
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
6
87 valoraciones en total
Todas las películas anteriores son cautivadoras, oníricas, originales, un viaje. La música elegida en ellas no sólo acompañan, sino que son un todo, un cuerpo para todo el viaje.
Esta película que nos ocupa, viene a ocupar (R) un lugar entre esas hermosas rarezas.
Va de menos a más a medida que transitamos los recovecos de la mente (sin ser una película psicológica . Así, entrecomillado). Todo sucede en la realidad aunque los sueños estén involucrados. Eso.
Verla me ha quebrado como pocas porque metido en ella, me ha producido un shock que es difícil sino imposible de esquiar cuando viene.
La música una vez más es otra protagonista etérea, iluminadora, que permea las imágenes.
¡¡VÉANLA!! Por favor, háganme caso, con una mente abierta y descubran el porqué.
Ya es una de mis películas favoritas que tiene los ingredientes del sci-fi, ¿terror?, oscuridad, fascinación, locura, encanto y sobre todo un viaje al orgasmo cerebral.
Hay que ir apuntando, de la particular cantera de cineastas canadienses, el nombre de Anthony Scott Burns, un aspirante a autor total, que cubre todas las facetas de la producción, desde el guión y la dirección, a la música, el montaje, la fotografía, y al que solo falta estudiar interpretación para ocupar ese último espacio entre el reparto.
Película obsesiva, con un aspecto fúnebre en lo estético, y continuos sueños premonitorios, insertados muchos de ellos hábilmente, gracias a la terapia a la que se somete la protagonista, Come True mantiene un tono sujeto al misterio, y un poderoso halo hipnótico que en lo envuelve todo, como forma de continua pesadilla nocturna
Un ejercicio de estilo onírico, que se beneficia del esfuerzo de Julia Sarah Stone, muy implicada con el material original al que la somete Burns, y que la lleva a límites donde verdaderamente muestra su capacidad como interprete, dentro de un elenco general de actores mas bien mediocres.
La música de sintetizador, y las amenazadoras sombras visuales, así como el uso de un estilo muy retro en la imagen, con una puesta en escena modesta pero detallista, componen los logros técnicos de un film, diseñado para atrapar la atención de un público más bien nostálgico con el cine de los 80 y principios de los 90, cuando David Cronenberg, compatriota del realizador, y del que resuenan ecos en las costuras del film, reinaba como uno de los maestros del cine fantástico y de terror.
Finalmente, el desarrollo narrativo que Burns aplica al film, lo convierte en un trabajo complejo, que se hace bola en muchos momentos, y se estanca bastante en su parte central, así como en el inconsistente desenlace final, alejando un tanto los logros, casi todos de estilo, de un realizador situado en el tortuoso camino de conseguir una mayor autoría como cineasta.
-Lee ésta crítica, y muchas más, en Fusion-Freak.com-
Alucinante y lisérgica propuesta de cine fantástico que nos sumerge de forma terrorífica en el mundo de los sueños. Una joven que sufre problemas para dormir se somete a un estudio para analizar sus patrones de sueño. Lejos de mejorar irá entrando en barrena hasta descubrir que hay algo más oscuro detrás de la tecnología que están usando con ella. Algo que tiene que ver con sus pesadillas.
Ante todo, hay que decir que el planteamiento estético es una de las mayores apuestas de la cinta. Todo rememora los 80, y juraríamos que la acción se desarrolla en esa década de no ser por los iphones que aparecen. El diseño de producción está claramente inspirado en esa época: los modelos de coche, las consolas de botones, los monitores como osciloscópios analógicos… Incluso hay detalles que remiten a la década previa, como las gafas del dr. Meyer, singularmente grandes hasta para los años 70. David Cronemberg no solo es fuente de inspiración para su hijo Brandon.
Pero es la partitura musical lo que se lleva la palma. No es solo el uso de sintetizadores, es ese aire new age cándido, evocador y cautivador. Uno de los mejores exponentes de retro exploración ochentera que he visto, y llevo unos cuantos. En cuanto a lo puramente cinematográfico, las imágenes oníricas recuerdan flagrantemente a Ink (2009), y la puesta en escena es muy canadiense, sin saber en que ciudad estamos o incluso en que país (sabido es que muchas producciones de Canadá transcurren en los USA). En el debe podemos añadir que se le va la mano en algunos momentos demasiado videocliperos, pero son cortos y no se salen de madre.
Aunque la verdadera estrella es su actriz principal. Julia Sarah Stone se come la pantalla, transmite fragilidad y angustia a partes iguales, y verdaderamente quieres que sus problemas se solucionen, tal es la empatía que despierta. La representación de sus pesadillas es, pues eso, pesadillesca, y echar mano del llamado por algunos demonio de la parálisis del sueño nos trae algunas de las escenas más inquietantes del cine reciente. Seguro que más de uno no podrá soportar alguna de sus imágenes, habida cuenta que hay personas que dicen haber sentido su presencia, e incluso haberlo visto (he conocido alguna).
Y llegamos al final. Ah, el final… Lo dejamos en espoiler.
Y aun así, me confieso seducido por el conjunto. Buena idea, buen recurso técnico, buena ambientación, buenas actuaciones, música de ensueño… ¿de qué hito del cine fantástico podríamos estar hablando con un final que cuadrara con fineza todo lo demás?
Recuerdo cómo me impactó la frase publicitaria de la primera Pesadilla en Elm Street: por primera vez una cámara filma el interior de una pesadilla. Pues esta frase podría aplicarse 100 % a Come True.
Desde hace tiempo, Sarah tiene severos problemas para dormir. Para intentar remediarlo, participará en un estudio enfocado a analizar estas dolencias y buscar soluciones, pero hay intereses ocultos tras el experimento y las pesadillas que moran en los sueños de Sarah son la clave que estaban buscando.
Extraño que con apenas unos meses de diferencia han surgido dos películas acerca de los problemas del sueño, Awoken de Daniel J. Phillips y Come True, pero su tratamiento es diametralmente opuesto: la primera es tramposa, llena de ruido y deja una sensación agridulce, por el contrario, aunque vaya por delante que no es perfecta, la película de Anthony Scott Burns está repleta de imágenes oníricas, golpes de guion y un ritmo interno que a más de uno irritará.
En su película anterior, Our House, Scott Burns ya mostraba algunas de sus constantes: pocos personajes, una historia pequeña, el uso de la tecnología para encontrar soluciones, en Come True, Anthony Scott Burns se convierte en un hombre del renacimiento y dirige, produce, escribe, monta, colabora en la música… Tal vez por ello Come True tiene una cualidad única, que para mí la emparenta con Phantasm de Don Coscarelli: el tono onírico, la fractura entre realidad y fantasía, unos personajes inexistentes pero necesarios, su estructura caótica – a veces caprichosa – donde lo que menos importa es la historia. En esta película no hay que intentar buscar lógica sino dejarse llevar porque encontraremos imágenes muy potentes, situaciones delirantes, todo aderezado por la música de Electric Youth y PIlotpriest que ayudan a potenciar todo ese elemento onírico.
El casting funciona bien para lo que realmente busca Scott Burns, apenas son cinco personajes – y solo tres de ellos tienen importancia – destacando el rostro sugerente y personal de Julia Sarah Stone, seguido por Landon Liborion y atención a la presencia hipnótica – sobre todo por esas gafas tan de los setenta – de Christopher Heaththerington como el Dr. Meyer, un personaje que parece salido de esas primeras películas de David Cronemberg.
He dejado para este párrafo los peros que le pongo a Come True, y más que peros son cuestiones personales, como la extrañeza que producen algunos momentos, el tiempo que se toma el director para mostrar las cartas, la inclusión de ese momento videoclip muy años ochenta que parece más un capricho de director que necesario para la historia, y sobre todo la irregularidad del conjunto porque hay grandes momentos y otros anodinos que no hacen avanzar la historia. Me reservo para cerrar este párrafo el giro final, un gran salto de fe que te hará entender mejor la película o, quien sabe, rechazarla de pleno.
Come True es una experiencia sensorial en toda regla, así que dale una oportunidad y déjate fluir con el sueño. Y cuando termine la película, a ver si piensas igual que yo: es así como debería ser un remake/reboot de A Nightmare On Elm Street… Desde aquí te lanzo el guante, Anthony Scott Burns.
https://www.terrorweekend.com/2020/09/come-true-review.html
Come True es un caótica, hipnótica y extraña, como pueden ser los sueños.
Tercera película del director canadiense Anthony Scott Burns, donde él mismo es responsable del guión, la fotografía y la música. Estamos pues ante una propuesta muy personal, apadrinada por el productor Vincenzo Natali.(Cube (1997)). El film parte de una premisa ya vista: adolescente con problemas para conciliar el sueño y aporta una nueva mirada al incorporar un dispositivo capaz de mostrar lo que ve una persona que está soñando. Todos estos elementos hacen del film a priori una propuesta tremendamente interesante con muchas posibilidades.
Lamentablemente estamos ante una propuesta irregular desde el punto vista dramático. Con exceso de metraje para lo que finalmente nos cuenta, su mejor baza es la utilización inteligente de imágenes con textura retro, algo que recuerda al cine de Cronenberg. El tono onírico y triste potenciado por las ochenteras músicas de Electric Youth la emparenta con films como It Follows (2014) o Nightmare on Elm Street (1984) y es lo mejor del film.
El desarrollo dramático se va desinflando y la trama avanza caóticamente hasta llegar a un desenlace más que discutible. En cualquier caso, si obviamos algún momento videoclipero totalmente sobrante, no deja de ser un film estéticamente sugerente con momentos hermosos que justifican, en parte, su visionado.