Cazador de forajidos
Sinopsis de la película
El veterano cazador de recompensas Morg Hickman (Henry Fonda) cabalga hasta una ciudad sin ley. El sheriff ha sido asesinado y su sustituto es un joven inexperto (Anthony Perkins). Cuando descubre que Morg antes que cazarrecompensas fue un agente de la ley, le pide que lo instruya.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Tin Star
- Año: 1957
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
Película
7.2
69 valoraciones en total
Lo que Anthony Mann tocaba se convertía en oro. Esta película no podía ser menos. Bien dirigida y mejor interpretada, forma parte de la historia de un género que, incomprensiblemente, cada vez está más denostado a pesar de la gran cantidad de obras maestras que ha aportado al cine mundial.
Cazador de forajidos será una grata sorpresa para todo amante y entendido del cine, es una película de esas que son desconocidas, pero que aportan mucho más que otras que hemos estado acostumbrados a ver desde toda la vida, mucho más famosas, pero sobrevaloradas.
Hay que verla, al igual que hay que ver todo lo que ha hecho Mann, un director que nunca ha dejado de sorprenderme.
Si Ford fue inigualable en mostrar el entorno donde se movían sus personajes, con ese romanticismo y esa pulcritud que hacían de cada plano una obra de arte, Mann fue sin duda alguna el maestro a la hora de filmar a sus protagonistas. Su aires, sus miradas, sus actitudes, sus formas…su cámara fue capaz de elevar a mitos esos personajes encarnados por Stewart, Ford, Kennedy, Cooper, Cobb…Una larga lista de actores que hicieron del montar a caballo y de empuñar un revólver toda una demostración de clase y de poderío, de lírica y de respeto. En The Tin Star es Fonda. Un Fonda convicente en la interpretación y que se gusta ante la mirada astuta del maestro y ante un reparto que queda un poco por debajo de su carisma y calidad.
Fonda interpreta a Morgan Hickman, un cazarrecompensas que llega a un pueblo dominado por la demagogia típica de los que la dirigen, banqueros y empresarios, y de unos cuantos villanos que, además de ejercer como tales, incluyen el racismo hacia los indios como nota particular. Mientras Perkins dará vida a Ben Owens, un sheriff joven e inexperto que verá como su autoridad es ninguneada, teniendo que pedir ayuda a Morgan ante el descubrimiento de éste como antiguo comisario. A partir de aqui comienza una historia de aprendizaje, donde maestro y alumno irán avanzando tanto en el conocimiento mutuo como en el de las circustancias que les rodean. Cosa esta que aprovechará Mann para lanzar su mensaje y su crítica profunda a una sociedad hundida en el racismo y en una hipocresía que en su día hizo de Morgan lo que es hoy: un cazador de recompensas, renegado de su antigua profesión de marshall y desilusionado por los tiempos que le ha tocado vivir.
Ni que decir tiene que los diálogos son portentosos y llenos de fuerza, al contrario de lo que se afirma por ahí. Si en sus otros westerns Mann jugaba con los movimientos de sus personajes en esos paisajes infinitos aquí, y como ya hiciera en El Hombre de Laramie , les deja hablar en unos discursos profundos y de mucho poso moral. Sobre todo Fonda. Porque Perkins se muestra inexperto, y no solo por el personaje que interpreta. Su actuación no da réplica y se muestra tímido y sin convicción alguna. Quizás sea lo único que desentona en un reparto que se completa perfectamente con dos villanos a la altura: Van Cleef y Neville Brand.
El buen final y el blanco y negro que siempre adereza con gusto cualquier western de personajes, completan lo que para mi es otro disfrute maravilloso y otra nueva experiencia gratificadora como supone sentarse a contemplar cualquier obra de ese genio que hizo de este género grande algo único e irrepetible. Chapeau maestro¡¡
Decir que al que le gusten las del oeste clásicas va a disfrutar con esta película de Anthony Mann es decir poco. Porque de principio a fin, de cabo a rabo, The Tin Star ofrece las cosas que los que amamos el género esperamos encontrar, pero no de cualquier manera, hay que poder llegar al lugar en el que un director sabe hacer las cosas bien y Anthony Mann consigue mezclar los elementos con los que cuenta de manera excepcional. Para mí lo principal es que es una película de personajes, todos con su rol tan definido como coherente de manera que acaban construyendo una historia sin fisuras, con la acción precisa en los momentos precisos.
Una lección de cine clásico (me parece muy atrevido que lo diga yo, pero ahí queda eso) aunque para mí uno de los pilares que hacen que el resultado sea tan redondo es Henry Fonda, de diez, insuperable, el mejor Clint Eastwood andaría a su lado ahí en las alturas. Fonda es un gigante, sus andares, sus palabras, cada aparición suya va a suponer algo brillante, no hay duda, se muestra casi como una divinidad, tanto, que puede que The Tin Star sea lo que es tanto por él como por Mann. Para mí ha sido un privilegio poder disfrutar de una fotografía así, y además con ese B/N tan necesario. Así que nada de obra menor, obra enorme diría yo.
Cuando en una película Anthony Mann es el director y Henry Fonda el actor principal, el resultado no puede ser otro que el de una sensacional producción. A mi parecer, un western a la altura de los grandes, incomprensiblemente desconocido. Grata y maravillosa sorpresa.
Realizada después de una imponente (y creo que no repetida o repetible) saga de obras maestras del western, es quizás por eso, que este otro western de Mann acarrea fama de adjetivos tan banales como menor o pequeño . Pues para nada estoy de acuerdo, pues esta magnífica historia de un ex-sheriff(Fonda) que ayuda a un joven e inexperto sheriff(Perkins), y que reconstruye su futuro tras su triste pasado – hay ciertas influencias de Raíces profundas -, resulta ser una película sólida y magnífica de cabo a rabo, para nada menor, sino un western grande de los últimos años dorados del género.
Con un gran guión de Dudley Nichols – guionista habitual de Ford -, es una hermosa película acerca del aprendizaje, de la integridad moral y de la importancia de autocreencia en las posibilidades y facultades de cada uno, que está dirigida muy bien por Mann y focalizada y guiada en la luminosa y clarividente mirada de un Fonda imperial, que son partes – junto a la fotografía, los secundarios, etc.. -, que forman un todo de excelente coherencia ética y didáctica.
Resulta, pues, pamplinero y tercamente reduccionista constriñir esta estupenda película muy por debajo de la extraordinaria saga previa ( Winchester 73 , Tierras lejanas , Horizontes lejanos , El hombre de Laramie ), pues ésta se acerca, digamoslo ya, a la obra maestra también y como aquellas. ¡Ah! Y es verdad que le faltan pretensiones (¡y qué bien!). La saga continuó, por tanto.