Violeta no coge el ascensor
Sinopsis de la película
La joven millenial Violeta, llena de talento y gracia, no sabe muy bien cómo emplearlos. Se pasa el verano en Madrid, de becaria en una editorial, enchufada al ventilador con su compañera de piso y esquivando el calor entre affaires que, lejos de aclarar dudas, las multiplican.
Detalles de la película
- Titulo Original: Violeta no coge el ascensor
- Año: 2019
- Duración: 87
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Opinión de la crítica
Película
5.2
47 valoraciones en total
No siempre me convencen ni compro las propuestas deliberadamente amateurs, porque a veces tras ellas se esconde el intento de disimular, con la excusa del bajo presupuesto, la falta de ideas, talento o capacidad técnica, que no siempre implica desembolso de dinero.
En el caso de esta pequeña película española -que he tenido la ocasión de ver en el DA Film Festival, y que está libremente inspirada en una peli indie estadounidense que desconocía, Hannah takes the stairs, protagonizada por Greta Gerwig-, sí que me gusta, moderadamente, por su frescura y la naturalidad con la que están dirigidos sus intérpretes.
La protagonista, que físicamente es una fusión perfecta de sus padres, David Trueba y Ariadna Gil (sí, se llama Violeta por el personaje de su madre en Belle Epoque), derrocha simpatía y una mezcla de inocencia -no lerda- y bondad que ayuda a que entre mejor una historia limitada pero con buenos instantes, que combina además comedia y drama de manera eficaz.
La película es una opera prima de su directora que tiene muchos mas aciertos que fallos. Su ritmo es muy adecuado en la primera media hora y después decae un poco. Los actores demuestran profesionalidad, destacando tanto la protagonista Violeta Rodríguez como Fernando Delgado-Hierro.
Tanto esta directora como estos jóvenes actores tienen un futuro prometedor.
En resumen una película de bajo presupuesto pero que deja muy buenas sensaciones y estaremos atentos a próximas creaciones de este equipo.
*Muchas referencias, pocas nueces
Inspirada en la película Hannah Takes the Stairs, Mamen Díaz y Violeta Rodríguez plantean una versión cañí, bajo el nombre de Violeta no coge al ascensor. No se va a tomar en cuenta su base fílmica, la cual ya tenía varias flaquezas en sí. En esta ocasión, el guion de este film se va diluyendo según va pasando la película, dejando momentos en los que realmente deja la sensación de haberse descuidado en exceso la historia. A diferencia de otras producciones de índole parecida como La virgen de agosto, Díaz y Rodríguez caen en el cliché, seguido de otro, donde no hay ninguna base sólida. Además, abrazan síntomas de aquello de puede quedar gracioso en partes que dejan mucho que desear. Incluso, rompen la cuarta pared, pero de una forma tan insatisfactoria como innecesaria.
Su intención es clara, la de expresar y hablar sobre los cambios vitales en su protagonista. Asimismo, no solo utilizan su propio camino evolutivo, sino también el de los otros personajes que van apareciendo. A pesar de las pocas reminiscencias de claridad y matices, pronto se olvidan y siguen por la línea narrativa vacía de contenido. Hay escenas en las que parece que van a propagar una reflexión que no se vea oportunista, pero no acaba por suceder. Lógicamente, se puede ver que el equipo se lo ha debido pasar estupendamente bien escribiéndolo. Pero, igual que los chistes entre amigos íntimos, son incomprensibles para el gran público y dejan un resultado flojo. En consecuencia, no termina de cumplir la función principal que se ha propuesto, sobre todo porque, al igual que el film, no se ubica.
*La pachanga de amigos
El elenco actoral de Violeta no coge el ascensor está a la altura de la propia película, por lo que no chirría una labor más cercana a una profesionalidad incipiente y más de andar por casa. En primer lugar, Violeta Rodríguez, la cual también escribe la cinta, se mete en la piel de su tocaya. Se mantiene en un plano muy superficial, con una expresividad en la que falta mayor fuerza. Asimismo, no construye desde la emoción, o la razón, por lo que no se sabe en qué estado sensitivo está gracias al diálogo. Por tanto, deja una interpretación impasible, con una linealidad carente de personalidad, con un resultado en el que se echa en falta mayor salero y motivación. Aun así, hay alguna línea de diálogo, que no escena, donde se ve que, con un trabajo apropiado y una dirección óptima, tal vez, podría obtener mejoría.
Sara Diego es, seguramente, de las mejores interpretaciones de la película. Aunque su trabajo dramático no es una vorágine existencial, ni mucho menos, por lo menos aporta frescura. En las secuencias en las que aparece, tiene una intención más natural. El problema es la interacción con sus compañeros, que no le dejan ir a más y se queda en un nivel inferior de lo que se sospecha podría superar. Otra de las excepciones es Pablo Gómez-Pando, que tiene unos puntos muy bien conseguidos y una familiaridad agradable. Sin embargo, las actuaciones de Diego y Gómez-Pando se equilibran con las de Asier Gil y Pilar Torres. Ambas no se pueden tomar en serio. Por último, Aixa Villagrán y Julián Villagrán realizan sendas participaciones anecdóticas, en las que tampoco tienen mayor dificultad, por lo que cumplen con lo que se les pide.
*El amateurismo y sus peligros
Hay una tendencia a pensar que el bajo presupuesto puede ser motivo de no cuidar los detalles. Sin embargo, al contrario, varios realizadores han demostrado que no tener viabilidad económica es una oportunidad para afrontarlo de otra manera. Por ejemplo, por hablar de algunos títulos, A Stormy Night, o Compulsión se resarcieron con un planteamiento técnico distinto y sin caer en el amateurismo. Pero, Violeta no coge al ascensor no va por esa estrategia, incluso va más allá. No solo da la sensación de aficionado, sino hace gala de ello. Aunque hay espectadores que vean esas partes de making off como un punto simpático, expone una falta de seriedad y profesionalidad demasiado evidente. En especial, porque no aporta absolutamente nada a la historia, ni tampoco a la identidad de la película. Por lo que, sentencia la realización técnica.
La autorreferencia constante, seguramente, sea todo un acierto para el equipo de la película. No obstante, como se ha expresado anteriormente, no se puede dejar el foco en un punto tan egocéntrico. Hay que tener en cuenta que una parte grande de los espectadores no es consciente, ni tiene por qué entender esas alusiones entre amigos. Después, el montaje de sonido es irregular, hay varias partes en las que la cancelación de eco les falla, la colocación espacial se pierde y los volúmenes no están medidos. Pese a ello, el sonido es de las partes más trabajadas del film, por lo que hay valorarlo. Por último, expresar que hay que tener cuidado entre rozar la línea entre lo desastrosamente genuino, que da personalidad y el autosabotaje de una cercanía llevada a lo extremo y cayendo en una cutrez nada atractiva, que es lo que sucede.
*Conclusión
Violeta no coge al ascensor se rige por un planteamiento aficionado que no le beneficia nada. Desde el guion hasta la realización técnica, presenta flaquezas que parecen llevarlas por bandera. En consecuencia, el resultado es flojo, vacía de contenido y en una nube de superficialidad, que cae en una cutrez, ya sea intencionadamente, o no. A nivel interpretativo no es mucho mejor, aunque se salvan Sara Diego y Pablo Gómez-Pando, los cuales tienen frescura y más naturalidad que sus compañeros. Una cinta completamente olvidable que se equivoca en la ejecución y no se toma en serio ni a sí misma.
Escrito por Diego Da Costa
Violeta no coge el ascensor. Pues muy bien. que no lo coja.
Película que se nos presenta como una mirada femenina al universo de Eric Rohmer o de Jonás Trueba, de Hong Sang-soo o Richard Linklater . Lo siento, pero me parece más honesta la presentación Sin ningún tipo de pretensión y buscando matar el aburrimiento de un agosto caluroso en Madrid . Entonces es cuando uno decide si dedica 87 minutos a ver esta película.
Ni diàlogos frescos, ni originalidad (rompen la cuarta pared! ooooooh! que original!). Unos amigas rodando por pasar el rato.
Retrata con sencillez la manera en que nos relacionamos, con todas las inseguridades e indecisión. También cuando nos dejamos llevar. Situaciones muy creíbles en un reparto prometedor. Mención especial al making of incluido y bien integrado en el metraje: es un autorregalo que Mamen Díaz hace a todo el equipo: súper bonito.