Un día perdido
Sinopsis de la película
Tres monjas de paso por Madrid deben pernoctar en el convento de su orden. Al recoger sus maletas, descubren un cesto con un niño recién nacido y, aunque piensan entregarlo a la Beneficencia, deciden primero localizar a sus padres, para ello cuentan con la complicidad de Paco (Pepe Isbert), el mejor taxista que podían imaginar.
Detalles de la película
- Titulo Original: Un día perdido
- Año: 1954
- Duración: 85
Opciones de descarga disponibles
Si quieres puedes conseguir una copia de esta película en formato 4K y HD. A continuación te añadimos un listado de posibilidades de descarga directa activas:
Opinión de la crítica
Película
5.8
26 valoraciones en total
El éxito de El diablo toca la flauta, realizada en 1953 por José María Forqué con guión escrito junto a Noel Clarasó, volvió a unir a los dos, al año siguiente, en un nuevo proyecto donde también coincidían varias historias hilvanadas con una leve trama argumental. Es el caso de esta ingenua y tierna Un día perdido, donde la fantasía da paso al costumbrismo, presenta a tres monjas, de paso en Madrid, que deben pernoctar en el convento de su orden. Al recoger sus maletas descubren un cesto con un niño recién nacido y, aunque piensan en entregarlo a la Beneficencia, optan por tratar de localizar a sus padres con la complicidad del mejor taxista que podían imaginar: el gran Pepe Isbert. Con este título Forqué inicia una de las vertientes más fructíferas y personales de su trayectoria, el sainete, esa veta autóctona donde se inscriben algunos de los títulos más relevantes de la historia del cine español.
Fuente: https://n9.cl/ej7eq
– Hermana, si hace falta le bautizamos nosotras.
– No, si hay un hombre tiene que ser un hombre .
Simpática y, qué duda cabe, entrañable comedia melodramática española, que tiene abundancia de buenos sentimientos y es claramente moralizante. Vamos, una película de la época.
Aunque chirría bastante su mensaje su lado y fondo positivo sale ganando al final por mor de la bondad expuesta sin tapujos, aunque finalmente no resulte muy creíble su resolución. Pero qué final se iba a dar…
En el camino encontramos cosas muy interesantes como su costumbrismo español, donde vemos el problema de la vivienda, la moral de los pueblos donde los dimes y diretes hacia las madres solteras pueden causar un miedo en ellas que les nuble el entendimiento y ese casticismo madrileño en personajes como el estupendo de un Pepe Isbert, absoluto protagonista aunque sean las tres actrices principales quienes sean cabeza de cartel.
También el personaje de una grande Irene Caba Alba como madre que perdió a su hijo siendo muy pequeño por lo que tiene un corazón como el pedernal y que poco a poco se va ablandando con la presencia del bebé que ocasiona todo el tinglado.
Se trata de una cinta muy blanda y que en líneas generales su visión resulta facilona sin prácticamente ninguna imaginación en la puesta en escena, pero que tiene un esfozado guión del propio realizador y de Noel Clarasó lleno de buenos diálogos como este entre Pepe Isbert y una pareja recién casada:
– Si tienen un hijo, ¿qué nombre le pondrán?
– Secundino.
– Claro, como no se puede defender… .
y sentencias como esta:
Un hombre solo, por mucho que gane, es dinero perdido .
Al final gusta por el cariño manifiesto puesto en la empresa, pero no la considero una buena película. Pero como testimonio de toda una época determinada, es un buen documento.
https://filmsencajatonta.blogspot.com
Un día perdido narra la jornada de 3 monjas y un taxista en busca de la madre de un niño abandonado, antes de entregarlo en la inclusa.
La película tiene como tesis principal que la bondad se abre camino sacando lo mejor de quien se la encuentra, como un buque rompehielos. Así como estas monjas no juzgaron a esa madre que abandonó a un hijo sino que se pusieron en su lugar e intuyeron su desesperación emprendiendo una particular odisea buscándola para darle una segunda oportunidad con su hijo, así estamos todos llamados a ser bondadosos con el prójimo para tener una sociedad más justa.
Una segunda reflexión es que no debemos caer en la desesperación, no pensar que todo está perdido, siempre tenemos la puerta abierta a pedir perdón y solo hace falta un gran esfuerzo de humildad para atravesarla.
Por último, una tercera meditación que suscita Un día perdido es sobre la Divina Providencia: cuando se hacen las cosas como Dios manda te conviertes en su soldado y te encuentras con personas y circunstancias que parecen casuales pero no lo son.
Es obvio que el título elegido encierra una gran ironía.
La película tiene además un gran interés costumbrista por los emblemáticos exteriores elegidos del Madrid de los 50, el acento cheli de algunos personajes y especialmente por el retrato de una sociedad no exenta de miserias morales (en la película no se ocultan la prostitución, el aborto clandestino, el machismo, entre otros) pero agraciada por unas coordenadas morales a las que siempre podías asirte para evitar o aminorar el infortunio, por una fuerte estructura familiar y por la buena educación tan necesaria para la convivencia (incluso la corrección en el vestir independiente de la posición social).
Una sociedad quizás no tan candorosa como pretenden películas como ésta con vocación pedagógica y moralista, pero en conjunto más feliz que la que nos ha tocado vivir donde el sufrimiento sicológico y la soledad son epidémicos al extremo de que el consumo de sicotropos se ha convertido en algo normal.
Salvando los abundantes e irracionales prejuicios morales que actualmente se tienen hacia la sociedad española del franquismo y hacia sus manifestaciones culturales, nadie puede decir que esta película tan precaria de presupuesto no sea irreprochable en todo lo demás, interpretaciones, dirección artística, música, etc.
Tres monjas que se dirigen a África para hacer labor de misioneras se detienen en Madrid para visitar un convento. Sin embargo, equivocan el día de su llegada y el guía que las tenía que recoger en la estación no aparece. Deberán entonces pasar el día en Madrid, día que dedicarán a buscar a la madre de un niño abandonado en la estación.
Cuarta película de la brillante carrera del director zaragozano José María Forqué. Aun cuando la cinta anticipa en cierta medida las cualidades del cineasta aragonés (dominio de la puesta en escena, delicado uso del humor costumbrista, inigualable comicidad para las situaciones dramáticas) queda lastrada irremediablemente por su absoluta previsibilidad y por ser demasiado blanda. De hecho, los mejores momentos de la película nos los regala Irene Caba Alba con su personaje de madre endurecida por los golpes de la vida. No destaca sólo la entrañable actriz sino un excelente reparto que da verosimilitud a la historia logrando que el espectador deje de lado su absoluto convencimiento de lo que va a pasar.
El tema del bebé abandonado en un cesto, recogido por unas monjitas, ha sido retomado en dos películas posteriores Canción de cuna (José María Elorrieta, 1961, donde vuelve a intervenir Antonio Garisa) y otra Canción de cuna (José Luis Garci, 1994). El argumento, por tanto, resulta familiar. Sin embargo, el tratamiento es diferente. En Un día perdido la trama se apoya más en el sensacional reparto que en la puesta en escena, aunque no faltan algunos cuadros neorrealistas y algunos diálogos sutilmente irónicos, gracias a la buena pluma de Noel Clarasó. Las coreografías quedan bastante pobres (era lo que había en la época en España) dentro de su relativo atrevimiento. Como detalle anecdótico intervienen, en breves papeles, el cómico Gustavo Re y Mariano Ozores, como actor, sin intervenir en el guion ni en la dirección. La acción decae en algunos momentos y se deja llevar por el buenismo edulcorado. Con todo, el film tiene suficientes valores como para que merezca la pena su visionado. Hay que resaltar especialmente la excelente música del prolífico compositor argentino Isidro Maiztegui, autor de numerosas bandas sonoras con directores de renombre.