Río Bravo
Sinopsis de la película
El sheriff Chance (John Wayne) encarcela por asesinato al hermano de un poderoso terrateniente que intentará liberarlo por todos los medios. Para impedirlo, Chance cuenta con la colaboración de dos ayudantes: un alcohólico (Dean Martin) y un viejo tullido (Walter Brennan), a los que se une un joven y hábil pistolero llamado Colorado (Ricky Nelson). Todos ellos se encierran en la oficina del sheriff para impedir que el preso pueda ser liberado antes de que llegue la autoridad estatal para llevárselo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Rio Bravo
- Año: 1959
- Duración: 141
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Opinión de la crítica
Película
8
66 valoraciones en total
Obra maestra. Podría quedarme con estas dos palabras para definir esta película, pero me apetece hablar de esta joyita, de los mejores western de la historia y de las mejores películas en general. ¿Por qué me gusta tanto? Por muchas cosas:
1. Por el arranque espectacular que tiene, sin una sola palabra, ni falta que hace.
2. Por los actores, John Wayne en el papel de sheriff, Dean Martin de amigo borracho enamorado al que Wayne ayuda a salir de la crisis, Walter Brennan de viejo cascarrabias tullido con el que te partes, Ricky Nelson de joven inexperto pero valiente y Angie Dickinson poniendo malito a todo el personal con su físico e inteligencia.
3.Por como está dirigida por Howard Hawks, dos horas largas de película, en las que los pocos escenarios que salen son la comisaría, la calle, el saloon y poco más. En este espacio y en este tiempo se desarrollan escenas cotidianas, ir a por comida, hacer la ronda, dar un paseo, unas conversaciones, tocar la guitarra… todo contado de una forma amena y manteniendo en vilo al espectador.
4.Por las dos canciones que se marcan al alimón Dean Martin y Ricky Nelson, magnificas voces acompañadas por Walter Brennan, que hará que más de uno se tronche de la risa.
5.Por la música de Dimitry Tiomkin, para variar.
6.Porque en esta película John Wayne no es su personaje, John T. Chance, sino John Wayne. Un tipo duro, sí, pero también un amigo de verdad (por no dejar que Dean Martin siga sumido en una profunda crisis personal), un profesional que intenta cumplir con sus obligaciones, y por qué no, un ligón, a pesar de ser muy feo.
sigue en el spoiler…
[Wéstern]
Es la forma más simple de drama. Un rifle, la muerte. Existen dos clases. Una es la historia de los orígenes, la historia de los pioneros, la historia de Río Rojo. Luego llegan la ley y el orden y tienes un sheriff. A veces un mal sheriff y a veces uno bueno.
¡Bang!
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[‘Solo ante el peligro’, de Fred Zinnemann]
No me parece que un sheriff deba ir corriendo por la ciudad como un polluelo asustado pidiendo ayuda, y que al final sea su esposa cuáquera quien le salve. Esa no es la idea que yo tengo de un buen sheriff del Oeste.
¡Bang!
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[John Ford]
Le copiaba siempre que podía.
¡Bang!
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[‘Grupo salvaje’, de Sam Peckinpah]
Yo puedo matar a cuatro hombres, llevarlos al depósito y enterrarlos antes de que uno de los suyos llegue al suelo a cámara lenta.
¡Bang!
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[Cuestión de estilo]
Trato de contar mi historia de la manera más simple posible, con la cámara al nivel del ojo.
¡Bang!
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[Consejo para los directores noveles]
Por amor de Dios, haced cosas divertidas.
¡Bang!
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La escena que abre la película es una clase magistral de cine mudo. Joe, youre under arrest.
Ella vigila al pie de la escalera. Se duerme. Él baja, la toma en sus brazos. Sube. La cámara lo observa desde la distancia justa. Eso sí es romanticismo.
La camaradería tiene forma de canción.
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Así era Howard Hawks, un hombre capaz de regalarle una plomada a Carol Reed para que los planos no le salieran tan torcidos.
Directo, sensato, antirretórico.
Abordó todo tipo de proyectos. Entre ellos, Río Bravo. Un wéstern de los grandes.
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Casi dos metros de talento. Un póney. Y una bala de buen cine en la recámara.
¡Bang!
Un western con todos sus tópicos (la oficina del sheriff, la calle principal, el saloon con habitaciones arriba, la taberna, el establo…) y fiel a la manera de narrar del género (tono épico con trazas de drama y gotas de comedia) que, sin embargo, asienta su entereza en las relaciones de los personajes, en la amistad, en la lealtad, en la admiración, en el respeto, en el amor, en la confianza, en la dignidad…
Hawks nos regala cuatro minutos mudos magistrales hasta que Wayne espeta: ¡Joe, queda usted arrestado!, y el resto son ciento treinta y tantos intensos minutos de tiroteos, ingeniosos diálogos, rondas nocturnas, partidas de póker, enfrentamientos y canciones.
Todos los amantes del western tenemos nuestras preferencias. La genialidad de cineastas como Ford, Mann, Peckinpah o Leone resulta tan genuina y acusada que su cine suele generar en el espectador un grado de devoción prácticamente ilimitado. Yo me decantaría por los dos últimos pero, curiosamente, si me viera obligado a escoger un solo western capaz de aunar las claves y el espíritu global del género, mi principal opción sería Rio Bravo, de Howard Hawks. Y no creo que fuera el único.
Probablemente Rio Bravo no sea el mejor western jamás rodado. Es más, para mi no lo es. Ello no impide, no obstante, que le guarde a la peli de Hawks un cariño especial y que la considere como un inmejorable paradigma para que cualquier neófito deseoso de adentrarse en el legendario universo del far west pueda hacerlo a través de ella.
Os contaré una anécdota. En cierta ocasión tuve que apuntar con un Winchester (figuradamente, claro) a una amigo para que me revelara cuál sería el único western que salvaría ante una hipotética hecatombe nuclear. Tras resoplar varias veces y maldecir todos los huesos de mi cuerpo, masculló: ¿Sólo uno?. Me has matado. Ufff!!!… Rio Bravo. Su traumática elección me animó a revisar nuevamente la peli de Hawks. Quería corroborar si la magia de su recuerdo permanecía aún allí. Inalterable y eterna.
Afortunadamente, el sheriff Chance (John Wayne) seguía allí, en Presidio, con su firmeza e integridad intactas. A su lado, un atormentado borrachín (Dean Martín) y un tullido cascarrabias (Walter Brennan), se mantenían incombustiblemente fieles a su sheriff, patrullando las calles y custodiando esa famosa celda mientras los secuaces de Burdette aguardaban la ocasión propicia para liberar al detenido. Feathers (Angie Dickinson) permanecía aún en el hotel, bellísima y espléndida, como siempre. Renunciando una y otra vez a coger esa maldita diligencia que habría de separarle de Chance para siempre.
Y, como la primera vez, el viejo Hawks me sorprendió nuevamente en el saloon. Con ese patadón a la escupidera y ese certero balazo a un contrapicado traidor. Con esa sabia combinación de drama, comedia, acción y romance. Con esa capacidad narrativa tan cómoda y natural. Con esa canción del degüello que sublima aún más, si cabe, una peli muy muy grande.
Aquella noche me acosté convencido de una cosa. El western jamás morirá mientras alguien, en algún lugar, vea por primera vez Rio Bravo.
Poesía. Arte. Épica. Tres epítetos que definen a Río Bravo. Junto con El hombre que mató a Liberty Valance los dos mejores western de la historia. Pero la narración trasciende al género. Posee uno de los mejores guiones que se hayan escrito. Rio Bravo nos habla de redención. De heridas cicatrizadas con alcohol. De miradas que esconden pasión infinita. De amor. Y de venganza. Chance hace gala de su hombría, pero Feathers le desarma con sólo mirarle (Angie Dickinson nunca estuvo tan hermosa). El viejo charlatán y bonachón Stumpy cuida de él (Walter Brennan colosal) y Dude lucha contra sus fantasmas antes que contra los Burdette (como ya hiciera Gene Kelly en Herencia del Viento, Dean Martin se desmarca de sus papeles de galán para realizar la mejor actuación de su carrera). El quinteto lo completa Colorado, un guaperas listo y tan habilidoso para ayudar como para meterse en problemas. Hasta el tratamiento a los hispanos es respetuoso (El siempre amable y servicial Pedro). La película contiene escenas memorables: El disparo de Dude al asesino de Wheeler, Stumpy, Colorado y Dude interpretando My rifle, my pony and me y Cindy (ver spoiler), Chance prohibiendo a Feathers llevar medias y por supuesto, el intercambio entre Dude y Joe Burdette. Si a todo esto le unimos una espectacular banda sonora de Dimitri Tiomkin y una dirección sublime de Howard Todoterreno Hawks, el resultado es Río Bravo. Una obra maestra que no os podéis perder.
Como una canción de Bill Monroe. Como un buen bourbon de Kentucky. Como un atardecer crepuscular en Monument Valley. Así es el condado de Presidio.