Más allá de Río Grande
Sinopsis de la película
Después de matar al hombre que había asesinado a su padre, Martin Brady huye de Estados Unidos y se establece en México, donde trabaja como pistolero al servicio del político Cipriano Castro. Su patrón le encomienda la misión de cruzar el Río Grande hasta Puerto (Tejas) para comprar armas, pero se fractura una pierna, al caerse del caballo, lo que le impide regresar con la mercancía. Durante su convalecencia se le presenta la oportunidad de empezar una nueva vida en su país natal.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Wonderful Country
- Año: 1959
- Duración: 98
Opciones de descarga disponibles
Si lo deseas puedes conseguir una copia de esta película en formato HD y 4K. A continuación te citamos un listado de posibilidades de descarga activas:
Opinión de la crítica
Película
6.2
24 valoraciones en total
Robert Mitchum en sus mejores momentos a uno y otro lado de la frontera. Se mueve entre USA, los apaches, Río Grande y Méjico lindo, y rezuma aventura por los cuatro costados. No es una película de acción continua, tiros y venganzas, es una aventura con toques románticos, románticos del romanticismo de querer llegar al final de un entuerto venciendo y convenciendo.
Más allá de Río Grande es un Western extraño, social, de conversaciones y propuestas entre gente de dos mundos diferentes, en el que más que tensión, lo que hay son sentimientos encontrados muy bien expresados en los personajes gracias a una perfecta dirección de actores. Por tanto, se ganan la atención del espectador desde el primer minuto. Aparte, las grandes y bellas panorámicas del horizonte no defraudan y de igual modo, invitan a continuar con la historia.
Cuando los implicados en la trama atraviesan por territorio yanqui suena música medio fúnebre, de intriga, de peligro, de tambores lejanos, en cambio hay sosiego, bailes de alto copete, los soldados hablan con tranquilidad y la gente conversa con educación.
Cuando se pasa al lado mejicano la música es alegre, de rancheritas, en cambio, el ambiente es peligroso, ir a ver al general chicano da miedo, sería como ir ahora a ver a un capo de la droga a su palacio para decirle que has perdido un cargamento de media tonelada de coca. Allí estaría el tío, en su palacio de estilo colonial español con un amplio patio y grandes columnas, rodeado de guardaespaldas armados hasta los dientes. Aquí, lo bueno, es que la guardia tiene el encanto inigualable de vestir con esos sombreros tan grandes y las cananas cruzadas sobre el pecho cargadas de munición. Los mismos apuros pasarías yendo a ver al gobernador. Esos sí que mandaban, no como ahora los delegados del gobierno . Los mejicanos andan en guerra con todo el mundo, los yanquis sólo con los apaches. Así transcurre la película, con el pistolero gringo solventando sus problemas, aclarando contratos que no han salido bien, y en medio una mujer, como no podía faltar. Total, que la incertidumbre surge de los problemas del gringo y el gusto por la película surge de la gente, sobre todo de la de Méjico, ya sean pacíficos trabajadores o los que andan con la guerra a cuestas.
Añadir que las calles de los pueblos mejicanos, sus humildes casas, sus abandonadas construcciones, dan un ambiente pobre pero con la estampa debida que se requiere. Cuando la película entra en obligado reseso uno piensa que se quedaría allí para siempre, en la hacienda del buen hombre que tiene una niña bien guapa, reposando en la tumbona bajo la sombra de un árbol y el resplandeciente horizonte de fondo. Sí que uno cambiaría la vida de hoy tan llena de moderneces, maldad y estupideces sin parangón, por esa de entonces, porque a los tipos peligrosos se los ve venir, como a los secuaces con la cara cortada que miran de refilón con aviesas intenciones. Esa es la gente con la que puedes jugarte los cuartos, no como ahora que es todo comunicación sin verse el careto. De todas formas, el mundo está lleno de peligros y si no cumples un contrato porque has tenido un accidente, no vengas con excusas. Aquí, desde luego, no valen. La película merece mucho la pena, pero hay que estar en ella.
Es elemento fundamental en muchas cintas del Oeste. Cuando el director quiere plasmar la desolación de un lugar, su aridez, suele dejar correr por las calles unas cuantas bolas de esas hierbas secas que el viento mueve a toda velocidad. Es una planta barrilera, la llamada hierba capitana (Salsola Kali L). Y hay que tener cuidado con ella pues, por lo visto aquí, te puede derribar de un magnífico caballo negro español de raza andaluza, como le ocurre al gringo Martin Brady (Mitchung), cuando acude desde una ciudad fronteriza de Méjico a recoger armas para una de tantas revoluciones. El caballo es regalo de Cipriano Castro, el mandamás de la zona, a quien sirve como pistolero y hombre de confianza.
La caída le produce la rotura de una pierna, y aquí interviene cierto doctor Herbert J. ¿Scorb? que reduce la fractura poniendo en su lugar los huesos rotos, entablilla la pierna y con dos meses de reposo y de muletas le permite seguir su vida. El médico es bastante curioso, ¿Doctor, cómo voy a pagarle el tratamiento? -Mis pacientes nunca me preguntan eso .
Brady es un hombre de frontera, con el problema de estar perseguido en ambos lados. Tampoco tiene claras sus inclinaciones personales. ¿Gringo? ¿Charro? Cuando tiene que renovar el vestuario duda entre un u otro tipo de sombrero. En principio se inclina por el de ala ancha, pero ciertas cosas que no le gustan en su jefe y, sobre todo, el amor arrollador que experimenta ante una infeliz Elene (London), esposa del mayor Colton del fuerte Jefflin, Cuando se acepta la vida militar, se acaba el decidir .
Por lo demás la película ofrece preciosos paisajes, una excelente interpretación de Mitchung, no tanto de London, a la música tal vez le sobre algo de percusión y cuenta también con un sólido guión aunque, seguramente por defectos de montaje, algunas situaciones no están suficientemente explicadas (como ya han advertido otras reseñas).
Hay escenas espectaculares, como la persecución a caballo por las calles y barrios de una ciudad mejicana o por las sierras. Sobre todo la fiesta popular mejicana con bandeo de campanas, disparo de todo tipo de cohetes, toros de fuego, iluminación de las casas principales, desfiles y bailes folclóricos indígenas con las consabidas calaveras.
Al final, tras la inevitable muerte del Mayor a manos de los apaches (también salen los indios), Brady vuelve a cruzar el Río Grande camino de Texas donde lo espera su amada. Significativamente, poco antes de atravesar las aguas muere su precioso caballo español que simboliza su pasado mejicano. ¿Una nueva vida? En todo caso, una buena película.
Posiblemente una de las mejores películas de Robert Parrish, y desde luego una de las cimas de su filmografía de los años 50, junto con Llanura roja (The Purple Plain, 1954). Curiosamente, si en esta cinta bélica el protagonista era un hombre desarraigado, en este western el protagonista también lo es. Parrish aprovecha los géneros para llevarlos a su terreno. Con una música y una fotografía en color estupendas, Más allá de Río Grande es un western superior a la media de lo que este género ofrecía en los años 50, y hasta adelantado a su tiempo. Por desgracia, Parrish es un cineasta infravalorado.
Sigo en los spoilers .
No me ha parecido un gran western. Puede que de la misma manera que tiene elementos que la hacen diferente, esas mismas diferencias la hacen caer en una rareza mal llevada que a mí no me ha acabado de gustar. Han de hacerse muy bien las cosas para que una película del oeste que se aleja de la ortodoxia acabe resultando, y con ello me refiero a que el protagonista Mitchum en el inicio se cae de un caballo y se rompe una pierna. Para mí eso es arriesgar demasiado porque nunca, nunca, le pasaría a un personaje protagonista ortodoxo de un western, porque suele ser demasiado altivo, demasiado perfecto dentro de ese mundo como para caerse de un caballo que va al paso, no al trote o al galope, su caballo va al paso, se asusta y él se cae. Hay más detalles que no calzan, apenas uno o dos tiros de Mitchum, unos indios metidos casi diría que por imperativo porque apenas pintan nada y sobre todo una historia de amor excesivamente artificial, fuera de lugar.
A su favor, todo lo que podría ser negativo también, los cambios de escenarios propios de una propuesta así, fronteriza, entre México y Texas, entre el poblado mexicano y el yanki, con ese río que divide dos mundos. Que Mitchum aparezca siempre con ese sombrero típico de México a mí me ha parecido simpático, y aunque intente parecer un tipo duro, la realidad es que recibe palos por todos lados. En realidad es una película irregular, es como si la hubieran tijeretado.
Interesante confrontación entre las mentalidades de los mexicanos y los gringos. La película tiene un poco de todo, indios, pistoleros, revolucionarios, golpistas, traficantes de armas, pero por encima de todo es Mitchum, y su individualismo de colono norteamericano, bien interpretado, … buena música y buena realización.