Los últimos hombres duros
Sinopsis de la película
A principios del siglo XX, Zach Provo (James Coburn), un hombre condenado a trabajos forzados, consigue huir con otros seis presidiarios. Su objetivo no es tanto la libertad como vengarse del sheriff responsable de la muerte de su esposa durante el tiroteo previo a su captura y encarcelamiento.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Last Hard Men
- Año: 1976
- Duración: 103
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Opinión de la crítica
Película
5.8
82 valoraciones en total
Se trata, obviamente, de un western elemental, sencillito. Sin una trama demasiado elaborada ni una descripción de los personajes demasiado profunda. Pero eso no impide que pueda verse con cierto interés y que la valiosa y solvente presencia de dos actorazos como Charlton Heston y James Coburn atenúe convenientemente las innegables deficiencias de un guión bastante endeble. Aún así, lo que más me seduce de la peli de McLaglen no es eso. Lo que más me seduce es su ADN. Peckinpahiano 100%. Fijaos, si no, en ese aire crepuscular, en ese contundente empleo de la violencia, en esa flagrante misoginia, en esa cámara lenta… Toda una serie de detalles que nos remiten, salvando las distancias, al inconfundible y genuino sello del viejo Sam.
Seis ajustadas estrellitas, pues, para un simple y correctito western de venganzas personales que, pese a sus innegables carencias, gana varios enteros gracias a esas reminiscencias peckinpahianas que os comentaba y también, como no, a la diabólica presencia de James Coburn. Un hijo de perra ejemplar.
Sin duda uno de los mejores ejemplos del western crepuscular de los 70, en una época en que (por muchas razones) los yankis habían empezado a poner en duda (pero por poco tiempo) su país, su historia y su modo de vida tan reverenciados y publicitados hasta poco antes, lo que notó sobremanera el western , el genero americano por excelencia, que además ya estaba agotado como tal, cada vez gustaba menos y tenía a la mayoría de sus estrellas ya casi en el asilo (y encima sufrió la influencia de los westerns almerienses).
Los westerns crepusculares son el reflejo de una época pesimista, con historias poco heroicas, hiperrealistas y sin final feliz y actores aviejados, sin ganas de nada, en un mundo que ya no es el suyo, donde ya no encajan, y que viven de la nostalgia. Este en concreto, es correcto pero no memorable (y encima copia la musica de Los 100 rifles ) y se sostiene por la pareja protagonista, un Charlton Heston magnífico como siempre pese a las canas y las arrugas y un canallesco James Coburn, con su sonrisa malvada, capaz de helar el infierno. Por suerte, y aunque así lo parecía, el western no murió por entonces y hasta hoy ha seguido coleando, esperemos que por muchos años.
Próximos a entrar en la década de los 80, el irregular realizador de westerns Andrew McLaglen, (Chisum, La soga de la horca), volvió a las andadas en este rutinario aunque correcto western donde dos maduros Charlton Heston y James Coburn, rivalizan entre sí en los papeles de un duro y atormentado sheriff, y el preso al que ha de dar caza.
Con una puesta en escena solvente, y un guión convincente, aunque en ocasiones da muestras de flaqueza, los dos protagonistas sacan lo mejor de si mismos en este film, una obra menor pero interesante, de un género que ya daba sus últimos coletazos de gloriosa existencia.
En los 60, el Western se llena de títulos impresionantes cerrando la década dos obras de gran calado como Grupo Salvaje y Dos hombres y un destino. Así pues, diremos que los 70, permítanme la libertad, supone un Renacimiento del Western de los 50. Por supuesto, todo esto dando por hecho la existencia de etapas definidas por décadas, sin entrar en que los 70 supusieran los últimos coletazos del género como dice uno, que es un misterio a qué se refiere.
Pero en este caso, como pensando que sería difícil llegar más allá y que las modas exigen paso, diremos, con permiso, que se recula hacia lo espartano. Gracias a ello contamos con una serie de películas del Far West setenteras de lo más interesantes, con un sabor especial y un estilo muy atrayente que ahí están: Las aventuras de Jeremiah Johnson, Pistoleros en el infierno, El día de los tramposos, Dispara Billy, dispara, Billy Dos Sombreros, Los vengadores, Dos hombres contra el Oeste, Muerde la bala, etc.
Andrew V McLaglen, de los McLaglen de toda la vida, de trabajos muy discutibles, nos deja aquí un Western de fuerte título prometedor que cuenta para ello, como certificación, con la presencia de Charlton Heston. ¿Que está entrado en años? Sí, es lo que le pasa a uno con el paso del tiempo, pero no pasa nada, además con una hija ya bien madurita queda muy a propósito para el papel.
El uso de la cámara lenta era de dominio público en el cine para recrear alguna secuencia, muy típico en películas de entonces cuando uno vuela después de recibir un golpe. No queda mal. Otra cosa es que la película de crepuscular tiene poco, bueno, en alguna secuencia se va haciendo de noche, nada más. Es una sencilla trama de venganzas personales en la que Heston persigue a su enemigo porque le ha raptado a su hija.
Añadir la presencia del hijo de Robert Mitchum, Christopher, que hizo un par de películas pero no logró afianzarse en la profesión de actor. Por algo sería.
Por lo visto, la opinión general se lanza en contra del western que se hizo entre los años sesenta y setenta, incluso no cuesta mucho encontrarse con generalizaciones peores que van más allá del género y señalan la década de los setenta como pésima en cuanto a producciones. Dentro de semejante contexto de opinión Los últimos hombres duros tiene todos los números de ser rajada de arriba abajo. Hay que verla, sólo digo que hay que verla. Y si te gustan las del oeste, no sólo los grandes clásicos en BN que quedan atrás, si además te gusta lo que hizo Peckinpah por ejemplo, esta película es más que buena.
Aparecen dos colosos, uno malo malísimo y otro que tiene la etiqueta en la frente de antihéroe. Los dos, aunque no me gusta usar palabras como las que siguen, son dos verdaderos hijos de perra. Y muy cabrones también, ya puestos a salirme de donde no debo. La historia es sencilla porque una del oeste no necesita más una venganza y una persecución para hacer una buena película. Estamos a principios de S.XX y los tiempos cambian, las leyes y lo moderno llega más allá de donde nadie pensaba que llegaría nunca. De ahí el calificativo de crepuscular, como anillo al dedo.
Hay cosas nuevas que no gustan a todos y que a mí me han convencido. Coburn me encanta, el desierto me encanta, incluso los indios que aparecen en su reserva me encantan…