La noche de los gigantes
Sinopsis de la película
Arizona, año 1881. Sam Varner (Gregory Peck), un veterano explorador del ejército recién retirado, ayuda a una mujer blanca, Sarah Carver (Eva Marie Saint), y a su hijo mestizo a volver a casa, después de haber sido encontrados en un cuartel del ejército entre los prisioneros indios de un campamento apache. En su viaje, se cruzarán con Salvaje, un apache que busca venganza desatando su ira sobre los habitantes de la región.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Stalking Moon
- Año: 1968
- Duración: 109
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Opinión de la crítica
Película
6.9
74 valoraciones en total
No comparto las críticas mayoritariamente positivas de esta película y sólo muy relativamente acepto como tales los méritos que se le atribuyen. Es verdad que se agradece una cierta sobriedad en el planteamiento global y que no deben pasarse por alto algunos detalles afortunados que otros ya han señalado aquí y en los que no insistiré. Insuficientes en todo caso, yo creo, para salvar una trama atiborrada de convencionalismos. Curiosamente, lo más interesante de esta historia es lo que podría ocurrir a partir del momento en que aparece la palabra Fin (recuérdese la advertencia de Nick a Sam sobre la sangre apache que corre por las venas del chico) pero todo eso queda ya fuera del guión.
Me molesta utilizar el más que manido calificativo de previsible para censurar un film, pues la omnipresente obsesión de novedad y originalidad sólo sirve con frecuencia para tapar con la ocurrencia fútil la falta de verdadero genio. Por el contrario, la historia del arte está repleta de variaciones geniales sobre un mismo tema que no tuvieron nunca la menor voluntad de sorprender a nadie: decididamente, el susto no es una categoría estética. Pero eso es una cosa, y otra distinta la absoluta carencia de imaginación a la hora de construir una historia en la que cada escena puede ser imaginada con precisión desde la anterior por cualquiera que conserve una mínima capacidad intuitiva. Unos personajes planos, carentes de profundidad y de relieve, vienen a completar un proyecto tan profesionalmente correcto como intelectualmente insustancial. Lo de los personajes, en mi opinión, va con el género (discúlpenme los amantes de Ford y compañía, es lo que pienso), pero eso no salva a una película, construida con la clara intención de mantener la atención mediante trucos fáciles, y pensada para dar satisfacción a lo que esperan los impulsos más primarios del espectador poco exigente.
Para terminar, no puedo dejar de señalar la colaboración histórica de este género cinematográfico en general y de esta película en particular con el criminal exterminio de los nativos americanos, representados aquí por un personaje cuyo nombre lo dice todo –Salvaje– y que, incluso por la forma de moverse, recuerda más a una alimaña que a un ser humano. Y ruego no se me confunda: no digo esto desde una postura de corrección política y educada tolerancia, sino, más bien, desde la convicción de que el mundo del que formo parte –eso que se llama occidente moderno o sociedad industrial– más que una civilización es una sofisticada forma de barbarie, cuyo suicidio previsible parece condición sine qua non para la supervivencia de lo que por ahí pueda quedar de humanidad, si es que algo de eso ha conseguido escapar a nuestra democrática capacidad de aniquilación.
Notable y en muchos momentos angustioso western, que en su momento y al igual que otros muchos westerns, (El último atardecer, El póquer de la muerte), mereció más atención por parte de la crítica.
Rodeado de una atmósfera inquietante y de mucho, mucho suspense, la película no deja descansar ni un segundo al espectador hasta su trepidante final.
Gregory Peck cumple, una vez más, con un papel quizá menor en su carrera, pero no por ello menos notable, junto a una discreta Eva Marie Saint, y un desconocido Robert Forster.
Muy recomendable.
Después de la exitosa Matar a un ruiseñor Robert Mulligan de nuevo unos años más tarde reclutó a Gregory Peck, ya maduro pero aun así en forma. Esta vez para realizar este vigoroso western, sobre una mujer y su hijo que son perseguidos por un indio apodado el Salvaje, el padre del niño, cuentan con la protección de Sam Varner (Gregory Peck), pero aun así las cosas no serán tan fáciles.
Una bonita banda sonora, un buen reparto, muy completa, muy respetable y algo olvidada… desde mi punto de vista la recomiendo.
Algún usuario ha comentado que éste es un Western extraño, diferente, y otros lo emparentan, acertadamente, con el thriller. Estoy de acuerdo con las dos observaciones precedentes, y es que si tuviésemos que buscar un argumento, y sobre todo un tratamiento de las emociones y el suspense similar al que aquí se da, deberíamos fijarnos más en el cine negro o el thriller, concretamente en la célebre Cape Fear de Lee Thompson, también protagonizada por Gregory Peck.
En efecto, las situaciones -salvando las distancias- son similares, también aquí un hombre se encarga de proteger a una mujer blanca y a su hijo mestizo de una amenaza terrible e inexorable, en este caso un indio apodado Salvaje , a la postre secuestrador de la mujer y padre del niño. El segundo tramo del filme, ambientado en un rancho rodeado de impresionantes y al tiempo amenazantes montañas, recuerda poderosamente a la parte final de la película ya mencionada, en la que los protagonistas se refugiaban, sitiados, en un barco, a expensas del enemigo mortal. Aquí ocurre lo mismo, pero incluso con mayor acierto, pues el director decide, en un golpe de genio, que al indio no lo vamos a conocer nunca, viéndolo apenas al final. De ese modo se potencia el miedo y la incertidumbre, pues los mayores terrores son, más que los que se ven, los que se presienten, la espera de todos los personajes, la convicción de que una venganza incontenible e inhumana (el indio, en su búsqueda, asesina a todos cuantos encuentra en su camino) se aproxima, es uno de los mayores aciertos argumentales del filme.
Todos estos aspectos son potenciados por una apabullante narración visual en la que los gestos y los rostros dicen mucho más que un escueto guión, así, los diálogos son casi siempre breves, y acompañan más que introducen las imágenes. Véase como ejemplo el plano en el que Peck decide hacerse cargo de la mujer y el hijo, en la estación, cuando los observa solitarios y desvalidos, aguardando a un tren con destino incierto, o como, ya en el rancho, tras la muerte de su amigo, también mestizo, la mujer advierte lo ocurrido en su aspecto cansado y en el rifle de más que porta. Asimismo, cuando el niño recibe la baraja de naipes, también sin que medie una palabra, la emoción que transmite el plano es máxima. La importancia del paisaje es fundamental, sobre todo en el segundo tramo, cuando las montañas que rodean el rancho parecen cernirse sobre él, del mismo modo en que lo hará el implacable indio Salvaje .
En conclusión, una película estupenda, distinta y maravillosamente filmada, que debe ser firmemente reivindicada como uno de los mejores logros de su realizador, Robert Mulligan, a quien los aficionados siempre estaremos agradecidos por esa maravilla titulada Matar a un Ruiseñor .
Desde siempre el Western ha sido una de mis géneros preferidos, he disfrutado con el en numerosas salas de cine y en otras muchas ocasiones frente a un televisor, en mi época de adolescente vivimos a tope con Sergio Leone y La muerte tenia un precio o El bueno, el feo y el malo, por poner un par de ejemplos, luego mis gustos fueron evolucionando hacia un Western más comprometido o más clásico. En todo caso recuerdo este como el primero que vi en un cine y también como una de las primeras veces que acudía a una sala. Quizás por eso me dejó un impacto especial.
Ya se que no es la mejor película del genero, podría enumerar bastantes que están por encima, pero es una buena película que mantiene y acrecienta la tensión, es sobrio y de una precisión aplastante, nada hay en el gratuito, es intimista y nos cuenta más cosas con los gestos que con las palabras. Gregory Peck, un actor sin duda formidable nos demuestra una vez más su categoría y el resto le acompaña de una forma muy meritoria.
La historia y la puesta en escena son inquietantes. Implícitamente denuncia la xenofobia y tiene valores artísticos innegables. Pero por encima de todo, lo mas estremecedor es el retrato que hace de la amistad, pocas veces se muestra de una forma tan franca, noble y desinteresada, es una lección para la vida, muy integra debe de ser una persona que entrega todo por amistad, pero la gran respuesta es, tal vez el que es merecedor de ella sea aún más integro.
Como lamentablemente ocurre tantas veces en cine, toda la cinta queda lastrada por un final convencional y previsible, lo ves venir y te niegas a aceptarlo, habrá un giro sorprendente, pero no, y es ahí donde la tensión deja de incrementar y por un momento pasa a ser una del montón. Superados esos instantes y analizándola con mas detenimiento pienso que es una buena película que dejó en mi un especial recuerdo.