La mujer del obispo
Sinopsis de la película
El espítiru navideño parece dominarlo todo, pero no tiene cabida en el hogar del obispo Henry Brougham. En su lucha por recaudar fondos para construir una nueva catedral, el joven clérigo ha desatendido de tal manera a su afectuosa esposa Julia, que ahora lo único que puede salvar su matrimonio es un milagro. Pero el poderoso ángel envíado desde el cielo no se conformará con darle a Henry una lección inmortal de romanticismo.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Bishops Wife
- Año: 1947
- Duración: 109
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Opinión de la crítica
Película
6.7
50 valoraciones en total
El obispo Henry Brougham (David Niven) tiene como meta recaudar fondos para construir una enorme y bella catedral, pero en su afán por logarlo deja a un lado la atención de su esposa Julia (Loretta Young) e hija y ciertos principios básicos. Ahora, de buenas a primeras, el obispo recibe la visita de Dudley (Cary Grant), un supuesto ayudante para recaudar los fondos necesarios, pero en realidad es un emisario divino que viene a darle unas lecciones básicas de amistad y amor.
Los caballeros del cine, el inglés David Niven (1910-1983) y el clásico Cary Grant (1904-1986) nos deleitan con un film refrescante y simpático, y junto a ellos la bella y sensual Loretta Young (1913-2000). El film nos presenta al obispo Brougham como un hombre en su afán por lograr unas metas, abandona las cosas básicas que lo rodean, su familia y sus amigos, y como el juego de afuera se ve mejor, tuvo que venir alguien de lejos para señalárselo para hacerlo reaccionar.
La película recibió cinco nominaciones al Oscar, por mejor director, mejor edición, mejor música, mejor película y finalmente ganó por mejor banda sonora. El film tuvo un remake años más tarde con The Preachers Wife (1996) protagonizado por Denzel Washington, Whitney Houston y Courtney B. Vance,
Parece una película de Frank Capra por lo de sus buenas intenciones pero lo que más ha llamado mi atención es la clase que sigue teniendo Cary Grant lo pongas de ángel, de ganster o de lo que sea -David Niven tampoco se queda atrás-. Y es muy bonita la escena del patinaje, con dobles o sin ellos, en la que hasta un sesentón se atreve a calzarse unos patines, pasando por la botella de jerez que nunca se acaba, je, je… Aunque si he de elegir me quedo con las fichas que se archivan en un santiamén, merced al simple movimiento de una mano, o al árbol de navidad que se decora de igual modo facilitando la labor de nada menos que Elsa Lanchester en el papel de la criada.
Es una peli inocua pero con la pátina de buen rollo que el guión exigía al servicio de unos intérpretes que hacían creíble lo que fuera, vuelvo a repetir, con ¡clase! un valor que no caduca.
El éxito de Qué bello es vivir el año anterior supongo que lanzó alguna peli más de ángeles navideños. En ésta Cary Grant interpreta con corrección a un angelete que ayuda de una manera digamos que personal. David Niven es el mejor de la terna de actores que actúan aceptablemente bajo la dirección de Henry Koster, quién es justo decirlo, mueve la cámara regalándonos todos y cada uno de sus planos para que disfrutemos del cine. Exceptuando un par lo cierto es que me ha sorprendido la maestría del director. La historia es bobalicona y navideña y no llega al espectador como Capra lo hiciera un año antes. Mencionar los efectos especiales ya que por su antigüedad se miran con cariño. Tienen gracia. Película para pasar un rato.
A quien pide ayuda se le presta ayuda, y puede ser que pidas capacidad de dar amor (el pedido ideal) o que estés tan sólo reclamando amor (significando que ignoras que el amor eres tú). Pero en ambos casos serás escuchado, porque hacer milagros es la actividad que más agrada a Dios. Y suceden a diario, pero muchos de ellos no son atendidos y bastantes más no son entendidos como verdaderos milagros.
Henry Brougham es un obispo que viene soñando con construir una catedral. Como típico hombre de iglesia, Brougham es un caradura, frío, escéptico y desconfiado. Tiene una esposa y una hija preciosas llenas de ganas de vivir, pero nuestro hombre no tiene tiempo para ellas y sólo ansía que la adinerada señora Hamilton le diga sí a sus planes de construcción.
Es entonces que, en un momento de lucidez, el obispo pide al cielo que le ayude… y de inmediato, un ángel llamado Dudley se aparece para echarle una mano. Lo veo, pero no lo creo, será desde entonces una asidua expresión gestual, no sólo de parte de Henry, sino también del profesor Wutheridge y de otros personajes que podrán sentir en carne propia el toque de aquel ángel.
El director Henry Koster, se sirve de unos modestos, pero encantadores efectos visuales, envuelve la historia en deliciosos tintes de comedia, y consigue recrear un puñado de adorables personajes, haciendo que sintamos de manera palpitante, un pedacito de cielo aquí en la tierra. Cary Grant, Loretta Young, Monty Wooley, James Gleason y Gladys Cooper, tendrán ocasión de lucirse a plenitud.
Resulta muy fácil compenetrarse con este cuento, y ese inexplicable y mágico sentimiento que te envuelve cuando ayudas sin esperar nada a cambio, recorre nuestras entrañas cada vez que vemos a Dudley (símbolo del ángel que hay en cada uno de nosotros), darse incondicionalmente en beneficio de sus encomendados.
La película rebosa de encanto, posee fuerza espiritual y emana un ascendente legado de ternura, al tiempo que alecciona a aquel hombre de iglesia que no parece que entendiera nada y quien recibirá unas magníficas clases de verdadera vocación y de cómo recuperar y mantener vivos el calor de hogar y la relación de pareja. Algo de esto quizás nos toque a cada uno de nosotros, pues no es por nada que un filme de este calibre se pone a nuestro alcance. ¿No será que, de alguna manera, también estábamos pidiendo ayuda?
Creo que fue este el filme que debió haber inspirado aquella, un tanto lacrimógena pero edificante serie televisiva, titulada El toque de un ángel. Y hasta un episodio de La casa de la pradera bebió sin duda de esta fuente.
Título para Latinoamérica: UN ENVIADO DEL CIELO
Estamos ante una entrañable comedia familiar navideña, muy al estilo de las de Frank Capra, aunque guardando las diferencias, en las que la visita de un ángel cambia y hace más feliz la existencia de las personas.
De manera muy sencilla se intenta transmitir valores como la alegría de vivir, el saber valorar a las personas que tenemos al lado y que son causa de nuestra felicidad… Hay que destacar a David Niven en su papel de obispo, demostrando su calidad interpretativa. Y por supuesto a Gary Grant en el papel de un ángel muy particular, tan humano que llega incluso a enamorarse y a tener que marcharse para no perder el control. Quizá viendo esta película puede entender el católico el por qué del celibato en los clérigos, ya que aquí este obispo anglicano está más centrado en su mujer que en su ministerio y labor apostólica.
En definitiva es una película entrañable de ver, entretenida, con buenas interpretaciones y con un gran mensaje.