Estrella del destino
Sinopsis de la película
Basada en hechos históricos. El general y futuro Presidente de los Estados Unidos Andrew Jackson (1829-1837) (Lionel Barrymore), preocupado por la derrota del movimiento independentista tejano, envía al ganadero Deveraux Burke (Clark Gable) para que movilice a los disidentes. Pero, cuando se enamora de la bellísima novia (Ava Gardner) de Thomas Garden (Broderick Crawford), su más férreo opositor, las cosas empiezan a ir mal.
Detalles de la película
- Titulo Original: Lone Star
- Año: 1952
- Duración: 94
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Opinión de la crítica
Película
6
58 valoraciones en total
Estrella del destino nos cuenta una parte de la historia de Texas: el enfrentamiento entre los partidarios de su unión con el resto de los Estados Unidos y los partidarios de seguir manteniéndose como república independiente con leyes propias. Dos hombres osados e intrépidos (Dev Burke y Thomas Garden) lideran a cada grupo y terminarán, como es lógico, enfentándose el uno al otro.
Es una película rara de veras. Sustentada, sobre todo, en la interpretación de Gable y en algunos diálogos notables, Sherman no consigue dar con la tecla para engancharnos a la historia. Nuestro desconocimiento del tema, la lejanía del hecho histórico, la combinación aleatoria de géneros, nos desconcierta. Nunca nos sentimos protagonistas.
Se nota un esfuerzo en Sherman en las escenas de interior (cuidados diálogos, esmerada puesta en escena) pero se desentiende absolutamente en los exteriores (floja fotografía, decorados patéticos, peleas propias del cine mudo). La interpretación de los actores protagonistas también cojea, pues si bien Gable da la talla como de costumbre, su antagonista Crawford no es creíble cuando se convierte en intrépido vaquero y arrastra su oronda fisonomía por los matorrales de los áridos desiertos.
Ví Estrella del destino cuando era un niño y la frase que siempre quedó grabada en mi memoria fue la de Ava Gardner: Ya es mañana . La dice la que para algunos era el animal más bello del mundo , cuando el enfretamiento entre Clark Gable y Broderick Crawford está en su punto más álgido. Y todo por si Texas tenía que ser un estado más de la Unión, tesis que defendía Gable, o un estado independiente, lo que pretendía Crawford. Aderezada con buenas escenas y algún que otro diáologo muy lucido, esta película no es una obra maestra pero entretiene, lo cual ya es mucho si nos atenemos al cine que se hace en la actualidad. Buena aportación del gran Lionel Barrymore y buenas actuaciones de los protagonistas. Gable no es santo de mi devoción pero sus papeles en los westerns, en general, están bien logrados. Crawford, de nuevo, nos ofrece la grandeza de este género que nació, creció y se consolidó (hasta que aparecieron los negados de turno a partir de 1980) en gran parte a una serie de excelentes protagonistas, pero sobre todo, por la labor de un arsenal de secundarios que merecen un puesto en la gloria. Tal vez en el género del western ya no es mañana, pero mientras se puedan ver películas como esta y muchas otras, seguirá habiendo un mañana.
Vilipendiada por la crítica (no por toda, sino por una parte sesuda , sin duda), se trata de una muy entretenida cinta.
Con buen pulso se relatan unos hechos verdaderos, aunque de forma novelada.
Se pasa muy bien el rato, de forma agradable y enormemente entretenida, habiendo alguna memorable (para mi gusto, claro) escena, que resulta inolvidable una vez vista.
Dotada de agilidad narrativa, Vincent Sherman logra un film consistente, quizás algo menor en cuanto a su ambición, pero muy ameno.
El interés fundamental de la película, a mi modesto entender, radica en su componente histórico. Los europeos, a no ser que nos hayamos especializado de alguna manera en ello, patinamos lamentablemente cuando se trata de historia de los países europeos, y este desconocimiento crece en proporción a la distancia a que se halle el país en cuestión de aquél que consideramos el nuestro. Pero el desconocimiento todavía aumenta en mayor medida cuando hemos de hablar de historia de países todavía más lejanos, americanos, por ejemplo. Por esto digo que esta película – que no es ninguna maravilla, reconozcámoslo sin empacho alguno – tiene casi el interés que puede ofrecer un documental. Aprendemos que Texas, bastante más grande que España en su superficie, se independizó de México antes de decidir, mediado el XIX, pasar a formar parte de la Unión, sabremos, además, quién fue y qué papel jugó Sam Huston en toda esta historia, etc, etc. En fin, que merece la pena verla por todos estos considerandos.
Clark Gable, con 51 añitos a cuestas, bastante bien llevados, la verdad, carga con el rol de protagonista, pero a quien hay que subrayar, poner en negrita, mayúsculas y bastardilla, es a su protagonista femenina, una espectacular Ava Gardner. Con 30 años justos se nos ofrece en su máximo esplendor. Cuando aparece en pantalla, el resto de personajes se diluye, se esfuma, desaparece. Vale la pena verla moverse, avanzar frente a la cámara porque la belleza de sus movimientos dudo que haya alguna actriz del pasado o del presente que se le pueda siquiera comparar. Es una lástima que el tiempo se mostrara tan inclemente con ella y con su belleza, pues en Mogambo , un año más tarde, ya no tiene la frescura que nos muestra aquí. Y a partir de ahí, el declive. Supongo que sus excesos algo tendrían que ver en ello, pero es una verdadera lástima que una tal belleza se agoste así y tan rápidamente.
Aparte de todas estas consideraciones, ciertamente muy poco cinematográficas, la película se sigue con agrado, no aburre en ningún momento y merece el calificativo que le he adjudicado: un 6 de interesante
Política, economía, negocios, interés e idealismo intentan ofrecer su mejor rostro en la pantalla pero siempre es el perfil de C. Gable el que triunfa.
Hasta que la inefable A. Gardner, parece que sin proponérselo, imprime el magnetismo de su presencia.
E incluso canta en español.
Mientras tanto insidias abyectas, intrigas de corte traicionero, turbios manejos, cantidades de dinero sucio y la mezquindad convertida en fotograma se disfrazan de heroicidad para dar cuerpo al argumento y seriedad a la trama.
Pero, también en las dos orillas del río Pecos, triunfa el corazón enamorado sobre el cálculo egoísta