En la sopa (In the Soup)
Sinopsis de la película
Adolpho Rollo está muy enamorado de su vecina, y sueña con hacer cine, pero no tiene dinero ni para pagar el alquiler del piso en el que vive. Lo único que tiene es un guion de quinientas páginas que decide vender poniendo un anuncio en la prensa local. Su sorpresa es mayúscula cuando aparece un comprador, que resulta ser Joe, un criminal de poca monta que, así, se convierte en su productor.
Detalles de la película
- Titulo Original: In the Soup aka
- Año: 1992
- Duración: 96
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Opinión de la crítica
Película
6.7
100 valoraciones en total
Qué delicia de película, por el flequillo de Lynch. Por fin la cacé, hostias. Media vida detrás de la maldita película y se levanta uno un día cualquiera, orina, expulsa un par de gargajos y ahí estaba, resplandeciendo en mi mesa, obra de la divina providencia. Qué coño le pasó a Alexandre Rockwell? Debutó con esta pequeña joya y luego filmó una mediocridad como Alguien A Quien Amar, un insulso episodio en aquel invento llamado Four Rooms y una tal Louis Y Frank, que no he tenido el placer de ver pero que pasó sin pena ni gloria y cuyas críticas no auguran nada memorable. Esta película, en cambio, a pesar de denotar terriblemente la ausencia de medios y algún evidente socavón en el guión, exuda una frescura y una magia que para sí quisieran los engendros que se hacen llamar comedias hoy en día. Entrañable es la palabra, y entrañable a rabiar. Uno se pasa la película sonriendo como un tonto a la pantalla. Y enormes Buscemi y Cassel, verdaderas estrellas de la función, no sé cuál es más grande de los dos.
Qué tremendamente entrañable se contempla el cine independiente de principios de los 90 hoy en día. O quizás sea yo.
Con un guión ingenioso que tiene en sus personajes todo el activo al estar desarrollados en sus más mínimos detalles.
Ciertos guiños a la comicidad y al drama y un reparto muy creíble, tenemos una buena prueba de cine independiente, bajo las órdenes de un buen director.
La presumible fuerza de En la sopa reside en la simpatía de sus personajes principales, que se cargan de rarezas para hacerlos atractivos. Cada uno individualmente no sería gran cosa, sus monólogos existenciales serían de lo más aburridos, pero cuando interactúan, siempre presumiblemente, todo se acelera y la película se convierte en un volcán en constante erupción. No quiero usar demasiado la ironía, porque tampoco es plan. Yo no he encontrado la fascinación que de forma presumible desprenden Buscemi y Cassel, y queda muy lejos para mí afirmar que sean entrañables. Todo lo contrario, me localizo en las antípodas y mi punto de vista es contrario al general: me han parecido insoportables, me han parecido un coñazo.
Me han dejado frito porque no me interesan sus vidas, lo de querer ser director de cine siendo un tío mediocre se ha visto ya muchas veces, ese blanco y negro que en teoría indica bajo presupuesto (yo creo que es postureo) y el abuelete mafioso de extrañas actitudes… Me han dejado frito. No hace hablar de los socavones del guión y sus saltos incomprensibles, de las estúpidas e innecesarias referencias a Nietzsche o Dostoievski ya nada más empezar, todo es cansino. Tal vez no haya tenido el día, pero de verdad, qué coñazo de película.
El pasado fin de semana me tocó ver dos obras de esas independientes. La primera fue En la Sopa y mas tarde All the Real Girls.
Realmente me enerva un poco hasta donde ha llegado esto de los sub sub sub sub sub géneros. Los yanquis y su prensa omnipresente nos han heredado toda esta patraña de la subdivisión y la ultra clasificación. Es que a los amigos estos les pone nervioso no tener a mano una palabra que defina algo específicamente. Por eso tienen palabras para todo… es que para todo. Road movie, buddy movie, courtroom drama, la lista sigue.
Por eso, cada vez que uno ve por ahí el rótulo de cine independiente, cuidado. Te puedes topar con una de esas tan de este siglo, de esas Indie. Generalmente van de las relaciones y desencuentros de pandas de listillos, se espera que jóvenes y alternativos, vestidos cuidadosamente desaliñados pero a la moda, balbuceando diálogos guays y profundos, ojalá con un libro abierto en las piernas y de fondo sonando alguna cancioncilla de garage rock. Eso es lo que conocemos ahora como el género independiente. Le dicen independiente supongo que por la carencia de medios, pero me mato de risa cuando me doy cuenta que con la plata que invierten, por estos lados uno podría producir unas cinco películas… y de las comerciales.
Independiente se volvió en una manera de hacer cine, un libro de reglas, una tablilla del estereotipo, un manual de los nuevos tópicos. Solo fue al final del visionado de All the Real Girls, después de haber presenciado semejante montaña de mierda vaporosa, obviamente sobrada de laureles, cilantros y perejiles, me dio algo de rabia por no poder hacer nada para apartar esa basura de la cinta de Alexandre Rockwell, rodada mas de una década antes pero aún así metida en el mismo saco. Encasillada.
Porque Rockwell, con una cámara y dos chauchas, logra encandilar y humanizar al mundo con una pincelada. Es que con un guión pero tan re bueno y esa dirección tan carente de pretensiones, no se puede esperar más que satisfacción. Una historia sencilla como pocas, pero narrada con corazón, algo de drama y la dosis perfecta de humor, puede ilustrar la búsqueda de los sueños, el advenimiento del amor, el crepúsculo de la vida y la enmienda de esta. Personajes bien escritos e interpretados por un reparto que funciona a la altura: Buscemi con la fragilidad y esperanza de un perdedor, una Jennifer Beals que brilla, Will Patton y Stanley Tucci fugaces pero inolvidables y para el final.. un Seymour Cassel inconmensurable.
Eso de independiente, eso de hacer las cosas por tu cuenta y contar lo que en realidad quieres contar y no lo que otros esperan que digas. ¿Dónde quedó eso?