Su otra esposa
Sinopsis de la película
Bunny Watson, una mujer de prodigiosa memoria, tiene a su cargo los archivos de una importante cadena televisiva. Pero, cuando llega a la empresa el ingeniero Richard Summer, que acaba de inventar un revolucionario cerebro electrónico, la incertidumbre se apodera no sólo de Watson, sino también de todos los empleados, que temen perder sus puestos de trabajo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Desk Set
- Año: 1957
- Duración: 103
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Opinión de la crítica
Película
6.5
96 valoraciones en total
Una obra de Broadway, que gracias a Hepburn y Tracy se convierte en un auténtico espectáculo. Él interpreta a un eficaz experto en informática que reorganiza el departamento de investigación de una cadena de televisión en la que ella trabaja, al final claro terminan peleándose, discuten y se enamoran.
Octava comedia que protagonizaron juntos y penúltima de sus colaboraciones en la gran pantalla, años después volverían a reunirse en la fantástica Adivina quién viene esta noche. En este film estalla la guerra entre los sexos y las actuaciones de ambos demuestran que Hepburn y Tracy se desenvuelven como pez en el agua en este tipo de papeles de enfrentamiento con diálogos sagaces e irónicos. Los dos contrincantes, que rebosan talento y complicidad, se encuentran muy bien secundados por cómicos de la talla de Joan Blondell o Gig Young.
La película se desarrolla en los años de despegue de la informática para las grandes empresas, aún faltaban 25 años para la popularización de los PCs y se albergaban serios temores sobre la llegada de estos cerebros electrónicos que podían dejar sin trabajo a los oficinistas, fiel al tono amable del género, esta comedia plantea esos temores sin dramatismo y ofrece una solución basada en el triunfo del factor humano sobre la tecnología.
Muy divertida película, con un entretenido guión que nos permite pasar un rato realmente agradable.
Típica comedia amorosa, en la que la Hepburn, cumplidora oficinista de la sección de investigación de una cadena de televisión, -oficina a la que la gente llama preguntando cualquier clase de tontería, por ejemplo, ¿por qué los esquimales se besan frotándose las narices?- se debate entre dar su amor a un compañero de trabajo –Gig Young- con el que lleva saliendo 7 años, pero que no parece estar muy enamorado de ella, pues le da plantones cada dos por tres y además la utiliza para que le revise el trabajo, y el recién aparecido Tracy, el cual ha llegado allí para instalar un ordenador muy potente que podrá suplantar el trabajo de todas las chicas de dicha oficina.
Aunque hay escenas que no están del todo mal, como el interrogatorio inicial de Tracy a Hepburn sobre otras 2 millones de tonterías, mientras disfrutan de un picnic en la azotea del Empire State Building, -pues allí están las oficinas-, y al mismo tiempo se hielan de frío, o cuando Tracy se queda en casa de Hepburn para resguardarse de la lluvia y en medio de la cena entre ambos aparece el novio eterna de ella, la verdad es que, para ser comedia, le falta algo de chispa o de misterio a la película, -ver spoiler-.
Además son demasiado reiterativas las escenas de las llamadas telefónicas de la gente para preguntar chorradas y la de las chicas entre ellas para cotillear sus escarceos amorosos.
Ver un ordenador que sabe responder preguntas, aunque sea en una película de los años 50, no me parece algo especialmente gracioso.
Lo mejor: las escenas en la que el trío protagonista está en pantalla al mismo tiempo.
Así pues, esta vez no es necesario que corten esta crítica, y enciendan el televisor, por lo que no otorgo a esta película mi lema cariñoso de ¡Música maestro!.
Penúltima película de las nueve que realizaron juntos Spencer Tracy y Katharine Hepburn, una de las mejores parejas del celuloide.
Basada en una obra teatral se trata de una comedia simpática y muy agradable con buenas réplicas y diálogos, en la que lo que más brilla son las interpretaciones de la pareja como era costumbre en ellos.
Su tema trata un temor muy actual, el de que las nuevas tecnologías amenacen los puestos de trabajo y el sustento de la gente, sin embargo, trata ese temor sin dramatismo, mostrando una perspectiva positiva en el que el factor humano impone su importancia ante la tecnología, que esta a su servicio, como no podía ser menos en una comedia de tono amable. Para disfrutar de un rato agradable y de la pareja protagonista.
Hace gracia ver esta película en los tiempos de Google. Y más gracia todavía hace ese megacerebro electrónico con una pantalla luminosa que no sirve absolutamente para nada, salvo para mostrar cómo se imaginaban la futura tecnología en los años 50: luces, muchas luces, y armarios metálicos con botones a troche y moche. Y el miedo a que las máquinas acabasen con los puestos de trabajo, ese miedo que aún se cierne sobre nuestras cabezas como espada de Damocles cincuenta años después…
Aparte de eso, la película ha resistido muy mal el paso del tiempo. Argumento y guión se han quedado viejos. Y, al final, persiste lo realmente valioso: la interpretación maravillosa de los intemporales Tracy y Hepburn. No hay máquina, cincuenta años después, que pueda hacer eso, ni siquiera en 3D. Ni la habrá jamás. En ese aspecto, sin duda, hemos ido a peor… Eso sí, en 3D.
Creo que muchos llegamos a temer esto en alguna ocasión: ¡Han llegado las máquinas automáticas capaces de suplir el trabajo de muchas personas a la vez! Y, de hecho, llegó a darse: en muchas empresas adquirieron equipos tan sofisticados, que hubo barrida de obreros y empleados porque ya los aparatos hacían lo de ellos. Igual ocurrió con la llegada del ordenador: acabó u obligó a la reacomodación de las empresas de máquinas de escribir, redujo en un alto porcentaje la actividad de los impresos, y entre otras cosas, motivó el cierre de centenares de salas de cine y llevó a la quiebra a numerosas casas disqueras.
Basada en la obra teatral de William Marchant, Walter Lang ha dirigido una deliciosa comedia que hace justo reconocimiento a la memoria y a la destreza intelectual de que pueden hacer acopio tantísimas féminas de nuestro alocado, pero encantador planeta, y de paso, deja bien sentado que, en las empresas, son tan importantes las máquinas como las personas, pues, si aquellas dinamizan el trabajo, las personas hacen que ellas funcionen y van más allá de lo puramente operativo para agregar calor humano, sensibilidad y creatividad.
La historia sigue una línea argumental ya recorrida en La Impetuosa: Él me quiere-yo lo quiero-pero cuando Tracy entra en mi vida, me hace sentir el amor como debe ser. No obstante, las situaciones son propias y de la trama hace parte un encantador grupo de chicas que entran a demostrar que, sin ellas, el encanto de este mundo se vería bastante en aprietos.
Hay un detalle que vengo notando desde hace rato y quiero mencionarlo: se trata de la madura resistencia que, Katharine Hepburn, ejerce en sus películas sobre el vicio del cigarrillo. Hasta La Reina de África, no recuerdo que haya siquiera mencionado tabaco alguno. En La Impetuosa intenta tomar uno, pero Tracy se lo impide por ser ella deportista. Sólo, en el insulso filme Faldas de Acero, queriendo emular el consumismo capitalista, le da una fumada a uno, pero al instante lo suelta con desgano. Y, en SU OTRA ESPOSA, Kate amaga con tomar un cigarrillo, pero se distrae enseguida y cambia de actividad. Esta es su manera sutil de luchar contra una forma, expresamente publicitaria, de imponernos la inhalación de venenos cancerosos.
Talvez, lo mejor de SU OTRA ESPOSA sea el conjunto actoral. Tracy y Hepburn hacen otra vez un encantador dúo de intelectuales que rivalizan, defiende cada uno lo suyo… y luego tienen la sensatez de encontrar el punto de equilibrio que existe entre lo que ambos piensan y lo que el mundo espera. Y junto a ellos, Gig Young da la medida como el enamorado que no logra encajar del todo con la agudeza de su, inicialmente, fácil pretendida, y Joan Blondell afina la presencia femenina en aquella radiodifusora que busca ansiosamente modernizar su banco de datos.
Primer Cinemascope de la gran pareja de América y otro de esos aciertos que les merecen grandes aplausos.
Título para Latinoamérica: COSAS DE MUJERES