El último bailarín de Mao
Sinopsis de la película
Basada en hechos reales. Li Cunxin fue rescatado a los once años de una aldea china por delegados culturales de Mao y enviado a estudiar ballet a Pekín. Después de años de durísimo aprendizaje, se convirtió en uno de los mejores bailarines del mundo. Aclamado al principio como un héroe de la China comunista, acabó siendo acusado de traición porque, durante un intercambio cultural con Texas, se enamoró de una norteamericana e intentó quedarse en los Estados Unidos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Maos Last Dancer
- Año: 2009
- Duración: 117
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes obtener una copia de esta película en formato HD y 4K. A continuación te citamos un listado de posibilidades de descarga disponibles:
Opinión de la crítica
Película
6.3
85 valoraciones en total
Drama pequeño, basado en hechos reales y con el inconfundible aroma de antena3 en la sobremesa o en la parte más temprana de la tarde. Aunque es entretenida y contiene algunas escenas de ballet muy bellas, la historia del bailarín chino que decide plantar al adorado Mao por la sobreabundancia del Estados Unidos capitalista, indigna por su tosco maniqueísmo y una innecesaria -y constante- comparación entre las miserias orientales y las bondades occidentales, sin ahondar en la complejidad del dilema que debió padecer el protagonista real, autor de la autobiografía en que se basa la película y que en efecto, protagonizó un incidente diplomático al negarse a volver a su país tras contraer matrimonio con una bailarina americana.
Los personajes están poco desarrollados y el tópico adorna cualquier conato de tensión dramática, que tampoco se beneficia de un reparto no muy entonado, con excepción de Bruce Greenwood, el guapísimo actor/bailarín Chi Cao y una Joan Chen sorprendemente envejecida y ya haciendo de abuela de familia numerosa.
No obstante es un entretenimiento vistoso, con algún momento emotivo y el bailarín deslumbra al respetable con unos intrépidos jetés en escenografías de ensueño, por lo que aficionados al ballet o simplemente, a las cosas hermosas, darán por buena la entrada a este imperfecto espectáculo.
La película es un modesto trabajo que apenas roza la calidad de telefilm basado en unas memorias, donde el autor se hace un auto homenaje tratando de quedar bien con sus fans y su conciencia.
A pesar de la débil baza argumental, el director nos regala algunas piezas bellísimas de ballet interpretadas por el genial bailarín Chi Cao que aunque cortas se agradecen y le dan un plus de valor agregado al resultado final.
Evidentemente tratándose de la vida de un bailarín chino real que huye de un régimen totalitario auténtico hacia una democracia de verdad, el tema político debe mencionarse, pero las razones que lo llevaron a tomar una decisión tan peligrosa para él y su familia, sin embargo, se presentan superficialmente y con excusas románticas mas que ideológicas o políticas.
Debo agregar que sobre ésta película sorprendentemente he escuchado y leído todo tipo de críticas sobre la posición ideológica , o el trato favorable , a una de las ¿dos ideologías? , o referencias a los Estados Unidos de Reagan como si Reagan fuese igual que Mao o que una democracia fuese lo mismo que una dictadura sin derechos humanos, o que el totalitarismo fuese una de las ideologías válidas en pleno siglo XXI. Absurdas consideraciones ideológicas totalmente superadas pero que aún subsisten en España de manera incomprensible, aunque la era del comunismo como vía política viable sea cosa del pasado.
Es que algunas personas no se han dado cuenta que la política es la mayor asesina del arte y de la belleza.
Pareciera que si esta película se ha hecho ya mil veces, debiera hacerse otras diez mil veces más.
Narradora de las chanzas y sinsabores del bailarín chino Li Cunxin, esta producción australiana se muestra mucho más preocupada en exponer su nada velada vertiente política (eminentemente crítica con el régimen maoísta), que en desarrollar su también evidente faceta de drama biográfico.
Anteriormente, películas como ¡Vivir! (1994), de Zhang Yimou, Balzac y la joven costurera china (2002), de Dai Sijie, o Memorias de China (2004), de Jiang Xiao, ya se atrevieron, desde los márgenes del melodrama costumbrista, a cuestionar el despotismo, la manipulación y la opresión que se vivía en China bajo el yugo comunista. Pero, a diferencia de la película del veterano Bruce Beresford (director de la aclamada Paseando a Miss Daisy), ninguna de ellas cayó en el error de hacer una comparativa entre oriente y occidente.
Y es que El último bailarín de Mao nos presenta, de manera algo capciosa, unos EE.UU que, bajo el mandato de Ronald Reagan, alcanzan el falsario estatus de paraíso terrenal y de centro mundial de la libertad y la abundancia. Un discurso que, a todas luces, resta emotividad (y credibilidad) al relato, que podría haber funcionado bastante bien si esta deriva capitalista hubiera sido más moderada.
¿Te gustan las historias tiernas, entrañables, de superación personal y, de paso, que ensalcen las virtudes del maravilloso régimen capitalista, a poder ser, en Estados Unidos?
¿Te gustan los telefilms de sobremesa basados en hechos reales?
¿Te gustan las pelis cuyos guiones se escriben para que los niños de 4 años no se pierdan en ningún momento?
¿Te gusta que los logros alcanzados por los protas de las pelis de superación personal se recalquen mostrándolos repetitivamente al relentí?
Y la pregunta definitiva: ¿Te gusta el cine australiano?
Pues esta es tu película.
Biopic dramático sobre el bailarín chino Li Cunxin (un joven que desde niño vive en la represiva y mísera China maoísta, y que es reclutado por el partido comunista para ser bailarín profesional).
Por golpes de suerte, Li acaba siendo invitado durante una temporada a la academia de baile de Houston… y allí Li experimentará conflictos ideológicos entre el capitalismo y el comunismo y entre la libertad despreocupada y la represión juiciosa .
La cinta al menos resulta entretenida, pero lamentablemente nunca llega a ser tan dramática, reflexiva o emotiva como pretende. El último bailarín de Mao es demasiado simplista y previsible mereciendo el calificativo de telefilm de sobremesa.
Reconozco que yo me esperaba un drama más intenso o interesante… pero me encontré con algo más cercano a Baila conmigo (esa infantiloide película de Chayanne, en la que hacía de bailarín cubano que buscaba una nueva vida en los Estados Unidos) o a la comedia Un indio en París .
¿Qué es lo que le pasa a esta película? Pues que navega por la historia de forma superficial y convencional (la historia de amor es tan insustancial y descafeinada como tontaina, la lucha interna del protagonista entre comunismo y capitalismo y su descubrimiento de la libertad parecen algo un tanto infantil, etc.) no alcanzando nunca un nivel de madurez en sus momentos, situaciones, diálogos o personajes como para resultar algo memorable. Los personajes principales no se desarrollan ni evolucionan con tino (no creo que sea problema de los actores que están muy naturales… exceptuando a una desafortunada Schull como tonta y típica muñequita adolescente dulce e ingenua).
Para colmo su evidente inclinación hacia una de las ideologías es tan descarada que resulta excesiva… y también a veces (esta vez no intencionadamente) la visión sobre Estados Unidos roza la caricatura.
Pero a pesar de esto la película no es un total desacierto gracias a una bonita puesta en escena y a un ritmo dínamico que salvan a un guión algo dudoso. Tecnicamente es bonita. Los planos, la fotografía y la música que envuelven la parte en China son algo hermoso y suave. Y a lo largo del último tercio se nos regalan unos pulidos números de ballet protagonizados por Li preciosos. Y ciertamente toca la fibra sensible en un par de tiernos momentos (atención a J. Chen)… aunque son escasos y nunca suficientes como para que el conjunto resulte memorable (pero al menos dejan una sensación medio gustosa de que no se ha tirado el dinero con el film).
En fin. Prescindible pero entertenida. A pesar de que no llega a profundizar en nada de forma adecuada y de que limita las emociones humanas a continuos clichés e inintencionadas caricaturas, El último bailarín de Mao es distraída y llevadera con un ritmo rápido que hace que las casi 2 horas se pasen rápido. Pero su tono es más bien adolescente y gustará más a los fans de Dirty Dancing que a los de Billy Elliot .
Lo mejor: …