El ogro
Sinopsis de la película
Años 30. Abel Tiffauges es un hombre ingenuo e introvertido que se identifica más con los niños que con los adultos. Aunque creció en un orfanato francés, siempre estuvo convencido de que le esperaba un gran destino. Trabaja como mecánico en las afueras de París y sólo se relaciona con niños, animales y marginados. Sospechoso de un intento de agresión sexual a una niña, el estallido de la II Guerra Mundial (1939-1945) lo salva de la cárcel. En el frente, es capturado por los nazis y conducido a Prusia. Seducido por el poder y la estética nazi, vive su condena como una liberación. El Mariscal de Campo Hermann Göring lo toma a su servicio para que lo acompañe en las cacerías, pero la batalla de Stalingrado pone fin a esta etapa de su vida. Va a parar entonces a la Ciudadela de Kaltenborn, donde 400 adolescentes son entrenados para formar parte de las élites del Reich.
Detalles de la película
- Titulo Original: Der Unhold
- Año: 1996
- Duración: 118
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Opinión de la crítica
6.3
64 valoraciones en total
La historia de Abel es la historia de un hombre incomprendido y su periplo, más de un autista marginado que de un retrasado mental, en cuyo mundo se encuentra más a gusto con los niños, más afines a su forma de ser, y más tolerantes y comprensivos que el resto de personas, que verán en esa afinidad no una loable virtud, si no una malsana perversión (ver spoiler).
La cinta, con una gran interpretación de John Malkovich en el papel de Abel, es un interesante paseo por la Europa en guerra de la época y un gran documento ilustrativo de la parafarnalia nacionalsocialista, su ascenso, su forma de vida y su declive final. Discreto, sin gran pirotecnia, sobrio como suele ser el cine alemán, más cuando trata estos temas, pero interesante y correcto en su forma y contenido, por lo que no defraudará a los interesados en el tema, in dagando en aspectos poco vistos como el adoctrinamiento en pureza racial, la instrucción militar fanática de la chavalería y la locura desatada en el ocaso de tan enfermizo imperio.
Si bien el periplo de Abel es tan poco verosimil como fantástico, el producto final conforma una interesante propuesta que nos muestra que el nuevo cine alemán, aparte de El hundimiento , tiene más productos dignos que ofrecernos, como podría ser Napola , otra producción más próxima al estilo de ésta y prácticamente también desconocida para el gran público.
Corre Abel, dabai, dabai!
Si tuviera que resaltar algo de la cinta, diría sin duda que la actuación de Malkovich es insuperable en el papel que le toca en este trabajo. Maneja los silencios y los gestos de tal manera que las palabras casi le sobran.
El argumento es un tanto duro e incomprensible, hasta cierto punto, en una guerra salvaje como la segunda Guerra Mundial, pero no por ello menos cierto.
El subyacente de la cinta queda claro desde los primeros minutos de metraje y, a partir de alli, la película se desliza en una sinfonía de Malkovich entre prisioneros, malas condiciones de vida y otras circunstancias del momento que se narra.
Muy recomendable.
Interesantísimo el personaje de Abel desde un punto de vista psicológico, casi fascinante diría yo. Ésta es una película ambientada en la época nazi que nos ofrece interesantes y diversas reflexiones encarnadas en unos personajes complejos, muy bien construidos, con coherencia sobre sus actos y sobre la situación descrita. En esta película la II guerra mundial es el paisaje, pero el argumento es mucho más profundo, habla de la psicología humana, de nuestras miserias, de nuestras virtudes: todos los personajes poseen ambas cosas: desde el fieldmarshall Goering hasta la niña Martine. En la película no sobra nada ni falta nada, porque está reflejado casi todo el espectro de emociones ante el fenómeno que se está viviendo: miedo, fascinación, liberación, confusión, decepción, fanatismo, traición, honestidad, valentía, compasión… nada es absoluto, nadie es únicamente bueno o malo, ni el oficial de las SS ni el niño judío, ni el profesor, ni el conde (por cierto, magnífico Mueller-Stahl). Todo esto nos lo cuentan con la compañía de un personaje raro en el sentido más amplio de la palabra, raro pero cercano, porque en el fondo se parece a nosotros. Es un personaje retorcido, calculador, pero muy muy humano, muy muy sensible, consecuente, coherente, honesto y puro. Comete errores, comete maldades y comete actos puros, nos conmueve y nos fascina. Soberbia interpretación de Malkovich, esto no es sorprendente. En definitiva, más que correcta y certera exploración del ser humano en una película poética y necesariamente dolorosa, que ha pasado muy desapercibida por lo que veo, así que sin más la recomiendo a los amantes del buen cine, porque además de todo lo anteriormente descrito, por supuesto el despliegue artístico es muy sobrio, potente y cuidado: la fotografía, la música, la dirección artística, el paisaje y los decorados, la constante incursión de los animales (clases de caza incluidas) o los flashes en b/n son todos productos de calidad.
Volker Schlöndorff ha tratado de mostrarnos a un hombre raro (si raro es amar más a los niños que a los adultos), no necesariamente paidófilo, de estos que la vida los trata mal desde la niñez y su introversión se va volviendo con el paso de los años una especie de costra o caparazón duro como el de las tortugas, lo cual no significa necesariamente que su carne interior no sea de gran calidad o exquisitez humana. Así, como siempre hay un botón para un ojal, el tipo raro, sospechoso, feo, tímido y poco dado a las extroversiones, también hallará en la vida quien le comprenda, quien confíe en él, quien le valore y le demuestre empatía, o sea, el acicate capaz de lograr en esta clase de solitarios e introvertidos que saquen de sí lo mejor que esconden en su interior, lo más hondo de su religiosidad o humanidad.
La siguiente reflexión, que forma parte de la película, es simplemente preciosa y conviene tenerla muy en cuenta para comprender el trasfondo de lo que el director quiere darnos a entender con el ogro y ser humano protagonista de su film:
«De niño, en el colegio de san Cristobal, un sacerdote nos dijo: Había una vez un marinero que en medio de una tormenta marina, teniendo miedo de morir en pecado, cargó sobre sus hombros a un niño, esperando que al salvar al muchacho se salvaría a sí mismo, pues la inocencia del niño le ayudaría a obtener la misericordia de Dios. Recordad siempre que estáis bajo el signo de san Cristobal: sois portadores de niños. Recordad que mientras llevéis a un niño, podréis eludir el mal refugiándoos bajo el manto de la inocencia, atravesaréis ríos, tempestades, podréis atravesar incluso las llamas del pecado. Amén. »
Fej Delvahe
Hay una diferencia entre este ogro y el mitológico: mientras que el segundo cazaba niños humanos para comérselos, el ingenuo Abel los caza para cuidarlos, o al menos es lo que cree hasta que llega la siniestra parte final.
Una película que cuenta más de lo que parece (lo sugiere), pero que quizás lo hace de forma demasiado lenta en su primera mitad.
Habría preferido a otro compositor de estilo más oscuro para la banda sonora, pero bueno, Nyman termina cumpliendo.
Tampoco me convenció que la voz en off tan poética que narra los hechos provenga de un retrasado mental como Abel. Poco creíble. ¿No habría sido mejor otorgársela al niño judío ya adulto o a un narrador omnisciente?
Por lo demás, muy interesante.