El último atardecer
Sinopsis de la película
Brendan OMalley (Kirk Douglas), un antiguo pistolero, llega a México para buscar a Belle Breckenridge (Dorothy Malone), que resulta estar casada con un borracho (Cotten). Éste le pide ayuda para conducir un rebaño a Texas. Tras los pasos de OMalley va Dana Stribling (Rock Hudson), un vengativo sheriff que tiene motivos personales para arrestarlo.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Last Sunset
- Año: 1961
- Duración: 112
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Opinión de la crítica
Película
7.2
94 valoraciones en total
Excelente, (aunque inmerecidamente reconocido en su momento), western repleto de odios y venganzas personales, que toca temas tan controvertidos como el incesto.
A raiz de un esplendido guión de Dalton Trumbo, la historia nos presenta a dos personajes diametralmente opuestos entre sí, pero que debido a sus ambiciones, se necesitan mutuamente.
El galán Rock Hudson, (muy alejado de las comedias que le hicieran célebre), sorprende aquí a todos, en el papel del duro y honesto sheriff que ha de cumplir su cometido al precio que sea.
Junto a él un magistral, (¿Hay alguna película en la que no lo sea?) Kirk Douglas, es su oponente, un atormentado pistolero con una peculiar aficion a la poesía, que vuelve del pasado para reencontrarse con un antiguo amor.
Junto a la presencia de la bella Dorothy Malone, el espléndido, (aunque otoñal Joseph Cotten), y los destacables Jack Elam y Neville Brand, este western nos ofrece una desgarradora historia que a más de uno, (sobretodo aquellos que sean aficionados a este género), cautivará.
Film realizado por Robert Aldrich ( ¿Qué fue de Baby Jane? , 1962). Se basa en la novela Sundown At Crazy Horse , de Howard Rigsby, adaptada por Dalton Trumbo. Se rodó en los ranchos La rosa y Las tapias viejas (Méjico) y en plató. Producida por Eugene Frenke y Edward Lewis, se estrenó el 7-VI-1961 (EEUU).
La acción tiene lugar en el rancho de John Breckenridge en Méjico y en el camino entre éste y el territorio de EEUU, en torno a 1855. Brendan Bren OMalley (Kirk Douglas) es un pistolero que huye de la persecución implacable del sheriff Dana Stribling (Rock Hudson), que quiere llevarlo ante la Justicia. Se enrola como conductor de ganado de Breckenridge (Joseph Cotten) y poco después hace lo mismo su perseguidor.
La película desarrolla un drama de pasiones humanas (amor, odio, venganza, rencor), que se ambienta en el marco de un western que incluye elementos de acción, aventura y violencia. Los personajes principales viven atormentados por pasados que les pesan demasiado (cobardía, duelos tramposos, pérdida de seres queridos). Se enfrentan al presente con deseos de mejorar la situación económica, recuperar o encontrar amor y compañía, cumplir con el deber y colaborar con la Justicia. El guión, escrito con maestría por el gran Dalton Trumbo, añade a la tragedia elementos de romance, que modifican la actitud de los protagonistas y elevan el tono dramático con la revelación de amores imposibles, amores sinceros y amores perdidos para siempre. La convivencia a lo largo del viaje alivia las tensiones interpersonales y hace emerger sentimientos de comprensión y tolerancia ( No se puede odiar a quien se conoce , dice el sheriff Stribling), pero agrava las frustraciones interiores. La contraposición del mundo interior y el exterior de los protagonistas permite profundizar, matizar y ampliar el drama de unos seres humanos que oscilan entre el amor y el odio, el afecto y el desamor, afanes de redención y deseos de abandono, cumplimiento del deber y compasión.
La música, de Ernest Gold, envuelve la acción en un clima sonoro de melodías rotundas y vibrantes, que potencian la expresividad dramática del relato. Añade una canción romántica de Tiomkin, Pretty Little Girl In The Yellow Dress , y otra de Tomás Méndez, Cucurrucucú paloma . La fotografía, de Ernest Laszlo, describe con maestría las tormentas de polvo, el difícil avance del ganado a través de un paisaje árido, la amenzaza constante de asaltos criminales, los peligros ocultos del camino (arenas movedizas), símbolos y presagios de violencia (pelea de gallos), recuerdos de lo que pudo ser y no fue (vestido amarillo), exabruptos violentos (intento de degollar al perro) y un duelo narrado con planos breves, rápidos y contrapuestos, bien montados y de fuerza inusual. Los personajes están bien desarrollados y las interpretaciones son convincentes.
Mientras muchos directores hacían los westerns como los coches en la Ford, en cadena de montaje, Robert Aldrich prefiere dar un toque particular al género más famoso de la historia del cine, haciéndolos únicos e irrepetibles. Una muestra de ello fue La venganza de Ulzana, un western cruel, realista y darwinista difícil de igualar. Pero quizá el ejemplo más paradigmático sea el de El último atardecer.
Se trata de un western atípico en todo lo que puedan pensar, aquí verán a Kirk Douglas recitando poemas, cantando en español o intentando ligar a jovencitas menores de edad. Es más drama que western, y es que el guionista Dalton Trumbo, se encarga como casi siempre, de presentar unas relaciones personales y afectivas de un calado genial.
Si hubiera de hablarse de duelo interpretativo, Kirk Douglas puede con Rock Hudson, algo previsible, aunque no hay que obviar a una sólida y convincente Dorothy Malone, y una presencia corta pero destacable de Joseph Cotten.
Como digo es un western diferente, algo tuvo ese año 1961 de especial para el género, porque también se estrenaba El rostro impenetrable de Marlon Brando donde se veía el mar. Las cosas estaban cambiando y mucho.
Muy vistosas son las localizaciones mexicanas, donde resalta además del folclore, un gusto por la arquitectura colonial española, que queda bien resaltada.
Aunque no suele ser habitual, en el caso de El último atardecer, coincido más con la valoración positiva que se tiene en Europa de la película, en contra de Estados Unidos, donde se le considera un western de tantos, y para nada es el caso, se trata de una película difícil de olvidar, triste y melancólica, pero llena al mismo tiempo de alegría por vivir cada instante como si fuera el último… el último atardecer.
Nota: 7,2
El amigo Robert Aldrich se saco un western realmente asombroso. Antes de dirigir la imprescindible Doce del patibulo , Aldrich dirigió este western en el que dió los papeles principales a un gran Rock Hudson y al siempre enorme Kirk Douglas.
Con los papeles principales ya cubiertos con actores de calidad, dió los papeles secundarios a gente competente cómo el también enorme Joseph Cotten.
Sobresaliente dirección de Aldrich. Con sobriedad, con fuerza, con clase y elegancia dirige este western romántico. Los diálogos, las escenas, todo lo hace muy bueno el director. Una dirección difícil de olvidar por su indudable calidad.
El guión además es impresionante. La relación entre Kirk Douglas y la chica es preciosa, con momentos realmente impresionantes y la química entre Hudson y Douglas también es bastante palpable.
El guión no tiene fallos, narra bien la historia sin decaer en el aburrimiento ya que el ritmo no baja en ningún momento.
Y Kirk Douglas se sale. Él hace la mejor interpretación de la película. Está inmenso. Te crees su personaje en todo momento. Rock Hudson también hace un buen papel. Tanto Dorothy Malone cómo Carol Lynley (guapísimas ambas) cumplen muy bien con su papel. Y por supuesto el impresionante Joseph Cotten. Y los demás igual de bien.
Un western inolvidable, increible, inmenso. Para verlo una y otra vez más. Todo es admirable en esta película. La nota en realidad es entre el 8 y el 9.
Últimamente en esta web se está insistiendo mucho en la diferencia entre obra maestra y obra de culto y en los porqués de que un concepto rara vez incluya el otro. Digamos que una obra maestra, un diez indiscutible es una obra en la que todos los elementos funcionan como es debido, para resumirlo rápido y mal. Una obra maestra puede fascinar y sobrecoger, pero esta fascinación y este sobrecogimiento provienen del hecho de la redondez .
La obra de culto es una especie más rara. Se trata de las películas imperfectas, en las que nada funciona o nada está hecho como mandan los cánones y que sin embargo provocan un efecto tanto o más poderoso del que provocan las obras maestras. Con obra de culto no me refiero a bodrios con cinco fans histéricas como puede ser Begotten , me refiero a obras de culto que han acabado llegando a las masas, como por ejemplo la siempre fascinadora La noche del cazador o la inmensa Centauros del desierto .
Sin ser una obra maestra pero reuniendo muchas papeletas para ser obra de culto, El último amanecer se muestra como un western extraño, sumergido literalmente en amarillos y naranjas cuya artificiosidad crea una atmósfera única, entre desierto teatral y cuadro de Van Gogh, a estos raros colores se le suman unos personajes fuera de contexto, arrebatados de una novela decimonónica inglesa, con sus soterradas y retorcidas pasiones…el heredero insatisfecho, la insinuación de incesto, el retorno del héroe pródigo…
La mezcla es única. El director la ejecuta con total seguridad en sí mismo, a pesar de las obvias contradicciones entre escena y escenario. Los actores se prestan al juego con fe ciega: Kirk Douglas está soberbio pero aún mejor destacan Rock Hudson y las chicas, madre e hija. La primera es fuerte porque ha sufrido y la segunda es fuerte por lo que tendrá que sufrir pero en ningún momento estas mujeres, que han subsistido sin hombres en el marco salvaje del Oeste, pierden un ápice de feminidad y plantan cara a lo que ha de venir con temple, voluntad de hierro y sin un solo pelo dorado fuera de su sitio. Muy al contrario que las bolleras de postín que algún que otro director pone al frente de un western sin percatarse de que la fuerza es una cualidad sin género y que no es necesario otorgar tributos masculinos a una mujer para que nos convenzan de que tiene carácter.
El visionado de El último atardecer , sin duda una experiencia interesante.