El millón (The Million)
Sinopsis de la película
Michel, un artista parisino, está siendo acosado por numerosos acreedores impacientes por recuperar su dinero. Para empeorar las cosas, cuando está abrazando a la mujer cuyo retrato está pintando, es sorprendido por su novia Béatrice. De repente, Michel se entera de que tiene el boleto ganador de la lotería holandesa. Pero cuando se va a recuperar el billete del bolsillo de su chaqueta, se encuentra con que Béatrice ha dado la chaqueta a un desconocido que estaba necesitado. Ahora todo el mundo tiene un gran interés en la búsqueda de esa chaqueta.
Detalles de la película
- Titulo Original: Le million aka
- Año: 1931
- Duración: 83
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Opinión de la crítica
6.8
47 valoraciones en total
Segunda de cuatro obras que consiguiera estrenar en Broadway, Le Million (1913) es una comedia en cinco actos que, Marcel Guillemaud, escribió esta vez en compañía de Georges Berr, y aunque su paso por las tablas no fue precisamente deslumbrante (sus funciones no llegaron a cien), el cine se interesó casi de inmediato en ella y fue, Thomas N. Heffron, quien, en 1914, dirigió la primera adaptación… otra vez sin deslumbrar a nadie, quizás porque la obra original se sostiene a punta de diálogos y los incesantes intertítulos pudieron fatigar al público.
>, se convertiría en un filme de enorme éxito por la ingeniosa manera como resolvió las falencias de la obra.
> no ha habido nadie interesado en recordar los nombres de René Lefèbvre, Vanda Gréville o Louis Allibert… y si acaso recuerdan a Annabella (Béatrice) es seguro porque ya la vieron en sus magníficos filmes posteriores.
>, una película apta para buscar la integración familiar.
Dieciséis años después, cuando el sonido ya se había incorporado al celuloide y en Hollywood se hacían casi tantos musicales como sellos postales, al director francés René Clair, le dio por hacer una nueva adaptación de esta divertidísima trama y, <
Primero, transformó (y redujo de paso) muchos de los diálogos en canciones, y a diferencia del musical, Made in USA, donde cada canción se oía de principio a fin en un solo escenario hasta que nuestros párpados empezaban a ponerse pesados, Clair optó por hacer que, solamente una parte breve se oyera en el escenario, y luego, seguía la acción con la canción de fondo, para lo cual se sirvió de un metrónomo que le permitió asegurar la continuidad melódica sin cortes ni saltos discontinuos. De otro lado, y puestas únicamente a cargo de los actores de segunda fila, las canciones resultaron bastante amenas manteniendo la trama siempre hacia adelante.
Aunque la suerte de enredos que envuelven el argumento hace de ésta una comedia encantadora y aunque algunas escenas resultan memorables (la representación de la ópera Los Bohemios que, además, fue un estreno en esta película, el juego de rugby buscando quedarse con la chaqueta…), es innegable que, con esta película, no se tuvo otro propósito que el de hacer un fresco divertimento, pues, aunque simpáticos, sus personajes no consiguen dejar huella alguna en el corazón. Casi podría afirmar que, luego de terminar de ver <
El argumento gira alrededor de Michel Bouflette, un pintor de bolsillos flacos cuyos acreedores revolotean a su alrededor mientras el joven los repele como puede… pero, cuando parece que ya no tendrá escape, su compañero de cuarto y cuestionable amigo, Prosper Benevant -escultor de oficio con menos suerte que él-, llega para anunciarle que el número ganador de la lotería está entre los billetes que ellos compraron. Un gran rayo de luz parece entrar en sus vidas… pero, pronto se desvanece cuando la chaqueta donde Michel guardó su billete resulta que su novia la acaba de regalar a un hombre que apenas conoció.
Lo que sigue es harto divertido y cuando entren en escena, La Tulipe (El Tulipán) y su pandilla, y el tenor Ambrosio Sopranelli, el juego se complicará con una serie de hechos que, Clair, sacará avante con un gran sentido artístico. Se me vino a la memoria, El Billete del Millón de Libras, la famosa novela que Mark Twain publicara en 1893, donde ya se veía como cambia el sentir de alguna gente con respecto a nosotros, según lo vacíos o llenos que luzcan nuestros bolsillos. Por supuesto, me quedo con Twain, pero, también agradezco el alto sentido del divertimento que ha logrado René Clair con <
184/32(24/07/08) Divertida comedia musical. Representa la alegria de vivir, la vitalidad, un verdadero chute contra la depresión. Comienza en un tejado parisino, dos enamorados flirtean, los enamorados se retiran y la cámara se desliza por los tejados de la ciudad de la luz, en un plano-secuencia precioso, que ya denota la maestría del director René Clair. El argumento gira en torno a un pobre artista llamado Michel (René Lafevre) que debe dinero a varios acreedores, pero un golpe de suerte le puede sacar del aprieto económico, le ha tocado la loteria, pero la chaqueta donde tenía el boleto su prometida se la ha entregado a un gangster para salir de un aprieto, por este motivo se suceden confusiones, falsas identidades, disfraces, reconciliaciones y números musicales. El guión es una maravilla, frenético, las situaciones se suceden a un ritmo de infarto, no te dan respiro y los números musicales encajan como una pieza de puzzle, y lo digo yo que de entrada no me gustan los musicales. Recomendable a todos los amantes de un tipo de cine positivo, de esos que dices que merece la pena vivir. Fuerza y honor!!!
Durante los primeros años 30 René Clair impone un brío vivificador al acartonado mundo del cine mudo francés con una serie de películas adoradas por la vanguardia artística que beben de numerosas fuentes, desde el arte de Rousseau a la vanguardia cinematográfica rusa o el expresionismo alemán y que alcanzaría la cumbre con A nous la liberté (1931) esa maravillosa y deliciosa obra maestra por la que no ha pasado el tiempo.
Un pintor arruinado y su compañero ganan un millón a la lotería lo que servirá a Clair y sus desquiciados guionistas para una serie encadenada de anécdotas y enredos argumentales a la búsqueda del billete extraviado en un original y refrescante musical en el que las canciones hacen de coro griego reafirmando las dudas de los personajes, celebrando sus triunfos o moralizando sus comportamientos en un ambiente siempre festivo y desenfadado,
Comedia musical y pantomima de gran imaginación visual, conforma junto a la antes citada y Bajo los techos de Paris (1930) una suerte de trilogía de originales musicales, cachazudos y naifs, que trataban de exhibir las virtudes recién adquiridas del cine sonoro, no sólo con la música ingenua y divertida, sino también con toda una panoplia exhibitoria de ruidos, cacofonías y sonidos, con escenas inolvidables como del dúo de la ópera o la del rugby, completamente muda, despedida y homenaje a un cine que formaba ya parte del pasado.
Al igual que A nous la liberté tiene algo de ingenua sátira anticapitalista en la que el dinero y las riquezas trastornan la amistad y aunque no llega a su extraordinaria calidad se sigue disfrutando aún con enorme jolgorio.
Como comedia es regular. Lo que la hace grande esta película es la complejidad que tiene en el ámbito sonoro. El director, estaba en contra de las películas sonoras, es esa su segunda sonora y realmente se puso las pilas con el cine sonoro en el género musical.
Hasta ahora, los musicales hasta la fecha (sólo 2 años de vida del cine sonoro) eran unas pocas canciones cantadas en medio de dos secuencias y ya está. Esta película no, esta película es como los musicales de hoy en día. Donde el diálogo se funde con el musical. Suena la música y hay diálogo y luego cantan… en fin, lo que hoy en día entendemos por un musical y que eso se diga de una película de 1931, pues tiene mucho de valor.
Es por eso que toda la puntuación recae por todo lo comentado. Ya que como comedia es justita y hay algo de relleno sobre todo en la Ópera.