Cuatro confesiones
Sinopsis de la película
Juan Carrasco, un bandido mexicano, secuestra a una pareja y el asunto acaba trágicamente. El hilo conductor de la historia serán las declaraciones realizadas a lo largo del juicio por tres testigos involucrados en el caso, cada uno de los cuales expondrá su propia visión de los hechos. Un singular western que se basa en parte en el Rashomon de Kurosawa.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Outrage
- Año: 1964
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
Película
6.2
31 valoraciones en total
Remake desde una percepción occidental del aclamado film de Akira Kurosawa que le dio a conocer mundialmente. Martin Ritt convenció a la MGM de que iba a realizar un film artístico y como tal está planteado y resuelto, narrado a través de unos cuantos flah backs en los que conocemos las distintas versiones de los personajes sobre un hecho concreto. Producida y protagonizada por Paul Newman, quizá en uno de sus mejores trabajos, en Panavisión y un maravilloso blanco y negro acorde con la trama, el film se abre de forma majestuosa con un plano que permite fotografiar una caseta del ferrocarril recortada contra el cielo de manera que se asemeje a una pagoda, añadiendo a ello el detalle de la intensa lluvia que se abate sobre el decorado, se tiene la impresión de asistir a una especie de bautismo: la interpretación desde el prisma occidental en el marco del territorio fronterizo de Nuevo México, de una obra oriental inspirada en el Japón del siglo XII.
The Outrage es la crónica, no sólo de la relatividad de los conceptos de verdad y mentira sino también de la fragilidad en la naturaleza humana. Un predicador, un matrimonio, un bandido mexicano, un buscador de oro, un indio, un sheriff y un juez, se enfrentan en una ronda, de reconstrucción de hechos, que cada uno interpreta de diferente manera. La obra de Ritt, fue objeto de un paso previo por los escenarios de Broadway, dirigida por Peter Glenville con el papel protagonista de Rod Steiger que aquí hace Newman (el bandido mexicano Juan Carrasco) y la misma Claire Bloom encarnaba el papel de esposa ultrajada. Tampoco se puede obviar los excelentes trabajos de Lawrence Harvey como esposo y caballero sudista y Edward G. Robinson como vagabundo escéptico.
Las grandes diferencias entre Cuatro confesiones y Rashomon que merecen destacarse para valorar cada obra en toda su dimensión, son las siguientes:
1. La narración cinematográfica es completamente diferente, ya que la escritura nipona se hace de derecha a izquierda y por tanto hay una tendencia innata a ejecutar movimientos de cámara en este sentido, cargando la historia hacia el margen izquierdo de la imagen.
2. La actuación de los actores nos descubre el contraste entre la escuela Americana (el Actor´s Studio, representado por Steiger y Newman) y la escuela japonesa (fundamentada en el Teatro Nö), diametralmente opuesta en cuanto a expresividad.
3. El impecable tratamiento visual de James Wong Howe respecto a la técnica rudimentaria del operador de Kurosawa.
Ritt se cuida muy mucho de mantener la cámara a ras de suelo durante el juicio popular al bandido Juan Carrasco, como una clara aproximación al japonés Yasuhiro Ozu, la preservación del sol como invocación divina por parte del hechicero indio. Pero, por encima de estos paralelismos formales, Ritt al igual que Kurosawa, entienden la historia como un cuento moral y centran sus respectivos discursos sobre la imperfección del ser humano, configurado por elementos tan contradictorios como: la codicia, la falsedad, la honestidad, la avaricia, los celos, etc. Todo lo apuntado demuestra, una vez más, que puede cambiar la cultura, la forma de contar una historia, pero lo que apenas cambia, en lo que no hay diferencias suele ser en el comportamiento humano de cualquier cultura y extracción social.
Es difícil hacer una crítica sobre esta obra de Martin Ritt sin que te venga a la memoria su gran parecido y enorme dependencia sobre el clásico Rashomon , del que Cuatro confesiones se nutre claramente.
Siempre que una película ha triunfado plenamente han surgido años después secuelas e imitaciones en la mayoría de los casos por debajo del listón original. Trataré de hacer una argumentación olvidandome por completo de la obra de Kurosawa.
En una noche lluviosa tres hombres coinciden casualmente en la estación del tren, y mientras éste llega, debaten sobre el juicio que hubo el día anterior en el pueblo sobre el asesinato de un ex-coronel confederado, y el ultraje de su esposa por un bandido mexicano. Dándose la circunstancia de que los tres implicados dieron distintas versiones sobre el mismo suceso.
Martin Ritt fue un correcto director que hizo un buen puñado de películas El largo y cálido verano , El espía que surgió del frío , Norma Rae , y La tapadera podrían ser solo algunos ejemplos significativos. En este western nos hace una reflexión entre realidad y apariencia demostrándonos que la verdad tiene más caras que un poliedro, y que todo depende del color del cristal con que se mire.
Lo mejor sin duda lo podemos hallar en el trabajo de Claire Bloom, así como en el corto pero estupendo papel de Edgard G. Robinson, que tiene las frases más mordaces e incisivas.
En el plano negativo añadir que la obra no termina de enganchar del todo, se malogra una buena propuesta, y ello puede ser debido a una dirección falta de oficio. Aunque pueden contribuir también, la pobre interpretación del acartonado Laurence Harvey, !y como no Newman de mexicano pretencioso y jactancioso!… no cuela, es más su papel se hace incluso empalagoso.
En conclusión una de las muchas colaboraciones que hicieron Ritt y Newman que se ve con cierto interés aunque no este lograda del todo.
Visceral cuadro emanado de la brillante Rashomon , en un visionado dirigido por Martin Ritt que deja la simplicidad a un lado, y que pone una gran complejidad a un relato de por sí enredado y difícil de descifrar. Y es que Cuatro confesiones tiene en ese nudo precisamente su razón de ser.
Ante todo debo decir que esta película la vi en ese período junto con otras dos de Paul Newman, El Cáliz de plata de 1954 y dirigida por Victor Saville y Desde la terraza de Mark Robson en la que sale junto a Joanne Woodward e Ina Balin. Hace tres interpretaciones tan distintas en todas ellas que me puso de relieve la clase de actor que es. Newman si tiene algo es que se olvida quien es y se convierte en su personaje radicalmente. Aquí hace de el terrible bandolero que mete a la pareja protagonista en un lío, cuya trama y desenlace según las distintas versiones de los implicados cambia completamente. Claire Bloom está muy guapa en esta cinta, y además ofrece una representación desgarrada y a la vez perdida de su personaje. Laurence Harvey está en su línea, como siempre y el resto cumplen con su función, te lo crees. Además a Newman siempre lo vi en pantalla convertido en un caballero, aquí es que lo flipas, lo ves convertido en un malo-malísimo-macarrilla que no deja en paz a la Bloom que a la vez alucina tanto que parece que no sabe donde está el norte ni el sur. Y al final, únicamente al final te das cuenta de que tu tampoco lo sabes, y estás igual de perdido que al principio en una trama hilarante que Ritt aprovecha para mostrar las maneras tan distintas de ver las cosas que tenemos las personas. La recomiendo, es una película muy buena, cuenta un suceso enredado, pero con un aire de intelectualidad, poco vista.
Entre las que recuerdo ahora: The ox-bow incident (1943), Rashomon (1950), Twelve angry men (1957) y Hombre (1967), son algunas de las películas imprescindibles que nos ha dado el arte cinematográfico, para documentar lo que ha sido y lo que debería ser perentoriamente la Justicia. Ningún político, ningún hombre de ley, ni nadie que tenga la potestad de ejercer este derecho contra otro, debería juzgar hasta no haber trasegado con profundidad acerca de las percepciones, la subjetividad, los grandes errores históricos… y la espiritualidad, porque lo que tenemos ahora por jueces de la república, son hombres que, en su mayoría, están llenos de prejuicios, y son clasistas y ligeros, pues su bagaje no trasciende la memorización (¡o capacidad de lectura literal!) y un cierto grado de interpretación de unos códigos que asumen hechos, pero muy poco consideran las motivaciones emocionales y las afectaciones del medio, y menos toman en cuenta otra suerte de influencias de orden esotérico, que, la ciencia materialista, tardará mucho en validar, porque no existen las herramientas tangibles con que se puedan demostrar. ¡Ya saben ustedes cuantas cosas ‘no existían’ o se asumían de absurda manera, en los tiempos previos al surgimiento del microscopio y el telescopio!
Muy plausible que, el director Martin Ritt, un hombre de trascendencia moral y artística, se hubiese animado a rehacer de manera ’accesible’ para el público occidental, esa obra cumbre del japonés, Akira Kurosawa, titulada Rashomon, pues mucho hay que seguir diciendo todavía sobre justicia, porque la humanidad sigue en pañales sobre un tema que no da espera si queremos algún día vivir con dignidad.
Se ha cometido una violación y un crimen, y tres hombres (un sacerdote, un buscavidas y un estafador) que, un día invernal, se encuentran reunidos en una cabaña de Silver Gulch, discurren acerca del trágico insuceso. Se rememorarán, entonces, las versiones que, durante el juicio, fueron contadas por el sindicado -el bandido mexicano Juan Carrasco-, la víctima del ultraje -la señora Wakefield- y un indio que, hallándose por allí, tuvo contacto con el señor Wakefield antes del hecho luctuoso.
Por no estar acorde con sus creencias, Ritt cambió lo esotérico del filme de Kurosawa por hechos más ‘realistas’, y es en esto que, su filme, pierde un elemento de valioso y fuerte significado. Pero, no obstante, el alcance que la subjetividad tiene en el juicio queda debidamente expuesta y de nuevo podremos comprender lo temerario que es juzgar y lo fácil que, por los prejuicios y las ligerezas, un inocente puede llegar a ser condenado.
¿Qué es la verdad? ¿Hay diferencia entre una simple verdad y una verdad precisa? ¿Qué suerte de intereses conscientes o inconscientes pueden influir en un determinado juicio? ¿Puede alguien auto-condenarse, aunque en realidad sea inocente? ¿Qué razones podrían animarle a hacerlo?… estas y otras tantas preguntas, surgen en el trayecto de esta imperecedera historia que, Martin Ritt contribuye a mantener latentes con CUATRO CONFESIONES, un filme que, como los anteriormente citados, debería hacer parte de la filmoteca de toda facultad de derecho.
Para expresar, sin reticencia alguna, su admiración por otra película emparentada también con el tema de la Justicia, Los hermanos Karamazov de Richard Brooks, el reparto elegido por Ritt para su película fue, en parte, definido con actores que aparecieron en ella: Claire Bloom, como la esposa de sorprendentes respuestas, William Shatner, el sacerdote que guarda serias dudas sobre la responsabilidad del sindicado y Albert Salmi, el sheriff dispuesto a llegar a la verdad. Junto a ellos, Paul Newman, Edward G. Robinson, Laurence Harvey y Howard Da Silva, imponen caracteres que dan realce a una historia que debería ver todo aquel que quiera aprender a vivir.
No es del oeste. No es un drama. No es una comedia. Y, sin embargo, es todo eso y mucho más.
A mí me ha recordado aquellas obras de teatro que hacían en TVE y que se llamaba Estudio 1. Así, con ese misterio, esa intriga, en blanco y negro……..definitivamente es una obra de teatro.
Solo hay dos escenarios, bueno dos y medio: la estación, el claro del bosque y el medio es la escena del juicio, así que es puro teatro. No hay caballos, no hay llantos, hay un duelo de aquella manera……
No me ha llenado del todo Paul Newman, le ha faltado un poco de maldad para ser un buen Carrasco. Muy bien Robinson, como siempre.
La recomiendo.