Bye Bye Germany
Sinopsis de la película
Un grupo de supervivientes de los campos de concentración nazis se asocian para montar un pequeño negocio de venta de ropa de cama, producto que por lo visto está muy demandado entre los alemanes, quienes además sienten la suficiente culpa como para no cerrar la puerta a un grupo de vendedores judíos. La idea es, por supuesto, reunir el dinero suficiente para irse de Alemania a los Estados Unidos. El simpático grupo, contagiado de la energía y la audacia de David, se pone manos a la obra, estafando a los clientes con la venta de lotes de sábanas de París, inventando de paso, para convencerlos, toda una serie de técnicas cínicas y pícaras, y bastante visionarias en términos de marketing.
Detalles de la película
- Titulo Original: Es war einmal in Deutschland... (Auf Wiedersehen Deutschland) aka
- Año: 2017
- Duración: 101
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Opinión de la crítica
5.8
61 valoraciones en total
Hitler ha muerto, pero nosotros seguimos vivos , dice uno de los personajes de esta coproducción entre una Alemania que sigue revisitando su traumático pasado, Luxemburgo y Bélgica. El Horror del Holocausto ha llegado a su fin, pero ahora comienza una recomposición, un volver a empezar desde cero tanto en lo material como, sobre todo en lo espiritual. Seguir viviendo allí donde se había construido una vida que les ha sido arrebatada puede llegar a ser insoportable. Algunos no obstante lo intentaron.
El tema es desgarrador y poco tratado cinematograficamente. Garbasky a sus 70 años y con tan solo cinco títulos en su filmografía apuesta por un tono agridulce que nunca acaba de funcionar como debiera sin que lleguemos a empatizar con el reparto coral poco carismático en el que Moritz Beiltreu lleva la batuta con una notable composición de personaje. Toda la narración rezuma un aire televisivo en la que el guión va picoteando aquí y allá entre la picaresca de los protagonistas, sus traumaticas experiencias y una subtrama amorosa poco creíble agravada por la falta de química entre Bleibtreu y Antje Traue.
Lo mejor es la metáfora de ese perro cojo al que le falta una pata y sigue adelante. No queda otra.
cineziete.wordpress.com
Una mirada diferente sobre el Holocausto es lo que propone Bye bye Germany, una película que se ambienta un poco después de la II Guera Mundial para narrar la picaresca de un grupo de judíos vendiendo ropa de cama a las familias alemanas. Una argumento lejos de la dureza de los campos de concentración, que es sobre lo que se suele escribir.
A esta simpática historia le falta la crudeza de los hechos anteriores a pesar de que queda bastante claro en qué momento se encuentran los personajes, pero su necesidad se hace virtud para saber salir adelante. Ante el deseo de los protagonistas de un futuro lejos de la precariedad presente, Bye bye Germany huye de convencionalismos y narra una historia en la que las técnicas de venta de los protagonistas son lo relevante sin hacer mención a la guerra.
De una manera distendida, la película se adentra en la posición de esos judíos supervivientes al Holocausto, en su manera de relacionarse y de sobrevivir en un lugar en el que eran mirados de forma rara. De hecho la película tiene una subtrama en la que el protagonista es investigado precisamente por ser sospechoso que haya salido indemne, algo que puede tratarse de manera cómica, pero siempre con ese punto ácido que tiene la amargura de haber vivido esa experiencia.
La ironía es la verdadera protagonista de una película que parece no tomarse muy en serio a sí misma con esos chistes, parodias y sobre todo cuando los actores van a las casas con esas revolucionarias técnicas de marketing (ojo que en Two much Banderas intentaba algo parecido…), pero que tiene un fondo absolutamente inevitable que sirve como contraste de la historia principal. Ambos puntos de vista juntos funcionan convirtiendo a By bye Germany en una película que no pretende trascender pero que resulta entretenida.
Al acabar la Segunda Guerra Mundial, un grupo de judíos supervivientes del Holocausto y residentes en Berlín trama una sesuda venganza contra los familiares de combatientes nazis muertos en el conflicto. David Bermann, antiguo comerciante de ropa de cama y otros utensilios textiles, ofrecerá los tejidos a un precio mucho mayor que el de mercado y los intentará vender tirando de picardía y aprovechándose del sentimiento de culpa que la mayor parte de la ciudadanía germana tiene respecto al pueblo hebreo. El problema, además del propio riesgo de la operación, es que Bermann deberá responder ante las autoridades estadounidenses presentes en la ciudad alemana acerca de algo que sucedió durante la guerra en su campo de concentración…
El espíritu cómico se deja notar en Bye Bye Germany (Es war einmal in Deutschland…) desde su propia sinopsis. Sam Garbarski, cineasta germano-belga, intenta esbozar un gracioso plan sin aparente temor a herir sensibilidades. Apenas trata de subrayar las penurias que el pueblo judío atravesó durante los largos años de persecución, una historia largamente conocida y que, a acertado juicio del director, no era necesario repetir en el film. El inicio de la obra deja bien clara esta intención, con unas escenas que acuden directamente al planteamiento de la película, cuando Bermann reúne al que será su grupo de trabajo.
Bye Bye Germany sitúa, por tanto, a una troupe bastante peculiar y compuesta de hombres con personalidades distantes, pero unidas por los tristes lazos del pasado reciente. El líder de todos ellos, Bermann, es un tipo que aparenta poseer aires de donjuán y que recurre al empleo de los chistes con una facilidad y naturalidad bastante impresionables, como se descubrirá al avanzar la cinta. Unos chascarrillos que, sin embargo, no llegan en toda su magnitud a los que estamos al otro lado de la pantalla. Quizá aquí es donde más se note esa distancia entre una película cómico-satírica como la que Garbarski aquí conforma y la sucesión de gags y gracietas que algunos podríamos esperar al comenzar el film y que hubieran desprovisto a la cinta de su intento por narrar una historia mínimamente seria y creíble.
Lo que no encaja tan bien en Bye Bye Germany son ciertos pasajes dramáticos. En la segunda mitad del film se rescatan algunas de las circunstancias vividas por el grupo protagonista en esos oscuros años. Garbarski, aunque lo pone en escena de una manera bastante lógica y sin pecar de excesiva aflicción, no consigue despejar el aire de excesiva trascendentalidad que aparece en varias situaciones, especialmente la relativa a una aparente confusión de identidad que implica directamente a uno de los personajes. Pese a que se compensan correctamente estas escenas de índole dramática con las bien ejecutadas secuencias cómicas sobre la venta ambulante de ropa de cama, aquellas suponen un cambio de panorama que no termina de cohesionarse con el resto del metraje.
Dejando de lado estas incursiones por el terreno más sentimental, Bye Bye Germany es una buena alternativa al clásico esquema fílmico sobre el Holocausto. Sin renunciar a mencionar las barbaridades perpetradas por los nazis, Garbarski propone un divertido relato que bien pudo haber ocurrido en aquella época, con la dosis justa de tópicos sobre los grupos de personas implicadas y evitando recurrir a las clásicas secuencias relativas al genocidio que podrían haber trabado el sentido humorístico de la película. Aunque ni llega al punto de socarronería o de atrevimiento ni tampoco goza de una perfecta ejecución como para incluirla en la vasta nómina de obras recomendables sobre el Holocausto, Bye Bye Germany propone un muy acertado argumento que consigue despertar y renovar la atención durante los 101 minutos de película.
Álvaro Casanova – @Alvcasanova
Crítica para Cine Maldito
Debe ser que el humor alemán es muy peculiar, porque yo risas ni una.
No provoca demasiado interés, las historias que narra resultan oscuras y lejanas. Por un lado nos encontramos con un grupo de hombres. supervivientes del holocausto nazi, que deciden vender lencería de hogar. Poco tienen que ver entre ellos, excepto el interés en ganar dinero para trasladarse a América.
Poco conflicto y el que se genera alarga en exceso un metraje escasamente resolutivo. Una investigación sobre el presunto colaboracionista, hace que se pierda demasiado tiempo con algo que aporta poco al resultado final.
No la recomiendo. Aquí, solo tiene dos críticas más aparte de la mía.