Atrapados
Sinopsis de la película
Leonora Eames ve colmada su ambición cuando se casa con el multimillonario Smith Ohlrig, un hombre enfermo, neurótico y autoritario. Pero el matrimonio fracasa, y la joven decide separarse. A continuación, encuentra trabajo como secretaria de un médico idealista y con una gran vocación. El marido, sin embargo, no está dispuesto a renunciar a su mujer y trata por todos los medios de mantener su dominio sobre ella.
Detalles de la película
- Titulo Original: Caught
- Año: 1949
- Duración: 88
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Opinión de la crítica
Película
7.1
87 valoraciones en total
Las películas americanas de Ophuls han sido subestimadas de alguna forma, destacándose siempre entre ellas Carta de una desconocida, una absoluta obra maestra y considerada como la más ophulsiana. No estoy para nada de acuerdo con el desprecio que se ha hecho a muchas de estas películas y después de revisar films como Atrapados me reafirmo en la opinión de que esta también es una gran, gran película, película con la que consiguió ejemplificar casi perfectamente su concepción artística. Max Ophuls nunca consiguió acostumbrarse al estilo de vida americano, nunca se sintió realmente integrado, estuvo muchos años sin trabajar, mendigando trabajo y la prueba está en que entre 1941 y 1949 en que llegó exiliado de Europa, apenas firmó unas pocas cintas, en Atrapados creo que Ophuls se venga de alguna forma de la industria americana que tantos sinsabores le causó y cuela sus experiencias más personales, más que en ninguna otra de sus películas, Ophuls revela que es un moralista y que se siente conectado con unos ideales y que aborrecía de alguna forma el materialismo americano, donde el dinero y lo comercial priman por encima de todo, especialmente el de Hollywood, todo esto lo muestra en este gran film.
Atrapados , con toda su negrura y su maldición, es una película visualmente turbadora, claustrofóbica, detrás de las cámaras había un maestro absoluto bajo el nombre de Max Ophüls. La ascensión de una chica que llega al éxito a través de un matrimonio con un excéntrico millonario que va degenerando en su excentricidad hasta llegar a la obsesión es la excusa perfecta para ver cuál es la mirada de este grandísimo director de cine, profesor de continuidad en la escena que pasa de una a otra con la suavidad con la que se concatena la vida. En manos de Ophüls, parece que la cámara cobra vida y que, con nuestras piernas, avanza con discreción y prudencia para enterarnos de unas vidas atrapadas, cogidas sin remisión, con falsas esperanzas de libertad a través de la riqueza, los celos ahogan hasta la extenuación y, cuando eso ocurre, la única salida es la fuga. Desde la primera secuencia, el director nos deleita con su forma de rodar, con sus largos movimientos de cámara, sin cortes, imperceptibles, pero siempre precisos, para encuadrar lo que interesa y dejar en segundo plano aquello que complementa la acción, y es que la planificación de Ophüls es perfecta, los planos secuencia son interminables y la profundidad de campo juega un destacado papel en su barroca forma de proponer una escena.
De todo el conjunto, sobresale la maravillosa interpretación de ese millonario atormentado, que actúa bajo el rostro de Robert Ryan. Más abajo y en un papel que quedó demasiado edulcorado está James Mason, médico de pobres que elige su ética como modelo de vida. Y en el último lugar está Barbara Bel Geddes como hilo conductor de la historia, inocencia interrumpida que cae en la toma de demasiados atajos para que los sueños se vean cumplidos. Bel Geddes seguramente no es la chica ideal para esta historia aunque quizás su elección se debió a que era capaz de transmitir la idea de una muchacha normal que sube como la espuma a pesar de su ingenuidad.
Una gran lección de cine y una historia que, por momentos, llega a rozar los mismos bordes de nuestra intimidad. Que os atrape, merece mucho la pena.
Una mujer está ansiosa de mejorar su clase social, se prepara para ser modelo y así tener acceo a personas acaudaladas. Finalmente conoce a un hombre rico ( Ryan ) y atormentado por una extrema fragilidad sentimental que no quiere reconocer. Se casan y posterormente comprende que las riquezas no aportan necesariamente la felicidad…
Las característica más sobresalientes de este drama son las siguientes: Las actuaciones del trío protagonista son memorables ( Barbara Bel Geddes, James Mason y Rober Ryan ), la dirección de Max Ophüls es elegantísima, narra la historia exhibiendo una simplicidad y perfección sólo al alcance de los elegidos, y los diálogos son increíblemente precisos y chispeantes.
Una historia bastante genérica y simple se ve realzada por las excelencias artísticas del director y del reparto: la precisión, elegancia y efectividad de todos los elementos contenidos en la película conforman un expectáculo digno de los paladares más exigentes.
Una visión desencantada del cuento de cenicienta, un melodrama barroco, ácido y tenebroso, que se desarrolla entre mansiones millonarias de sombras amenazantes y cuartuchos sombríos y estrechos, aunque no es menos cierto que el film intenta abrirnos una puerta a la esperanza. Pese a ser un film de encargo para la Metro, Max Ophüls, cineasta centroeuropeo, elegante y culto, que nunca se sintió cómodo en la industria de Hollywood, saca adelante un gran trabajo con unos actores que no eran estrellas, en esta historia de un cierto romanticismo degradado.
Dos muchachas provincianas comparten inicialmente sueños, ambiciones y pobreza en un pequeño apartamento, aprendiendo la profesión de modelo, una de ellas, Leonor (Barbara Bel Geddes) traba relación con millonario, Smith Olrig (Robert Ryan), neurótico, depresivo y autoritario, Leonor se dará cuenta muy pronto que su matrimonio es un fracaso, volviendo a la dura vida de ganarse el sustento como secretaria desde una pequeño consultorio médico. Su vida es asediada por el abominable marido, mientras conoce a uno de los doctores de la consulta, Larry (James Mason), un hombre humilde y entregado a su trabajo que se enamora de Leonor.
La capacidad de síntesis en su narrativa, apenas 90 minutos se corresponde con la maestría de este cineasta. El lado oscuro del sueño americano, la ambición por el éxito social y profesional, convertido en un melodrama oscuro, pasional y desgarrador que Ophüls al más puro estilo que Douglas Sirk haría más tarde con mucho más colorido, consigue llevar a buen puerto. Más tarde Ophüls abandonaría Hollywood para crear sus mejores y más reconocidos trabajos en Europa, apoyándose en obras literarias que él sabía muy bien poner en escena.
Hace ya bastantes años que ví por primera vez una película de Ophüls, recuerdo que fue Carta de una mujer desconocida , y que tal vez por mi juventud o inexperiencia, me resultó muy aburrida, por lo que la olvidé rápidamente. Sin embargo, hace unos pocos meses tuve la oportunidad de volver a verla, y me encantó. Si cuento esto es porque creo -a la vista de mi experiencia personal- que el cine de este realizador es como esas comidas que uno rechaza de pequeño, pero que con los años van gustándonos cada vez más, hasta llegar a convertirse en nuestras favoritas.
En el presente filme Ophüls revisa una vez más el mito de Cenicienta, como bien ha señalado algún usuario, pero en vez de hacerlo en tono de comedia ácida, al modo de las producciones que dirigiera en los años treinta Mitchell Leisen, opta por desarrollar un drama que progresivamente se torna más angustioso, hasta adquirir algunas características propias del cine negro. Esto es importante, pues constituye una novedad en la obra de Ophüls, en la cual ahondaría en su siguiente película, más definidamente negra que la presente.
No obstante, algunos rasgos típicos del director se mantienen, como su protagonista femenina, siempre sufriente por sus esperanzas malogradas y por la aparente imposibilidad de alcanzar la felicidad y el amor, también queda siempre su estilo, de un detallismo inigualable que dibuja unos planos muy ricos y complejos. Similar elegancia demuestra en los movimientos de cámara, que combinan panorámicas y travellings con una facilidad suprema, mostrando o siguiendo a los personajes, plasmación inequívoca del dominio de la puesta en escena que caracteriza su realización. Que la película es más oscura de lo habitual se percibe también en la fotografía, que adopta la expresividad dramática propia del género negro, con un acertado aprovechamiento del claroscuro. Me maravilló una secuencia en la que los dos doctores hablan de la protagonista, cada uno desde la puerta de sus respectivos despachos, estando en medio la mesa de la aludida, Ophüls lo filma con panorámicas que se detienen brevemente sobre la mesa, con una capacidad de sugerencia magnífica, a la par que elegante.
El oscurecimiento del drama al que me refería viene propiciado, principalmente, por el soberbio personaje que encarna brillantemente Robert Ryan, es ese millonario omnipotente, frío y sádico el que aporta esa dimensión al filme, que va aumentando en angustia conforme dicho personaje se torna más cruel y despiadado. Toda esta evolución argumental alcanza su cénit dramático cuando dicho personaje sufre un ataque cardíaco, la reacción de la protagonista, filmada en un plano secuencia brillantísimo, es una lección acerca de cómo se puede transmitir inquietud al espectador.
Si a todo ello añadimos un buen guión y correctas interpretaciones (Mason, Bel Geddes, Bois), el resultado es una película tensa, de magnífica progresión dramática y brillante ejecución.
La película me ha producido una insatisfacción gorda, pese a haberme gustado, porque en la carátula del DVD, aparte de una foto de lo más tramposa, destinada a engañar, la anunciaban como un clásico del cine negro, y de eso, naranjas de la china. Y también aquí, en nuestra FA, nos timan con el género. Esto tiene de cine negro lo que yo de contrabandista del moonfleet. Sería mucho más justo calificar la película como drama romántico, para que nadie se lleve a engaños.
Sí, es un culebrón, pero muy estimable. Con un guión preciso, unas buenas interpretaciones y una dirección tan económica como eficiente e inspirada. Y lo más destacable, su audaz mensaje, tan diferente a lo que solía transmitir el cine de la época.
Si te gustó Pretty Woman esta no te gustará, porque, aunque cuenta un poco lo mismo, lo cuenta bien, sin liarse y sin soltar caspa. Y porque aquí el millonario no es tan majo, ni la prota es puta, ni… leche, ahora que lo pienso, la verdad es que no se parecen en nada.