Yo, mi mujer y mi mujer muerta
Sinopsis de la película
Bernardo se niega cumplir el deseo de su difunta esposa española, ya que lo considera un delirio: esparcir sus cenizas en la Costa del Sol, donde ella nació y solía ir todos los años a visitar a su hermana. Pero, después de que unos delincuentes profanen su tumba, decide tomar un avión y cumplir su deseo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Yo, mi mujer y mi mujer muerta
- Año: 2019
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
Película
4.4
55 valoraciones en total
Una comedia negra de enredos con momentos dramáticos es la propuesta de la última película de Santi Amodeo (Quién mató a Bambi?,Cabeza de perro), que después de haber sido presentada en el pasado Festival de cine de Málaga donde ganó Oscar Martínez el premio al mejor actor, se estrenará en España el próximo 26 de Julio de 2019.
La historia comienza con la muerte de la esposa de Bernardo, un reputado arquitecto argentino terco e intransigente, la última voluntad de su pareja era que sus cenizas las esparcieran en la costa del sol, cerca de un balneario donde iba todos los años para ver a su hermana. En principio no cede a cumplir su deseo y la entierra en Argentina, pero poco después de un percance y por presiones decide volar con las cenizas a Málaga.
En España conoce a Abel (fantástico Carlos Areces) dueño de una inmobiliaria al borde de la quiebra, al que su ex ha echado de casa y vive en las casas vacías que alquila y a Amalia, una chica que hace de relaciones públicas (Ingrid García Jonsson) dos personajes que daban para una película, los dos son casi lo mejor del film aportando a la historia bastante gracia ya que el guión hace aguas por todos los lados.
La sorpresa de Bernardo viene cuando descubre esa doble vida de su mujer al ver los sitios que frecuentaba y sus amistades. Oscar Martínez está perfecto en este profesor estirado y ególatra que permanece todo el metraje con cara de asombro y mirada perdida quien parecía que conocía completamente a su mujer, pero que irá cambiando enfrentándose a la verdad e intentando comprender los motivos que llevaban a su esposa a ver esta otra perspectiva de la vida.
Pero la acumulacion de situaciones algo absurdas que no terminan de cuajar, unidas a una historia con una buena premisa pero que va perdiendo interés a lo largo del metraje (salvado gracias a esos carismáticos intérpretes) hacen que salgas del cine con una sensación de no saber bien si te ha gustado o no la película. También puede ser un error el de poner el listón muy alto al ver que detrás del guión junto a Amodeo está Rafael Cobos, que ha escrito casi todas las películas de Alberto Rodríguez Grupo 7 , La isla mínima , El Hombre de las mil caras y 7 vírgenes .
Destino Arrakis.com
Un arquitecto, profesor universitario, sufre la pérdida de su esposa y luego de algunos acontecimientos decide cumplir su deseo de esparcir sus cenizas en la costa de Málaga. Es por este motivo que viaja a España, pero una vez allí se da cuenta que poco conocía de su mujer y no es quien el pensaba. Por supuesto el film se apoya casi únicamente en Oscar Martinez, que nadie descubre nada si dice que es un actor versátil, capaz de salir airoso de cualquier guión, componiendo casi con naturalidad a ese hombre tosco, mal humorado, ególatra y que casi nada parece sacarlo de su anodina vida. Hay personajes secundarios muy desaprovechados como Carlos Areces y la bella Ingrid Garcia Jonsson que podían haber tenido una incidencia mucho mayor en la trama desapareciendo de la misma casi sin darnos cuenta. En fin, este film es un camino de búsqueda, redención y aceptación de un hombre, que pudo haber sido mucho mejor y quedo a medias mas allá de la indudable buena actuación de O. Martinez.
Tras un comienzo dubitativo pero que aún da pie a algunas esperanzas se produce uno de los batacazos más espectaculares que he podido ver últimamente.
Una vez que el planteamiento inicial da paso a un cambio de escenario todo se desvanece. Imposible entender que pretende en director y guionista. Te desentienes de lo que pasa en la pantalla porque nada te interesa. Los personajes no pueden ser más planos y el desarrollo no puede ser más pueril.
Los actores tampoco parecen saber muy bien que camino tomar y noventa minutos del comienzo después todos somos mucho más felices. Sobre todo los sufridos espectadores.
*Una comedia sobre la pérdida
Este singular proyecto significa el regreso al cine del director sevillano Santi Amodeo, que llevaba seis años sin ponerse detrás de las cámaras, tras su anterior película: ¿Quién mató a Bambi?
En esta ocasión, vuelve con una irregular coproducción hispano-argentina en la que trata de conjugar en una misma narrativa drama y comedia.
Cualquier pérdida es importante para un ser humano. Pero para Bernardo (Óscar Martínez), la muerte de su esposa conlleva algo más que quedarse viudo. El nudo narrativo sobre el que se apoya Amodeo gira en torno al engaño y la mentira.
Y es que, cuando Bernardo viaja a España para realizar el último deseo de su esposa, se percata de que su relación matrimonial era una gran mentira.
Situada la acción ya en España, y concretamente en la Costa del Sol de Málaga, el espectador obtendrá las respuestas que el mismo Bernardo buscará sin descanso ayudado por los locos personajes de Abi (Carlos Areces), y de Amalia (Ingrid Garcia-Jonsson).
*Superando el duelo
Yo, mi mujer y mi mujer muerta es un pequeño tratado sobre cómo afrontar la pérdida, y superar el duelo que toda muerte conlleva.
Alguna vez he escrito sobre las emociones, y pienso que la mejor película que recoge nuestra forma de expresar la tristeza, la ira, o la alegría es el filme de animación Inside Out.
En esa reseña, decía que la tristeza también cumple su función en la vida. De hecho, la tristeza es un un instrumento reparador tan necesario como la alegría.
Algunas veces, estar triste nos consuela y nos ayuda a vivir los instantes de alegría con mayor fuerza. Pero para superar la pérdida, el duelo, o la tristeza es básico saber como hacerlo. Por eso, el viaje de Bernardo a España tiene una misión. Ese cometido consiste en encontrar las respuestas que le faltan sobre la identidad de su mujer. Una vez que pueda encontrar esas respuestas podrá transitar el duelo, superarlo, y volver a ser feliz en la medida de lo posible.
*Un reparto que sube el nivel de la cinta
Respecto a las interpretaciones, brilla con luz propia un estupendo Óscar Martínez, actor argentino del que cabe recordar que fue galardonado con la Copa Volpi al Mejor Actor en la Mostra de Venecia por su interpretación en el sobresaliente filme argentino El ciudadano ilustre.
Yo, mi mujer y mujer muerta se hace fuerte con Martínez, y su interpretación que es la que salva a la película. Su personaje, tragicómico, evoluciona correctamente junto a la filmación del drama inicial a la comedia más ligera en su parte final.
También contamos con la presencia de Carlos Areces e Ingrid García Jonsson en unas breves pero luminosas interpretaciones, en unos personajes con claras referencias a la picaresca española. En mi opinión, el cierre o la desaparición de estos dos personajes en la parte final de la película no están bien justificados por Santi Amodeo.
En cualquier caso, los personajes secundarios no aportan demasiado al nudo narrativo de la trama. De hecho, por momentos, el argumento central se siente tan desnudo como el balneario nudista, donde el trío de personajes se encierra para buscar en el pasado de la «mujer muerta».
Por eso, tanto la consistencia del personaje de Bernardo, y la propia interpretación de Óscar Martínez son las que de alguna manera salvan, y soportan el peso de la película.
Creo que la mejor definición de Yo, mi mujer y mi mujer muerta, se acercaría más a un drama con algunos elementos cómicos, que a lo que el póster promocional trata de mostrar.
*Conclusión
En definitiva, Yo, mi mujer y mi mujer muerta es una irregular comedia dramática que salva los muebles por la gran interpretación de Óscar Martínez, y por las luminosas apariciones de Ingrid García Jonsson y Carlos Areces.
Escrito por Miguel Pina
Parece mentira que a estas alturas de la historia cinematográfica todavía haya películas que puedan resultar insubstanciales por culpa del guión. Se diría que és el pilar básico y elemental sobre el que se habría de sustentar cualquier proyecto fílmico actual a no ser que sea una película pornográfica, pues entonces ja se sabe…
Pero ésta de Amodeo se rompe por las costuras del guión en cuanto profundiza un poco en su desarrollo. Debería ser imperdonable, y más cuando el propio realizador participa en su escritura. La verdad es que no se entiende la finalidad del proyecto. Todo está cosido con unos alfileres tan endebles como los clavos que atraviesan la cabeza del protagonista sin saberse porqué ni para qué.
Y es una lástima, porqué los actores se esfuerzan. Martínez nunca falla, los demás se comportan. La parte técnica no tiene nada de la que avergonzarse. Tiene su ritmo, quizás en ocasiones un tanto superficial, pretendiendo hacer reír sin gracia. Pero cuando llega el momento de encajar piezas y encontrar cierta carga de profundidad a la trama, todo se quiebra y no te cada otra que emitir un esbozo de amarga complacencia.
Al puzzle le faltan piezas y le sobran tetas indiscriminadas.