Yo
Sinopsis de la película
Un pueblo en Mallorca. Un nuevo trabajador alemán. Una sospecha no verbalizada. Un trabajo que conservar. Yo es la historia de un hombre que, sintiéndose acusado de algo que no ha hecho, trata de demostrar una inocencia que nadie cuestiona. Sus intentos por resolver esta situación le llevarán a confrontarse con el verdadero problema: él mismo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Yo
- Año: 2007
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
Película
6.3
66 valoraciones en total
A veces las notas en el piano se desbocan a lo Cecil Taylor. Esa pieza musical crece con el personaje, ofrece síntomas de su psicología y colabora para un misterio ambiguo que se muestra poco, por partes.
Esos detalles y tantos otros -música, interpretación de Brendemühl, costumbrismo de secundarios no profesionales, voces que resuenan en un plano fijo sin mostrar las bocas…-, sostienen una historia casi de existencialismo tramontano sobre identidades e intimidaciones solapadas. Violencias rurales encerradas en sí mismas, violencias de mallorquín (lengua) indescifrable a veces… Esas asperezas que subyacen en las situaciones cotidianas resultan fenomenalmente presentadas en la película. Pero, claro, son susceptibles de ser acusadas de no contar nada, porque lo que cuentan no queda en la superficie. No flota entre las Gimnasias, sino que permanece sumergido.
A mí siempre me han interesado las historias que explican sensaciones que pasan desapercibidas o que, percibiéndolas fugazmente, no somos capaces de precisar. Esta cinta incide en apuntar un ambiente de sospecha sin concretarlo. Sospecha íntima, fuerza centrípeta que arrastra hacia una percepción. Y eso exige la implicación del espectador más allá del ringorrango de las convenciones.
Así, el pasado del protagonista no existe para el espectador –otro escamoteo intolerable de datos para la costumbre de que lo contado sea lo que materialmente sucede, como si una historia no pudiera cuestionarse a sí misma y debiera contar la verdad, siempre, y nada más que la verdad-. Pero aquí el pasado se oculta, y el resultado inmediato es pensarlo e imaginarlo oscuro, traumático. Feroz pasado del que huir para ser otro. El espectador completará el puzzle de forma más eficaz de lo que lo haría cualquier guionista moviéndose de lado a lado, como un púgil, lanzando golpes.
Película construida por y para los tiempos muertos, inevitable recurso ya que el limen de la historia es la evolución de una psicología. El cambio que se produce en una habitación cerrada mirando la pared. Una película que evita formas para hundirse en pensamientos.
Viaje por la esquizofrenia beckettiana del que ve laberintos en las calles de un pueblo balear, escaleras en su mente y baile de identidades humanas aprehensibles, como si la existencia fuera algo que se pudiera someter y manipular –como un relato- en un camuflaje de identidades.
El tópico de que el cine español es una mierda (sin que sea del todo falso) queda en evidencia con esta angustiosa y efectiva película. Siguiendo el estilo de Michael Haneke en Caché, sugiere en vez de mostrar y evita dar respuestas concretas a todas las preguntas planteadas, dejando al espectador que haga su propia interpretación de los hechos. Excelentes actores (en especial el protagonista) la mayoría desconocidos, y una historia universal y muy estimulante. Muy recomendable.
Tal vez por que me toca, tal vez por que su actor siempre me ha parecido un tipo muy listo que parece que no actúa cuando está actuando, quizá porque me parece algo francesa. Por lo que sea, Yo me sorprendió y me encandiló.
Estellencs, situado en el norte de la isla de Mallorca, es el pueblo donde transcurre la acción y donde está rodada casi toda la película. Sus habitantes, son los actores, que como Brendemühl tampoco actúan, simplemente continúan con su vida y su naturalidad mientras los están filmando.
Con una historia contada desde un punto de vista diferente, Cortes y Brendemühl crean un guión paradigmático donde fusionan tensión y humor, donde exponen a los personajes a la crudeza de situaciones reales y muy cercanas. Su acierto se basa en lo próximo, el lo fácil que es mostrar las verdades ocultas de la vida sin caer en el dramatismo extremo o en el aburrimiento absoluto.
Mientras transcurre la acción, Cortes nos somete a la hostilidad que ofrece la isla, juega con nosotros juntando soledad y locura, rebuscando en la psicosis que el alma humana puede generar bajo las situaciones claustrofóbicas a las que un alemán, se ve envuelto a su llegada a la isla. Lo complicado, es crear esta atmósfera asfixiante con situaciones normales, sin casi artificios. El único artificio que Cortés introduce es un piano. Ese, es el único momento en que el piano de Óscar Kaiser me molesta, porque cuando sus acordes no persiguen a la acción sino que simplemente los acompaña, el piano me encandila.
Me gusta la luz que Cortés ha sacado de la isla. Me gusta la Mallorca interior, que Cortés plasmo en Yo. Aquí no salen postalitas veraniegas ni imágenes para el recuerdo. Aquí están grabadas las imágenes de la Mallorca imperecedera, la que mira con reojo a aquellos que pretenden cambiarla.
Cortés tiene influencias que lo han enriquecido. Difícil en no acordarse de El Extraño viaje (Fernando Fernán-Gómez, 1964) o de El resplandor la novela de Stephen King que más tarde Stanley Kubrick adaptaría a la gran pantalla.
Al loro con el intérprete que aparece con los títulos de crédito. L.A. pone la guinda a una película made in Mallorca. L.A. es un músico mallorquín y su nombre sonará seguro en un futuro. Y el futuro es cercano.
Bueno, para quien pueda interesar aquí va el trabalenguas que sale en la película:
Setze jutges d’un jutjat que mengen el fetge del penjat (dieciséis jueces de un juzgado que comen el hígado del ahorcado).
Conociendo como conozco la idiosincrasia del pueblo mallorquín, y por ende algo del alemán, esta película del señor Cortés me resultó de lo más simpática. Quizá peca de un exceso de oscuridad ambiental en Estallencs, pueblo de los realmente bonitos de mi querida Mallorca. Ahora bien, los personajes son auténticos, y Brendemühl, que sostiene todo el entramado con su mirada incrédula, está estupendo.
Un pelín localista, tardas en entrar en la historia aunque luego te recompensa.
Lo mejor: Los dos personajes alemanes, y por supuesto, Miquelet.
Lo peor: Casi es requisito ser mallorquín para captarla al 100%.
Es algo general, pero pongamos el diario ABC como ejemplo: La extraña peripecia de un alemán en Mallorca, acusado de un terrible delito, se convierte en una reflexión sobre la culpa y el remordimiento. Pero, ¿quién se inventa las sinopsis?, si no han visto la película, ¿por qué no parten de la web oficial o del press-book de la distribuidora o, no sé, por qué no preguntan? No hay tal, ni acusación de terrible delito, ni remordimiento, ni me parece a mí que quepa ninguna reflexión sobre la culpa.
Para mi visión de la película (que, leyendo a los autores, tengo que reconocer que resulta ser superficial o directamente errónea), los dos temas principales son la cesión del individuo a la presión de la necesidad de elegir entre integrarse en el grupo o ser maltratado por éste. En este sentido, escoger Mallorca es paradigmático –si el tópico de su hostilidad inicial es cierto-, y se hace hasta la broma de los dieciséis jueces de un juzgado que comen el hígado del ahorcado como prueba (¡si se es capaz de pronunciarlo!) de integración.
El otro tema es una historia de amor –de enamoramiento, quiero decir-, unilateral, irresoluta, que lleva a tomar una decisión sobre el único cadáver humano de la historia, y que quizás es de lo que más me gusta… no gustándome demasiado.
En cuanto a las formas, un piano que me gustaba mientras iba marcando un ritmo especial, me fastidia un poco cuando remarca una acción más tensa. Me gusta mucho la luz (tan invernal, en Mallorca) y la desasosegante manera de filmar los movimientos (¿era eso?, ya no lo sé, pero desasosegante y hermoso) y las casas.
Me gustan mucho las dos chicas y el Miquelet, en esa frontera de la torpeza mental. Menos Brendemühl, porque ya desde el principio de la película anda el tipo casi sin más sentimiento que el de estar asustado. Podría pensarse que es por su conocimiento parcial del castellano y probablemente nulo del catalán, pero resulta que cuando habla en alemán con su patrón tiene también ese gesto tenso de no estar seguro de si se le entiende o de si él comprende correctamente lo que le dicen. Cierto que luego me va implicando más, hasta que al final me pierdo un poco en qué siente respecto a su enamoramiento.