Eighty Letters
Sinopsis de la película
El director utiliza fuentes propias para rodar este retrato realista del ambiente de los años ochenta: la correspondencia que se intercambiaron su madre y su padre cuando éste se marchó a Reino Unido a trabajar, y las vicisitudes que pasó un Vaclav adolescente hasta que la familia pudo volver a reunirse.
Detalles de la película
- Titulo Original: Osmdesát dopisu (80 dopisu) (Eighty Letters)
- Año: 2011
- Duración: 75
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Opinión de la crítica
Película
5.5
29 valoraciones en total
Esta película checa nos cuenta -es un decir- la historia de una mujer que quiere mandar a su hijo a Inglaterra en pleno época del régimen comunista (que como es característico de los mismos, en su obsesión por controlar a la población y reprimirla, también incluían, ya puestos, la prohibición de salir del país), y envía allí continuas cartas a su marido y padre del chico. Lo único que el sufrido espectador ve es el apasionante proceso burocrático -apasionante como sólo lo puede ser la burocracia…- para conseguir ese objetivo, en una narracion insoportablemente autista.
Su director es incapaz de aplicar, no sé si por ignorancia, incapacidad o ganas de llamar la atención, esa cosa tan útil (para la cinematografía y cualquier otro medio de narración) como es lo que se conoce como elipsis . Para muestra de esto último un botón: en cierto momento madre e hijo están frente a un funcionario que revisa el papeleo que los primeros han llevado, que consta de como veinte o treinta páginas. Pues bien, el plano se mantiene mientras son hojeadas todas y cada uno de estas páginas, y aún hay alguna vuelta atrás para comprobar algún detalle que le pareciera al tipo que hubiera podido pasarle desapercibido…
La película dura unos eternos 75 minutos, tan sólo una hora y cuarto. ¿Os imagináis que encima tuviera una duración convencional?
Un niño se despierta. Llama a su madre, pero no está en casa. Corre a por ella y decide acompañarla en su rutina de un día.
Václav Kadrnka construye su debut en la dirección como una cadena de recuerdos infantiles, basándose en su propia experiencia para mostrar (con un ritmo no lento, lo siguiente) algunos de esos instantes que se le quedaron grabados a fuego cuando su madre enviaba cartas a su padre, antes de mudarse de Checoslovaquia a Londres.
Dirigida con elegancia suma, es más una película de imagen que de palabra, que tiene dificilísimo encontrar a un público dada la radicalidad de la propuesta, narrativa pero comatosa, algo que se habría solucionado no añadiendo más diálogos ni recurriendo a un montaje más ágil sino sencillamente limitando la duración de los planos y utilizando una herramienta tan básica como es la elipsis. Lo que pasa en el film puede resumirse (literalmente) en dos líneas pero diría que el viaje merece la pena.
Eighty Letters es cine diferente, personal, íntimo, pero estimable. Un poco más de ritmo para la próxima, Kadrnka, lo demás es poco criticable. Curiosamente poca gente huyó de su pase para público durante la 49 edición del Festival de Cine de Gijón.