Yakuza
Sinopsis de la película
La Yakuza es una mafia japonesa cuyo origen se remonta al siglo XVII. Utiliza los mismos métodos que las mafias occidentales y, como ellas, controla los negocios más turbios: la prostitución, el blanqueo de dinero, el contrabando, etc. Después de la Revolución Meijí (1868), que supuso la occidentalización del Japón, muchos samuráis pasaron a engrosar las filas de esta organización. Harry Kilman, un hombre que formó parte de las tropas de ocupación estadounidenses en Japón, vuelve a este país para ayudar a un amigo cuya hija ha sido secuestrada.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Yakuza
- Año: 1974
- Duración: 113
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Opinión de la crítica
7.3
86 valoraciones en total
El cine perdió hace unos meses a uno de los artistas más completos y respetables de la industria norteamericana, Sidney Pollack, hábil cineasta que supo alternar de manera admirable compromiso y artesanía en cada uno de sus trabajos. Es Yakuza sin lugar a dudas su film más complejo, thriller compacto y sin fisuras, muestra perfecta de cine de género, que albergaba una profunda admiración hacia la cultura japonesa, de la que sus principales artífices (Paul Schrader y su hermano Leonard en el guión y el propio Pollack en la dirección) no ocultaban su interés y devoción.
Yakuza es un trabajo excelso, formidable retrato de personajes perfectamente delineados por la pluma de Schrader, demostración de cine serio, cuidado, intimista, de una carga reflexiva soberbia, obra pura y sin artificios a la que Pollack supo imprimir vigor y romanticismo en cada fotograma.
Es admirable la construcción de personajes de la que hace gala esta película, desde un ajustadísimo Robert Mitchum, representación absoluta de héroe en constante amenaza de un pasado asfixiante, hasta un pletórico Ken Takakura, con uno de esos papeles que tanto glorifican al actor, delicia al que el astro japonés saca todo el partido posible y que repitió en esa especia de remake que el irregular Scott llevó a cabo en la entretenida Black Rain.
Es también remarcable la incisiva y violenta mirada que Pollack imprime al relato con algunas secuencias de una dureza rara en el resto de su filmografía pero perfectamente combinadas con una de esas historias de amor inmortal, sublime y hermosa relación la de Harry y Eiko tratada con ese poso de amargura y nostalgia que tan bien ha sabido retratar Pollack en títulos imprescindibles como Bobby Derfield, Tal como éramos o la archiconocida Memorias de África, pero que aquí posee una aureola revestida de tragedia que la hace muy superior al resto. Un amor imposible al son de los acordes de un poderoso Dave Grusin en una de sus mejores partituras.
Amo profundamente este film, el cual ha visto en numerosas ocasiones sin llegar nunca a cansarme, es por ello que tengo el deber de remarcarlo y confirmarla como uno de los mejores y más lúcidos ejercicios cinematográficos posibles, sin lugar a dudas altamente recomendable.
LO MEJOR: El clímax de la cinta, de la que Tarantino bebió y mucho en su Kill Bill, eso sí elevándolo a cotas superlativas.
LO PEOR: Quizás la excesiva ralentización de algunos pasajes, nimiedades en un conjunto tan equilibrado como perfecto.
La primera vez que la vi, fue en la dos, hace muchos años, siempre me había quedado
con la escena de Mitchum con dos recortadas en la mano haciendo justicia. Luego crecí
.Al cabo del tiempo, me di cuenta que apenas tenía acción, pero que era mucho mejor de lo que la recordaba.
Sin dudarlo tiene uno de los finales más emotivos (junto al de robin y marian) de la historia
del cine.
El mejor trabajo de Pollack (de los que he tenido oportunidad de ver), lo cual ya es un punto a su favor teniendo en cuenta lo mucho que me gusta Memorias de África .
Robert Mitchum es capaz de dibujar un personaje lleno de sensibilidad, decadencia y derrota, a la vez que se va revelando a lo largo del film como un tipo duro, superviviente y capaz.
La historia enmarcada en una cultura oriental rezuma exotismo por los cuatro costados, sin situar al personaje de Mitchum en situación forzada, el tratamiento de respeto de éste hacia dicha cultura es interesante, pues se aleja del paternalismo habitual de estas concepciones.
Resaltar el soberbio trabajo de Takakura Ken (como Tanaka Ken, el hombre que nunca sonríe), así como el guión, la música y la dirección.
La historia no es previsible, te atrapa desde el primer momento, y su resolución es perfecta…Pollack alarga, de forma magistral, un final que en la última media hora tiene tres o cuatro momentos cumbre que bien podrían haber concluído la película. El colofón elegido no es menos intenso.
Perfecta. Disfrútenla.
Probablemente después del gran Bogart, no ha habido otro como Robert Mitchum para el papel de duro en estas películas de cine negro. En Yakuza disfrutaremos de uno de sus últimos grandes papeles.
A muchos les gusta esta película por su dureza, quieren ver y en cierta forma es cierto un claro precursor de todo el cine que ha venido después incluido Tarantino. Precisamente toda la parte más salvaje es la que menos me agrada, y es en cambio la más sutil, que viene de la mano de ese pedazo de director que es Sydney Pollack lo que más agradezco como comento en el spoiler.
Porque es una película extraña, aunque esté rodada íntegramente en Japón, si me dicen que se rodó en estudios me lo creo, porque es en interiores donde más y mejor funciona. Son los diálogos de los hermanos Schrader –cracks de guionistas- donde vemos el alma de este bello film sobre el honor y la redención.
Algunos sólo verán la recortada del señor Mitchum pegando tiros a diestro y siniestro, yo me quedo en cambio con la amargura de un hombre que le dice al taxista que de la vuelta que tiene un asunto que resolver.
Filme sobrio y eficaz el de Pollack, con algunos restos del tinte estético setentero de la época que le otorga a la cinta un toque de subproducción pekinpahiana, con algunas carencias en la puesta en escena y con cierta tendencia esteticista mediante el uso del zoom y algun otro movimiento raro de la cámara.
Pero Yakuza es una película seria en cuanto guión, con una trama interesante que aborda bien las mafias Yakuza japonesas y otras subtramas y palos paralelos que implican desde varios prismas a los personajes, de forma muy bien tejida y con gancho. Todo ello se edifica alredededor de la tragedia en forma de parábola sobre valores como la amistad, el deber, la deuda, el agradecimiento…
En Yakuza se aprecia gustosamente la falta de estridencia ni pluma innecesaria, con escenas de acción contenidas y realistas , donde los clásicos encontronazos múltiples entre los bandos se resuelven en cuatro o cinco katanazos, reduciendose la sangre a la justa y necesaria. Interpretaciónes igualmente contenidas y sin estridencias, donde los extras nipones ni hablan ni gritan más de lo necesario y los protagonistas nos sugieren mucho más de lo que ya nos cuentan.
Dicen que el cine de Pollack es individualista, marcadamente fijado en las personalidades, que nos narra (como es ahora el caso), alguna historia de amor perdida, imposible, frustrada.. Así son tambien sus personajes, y en Yakuza los tres protagonistas muy bien interpretados (si exceptuamos a la actriz femenina) por Mitchum, T. Ken y Keiko, que representan pequeños o medianos fracasados, vencidos en sus objetivos y deseos más vitales, que dejaron pasar cada cual a su modo, su oportunidad.