Whale Rider
Sinopsis de la película
En un pequeño poblado de la costa de Nueva Zelanda, los aborígenes de la tribu Whangara creen que proceden de un único ancestro, cuya existencia se remonta mil años atrás. Su nombre es Paikea, y escapó de la muerte, tras volcar su canoa, montando a lomos de una ballena. Según la tradición, el jefe de los Whangara, el Whale Rider , el Paikea, tiene que ser un primogénito varón. Pero Pai, una niña de once años, cree que está destinada a ser la máxima autoridad de la tribu. Por ello, aunque adora a su abuelo Koro, se enfrentará con él y con mil años de tradición.
Detalles de la película
- Titulo Original: Whale Rider
- Año: 2002
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
6.9
53 valoraciones en total
Coincido con todos aquellos a los que les agrada la interpretación de la protagonista, es una dulce sorpresa encontrar tanto talento en una persona muy joven. El mérito de esta película radica en no caer (como tan fácil y/o inadvertidamente suele ocurrir) en el sentimentalismo barato cuya única meta es sacar al espectador lágrimas de telenovela, es muy emocional pero nunca pierde el piso, ello se debe obviamente a un buen trabajo de dirección. Historia que sin ser trepidante o vertiginosa está cargada de intensidad, habla de las costumbres, tradiciones y convicciones a los que uno debe saber ajustar en una sociedad cada vez más y más occidentalizada.
Después de observar un tráiler sólo tenía ganas de conseguirla, pero ahora que la he visto me siento en la obligación de recomendársela a cualquiera que le guste el cine. Whale Rider es una preciosa fábula que nos lleva a un pueblo de leyenda, donde según la tradicción cada generación nace un varón encargado de devolver la sonrisa al pueblo dirigiendo a una ballena. Pero algo falla, y el futuro aspirante fallece en el parto, llevándose a su madre por delante. Para mayor problema, eran mellizos, siendo el otro hermano una preciosa -pero inútil bajo este régimen- niña…
Bajo este punto de inicio, y sin querer desvelar más de esta maravillosa historia, hay que empezar reconociendo el nivel de las interpretaciones de la cinta. Simplemente sublime. Si Haley Joel Osment estaba enorme en El Sexto Sentido y Dakota sobresalía en El Fuego de la Venganza, ver a la jovencísima Keisha Castle-Hughes en esta obra es una auténtica experiencia. No me extraña que la academia de los Oscars la nominase ese año a la estatuilla a la mejor actriz.
El resto sigue siendo sublime, desde los niños del pueblo, hasta la familia entera de la joven. El líder se parece un montón a Takeshi Kitano en sus cintas, y llega realmente a imponer respeto. La BSO es una gozada y la fotografía magnífica. Es realmente una gran película, casi redonda y capaz de arrancar unas cuantas lágrimas en algunos momentos. Sin duda, obligada. Me extraña que sea tan poco conocida con el nivel que tiene. Es más, si esta historia la firmasen Hayao Miyazaki y su estudio Ghibli, estaría tan reconocida o más que El viaje de Chihiro , Nausicaa , Mononoke y demás. Ah, eso sí, a poder ser recomiendo verla en V.O., gana muchos enteros.
Cuando el reino animal, obligado por la Evolución, sacó a numerosos súbditos del agua dándoles patas y diferentes recursos para pervivir sobre la tierra, los seres más sofisticados llegaron a ser los mamíferos, éstos, además de inteligentes, tenían vínculos con sus crías mucho más prolongados e interdependientes que el resto de animales inferiores.
Pasó el tiempo, y la Evolución seguía, desde hacía millones de años, ordenando a los animales que salieran del agua y se convirtieran en perfectos mamíferos terrestres. Pero surgió un grupo rebelde: los cetáceos, las ballenas. Estos mamíferos consolidados quisieron volver al agua. Y lo hicieron. Volvieron a sus orígenes, tan lejanos que otros animales habían olvidado por completo. Adaptaron una viejísima costumbre, vivir en el mar, a sus cuerpos nuevos de mamíferos y a su inteligencia colosal. La Naturaleza no entendía este empeño: con ese tamaño anacrónico, como de dinosaurio, ¿volver al agua?. ¡Qué disparate!.
Whale rider nos habla de la tradición y el presente. Para la tribu maorí que ilustra la película, su primer antepasado había llegado hacía mil años, desde el mar, montado en una ballena. Por eso, este animal sería considerado sagrado por toda la tribu y un descendiente de ese ancestral jinete guiaría el destino de las generaciones posteriores.
No sé si el mito será real o es una invención de Witi Ihimaera, la autora maorí de la novela en que se basa el filme. En cualquier caso, las ballenas encarnan el símbolo de la readaptación al medio y son la metáfora perfecta que da lugar a la historia de Whale rider.
Pai, la niña protagonista, sería la ballena rebelde que quiere volver al agua de sus antepasados y ser aceptada por su familia, pero no desde la sumisión. También puede sugerir esta película una interpretación, si se quiere más obvia, desde un punto de vista feminista. Las tradiciones, las herencias tribales, que tienen que ver con el ejercicio del gobierno o el liderazgo espiritual de una comunidad, han compartido, en su gran mayoría, desde el hemisferio norte al hemisferio sur, el privilegio concedido al poder masculino. Más tarde, con la excusa de defender la memoria de los pueblos, su idiosincrasia, se han tolerado y se siguen tolerando hábitos que se remontan a cuando las ballenas tenían patas.
Pero a mí me gusta ver la película abarcando también otras miradas que atraviesan asuntos como las relaciones familiares, la adaptación de las tribus autóctonas de un territorio al modo de vida occidental o la convivencia con la naturaleza. Por eso, esta obra, de argumento sencillo y desarrollo sosegado, es más compleja de lo que aparenta. Sin embargo, se disfruta sin esfuerzo por la belleza de sus imágenes y de su música, por la contundencia y credibilidad de sus intérpretes … ¡y por lo bien maquilladas que están las ballenas!.
Como Koro, el Paikea de este clan maorí, algunos de los espectadores aún no estarán preparados para comprender el mensaje de esta película.
Más de una lágrima me arrancó la portentosa interpretación de esa niña, muy bien respaldada por el resto de actores. No entiendo cómo alguien puede aburrirse con este poema visual de originalidad y delicadeza inusitadas. Evidentemente, no habrán entendido de la misa la mitad.
El final de la discriminación es inevitable. Tarde o temprano (más tarde que temprano) se acabará imponiendo la lógica en todo el mundo, aunque me temo que en el procesó sufrirán muchas mujeres.
De gran profundidad. A lo largo de toda la película sientes un dolor muy grande al ver la lucha titánica de un pueblo aborigen, por mantener su identidad y forma de vida, contra lo que parece una inevitable desintegración hacia lo que llamamos ¨modernización¨. Esta llena de valores y sentimiento. La interpretación de la protagonista es deliciosa.