Vil romance
Sinopsis de la película
Vil romance narra la peculiar relación entre dos hombres: Roberto, un joven homosexual que no tiene trabajo, y Raúl, que con más de 40 años, vende armas y simula ser heterosexual. Un día Roberto ve a Raúl por la calle y empieza a seguirle. Raúl se sienta en una plaza a leer el periódico, Roberto se acerca y de ahí surge una historia de sexo y violencia con mucho realismo. El joven e inexperto Roberto acepta la invitación de Raúl para convivir con él en su casa del Gran Buenos Aires, pero lo que parecía una maravilla y su salvación se convierte en una cárcel. Raúl es celoso, y se deja llevar por esos celos, comenzando una espiral de maltrato, crimen y traición de la que resulta muy difícil salir.
Detalles de la película
- Titulo Original: Vil romance
- Año: 2008
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
5.2
64 valoraciones en total
Las relaciones entre dos personas son muy complejas cuando una de ellas adquiere un status dominante y la otra se convierte en dependiente. Perfectamente asumidos estos roles por la pareja, podría funcionar si existen unas personalidades bien formadas y con sentido humanitario, y sobre todo si existe amor. Cuando la relación se basa en la brutalidad de uno y en la sumisión del otro, esa relación se vuelve oscura y dolorosa. El guión esta basado en este tipo de relación, pero no está redondo, queda algo corto y falto de profundidad en algunos momentos, en especial con las relaciones familiares. Los dos personajes masculinos están físicamente bien definidos, así que pronto el espectador toma partido y aunque la interpretación no es muy buena, si es suficiente para que podamos entrar en los sentimientos, cuando los hay, de ambos personajes. La ambientación, especialmente los interiores, ayuda a comprender esa desgraciada vida que lleva a determinadas situaciones entre los personajes. Pero la puesta en escena es muy realista y el director, con cierta carencia de práctica cinematográfica, sale airoso y consigue una película que engancha mientras la estás viendo, y lo que es más importante, te deja pensando sobre las relaciones humanas.
No me explico por qué la tendencia a filmar cintas con faltos de buen argumento, autentica interpretación, caracterización, música, estética en dirección de arte o bien el recurso del montaje que pueda engrandecer toda obra que se jacte de serlo. Ignoro si sea influencia del movimiento Dogma iniciado por Lars Von Trier, quien trata de hacer películas más puristas y se vean exentas de la intervención de elementos que enturbien el estilo. Aun así el danés se da a la tarea de resolver que cada película supere lo ordinario y dirigirla a la controversia con el puro guión y alguno que otro elemento que destaque por su disparidad con lo establecido.
Para algunos directores hispanos esta tendencia viene como en charola de plata, dado que la falta de recursos siempre es algo con lo que tienen que lidiar, no obstante es imperdonable que quieran vender películas con hechos marcados por la apatía sin ese trabajo del guionista que se limita a contar hechos reales sin ninguna posibilidad de trascender (Gerardo Naranjo, Amat Escalante, Rigoberto Pérezcano y más nombres que se encuentran por ahí en la lista de nuevos directores). La conducta humana es el eje de toda historia, pero que mejor cuando se encuentra ilimitada.
Para Campusano la cosa se le complica al no darnos más información de sus personajes centrales, pobreza de antecedentes, clichés del tema en cuestión que solo se ven de alguna manera trastocados por la violencia implícita dentro de las relación establecida como pareja, familiar o dentro de un contexto de infidelidad. Falta garra con respecto a las interpretaciones. El tipo adulto transmite una tibieza en desacorde con lo que el personaje transmite con su actitud hostil (marcada en los guiones de su personaje, supongo yo), los jóvenes parecen ser parte de un documental, no hay trabajo histriónico.
La labor del cineasta es compleja, pero si el objetivo es que sea del agrado de las mayorías el camino ha sido errático, ahora que si es para satisfacer su necesidad de expresión es valido realizar este tipo de películas muy personales.
Terriblemente pasmosa.
El gran valor a destacar de esta película es lo lejos que queda la propuesta que nos ofrece Campusano del discurso habitual que presiden los filmes de temática gay. Aquí no hay buen gusto, ni glamour, ni ambientes cool ni ropa de marca, ni tan siquiera esa socorrida belleza que empapela los fotogramas de este género. Nada de lo habitual os espera en esta historia. El paisaje y paisanaje sobre la que posa su mirada el director argentino es el reverso nunca visto ni mostrado: la periferia, el lumpen y la escoria de la ciudad de Buenos Aires.
Para eso asistimos a la tormentosa relación que se inicia entre Roberto, un joven solitario y abandonado, y Raúl, un violento cuarentón y miserable buscavidas. Desde el primer momento, la abyección es la sutura que cose la convivencia, y nada de lo que ocurrirá posteriormente hará que este espacio de horror varíe. De hecho, el amor o el romance, pese al titulo, está totalmente despejado de esta ecuación tortuosa, y cuando osa aparecer pronto es expulsado. Por ejemplo, el único punto de luz que muestra la historia: el enamoramiento de un joven español hacia Roberto, será pronto abortado tanto por este como por Raúl. Así, la violencia es la única respuesta que conocen todos los personajes de esta película y el motor que marca el destino de cada uno de ellos. Conviene aclarar que este comportamiento no surge sólo como respuesta al entorno, sino que es el resultado de esa falta de amor que los hace ser juguetes rotos camino de la destrucción. El mérito de Campusano es ofrecer todo este horror desde la crudeza. Una crudeza limpia, en la que lo mostrado no pasa por juicio alguno hacia los personajes o situaciones, dejando que sea el espectador el que tome sus decisiones. A esto ayuda bastante el reparto escogido. Ninguno perteneciente a ese star system argentino, lo que hace que la autenticidad que muestre sea mucho mayor. Así entre la pareja protagonista (Óscar Génova y Nahuén Zapata) no hay química alguna, pero sí una física que crea un ambiente malsano a lo largo de toda la proyección y que habla del espectacular trabajo que ambos realizan. El resto del reparto igual de maravilloso. No hay actuación, en el sentido de una representación realizada siguiendo un propósito, sino que cada uno de los actores y actrices parecen sacados del mismo arrabal por el que transita la historia, hasta el punto de lograr ser los personajes, algo bastante difícil de conseguir en mi opinión y que habla de la perfecta dirección de actores que consigue Campusano. Resumiendo: una película a descubrir, que navega a contracorriente y sale airosa sin ahogarse.
En su inicio puede enganchar, pero pronto se pierde el interés ya que la relación violenta que se da entre los protagonistas, nunca alcanza el tono necesario, no llega a tener ni la tensión, ni la profundidad que la historia requería.
Las actuaciones son pésimas, la dirección acompaña las actuaciones.
Y el final, patético, parece la conclusión de un unitario mexicano de la tarde, tipo La rosa de Guadalupe o Como dice el dicho.