Víctima
Sinopsis de la película
Melville Farr (Dirk Bogarde) es un prestigioso abogado inglés felizmente casado con Laura (Sylvia Syms). Sin embargo, detrás de su apariencia conservadora se esconde un homosexual que busca escarceos con jovencitos, a pesar de que le había prometido a su mujer que esa etapa de su vida ya estaba clausurada. Ambientada en una época en la que la homosexualidad era todavía considerada un delito que podía implicar penas de cárcel.
Detalles de la película
- Titulo Original: Victim
- Año: 1961
- Duración: 95
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Opinión de la crítica
Película
7.2
24 valoraciones en total
Hay un guión extraordinario en el que siguiendo algunos métodos del thriller se le oculta al espectador algo fundamental, no con la intención de que el espectador sufra, sino con la intención de que el espectador vaya sacando sus conclusiones. Es el tipo de guión que considera al espectador inteligente y eso me gusta. En este caso se juega, además, con el intermediario, alguien al que unas gafas de motorista le mantienen en cierto modo en el anonimato. A medida que avanza la película cada uno se va quitando su careta, lo cual aumenta la intriga. A pesar de ello y como pasa siempre sospechamos de muchos personajes y eso está bien porque no es bueno que al final se saque un culpable por arte de birli birloque. Pero con todo, el interés de la película, depende de quien la vea, está en la actitud de Farr, magníficamente interpretado por Dick Bogarde, que es capaz de enfrentarse a una sociedad hipócrita para demostrar la inconveniencia de una ley anti-homosexual a pesar del daño personal y profesional que puede sufrir. Lo curioso es que este argumento se produciría en la realidad en Gran Bretaña y en otros países. En España estaba la ley de vagos y maleantes que también podía conducir al chantaje al abrigo de la ley.
Fantástica película, audaz como pocas por el tema tratado -especialmente en el contexto histórico en que fue realizada-, por la información que nos aporta de una sociedad y una época, y también por su excelente factura, que supone el perfeccionamiento de un modelo ya ensayado anteriormente con notable éxito.
Y es que cuando una fórmula narrativa funciona no hay nada de malo en volver sobre ella para ilustrar diversos temas o intereses, así, la progresión dramática de este filme, por medio de la cual poco a poco vamos descubriendo qué se oculta tras su intrigante y estimulante comienzo, no es sino una versión revisada (y yo diría mejorada) de la que ya empleara Dearden en Sapphire ( Crimen al atardecer ). Efectivamente, en aquella película el tema central era el racismo, pero la forma indirecta de abordarlo, a modo de encuesta investigadora, es exactamente la misma que aquí encontramos, si bien ahora el tema central es la homosexualidad, otro asunto tabú para la moral británica de la época. La virtud de este modelo es que su formato de investigación -siempre con policías muy contrastados de por medio- permite mantener un interés creciente -rayano en el suspense- a lo largo del metraje, al tiempo que revela las hipocresías, temores y odios latentes que una sociedad bienpensante y formal como la británica tiende a ocultar.
Y es que a medida que el espléndido guión aborda las reacciones y actitudes de los distintos personajes, vemos como la fachada de respetabilidad tras la que se ocultan cae indefectiblemente, y por extensión se pone de manifiesto la intolerancia y la hipocresía de una sociedad que persigue y acosa aquellas actitudes, comportamientos y sentimientos que considera heterodoxos, en este sentido, los chantajistas de la película son un reflejo concreto y personalizado de un mayor chantaje, que es el que impulsa la sociedad respecto a los homosexuales. La respetabilidad exige que tales invertidos oculten sus vergüenzas , que se rodeen de un disfraz de normalidad y que entierren sus peligrosas tendencias, el personaje que magistralmente interpreta Bogarde es la perfecta encarnación de esta represión, de este chantaje social cuya fuerza es tal que consigue -en ocasiones- transmitir un verdadero sentimiento de culpa a quienes son, en realidad, víctimas.
Además de las ya mencionadas virtudes del guión, que aparte de una brillante dosificación gradual del drama y el suspense cuenta con excelentes diálogos, la película se beneficia de una buena fotografía, nocturna y en ocasiones tenebrista, a cargo de Otto Heller, y de una planificación y puesta en escena de agradable clasicismo, logrando así que la historia fluya ordenadamente, con una continuidad formal y narrativa envidiable. El reparto hace una muy buena labor, especialmente los que interpretan a los homosexuales, encarnando cada uno una actitud diferenciada hacia su condición, y distintas respuestas ante el chantaje.
Película que ejemplifica el verdadero cine social y de denuncia, revelador de la cara oculta o el negativo de la sociedad de su tiempo, es en mi opinión un título de referencia, que anima a ver más películas de este poco recordado y valorado realizador.
Cuando una persona tiene la ley de su lado, aunque esta sea injusta y xenófoga, se ve en condiciones como para abusar, acusar o dañar a las personas más débiles que ellas y las cuales una determinada ley condena. Así, por ejmplo, si en la Inglaterra puritana de mediados del siglo pasado, las leyes condenaban las relaciones homosexuales como un delito penado con la cárcel y el castigo, alguien puede ser lo suficientemente cruel y vil como para chantajear a los homosexuales, pidiéndoles dinero a cambio de no denunciarlos a las autoridades.
En esa situción llevada al límite se encontraba Boy Barrett, obrero de la construcción, cuando pidió ayuda a su amigo, el abogado Melville Farr, cuando está siendo chantajeado. Farr se negará pensando que el chantajeado es él, pero en realidad es el chico quien está siendo acosado por la relación emotiva existente entre ambos. Pero Farr no se dará cuanta de ello hasta que su amigo sufre un trágico final para proteger su secreto, y decide empezar a investigar para acabar con esta círculo de temor y culpa, en el que los hombres se convierten en víctimas y en criminales , debiendo ocultarse sólo por ser cómo son.
Lo más importante de esta película y de su trama criminal es su osadía y el adelantarse a su tiempo, pues fue la primera cinta británica en abordar el tema de la homosexualidad de forma explícita y en emplear esa palabra para referirse a ese determinado colectivo, cuyas historias siempre habían estado soterradas y ocultas por culpa del tredicionalismo y los códigos morales de esa época. Siendo un importante paso para una mayor tolerancia en el tratamiento de este tema en el cine pese a la gran controversia que suscitó desde su estreno, ya que en Hollywood, aunque en algunas películas se trataba de forma algo velada (como en la cinta de este mismo año La Calumnia de William Wyler), no se hará plenamente hasta el fin del código código Hays en 1968. Por lo demás bien escrita, bien dirigida y con dos grandes interpretaciones de Dick Bogarde y Silvis Syms. Muy interesante.
Viendo el especial de TCM Orgullo y prejuicio , dedicado a los primeros filmes que se dedicaron a tocar el delicado tema de la homosexualidad, me encontré con esta joya prácticamente desconocida.
Victim es una película inmensa, intrigante, notable en todos los sentidos, pero en especial por tratar un tema tabú en la sociedad en aquellos años.
En una época en que la homosexualidad en Gran Bretaña era un delito que se pagaba con cárcel, Janet Green y John McCormick escribieron este relato sobre el sentimiento de impotencia que sentían los homosexuales por tener que ocultar lo que eran.
El protagonista de la historia es Melville Farr (Dirk Bogarde), un abogado en ascenso, casado e influyente. Pronto su secreto se ve expuesto, es homosexual, tras indagar sobre el suicidio de un antiguo amante, Boy Barrett (Peter McEnery, cuyo personaje se queda como una mancha indeleble a pesar de lo poco que dura su personaje), y descubrir que muchos sen su posición se ven amenazados con chantajes, causándoles un gran sufrimiento e indignación.
El filme es magnífico, aborda cada situación de una manera razonable. Te vas involucrando con la historia a medida que pasa, el suspenso consume de una forma enternecedora, pues los personajes transmiten de manera brillante cada parte que les toca interpretar.
Las actuaciones, aunque en ciertas ocasiones resultan muy teatrales, son muy buenas. Dirk Bogarde está sensacional (aspiró a un BAFTA como Mejor Actor en 1962): cada mirada, cada expresión, cada palabra que sale de sus labios son inconmensurables.
La confrontación con su esposa, Laura (muy bien representada por Sylvia Syms), es de las mejores que he visto. Me alejé de él porque le deseaba, le quería .
Un gran nudo, inmejorable desenlace.
¿Sacrificaríamos matrimonio, carrera y reputación por mostrarnos tal y como somos?
Totalmente recomendable.
Victima no es una obra maestra, ni siquiera es una gran película. La dirección de Dearden es errática y escamotea demasiadas cosas en una puesta en escena realmente plana y sin mordiente. A pesar de todo esto y alguna truculencia poco creible hoy en día, ante una obra como esta hay que quitarse el sombrero.
Se trata sin duda una de las obras más valientes de la historia del cine. No solo por tratar un tema totalmente tabú en su momento, si no por no pararase en la simple descripción de personajes y situaciones, por no hacer más que las concesiones necesarias para la época. La visión de vicitm adquiere así un significado histórico y sociológico que la transforman en una obra grande, muy muy grande.
Si a esto añadimos la excelente interpretación de Dick Bogarde, sin duda perfectamente mimetizado con el personaje, las conclusiones frente a esta cinta no pueden ser más positivas. Seguramente en manos de otro director los resultados hubiesen sido mejores y quizás algunos tópicos que lastran en exceso el film podrían haber sido evitados. Pero vistas las cosas hoy en día Victima puede resultar desoladora no solo por la sordide de la historia que cuenta, si no por que seguramente en el fondo las cosas no han cambiado tanto en estos años como sería deseable.