Un hombre solitario
Sinopsis de la película
Jacob (Palance) es un hombre del Oeste, un pistolero temible. En otro tiempo, tuvo un hogar y familia, pero el orgullo de una mujer lo llevó a emprender una vida solitaria y peligrosa. Harto, finalmente, de vivir sin rumbo, decide regresar a su hogar para llevar una vida tranquila y encargarse de la educación del hijo que había abandonado (Perkins).
Detalles de la película
- Titulo Original: The Lonely Man
- Año: 1957
- Duración: 88
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Opinión de la crítica
Película
6.2
98 valoraciones en total
Jacob es un hombre del oeste, que un día tuvo un hogar y familia, pero el orgullo de una mujer le llevó a emprender una vida solitaria, peligrosa y sin rumbo. Harto de todo ese mundo decide dejar el oficio y retomar una vida pacífica y terminar de educar a un hijo que dejó mientras crecía.
Henry Levin, un director muy decente, logra con una gran sutileza y cuidado, que nos adentremos a esta historia.
La película empieza con tonos melodramáticos, y es cierto que es bastante previsible, pero nada de eso le quita mérito.
A mi me recuerda a un western del mismo año Cazador de forajidos , también con Anthony Perkins, con la tranqulidad y suavidad con la que está rodada, sólo que ahí está Mann…
En el apartado interpretativo Jack Palance hace un trabajo digno de destacar e impropio de su carrera, Anthony Perkins también está muy bien como ese chico débil y afligido, y de secundarios vemos a caras habituales del género cómo la de Lee Van Cleef y Neville Brand.
Creo que nos encontramos ante uno de esos pequeños westerns diferentes y moralistas que injustamente se han olvidado.
En el cine de Hollywood hay un tema importante que es el de las relaciones entre padre e hijo, y que en los años 50 está presente en films como Lanza rota (Broken Lance, 1954), de Edward Dmytryk, en El precio del éxito (Fear Strikes Out, 1957), de Robert Mulligan, o en éste que aquí nos ocupa, dirigido por Henry Levin. Un hombre solitario es un estupendo western , a veces con un tono melancólico y sombrío, en el que un famoso y temido pistolero, interpretado por Jack Palance, trata de reconducir su vida hacia derroteros más pacíficos, pero se encontrará con la hostilidad de su hijo, encarnado por Anthony Perkins. A estos dos grandes actores hay que añadir una impresionante galería de actores secundarios, como Neville Brand, Lee Van Cleef, Claude Akins, Robert Middleton o Elisha Cook, Jr., que componen un reparto muy sólido. Elaine Aiken, la única mujer del reparto, hace un buen trabajo, pero no destaca especialmente por el mismo.
Sin duda es un western muy recomendable, y seguramente es una de las mejores películas de su director.
Esto es lo que me fascina del western señores: película desconocida, olvidada, que uno se sienta a ver sin demasiado entusiasmo pero que desde el primer momento, desde la primera secuencia, se empiezan a atisbar signos de gran película e inestimable entretenimiento. ¿Qué cuales son estos signos? Muy fácil:
– Banda de pistoleros formada por, atentos, el frío y calculador Lee Van Cleef, el siempre rastrero y sanguinario Neville Brand y el cobarde urdidor de Elisha Cook Jr. Ya ven. Palabras mayores.
– Un duelo interpretativo en la cumbre entre Palance y Perkins. Uno, Jack, situado ya en la cumbre de la interpretación y presentando unos antecedentes como Panic in the Street (Kazan, 1950), Shane (Stevens, 1953) o The Big Knife (Aldrich, 1955). El otro, Anthony, abriéndose paso en una carrera que terminaría siendo excepcional.
– La presencia del increíble de Robert Middelton uno de los secundarios más carismáticos que uno ha podido ver en esto de las espuelas y los revólveres.
– Fotografía en B&N, ya saben, para darle más tintes dramáticos al asunto y hacer que todo luzca más clásico.
– La canción de apertura de Nathan Van Cleave, The Lonely Man, en un registro típico que acompaña al jinete solitario en cualquier buen western que se precie y que ambienta el asunto hasta cotas insospechadas.
Suficiente ¿verdad? Yo diría que demasiado para hacer que no te despegues del sillón en la casi hora y media que dura el film. Además la película no queda solo en eso sino que desarrolla un argumento bastante interesante donde Jacob Wade (Palance) es un pistolero que decide alejarse definitivamente de la vida de villano que le ha hecho ser temido en todos los lugares de la región. Y para su redención recurre a la figura de su hijo Riley Wade (Perkins) al que tenía olvidado y al que ahora intenta recuperar proporcionándole un futuro y educándolo en unos valores que nada tienen que ver con los que le llevaron por el mal camino. Por otra parte, Riley culpa a su padre de la muerte de su madre y del abandono al que le ha sometido durante tantos años con lo que el conflicto paterno-filial se convierte en el eje de esta historia. La aparición de personajes relacionados con el turbio pasado de Jacob o la presencia de una de sus antiguas amantes, Ada Marshall (Elaine Aiken), completarán una historia que, como no podía ser de otro modo, tiene un final arrebatador, simbólico y apasionante.
Si se han perdido por la red y se han topado con estas palabras, si aman al western y si ven a Palance como un tipo único en esto de la interpretación, ya están tardando en ver esta notable cinta: les sorprenderá y difícilmente podrán olvidarla. Pueden apostar por ello.
Impecable western de Henry Levin, con muy buen guion, escenarios muy bien escogidos, música adecuada y sorprendente puesta en escena de excelente manejo, tanto de los actores principales Jack Palance y Anthony Perkins, actores de gran talla física(1,93 y 1,88 mts respectivamente)y profesional, como de los variopintos actores secundarios, Neville Brand y Lee Van Cleef, por ejemplo, en sus papeles de villanos.
Este es un western con reminiscencias freudianas, tanto por su enfoque del pasado que explica los hechos del presente como por la relación inicial padre-hijo de Jacob Wade(Jack Palance) y Riley(Anthony Perkins), que podría interpretarse como un complejo de Edipo que sufre el hijo, su rechazo agresivo y verbal-irónico hacia su padre, culpándolo por la muerte de la madre añorada. El único bien que guarda en sus bolsillos es la foto de ella, abandonada por el padre, un pistolero redimido con problemas de conciencia, que la abandonó hace más de 10 años y regresa a buscarla, sin saber que ella se ha suicidado arrojándose al fondo de un barranco. Riley hubiera preferido la muerte del padre por la de ella y así se lo hace saber.
Este drama de conciencia del pistolero que intenta rehabilitarse(tópico muy común al western) se acentúa aún más cuando intenta preocuparse del hijo y recibe el desafecto de este, tanto como la resistencia del pueblo en donde vivió. Su único refugio es el único personaje femenino Ada, antigua compañera, quien develará, en el desarrollo de la trama, la búsqueda de la verdad con vistas a superar el complejo freudiano. Es ilustrativo al respecto la primera vez que Perkins llama padre a Palance, tras enfrentarse y eliminar a miembros de su antigua banda de forajidos.
Otro gran valor cinematogáfico es la elección de escenarios abruptos, escarpados, duros, agresivos y el domar caballos salvajes como acción recia y fuerte de los personajes principales. Excelentes estrategias de acercamiento, despliegue y captura de los briosos corceles puesta al servicio del entramado fílmico, todo ello, en colores blanco y negro que otorgan mayor tono enfático y armonioso con la historia. La dureza de los rasgos físicos de los rostros de Jack Palance y Neville Brand(ex boxeadores en la vida real) expuestos en primerísimos planos contrasta con los planes generales panorámicos de los escenarios mostrados.
Este es un western donde las referencias constantes al pasado motivan la conducta de los personajes en el presente que intentan crear: la vida de Jacob Wade, la de la madre, del niño Perkins, de las hazañas de los pistoleros, la de Ada y su padre, la de King, Faro, Lon, Willie, y demás personajes muy conocidos entre sí. Henry Levin se revela como un excelente director de actores en este raro western para un realizador clásico hollywoodense, cuya mejor película está muy alejada de esta: 20,000 leguas de viaje submarino, la adaptación cinematográfica de la novela de Julio Verne.
Pretencioso western de Henry Levin protagonizado por habituales secundarios de la gran pantalla que demuestran que sí, que por lo general, valen para eso, para secundarios. Jack Palance está horroroso, y con el mostacho no tiene ni pinta de duro. Anthony Perkins, muy blandito el hombre, y con ciertos tics del actor de moda por entonces, el inigualable James Dean. Incluso Neville Brand, habitual maloso de cine negro que suele dar la talla, se nos presenta en esta cinta, orondo y patético. Salvan la película Elaine Arken como Ada y la compleja y misteriosa personalidad del antiguo compañero de fechorías de Jacob, Ben Ryerson. Ni la correcta puesta en escena, ni cierta habilidad en la composición de planos de interior por parte de Levin libran al film de su tediosidad, su pretenciosidad y su previsibilidad.