Tucker, un hombre y su sueño
Sinopsis de la película
Preston Tucker está obsesionado con la idea de crear un automóvil revolucionario para su época, que sea potente, veloz, aerodinámico y que se adelante en su diseño a lo que debe ser el coche del futuro. Su afán por triunfar le lleva a pedir ayuda a su familia y a enfrentarse con los colosos de la producción en serie de Detroit.
Detalles de la película
- Titulo Original: Tucker: the Man and His Dream
- Año: 1988
- Duración: 130
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Opinión de la crítica
Película
6.3
26 valoraciones en total
Considerado uno de los mejores coches jamás fabricado en los states, y con uno de los 51 ejemplares acabados expuesto en uno de los Smithsonian Museum de historia norteamericana, el Tucker Torpedo 1948 equipaba de serie frenos de disco e inyección de combustible, además de tener verdaderos adelantos en materia de seguridad (cinturones, superficies acolchadas, cristales laminados y habitáculo reforzado), y de poseer un motor (originalmente, para helicóptero) de 6 cilindros y 166 caballos. ¿Por que de un coche tan alucinante nunca se llegaron a fabricar cientos de miles de unidades?: la respuesta queda explicitamente clara en esta hermosa película del señor Coppola (quien posee y conduce una de esas excepcionales máquinas), donde Jeff Bridges recrea a un Preston Tucker tremendamente carismático y Martin Landau demuestra, una vez más, ser uno de los actores más tristemente desaprovechados de toda la historia de Hollywood.
Totalmente recomendable por su dosis de denuncia sin tapujos, por ser tremendamente entretenida, por la excelente labor actoral, y por el marcado positivismo contagioso del personaje protagonista. Como bien dijeron antes, una película imprescindible para todo amante de las cuatro ruedas.
El hecho de que Preston Tucker y Howard Hughes hayan encontrado en Francis F. Coppola y Martin Scorsese sus respectivos exégetas fílmicos, se me antoja, tras volver a visionar ambos films, casi como una predestinación común. Dos fuertes caracteres individualistas, pasionales, visionarios y megalómanos, empeñados uno en construir el coche del futuro, y el otro el avión del futuro, perseguidos ambos por senadores corruptos (el perro nunca muerde la mano que le da de comer) que defienden a los poderosos (la Ford, Chrysler y la General Motors contra Tucker, la Pan Am contra Hugues) aparecen convertidos en héroes cinematográficos de dos genios creadores (Coppola y Scorsese) individualistas, apasionados, visionarios y megalómanos.
Centrándonos en el film de Coppola, este es un proyecto muy personal y querido por el cineasta, que es uno de los afortunados que posee uno de los 50 Tucker Torpedo que se construyeron. Es curioso que a finales de la década de los 40, ya existiera un automóvil con frenos de disco, tracción a las 4 ruedas, motor de inyección, habitáculo de seguridad y cristales laminados con los imprescindibles cinturones de seguridad. ¿Cuántas vidas podía haber salvado este Preston Tucker?, un hombre que se atrevió a plantar cara a los colosos de Detroit, que no dudaron en aplastar al visionario e innovador emprendedor que ofrecía en aquel tiempo lo que ellos tardaron 30 años en ofrecer a sus clientes.
La visión que se nos propone de Tucker no es victimista o sombría, sino extrañamente alegre y confiada. El único momento inquietante aparece significativamente en el encuentro de nuestro héroe con el único hombre que parece reconocer su genio, el neurótico y excéntrico Howard Hughes (Dean Stockwell) empeñado en una locura similar, el aeroplano Sprude Goose, artefacto futurista que casi llena el inmenso hangar desierto. La película es siempre luminosa, radiante (extraordina fotografía de Vittorio Storaro), con sistemáticos encuadres en contrapicado para subrayar el carácter heroico de los personajes.
Tucker, está interpretado por Jeff Bridges que sorprendentemente está muy contenido en esta ocasión, aunque otro actor menos complaciente con sus sonrisas y gestos simpáticos habrían beneficiado el resultado final. Dean Tavoularis nos ofrece un fascinante diseño de producción que nos sitúa perfectamente en esa época, sin olvidar a ese secundario de lujo que es Martin Landau. No quiero terminar sin recomendarles que escuchen atentamente las palabras que Tucker emplea para seducir al jurado del tribunal que le juzga. Pues es una autentica declaración de principios del espíritu liberal y emprendedor en una economía de libre mercado.
Un aficionado al automovilismo no se la debería perder. Como historia resulta muy amena y cualquier crítica técnica que se le pueda hacer, a mí me sobra. Me dejó un buen recuerdo y es de esas que tendría en DVD sin pensarlo.
Nadie mejor que el gran Francis Ford Coppola, para retratar aquellos bucólicos y a la vez pendencieros años, genial recreación histórica (como siempre), gran diseño y dirección de personajes, en una historia un tanto peligrosa como producto cinematográfico, que quizá en manos más inexpertas o pedantes pudo haber sido un desastre, Coppola lo logra y nos entrega una película entrañable, certera y tierna, recomendable para aquellos soñadores ( que nunca faltan), para aquellos románticos modernos (he conocido unos cuantos y para mí resultó bastante nostálgica), recomendada para quien sea, aunque no sepa mucho de autos, por lo menos aqui conocerá algo más que una historia de inventores, eso sí, si es un fanático de las ruedas esta cinta es imperdible.
No es servidor fan de los automóviles aunque sí lo soy del bueno de Francis Ford Coppola. Que Tucker, un hombre y su sueño es una película menor en su carrera es cierto aunque no por ello deja de ser bastante entretenida y simpática. Así dirigida con pulso por el papi de la Sofi, sin grandes altibajos, el director sabe sumergirnos en aquella época. Buena ambientación y buena banda sonora. Y más que correctas interpretaciones. El siempre enorme Jeff Bridges está, pues eso, enorme. Carismático, simpático, con presencia, talentoso… en fin que haciendo una más que interesante interpretación como siempre. Y lo mismo se puede decir del resto aunque no estén tan enormes como Bridges. Landau muy bien, Joan Allen guapísima, Christian Slater A.B. (antes de Boll) está correcto al igual que el resto. La historia es entretenida aunque no me apasiona, pero como han dicho anteriormente es imprescindible para los amantes de los automóviles.
Y ahora como decía el bueno de Ed Wood, ¡A fusilar!. O era ¡A positivar!. No, estoy casi seguro de que era lo primero. Pues bueno ya podeís hacerlo.
Hora de la muerte de la crítica a las 14:00 horas. Ante la cantidad de NO con la que fue votada esta crítica, la crítica decidió acabar con su vida y suicidarse.