Tren de noche a Lisboa
Sinopsis de la película
El profesor de latín, Raimond Gregorius (Jeremy Irons), encuentra un día en Berna, en el puente de Kirchenfield, a una portuguesa que está a punto de tirarse a las aguas del Aar. Sin pensarlo, interviene y la salva. La lleva consigo, pero la chica desaparece sin dejar más rastro que un impermeable y un libro de un autor portugués. Raimond coge el tren para Lisboa con el propósito de conocer al misterioso escritor cuyo libro plantea las cuestiones que desde hace años lo atormentan.
Detalles de la película
- Titulo Original: Night Train to Lisbon
- Año: 2013
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
Película
5.8
48 valoraciones en total
Cuando dejamos un lugar, dejamos en el mismo tiempo, una parte de nosotros mismos. Esta parte se queda aunque ya no estemos allí. Hay cosas que sólo se puede encontrar si volvemos a un lugar. (Pascal Mercier)
Tren Nocturno a Lisboa (Night Train to Lisbon) es una película basada en la novela filosófica de mismo nombre del escritor suizo Pascal Mercier. En un principio, la novela fue publicada en Alemán con el título Nachtzug nach Lissabon en 2004, y la versión inglesa se publicó en 2008. El libro es un superventas internacional con más de 2 millones de copias vendidas sólo en Europa. La película también ha cosechado un gran éxito, con buenos comentarios de la crítica y muchos elogios de la audiencia, excepción en España donde todavía no se ha estrenado y los críticos que la han visto en distintos festivales se la cargan de forma unánime.
Bille August, es un director de cine además de guionista y director de fotografía. Tiene en su haber dos premios Palma de Oro en el festival de Cannes, por Pelle el conquistador y Las mejores intenciones, esta última escrita por Ingmar Bergman, y fue el gran maestro, quien lo eligió a Bille para la dirección del film.
El solitario profesor Raimund Gregorius que dicta cátedra sobre lenguas clásicas, actividad que ha desarrollado durante treinta años, se ve embarcado en una serie de situaciones que se van dando casualmente. Decide dejarse llevar, y de esa forma rompe con los esquemas rutinarios, y comienza un viaje que lo va a cambiar en forma trascendente. Todo ocurre cuando salva a una desconocida que quiere suicidarse en Berna, Suiza. La mujer luego de acompañarlo a la clase en la que él dicta su materia, vuelve a desaparecer, pero deja un libro con un billete de tren a Lisboa.
El aspecto técnico es excelente. También el reparto artístico se encuentra en un nivel de jerarquía porque a Jeremy Irons lo acompañan figuras de la talla de Tom Courtenay, Bruno Ganz, Lena Olin, Charlotte Rampling, Christopher Lee, también Jack Huston, Mélanie Laurent, Martina Gedek, August Diehl entre otros. Y está Lisboa, una ciudad muy especial, que presta un marco hermoso y significativo.
Es un tipo de cine que me fascina. Una mezcla entre viaje filosófico- psicológico y thriller. Estupenda, hay secuencias muy atractivas desde el punto de vista narrativo. También el tema: amor, celos, envidia, muerte, sacrificio, suspense, cambios trascendentes…Una película para recomendar.
A pesar de las múltiples críticas negativas que he leído me ha gustado esta película del danés Bille Agust, que dirigió en su momento la excelente Pelle el Conquistador.
La historia arranca en Berna, presentando muy logradamente en dos planos al solitario profesor Raimund, (Jeremy Irons), que por una circunstancia inesperada emprende en una decisión bastante radical, lo que constituirá un viaje iniciático a Lisboa. Su motivación es la lectura de un libro de un autor portugués que le hace preguntarse por el sentido de su propia vida y le incita para intentar conocerle personalmente. La película tiene una fotografía y una técnica excelente que hacen naturales los frecuentes flash-back entre la actualidad y el Portugal de la dictadura, poco antes de la Revolución de los claveles. La música subraya adecuadamente el ambiente melancólico de todo el film. El reparto es de campanillas actuando aparte del propio Irons, en breves papeles Charlotte Rampling, Bruno Ganz, Lena Olin, Tom Courtenay y Christopher Lee, interpretando muy bien sus papeles.
Lo mejor: La realización y las interpretaciones.
Lo peor: Algún giro de guion que hace a veces a la historia poco creíble.
La monótona vida de Raimund, un profesor de historia que da clases en Berna (Suiza), da un giro de 180º cuando salva del suicidio a una joven que se iba a tirar de un puente. La chica, empero, se deja atrás un libro: las memorias de Amadeu de Prado, un médico portugués que luchó por la libertad durante la dictadura de Salazar. El impacto que las reflexiones del libro generan en Raimund es tan grande que el aburrido profesor decidirá profundizar todavía más en cómo fue la vida del autor…
Básicamente, ése es el punto de partida de Tren de noche a Lisboa, coproducción germano-suizo-portuguesa y que también supone la última película del director danés Bille August, conocido sobre todo por Pelle el conquistador con la que en 1988 logró Oscar, Globo de Oro (ambos a la mejor película de habla no inglesa) y la Palma de Oro en Cannes. No son pocos, sin embargo, los que dicen que August no ha firmado un trabajo de similar calidad desde entonces.
Lo cierto es que Tren de noche a Lisboa (basada en una novela de Pascal Mercier) no decepciona en absoluto si se acude a ver con bajas expectativas. La historia se desarrolla en paralelo entre el presente y el pasado (últimos años de la dictadura de Salazar) y lo cierto es que ambas partes quedan bien cohesionadas. La trama tiene sus giros de guión, su historia de amor, de lucha contra la opresión, un protagonista aturdido, una joven de buen ver, un villano sin escrúpulos… Y aquí precisamente está el problema que muchos le achacan (y no sin razón): un sabor a añejo, como si todo lo que se nos cuenta aquí es lo mismo que ya hemos visto aunque se sitúe en un escenario poco común como la Portugal de Salazar. La verdad es que queda la sensación de que se podía haber dado otra vuelta de tuerca a la historia, hacerla algo más atractiva y original. Pero sería injusto calificarla de aburrida, inconexa o directamente mala, porque casi todas las escenas son justificables y los 110 minutos se pasan volando.
Tampoco se puede afirmar que los personajes pequen de vacíos. Resulta evidente, eso sí, que el mayor interés de la cinta está en lo que se nos cuenta mediante flash-backs y no tanto en las andanzas del profesor Raimund. Pese a que Jeremy Irons no empeora un ya de por sí anti-carismático personaje, resulta más fácil empatizar con Jack Huston (mítico Richard Harrow en Boardwalk Empire) y su caracterización como Amadeo de Prado, auténtico protagonista de la película. Como secundarios desfilan unos cuantos actores conocidos, algunos demasiado intrascendentes (el papel de Mélanie Laurent daba para más) y otros como Christopher Lee en un papel que casi se puede considerar como un cameo.
Un aspecto que sí puede irritar a muchos es el tema de las disertaciones filosóficas. Con la excusa de que el libro de Amadeu de Prado es una fuente inagotable de reflexiones sobre la existencia humana, los personajes recitan con demasiada frecuencia pasajes de la obra. Por tanto, si al ya de por sí tedioso protagonista representado por Irons se le une una excesiva facilidad para colar una cita literaria cada vez que abre la boca, resulta un cóctel perfecto para que la película decaiga por momentos e incluso caiga en un terreno un tanto improductivo durante ciertas escenas.
Con todo, Tren de noche a Lisboa no termina de ser una película fallida, ya que su trama resulta suficientemente atractiva y entretenida como para no caer en el tedio. Peca de irregular al ofrecer demasiados minutos a la trama del presente cuando lo que realmente interesa está en el pasado y tira demasiado de viejos tópicos con situaciones y personajes clave, pero aun así la película de Bille August se deja ver y supone un buen intento de centrarse un contexto demasiado olvidado en el cine como fue la dictadura del portugués Salazar.
Álvaro Casanova – @Alvcasanova
Crítica para http://www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
Un profesor suizo se encuentra con una chica que quiere suicidarse. Al rescatarla, esta pierde el libro que estaba leyendo. El profesor comienza a leerlo y como por arte de magia, queda preso entre sus páginas y decide averiguar más sobre su autor. Y en este punto deben de haber pasado tan solo tres minutos de película. Mi profesor de guión de la universidad nos decía que si en los diez primeros minutos de película no ha pasado algo importante, el encargado de juzgar la historia tirará el guión a la basura. Pero en fin, entre eso y hacer un planteamiento insignificante, creo que hay una gran diferencia.
La película se debate entre tres géneros, pero desgraciadamente no se siente cómoda en ninguno de ellos. La historia que el profesor descubre, tras las páginas del libro perdido, trata sobre el final de la dictadura de Salazar en Portugal. Pero la trama pasa tan de puntillas sobre el tema que no puede considerarse una película histórica. Falta profundidad, rigor, detalles… El segundo intento dispara contra el drama pero, ¡ups!, vuelve a fallar. Es todo tan inverosímil y forzado que nadie se cree el sufrimiento de los atormentados personajes. No empatizas con ellos, no quieres saber más, no te crees ni una palabra de lo que cuentan… Se ven los hilos que maneja el guionista. Y por último, el director intenta jugar la baza del romanticismo pero, ¡MEC!, error de nuevo. Todo va demasiado deprisa. Una mirada se convierte en un sentimiento profundo y agónico. Y un calentoncillo de nada, en el romance del año. De nuevo falta credibilidad en la escena, en las interpretaciones y en la historia en sí.
Y es que la película se va desmontando por momentos. La fragilidad de los personajes los convierte en meros apuntadores. No hay profundidad. No hay evolución. No hay tiempo para el desarrollo. Y el espectador se queda con sus porqués sin contestar. Y yo empiezo a mirar el reloj. El bueno de Jeremy Irons, interpretando al impulsivo profesor, no tiene apenas tiempo de darnos razones que expliquen su repentina huida de Suiza en busca del autor de un librucho sin importancia. El planteamiento del film es tan fugaz que no presenta al personaje protagonista, un señor aburrido, triste y gris que necesita vidilla. Algo que intuyes más tarde, porque lo que es explicar… Vuelvo a mirar el reloj.
Durante la película, todos los personajes que van apareciendo están absolutamente fascinados por el autor de la novela que Irons ha encontrado. Todos lo admiran y hablan de él como si de un ser celestial se tratara. Pues bien, ni la divinidad del autor ni su historia consiguen atravesar la pantalla y cautivar al espectador pues todo resulta falso y barato. Y al mirar el reloj, el tiempo parece dilatarse.
Para acabar de rematar, los diálogos son flojos y el toque de humor descansa sobre varios chistes desafortunados que solo arrancan la risita del señor que tengo al lado. A mí no me ha hecho gracia ninguna. Será que soy muy sosa. Vuelvo a mirar el reloj y, ahora sí, marca la hora que quería, la de FIN. ¡Uy, qué alivio!
Un solitario profesor de historia -a quien le toca jugar ajedrez contra un contrincante imaginario-, camina una fría mañana con rumbo a la institución en la que trabaja… cuando, de pronto, descubre a una joven a punto de lanzarse desde un puente. Tras conseguir disuadirla, el profesor la lleva a su clase esperando cumplir con su jornada mientras se le ocurre alguna forma de ayudarla. Pero, de repente, la chica desaparece… y en un arranque irreflexivo, el profesor toma la chaqueta que ella ha dejado colgada del perchero y de inmediato deja la clase para salir en su búsqueda… o quizás en busca de un verdadero sentido para su propia vida.
Lo primero que se le ocurre es volver al puente donde conoció a la muchacha… y sintiendo pesada la chaqueta, decide mirar en sus bolsillos y entonces descubre un libro en portugués titulado Um Ourives das Palabras (El Orfebre de las Palabras) que aparece firmado por Amadeu de Almeida Prado. Queriendo saber algo acerca del libro, indaga con un librero, nos demuestra que habla portugués, se hace con un tiquete de tren con destino a Lisboa… y pronto, en la capital de Portugal, terminará indagando por el autor del libro quizás como medio de llegar hasta la chica.
Comienza, así, una aventura en la que abundarán las reflexiones filosóficas (emanadas, sobre todo, de Amadeu), la recreación de una realidad histórica (finales de la represiva dictadura de António de Oliveira Salazar), y también se plantea el compromiso social que debe asumir el hombre para poder darle un verdadero sentido a su vida, pues, lo que justificará nuestra existencia será cada persona a la que hayamos podido salvar o tan siquiera ayudar, pues, de lo contrario, el paso por la tierra habrá sido en vano.
Al filme de, Bille August, <>, basado en la novela homónima de Pascal Mercier (seudónimo de Peter Bieri, filósofo y novelista suizo), le falta un poco de impacto y de sustancia emocional, el título, es más la insinuación de un nuevo destino que la fácil suposición de una historia en el transcurso de un viaje, y no tiene ni un solo personaje que consiga enamorarte, fascinarte o despreciarle. Incluso, entre las llamativas ideas de Amadeu, al menos un par de ellas, ameritarían una válida objeción.
El apreciable reparto con que se ha podido contar: Jeremy Irons, Mélanie Laurent, Bruno Ganz, Charlotte Rampling… no consigue alcanzar la suficiente potencia, pues, la historia transcurre en un ambiente marcadamente apacible y rutinario, no obstante que los hechos suceden al interior de una cruel dictadura, con uno de los dos únicos gobernantes del mundo que le enviaron su sentido pésame a, Alemania, tras la muerte del dictador, Adolf Hitler.
Contra todo, el filme de, Bille August, resulta atractivo, pues, contiene algunos relevantes aportes que sería bueno tomar en cuenta.
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