The Guilty
Sinopsis de la película
Asger Holm, un oficial de policía, ha sido suspendido temporalmente de sus funciones y relegado a operador del servicio de emergencias. Durante su rutinario turno de noche, recibe la extraña llamada de una mujer aterrada. A pesar de su reacción de sorpresa, Asger se da cuenta de que la mujer al otro lado del teléfono ha sido secuestrada, y es entonces cuando comenzará la búsqueda. Recluido en su mesa en la centralita de emergencias, Asger tendrá que localizar y ayudar a la mujer en peligro con la ayuda de sus compañeros en todo el país. Conforme pasan los minutos, Asgar tendrá que enfrentarse no sólo a la precipitación de los acontecimientos relacionados con el caso, sino también a sus propios demonios personales.
Detalles de la película
- Titulo Original: Den skyldige aka
- Año: 2018
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
6.8
76 valoraciones en total
Impresionante ópera prima, que con mínimos elementos: dos teléfonos, la pantalla del ordenador y un actor (bien interpretado por Jakob Cedergren), consigue hacerte participe de la incertidumbre del caso que tiene entre manos el policía del 112 y sus propios demonios personales.
Va más lejos, en realidad juega con el espectador, al que le coloca en la tesitura del propio policía. Y todo ello, lo consigue a través de voces y sonidos.
Para mí, una de las mejores que han pasado por la Sección Oficial de la Seminci 2018.
O bien: ‘Dime de qué presumes y te diré de qué careces’. Ya lo dejó escrito el novelista decimonónico Alphonse Karr: ‘Todo hombre tiene tres variedades de carácter: el que realmente tiene, el que aparenta, y el que cree tener.’ Es decir, estamos ante una obra que, si bien parece que nos brinda la exploración de un personaje que se desvive por ayudar a los demás, en realidad nos ofrece la radiografía de un ser incapaz de ayudarse a sí mismo y vive atormentado por la culpabilidad y la frustración. Todo ello oculto tras el ropaje de un conciso thriller sobre el asfixiante rapto de una mujer por su exmarido maltratador. Y si ‘las apariencias engañan’, entonces debemos estar atentos para atar los cabos sueltos que se van desvelando ante nosotros porque, como dijo ya en el Renacimiento Nicolás Maquiavelo: ‘Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos’.
El título original, Den skyldige, nos anuncia: hay un culpable. Pero aún desconocemos a qué infractor se está aludiendo y deberemos aguardar el desarrollo de la acuciante trama para saber de qué va todo el embrollo, sin dejarnos confundir por la urgencia de lo inmediato y sin despistarnos, porque los prejuicios son cegadores… Y ‘quién esté libre de pecado, que tire la primera piedra’. Una llamada nocturna al servicio de emergencias 112 desencadena la intriga. Y otra llamada – no sabremos nunca a quién e ignoraremos su contenido – la cierra. Entre ambos hitos se despliega la vertiginosa crónica de un secuestro. Nunca veremos a la víctima ni a su verdugo, ya que permanecerán en un angustioso fuera de campo visual, del que tan solo nos llegarán palabras de congoja. Y serán las distintas voces que escuchamos las que hagan avanzar la acción hasta su desenlace.
Decir que el debutante director y coguionista hace trampas (u oculta información) es no darse cuenta de que estamos asistiendo a la dolorosa toma de conciencia y expiación de un crimen, que, como es habitual, permanecerá invisible a nuestros ojos. Porque, si somos avispados, se nos proponen dos relatos: el aparente y el real. El imaginado y el oculto. Queriendo resolver, contrarreloj, un apremiante crimen que se nos dice que se ha producido nos hace olvidar lo que con diáfana claridad estamos viendo: a un arisco y chulesco policía extralimitándose en sus atribuciones, embravecido por sus ansias de demostrar que sabe más que los demás y que es el único capaz de ayudar a la perjudicada. Asumiremos sus interpretaciones y desearemos que logre su vindicación.
Pero la verdadera historia permanece en todo momento perfectamente visible al espectador. Un único protagonista y una amarga agonía: la autopsia de una mentira.
Jakob Cedergren interpreta el papel de Asger Holm, un policía que se encuentra en unos momentos de gran crisis personal. Durante toda película, Cedergren está sentado en un escritorio con unos auriculares. Solo tiene su mirada, sus gestos y su voz para representar la tensión, la frustración, la concentración, la ira, el desconcierto y el pánico de su personaje.
Mientras está siendo filmado casi continuamente en primer plano, en un espacio limitado y opresivo, Cedergren consigue utilizar de manera eficaz todos esos elementos para realizar una interpretación mas que convincente. La música (Caspar Hesselager y Carl Coleman) es muy sutil y siempre subordinada a los largos silencios y al penetrante timbre del teléfono.
La puesta en escena en The Guilty se simplifica a un único espacio, una sala de control. Allí vemos al testarudo policía Holm constantemente con un teléfono y frente al ordenador. A pesar de ello, con la ayuda de unas buenas grabaciones de sonido, la emoción es constante. El espectador se mueve pensando en los lugares donde puede estar víctima que está detrás del teléfono.
The Guilty usa incesantemente primeros planos de orejas, ojos y boca. El aspecto intuitivo de esto se proyecta en el espectador de una manera muy ingeniosa y perspicaz. Debido a que no está nunca claro para el espectador lo que sucede en el otro lado de la línea telefónica, Gustav Möller sabe cómo aumentar el desasosiego y la angustia de manera extremadamente efectiva en cada momento.
Estamos ante un thriller con alguna que otra escena desagradable e inclusive de violencia, que las hace extremadamente terribles al ser vistas por cada espectador de una manera diferente en función de su imaginación. Al dejar que la imaginación haga su trabajo, la tensión aumenta. The Guilty es una maravilla en lo referente a su guion, con continuos giros que mantendrá constantemente atento al espectador, sin pestañear, deseoso de cual será el desenlace final.
https://cinemagavia.es/the-guilty-seminci-2018/
Pocos mimbres le hacen falta al debutante Gustav Möller para crear una obra impactante. Rodada enteramente en dos escenarios que simulan ser la sede del centro de atención de emergencias de la policía, uno de sus operarios, que ha sido temporalmente apartado del servicio activo, se presta con poco entusiasmo a cumplir con un servicio rutinario. Su abulia ante unas tareas que considera por debajo de su cualificación resulta evidente.
La llamada de una mujer con un mensaje enigmático, saca al protagonista de su apatía. Jakob Cedergren hace un trabajo soberbio, metiéndose en la piel de este policía que, con su turno a punto de cumplir, siente la necesidad de responsabilizarse de esa desconocida desesperada.
Lo que viene a continuación es un thriller sorprendente. Las conversaciones que va enlazando el protagonista en la búsqueda de soluciones a un complejo rompecabezas, reflejan angustia e incertidumbre ante acontecimientos terribles. Es modélica la actitud de este hombre, anteponiendo sus responsabilidades a unos intereses personales que ponen en juego su futuro profesional. Sus expresiones faciales dotan de credibilidad a la historia y te provocan el vértigo propio de los thrillers de altura, con giros en la trama que no son inverosímiles, ni parecen la obra de un trilero.
La última escena tiene toda la potencia que transmite, en ocasiones, la desolación ante la miseria de la condición humana
Es una película original y muy bien contada. Pero no seria nada sin los giros de guion. El problema es que estos giros son inverosímiles y te deja una sensación de artificio que hace que los méritos se queden en nada.
Una cosa es que te entretengan y otra que te tomen el pelo.
Mas en spoiler.