Tambores lejanos
Sinopsis de la película
En 1840, en la Península de Florida, el capitán Quincy Wyatt (Gary Cooper), un intrépido explorador del ejército, sigue la pista a unos contrabandistas de armas que están vendiendo rifles a los renegados indios seminolas.
Detalles de la película
- Titulo Original: Distant Drums
- Año: 1951
- Duración: 101
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Opinión de la crítica
Película
6.8
38 valoraciones en total
Film de Raoul Walsh, basado en un argumento de Niven Busch, adaptado por él mismo y Martin Rackin. Se rodó en Florida (Castillo de San Marcos, Enverglades National Park, Naples, Silver Springs) y en Kentucky (Moffet Cementery). El productor fue Milton Sperling y el estreno tuvo lugar el 29-XII-1951 (EEUU).
La acción se despliega en Florida, en 1840, durante la segunda guerra contra los semínolas. Narra las aventuras del capitán Quincy Wyatt (Gary Cooper), explorador del Ejército americano, padre de un hijo de 6 años, casado con una india, de la que enviudó cuando fue violada y asesinada por un grupo de soldados novatos y ebrios, del cuerpo de Infantería, al que él sirve. Es una persona excéntrica, sin prejuicios raciales, aficionada al riesgo, luchadora incansable, solitaria, que siente una enome devoción por su hijo. Se le encomienda la misión de cortar el suministro de armas de fuego a los indios por parte de contrabandistas desaprensivos. Libera a varios cautivos, entre los que se encuentra Judy Beckett (Mari Aldan).
La película es un western que se desarrolla en el Este, en Florida. Es un relato vibrante de aventuras, con lances de guerra y de lucha, que se suceden sin dar respiro al espectador. La variedad, originalidad y novedad de éstos, confieren a la obra un brío inusual. Se ven escenas de asalto a un fuerte (Fuerte Infanta), lucha contra contabandistas, liberación de rehenes, travesía de parajes naturales impracticables, supervivencia en una selva hostil y desoladora, etc. La lucha inevitable entre el jefe indio Oscala y Wyatt se produce en términos de igualdad, personal y étnica. Oscala es valiente, fuerte, astuto e inteligente, como Wyatt. Se incluyen escenas estremecedoras, como la visión del pozo excavado en la arena, atestado de cocodrilos hambientros. El paisaje es tratado con admiración y atención a su variedad (ciénaga, pantano, río, árboles centenarios, animales exóticos, etc.). El protagonista expone con lucidez las razones de su renuncia a la venganza y aconseja a Judy que haga lo mismo: la venganza constituye un error que genera malestar e impide que el mundo sea mejor. Es la primera película que hace uso de The Wilhem Scream , un grito prolongado, de archivo, que se ha reproducido en numerosos films, como Star Wars (episodio IV) e Indiana Jones y el templo maldito (1984). La película lo usa en 2 ocasiones: cuando 3 indios son heridos sucesivamente y cuando un soldado es mordido y arrastrado bajo las aguas por un cocodrilo.
La música, de Max Steniner, contiene 12 temas orquestales magníficos. La fotografía, de Sid Hickox ( La senda tenebrosa , 1947), aprovecha la belleza y exotismo de los escenarios naturales. Las secuencias de lucha son correctas dentro de lo habitual en la época. Sobresale por su espectacularidad el combate submarino a cuchilo entre Oscala y Wyatt. El guión compone un relato absorbente. La dirección crea un singular cásico del western , que da fe de su extraordinaria habilidad narrativa.
Raoul Walsh vuelve a contar la misma historia que en Objetivo Birmania pero esta vez ambientándola en Florida a mediados del siglo XIX. Errol Flynn es sustituido por otro de los grandes como es Gary Cooper, que lidera un grupo de soldados que deberá destruir un fuerte en el que los temidos indios Seminolas compran armas para defender su territorio. Si realizan con éxito su misión la invasión de Florida será un éxito.
Tambores lejanos era una de mis películas favoritas cuando era pequeño, la veía una y otra vez porque me encantaba. Hoy en día ya no me parece tan emocionante pero sigue conservando su atractivo porque es sumamente entretenida. La música de Max Steiner es muy recordada y encaja como un guante con la acción de la película. La fotografía a todo color es muy hermosa y permite disfrutar de los paradisíacos paisajes de Florida. Walsh dirige con buen pulso una historia vibrante que no deja sitio al aburrimiento. Gary Cooper en su mejor momento interpreta a un oficial del ejército norteamericano que lidera brillantemente una expedición de soldados en una arriesgada y vital misión en la que también hay sitio para el romance con una de las prisioneras liberadas del fuerte.
Como apunta Miquel en su crítica efectivamente éste fue el primer film que hizo uso del famoso grito Wilhem scream que a partir de entonces muchos directores usan en sus películas en las escenas de acción cuando alguien muere, han pasado sesenta años y continúa vigente, a mi también me llamó la atención en esta película y recuerdo tratar de imitarlo cuando jugaba con mis amigos a indios y vaqueros.
Para terminar diré que una vez más la calidad de la copia del DVD que circula en el mercado es paupérrima, es una vergüenza así se te quitan las ganas de ver nada.
¿Qué pasó con Gary Cooper?, se preguntaba una y otra vez, desconsolado, Tony Soprano. El tipo fuerte y silencioso, el héroe imperturbable que dejaba a un lado sus sentimientos y hacía lo que debía cuando era necesario hacerlo, sin lloriqueos ni victimismos. El auténtico héroe americano.
Viendo su primera aparición en esta peli, no resulta nada extraña esa devoción: Cooper irrumpe de pronto en la pantalla, sonriente e invulnerable, alzando su rifle a modo de saludo, su imponente silueta recortada contra el cielo, de espaldas al mar, cargado de caza con la que alimenta a las dos águilas que le sirven de mascotas. Casi se diría que anda sobre las aguas. Y eso no es más que un pequeño anticipo de lo que vendrá después: Cooper capitaneará la toma y voladura de una fortaleza, conducirá a un puñado de valientes en una caminata a lo largo de 150 millas a través de los pantanos de Florida, matará serpientes y protegerá a las damas de los caimanes, pescará, construirá piraguas, tragará saliva estoicamente cuando crea muerto a su hijo, desafiará a un combate a cuchillo bajo el agua al jefe semínola Oscala y conquistará el amor de la bella Mari Aldon. Y, por si fuera poco, encontrará tiempo para afeitarse a pelo con su cuchillo en plenos Everglades. Quién no se sentiría a salvo bajo su mando, quién no caería rendido a sus pies.
Pero Tambores lejanos no se lo debe todo sólo a Gary Cooper, sino que confluyen en él los talentos de varios pesos pesados del cine estadounidense de aquella época. El de Max Steiner, sin ir más lejos, cuya poderosa música subraya sabiamente y sin estridencias el tono épico de la aventura del capitán Wyatt. O el de Raoul Walsh, que rueda con su vigor habitual y su zorruno sentido del espectáculo un entretenidísimo y sólido western tintado de epopeya en clave norteamericana, cuyo argumento guarda no poca relación con la también estupenda Paso al noroeste, de King Vidor, dedicada, como ésta, a enaltecer la nobleza de un hombre de acción consagrado a engrandecer la gloria de su nación en una época en la que los Estados Unidos no ordenaban y mandaban en todo el continente americano sino se abrían a paso a codazos en pos de su control entre indios y potencias europeas.
Como en el caso de la peli de Vidor, y a pesar del carácter sosegado y enemigo de inútiles venganzas de Wyatt, siempre habrá papanatas, por descontado, que dirán pestes de esta peli y la tacharán de etnocentrista, machista, imperialista, antiecologista y quién sabe cuántos istas más. Peor para ellos. Que las lágrimas de esos quejicas no nos priven al resto de disfrutar sin complejos de un emocionante y añejo espectáculo que despide el inconfundible y embriagador aroma de aquellas interminables tardes de sábado pasadas frente al televisor en las que aprendimos a disfrutar del cine. Qué días aquellos, ¿los recordáis?
Me gusta esta historia del oeste que pasa en el este, dentro de una verde selva en lugar de un blanco desierto de Arizona o Texas. Y la técnica que se emplea para pasar de una escena a otra -como un pase de diapositivas- incide en la idea de presentación del paisaje como eje y personaje crucial de la narración.
Y me gusta también que los indios sean malos, pero menos malos que los que les venden las armas. Y que salga un fuerte construido en piedra por los españoles. Y que la chica de la película sea capaz de echarle los tejos al capitán, como si nada.
Me he fijado que, en todas las películas donde sale Gary Cooper se hace algún comentario sobre su apostura y sus piernas largas, a lo que él responde con una sonrisa, como si tuviera la santa paciencia de ser guapísimo y cargar con ello.
El argumento es sencillo, los diálogos son naturales y la relación entre los personajes resulta decorosa , porque, aunque el joven del este es todo un figurín, desde el primer momento reconoce la superioridad de un capitán y unos hombres que no parecen muy disciplinados . Y, aunque al capitán, los sables, la casaca y las conversaciones refinadas le provocan cierta sonrisa condescendiente, siempre acepta esa singularidad sin caer en la burla. Son dos hombres con distintas educaciones y distintas vidas, pero compatibles, como se resume en el intercambio final de armas.
Una pequeña lección de tolerancia y de amor a la naturaleza. Y, además, muy distraida.
Reconozco que con Gary Cooper no me iría a tomarme una cañas. Pero en Tambores lejanos está mejor que nunca. O casi. El que está igual que siempre es el mejor contador de historias del cine. Un cineasta que se quedó tuerto de contar al mundo su arte. Y narrando era un ser superior. Un tío que dominaba la acción, el drama, el cine negro y el western. Y si quieren ver a unos semínolas fieros de verdad Tambores lejanos es su película. Tambores lejanos es una evasión que evoca los tiempos en que el cine era…..cine.