Sleeping Beauty
Sinopsis de la película
Lucy (Emily Browning) es una estudiante universitaria que se mete en el mundo de la prostitución para financiarse sus estudios. En un singular prostíbulo la joven se convierte en una belleza durmiente , a la que se droga diariamente hasta que pierde el conocimiento, y se le coloca en una habitación especial donde varios hombres hacen todo tipo de actos con ella que no puede recordar a la mañana siguiente. Como si esas horas nunca hubieran existido…
Detalles de la película
- Titulo Original: Sleeping Beauty
- Año: 2011
- Duración: 104
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Opinión de la crítica
Película
4.6
33 valoraciones en total
Compitió en Cannes por la Palma de Oro pero lo único que obtuvo fue el rechazo de gran parte de la crítica. El debut en el largometraje de la novelista Julia Leigh tiene título de cuento de hadas ( La bella durmiente ) pero en el fondo es más una pesadilla con muy poca chicha que aborda el tema de la prostitución de forma valiente, los primeros minutos, y torpe, los restantes. La morbosa Emily Browning (vista también este año en Sucker Punch de Zack Snyder) da vida a Lucy, una joven universitaria que decide costearse sus estudios metiéndose a prostituta. La degradación de su cuerpo va moldeando un relato que termina por quedarse completamente amorfo: no hay desarrollo y por tanto no hay cambio. Una línea recta que termina en un brusco muro llamado Insatisfacción.
Sleeping Beauty dedica demasiado tiempo a los silencios y evita lo que podría hacer que el film funcionase más allá de su primer acto: una introspección en el personaje principal, una explicación su forma de actuar, inmiscuirse en ese negocio o sencillamente, contar las cosas con un poco de gracia. Cuando la película arranca risas involuntarias entre bostezo y bostezo es que algo no va bien. Browning lo intenta pero es en vano: aquí no hay nada que levantar, la película va cuesta abajo y sin frenos a pesar de algún momento aislado con fuerza. Y es una pena porque los relatos sobre la prostitución, abordados de forma dramática o cómica, han funcionado en decenas de ocasiones en el cine. Este no se suma a esta lista y podría haberlo hecho acortando los tiempos muertos y mejorando algunas partes del guión. Ya habrá otra oportunidad.
Qué está pasando con el cine, me pregunto, por qué se ha hecho tan frecuente hacer películas raras en lugar de buenas. En qué habrá pensado la directora, también me pregunto, al elucubrar un engendro como éste.
Voy a tratar de explicar por qué esta es una película tan mala:
– Usa la elipsis de forma exagerada e inapropiada. Como consecuencia no se logra comprender a los personajes y tanto ellos como la historia nos resultan ajenos e indiferentes.
– No sé qué efecto se quiso lograr poniendo la cámara lejos. La ausencia del primer plano no hace más que reforzar la distancia que sentimos nos separa de sus personajes.
– El timing goza de tanto desequilibrio como la psiquis de los personajes. No hay tiempo dedicado a delinear en lo más mínimo la relación de Lucy con su amigo o con el dinero, pero si se sacaran las escenas en las hay gente desabrochándose la camisa, la película duraría 15 minutos menos.
– Siguiendo con el timing, toda la película parece una larga introducción, todavía nos sabemos a qué. Porque ni siquiera el final se hace entender.
Una pérdida de tiempo, un insulto no recomendable ni aún a los cinéfilos más extravagantes y mejor dispuestos.
Para mostrar a través de la cámara ese oscuro objeto del deseo, la cineasta a través del lozano cuerpo de una prostituta, se introduce en la mente de todos aquellos quienes, deseando amar, se quedan absortos ante la belleza de un cuerpo fértil y dormido. En este sentido el film nos remite a Yasunari kawabaka con la casa de las bellas durmientes (libro que recomiendo), en el sentido de que el deseo, la impotencia ante la absoluta vulnerabilidad y fragilidad, la desolación y desesperanza, la nostalgia y el coqueteo con la muerte se muestran de manera recurrente en esta historia.
En el libro de kawabata, una desconcertante joya de la literatura, llena de delicadas sensaciones e inolvidables imágenes cuidadosamente trazadas, leemos como ancianos adinerados pueden pasar la noche junto a hermosas jóvenes vírgenes desnudas profundamente dormidas. De pronto (digo de pronto), la cineasta quiso exaltar a través de planos de una duración casi infinita, lo que Yasunai impregna en su lectura.
Hace años unos amigos viajaron a Holanda y, al volver, entre las fotos que me mostraron, la que más me llamó la atención fue unas que ofrecían la visión del mar del Norte absolutamente helado. Se me ocurre que el caso de esta obra bien se asemeja al de esas aguas pues parece que se ignora lo que en verdad ocurre bajo esa superficie aterida.
A simple vista vemos la historia de una universitaria que se adentra en el mundo de la prostitución de lujo. Este mundo se muestra como crudo y sumamente impersonal y está envuelto en un halo amenazador lo suficientemente sólido como para hacer comprender que ése no es un mundo asequible y que, al igual que en Eyes Wide Shut, es mejor no dar cuenta de esas fiestas a nadie. No es por lo tanto una representación acogedora y onanista a lo Jean-Claude Brisseau, ideal para recrearse en el morbo (las escenas de sexo ni se ven), si no que transmite esa atmósfera viciada y hostil que se respira en ciertas esferas, dónde hasta el placer, de tanto abusar de él, tiene que ser retorcido para resultar satisfactorio. Las imágenes, filmadas con una paleta en la que predominan los colores blancos, parecen envueltas en un halo onírico y aún hacen que la historia parezca más turbadora. Eso, unido a su rigor dramático, dan una buena película pero ver sólo eso es quedarse en la gélida superficie.
Cierto: la protagonista no despierta ninguna empatía. No creo que exista esa intención. La elección del título no es algo gratuito, es la alerta que sus verdaderas intenciones se ocultan en el subtexto. A esta Bella Durmiente no hay quien que la despierte y rescate porque vive en un mundo sin príncipes, cada vez más indolente, egoísta y exento de ideales. No estamos viendo la descripción del las escorts de lujo si no de las relaciones humanas en tiempos de la globalización. La distancia que toma la cámara, así como la simetría de gran parte de sus encuadres, acaso evidente muestra de su inspiración Pasoliniana, son la consecuencia de la temperatura que en líneas generales predominan en las relaciones. En un mundo dónde cada vez es más habitual mirarse sin verse, la proximidad y el afecto resultan insólitos. No por ello se nos muestra a Lucy como una víctima. También ella participa de esa comedia. En ninguno de sus empleos, la casa que comparte o la universidad vemos que tenga una relación verdadera. Lo único parecido a ello es Birdman, el amigo alcohólico, al que en verdad no ayuda y sólo frecuenta porque le parece manejable y sufre la misma adicción que la madre de Lucy, a la que ella esquiva e ignora. No es excepcional a sus semejantes.
Fria, áspera y agobiante. Así calificaría la película de Julia Leigh sobre el ¿descenso? de una chica a un mar de prostitución y humillaciones. Un film con un tempo lentísimo y con una Emily Browning soberbia (y con una belleza sobrecogedora).