Si la cosa funciona
Sinopsis de la película
Un neoyorquino maduro y excéntrico (Larry David) decide abandonar su acomodada vida para llevar una existencia más bohemia. Su relación con una bella joven sureña (Evan Rachel Wood) desembocará en una serie de enredos familiares y sentimentales.
Detalles de la película
- Titulo Original: Whatever Works
- Año: 2009
- Duración: 92
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Opinión de la crítica
Película
7
56 valoraciones en total
Si bien es cierto que Woody Allen solo tiene tres fórmulas: 1. Las películas que tienen como telón de fondo Nueva York 2. Las películas que se desarrollan en Europa y 3. Los fiascos, en Whatever Works el director y guionista regresa a sus orígenes neoyorquinos para escribir una película casi autobiográfica. Un hombre mayor (Boris), neurótico, hipocondriaco y muy necesitado de un buen psiquiatra que se enamora de una rubia joven (que nos recuerda a Scarlett Johansson) con pocas luces y llegada desde la América profunda de la que además de su amante, será su mentor.
A pesar de ser la película de Woody Allen que ya hemos visto muchas veces, la fórmula no falla, nos gusta ver al hombre que critica absolutamente todo, que no es capaz de apreciar nada en la vida y que trata de suicidarse pero que ni siquiera esto consigue. Y ¿por qué no?, nos gustan las bromas sobre judíos hechas por un judío. La revelación es Evan Rachel Wood, nuestra rubia joven que, efectivamente, nos hace creer su ignorancia y que, además, hace coherente que un viejo amargado se enamore de su ingenuidad. Patricia Clarkson, a la que veíamos también en Vicky, Cristina, Barcelona, está intachable, como siempre.
Los diálogos son agudos y nuestro maestro de la ironía no deja títere con cabeza en esta película.
Un personaje más del film es, cómo no, la ciudad de Nueva York, que redescubrimos no solo gracias al tour turístico que Boris le hace a Melody Celestine, sino también en todos y cada uno de los planos exteriores que conforman la película.
Aquellos que en Match Point, Scoop y Vicky, Cristina, Barcelona buscaban al director de Manhattan, Annie Hall, Hannah y sus hermanas, no se sentirán defraudados con esta nueva entrega. Para todos los demás, el buen rato está asegurado.
Os confesaré algo: Woody Allen es mi amigo. Y lo es desde hace mucho tiempo, desde mis 12 o 13 años, tal vez antes. Quise ser amigo suyo porque me hacía reír. Me encantaban sus primeras películas tontas: Toma el Dinero y Corre, El Dormilón, Bananas… y también Sueños de un Seductor que yo pensaba entonces que era suya. Poco a poco fui descubriendo su filmografía: Annie Hall, La Rosa Púrpura del Cairo, Días de Radio, Delitos y Faltas… y cada vez me sentía más cercano a él porque además de la risa me enseñaba muchas cosas, sobre el amor, el sexo, la vida, la muerte, la ironía, la moral, la religión, la psique, el optimismo, la esperanza… en cierto modo cuando me disponía a ver una de sus películas yo me sentía como si estuviera tomándome una cerveza con un amigo sabio de habla reposada y lúcida que conseguiría a cada momento emocionarme.
Y mi amigo Allen comenzó a visitarme una vez al año. Solía venir a finales de Septiembre o principios de Octubre y nos citábamos en un cine. Yo me quedaba en silencio y el me contaba una de sus historias. Y en el momento de la despedida yo siempre tenía una amplia sonrisa en el rostro y mi visión de la vida se había enriquecido. Me gustaba caminar por la ciudad después del adiós porque aquel amigo tenía el don de cambiar mis ojos, y nunca fue una despedida triste porque yo sabía que al año siguiente, recién entrado el otoño, el volvería.
Recuerdo la vez que mi amigo regresó en otra fecha, porque lo habían llamado para darle un premio. Cuando lo supe, soñaba con ir a verlo, solo para estrecharle la mano y darle las gracias. Pero luego pensé que la mejor manera de demostrarle mi amistad era no molestarle en unos días donde su intimidad se vería continuamente mermada. Y fui feliz viendo a mi amigo por televisión, paseando por muchos de los sitios en los que a veces yo le había echado de menos. Dicen de él que se enamoró de la tierra que conoció en aquel viaje y tras halagar la ciudad de Oviedo fue honrado con una estatua. Y sí, mi amigo ahora está siempre allí, caminando eternamente con aire despreocupado, con las manos metidas en el bolsillo y la frente pensativa. Cuando le preguntan, en cualquier parte del mundo por su estatua, entre humilde y divertido suele decir Es lo más simpático que he visto en mi vida.
Por aquel entonces sucedía además que yo veía como mi amigo se iba haciendo mayor. Seguía yendo a verle cada año pero las emociones no eran las mismas. Aún así en cada uno de aquellos encuentros siempre quedaban destellos de su magia y yo le perdonaba, por supuesto que sí, los momentos bajos, y me dolía seguir el deterioro de su inigualable talento. Pero tengo que reconocerles que llegué a perder la fe en él rehuyéndolo con dolor el año que vino a contarme una historia que se llamaba El Sueño de Casandra. Falté a la cita para negar lo que parecía inevitable, mi amigo se apagaba y yo era demasiado cobarde y sentimental como para enfrentarme algo así.
Whatever works comienza con un homenaje, otro más, a Groucho Marx, con la estupenda canción del Capt. Spaulding de la película marxista El conflicto de los Marx. ¿Y eso?, se pregunta uno, más allá de la consabida pleitesía del director neoyorkino por el más locuaz de los hnos. Marx. Pronto obtenemos la respuesta: el protagonista, un físico venido a menos encarnado por el actor y showman Larry David, se dirige a la cámara, al espectador, como hacía cuando menos te lo esperabas Groucho, para contar la historia (reciente) de su vida amorosa, personal, antisocial…
Sólo con ese momento, sólo con ese gag inicial, Woody Allen se gana una vez más mi (eterna) admiración y el consiguiente respeto. No es cuestión de cantar loas o denunciar sus altibajos destripando la trama, pero nada diremos de spoiler si decimos:
Hay dos personajes que aparecen en el apartamento de Larry David llamando a la puerta que son de lo mejor de la película. Y muy bien escogido el momento para que ambos aparezcan.
Evan Rachel Wood: pues… pssst, bueno, me puede valer, pero no sé si está a la altura o ha entendido bien el mensaje personalizado que Allen transmite a sus actores.
Un par de frases para la antología genuinas made in Allen (spoiler).
Un pesimismo que llega a angustiar, el del protagonista. Si es verdad que el guión estaba escrito desde los 70, a uno le entra la duda de que, si se hubiera hecho en esos años, Whatever works, o whatever que hubiera sido el título, hubiera tenido algo más de chispa. Hay que reconocerlo. Yo lo reconozco. Algunos chistes (ya) no funcionan.
Y no sé qué decir más. Que sigue dándome una inmensa pena cada vez que se acaba una película de Woody Allen, que el (iba a decir un palabro, pero no quiero que me censuren) el condenado de Woody Allen acaba muy bien sus historias. Que me gustan los homenajes a Qué bello es vivir, la escena que sale de Sed de mal, que salgan de un cine que programa un ciclo de cine japonés…
Sí, quizá es una película de otra época, quizá los 70 eran su momento, pero yo sigo esperando, y hasta los restos, que se estrene la siguiente película de Woody Allen. Si la cosa funciona…
Según dicen este guión llevaba en manos de Woody Allen desde los años 70, y se nota. Es totalmente coherente si se coge cada elemento del mismo por separado y se compara con sus comedias actuales, mucho menos ácidas que las que firmase en aquella época. Whatever Works sorprende por su cantidad de gags por minuto, si bien también deja frío cuando incluye tantos que eso implica que no todos funcionen: Larry David, en un correcto papel que bien podría haber interpretado Allen en su momento (eso sí, olvidad a Keaton o Farrow en el papel de Rachel Wood), destila ironía y mala baba en cada frase.
Pero como pasa siempre en el Allen actual, hay irregularidades que la alejan de ser completamente competente. Whatever Works funciona, sí, pero sólo a intervalos. Mezcla chistes grandiosos con otros que son reiterativos, se siente completamente dependiente del personaje de David, limitando los momentos de Rachel Wood (notable interpretación) a gags fáciles y no del todo certeros, y quedando los secundarios eclipsados salvos por dos grandes gags casi obligados: la transformación de la madre de Wood es hilarante, pero no tanto lo que sucede con su padre.
Pese a todo Woody ha vuelto a regalar una película correcta que se coloca como la mejor comedia que ha rodado esta década, mucho más divertida que Vicky Cristina Barcelona e incluso más hilarante que Scoop. La cosa, funciona. Pero no es Desmontando a Harry .
En mi juventud, haya donde se quedara, odiaba a Woody Allen, ese diractorcillo, con esas gafas, esos tics, esa forma de hablar y explicar las cosas, tanto nerviosismo me ponía nervioso. Nunca vi una película de Woody Allen, ¿prejuicios? Quizás, era mi tierna juventud.
Un día, decidí ver Match Point, me atraía el tono de la película, mas tirando al suspense, que a la comedia habitual en él, Scarlett Johansson… y a quien no… y que no salía el odioso Woody. Me pareció una película excelente. Luego me decidí a romper con todo y ver Scoop, si, aquí si sale Woody Allen ¿y qué? Y reconozco que me gustó, no al nivel de otras comedias, ni de Match Point, una cosa simpática y divertida… con Scarlett, claro.
Hoy, he visto Si la cosa funciona, me llamaba la atención Larry David, protagonizando a Woody, quizás el papel más autobiográfico y no lo hacia él. Pues aunque al protagonista no le gustan los tópicos, la cosa funciona.
La película está llena de momentos divertidísimos, que seguramente gustará a casi todo el mundo, en la sala, no todo el mundo se reía siempre en la misma escena o el mismo chiste, cosa que dice mucho de esta película. Sino que cada uno reía a carcajada, cuando le parecía gracioso, y es que tantos chistes juntos y tan seguidos a veces es difícil de asimilar, y tienes que reír cuando sucumbes. Si bien es cierto que en algunos momentos peca de esto, de intentar ser demasiado divertida.
Sin ser una película sorprendente en cuanto a su trama, si tiene giros inesperados, que ayudan a la comicidad del conjunto. Los personajes muy bien, quizás al padre se le saca poco jugo, pero también es el más previsible, tras los acontecimientos anteriores. Sin duda habrá mil comparaciones con sus películas anteriores, y saldrá perdiendo, pero yo no las he visto… quizás debería, y me alegro, porque he pasado 90 minutos en el cine, riendo con la película y gratis, ya que era preestreno. Seguramente pocas veces más, pagando mi entrada a precio de día del espectador, valdrá la pena el desplazamiento, las colas, los de las palomitas y el del móvil. Hoy nada me ha importado, porque las carcajadas, lo ha superado todo.
Pd. Hoy la Generalitat se ha portado, entradas gratis! Esto es fomentar la cultura.