Señorita en desgracia
Sinopsis de la película
Se espera que Lady Alyce Marshmorton se case pronto, y los criados del Castillo Tottney hacen apuestas sobre quién será el elegido. Después de haber citado a un hombre en Londres, Alyce es castigada a quedarse en el castillo para evitar su comportamiento escandaloso. Pero en Londres también conoció a Jerry Halliday, quien acaba viniendo al castillo.
Detalles de la película
- Titulo Original: A Damsel in Distress
- Año: 1937
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
Película
6.1
79 valoraciones en total
En la extraordinaria filmografía del maestro George Stevens, trufada de obras maestras, hubo sitio también para producciones de carácter más alimenticio –lo que no significa siempre menores- como esta comedia musical romántica de enredos y ambiente británico al servicio de Fred Astaire y una jovencísima Joan Fontaine.
Astaire es un bailarín víctima de una agresiva publicidad de su agente y Fontaine es una aristócrata que trata de huir de un matrimonio concertado por su estricta y esnob familia.
Argumentalmente la película no es gran cosa, pero los números musicales son de primera categoría –de hecho, cuenta con algunos de los mejores de la historia del cine- con soberbias canciones de George Gershwin: desde el primer número de baile en la calle, al divertidísimo trio en la casa de campo, el divertidísimo número de la batería, el soberbio y tan original de la feria de atracciones, por no hablar del maravilloso clásico A foggy day.
Clásico muy muy disfrutable.
De como Minnelli, Donen y Kelly no surgen de la nada. Comedia irregular pero con diálogos en ocasiones brillantes y con números musicales como el de la Feria, notables, que son simiente del cine que posteriormente se desarrollaría. Con Astaire y sus números con Ginger Rogers y los aquí sugeridos seguirá adelante esa maravillosa aventura de la comedia musical americana.
Simpática comedia musical, dirigida por nada menos que George Stevens, uno de los grandes, y autor de un buen ramillete de excelentes filmes.
En esta ocasión, quizás un tanto alejado de sus géneros favoritos, consigue un estimable producto, amable, lleno de entrañables personajes, y unos (no muchos) brillantes números musicales, destacando el largo que tiene lugar en la casa de la diversión, y que consiguió el Óscar a la mejor coreografía.
El humor es desigual, pareciendo en pleno siglo XXI un tanto antiguo, muy ingenuo y blando, pero es que el argumento así es y la intención de los guionistas fue, como en tantas ocasiones en el mismo género y años de producción, hacer reír y sonreír al espectador, principalmente estadoudinense, mientras veía las maravillosas coreografías creadas para gentes como Fred Astaire, Ginger Rogers y/o Gene Kelly.
Hay en esta película una suerte de princesa llamada Alyce, la hija de Lord Marshmorton, a la que han encerrado en su castillo para que no pueda seguir al alcance de un americano que conoció esquiando en Suiza. Mientras los criados hacen sus apuestas sobre quién será el hombre que lleve a Alyce al altar, un bailarín, también americano, y quien llega acompañado de dos singulares y especiales amigos, entrará en escena y también se sentirá atraído por la princesa prisionera.
Comienza así esta comedia musical, la primera que hacía Fred Astaire sin su espectacular partenaire Ginger Rogers con quien, desde 1933, venía cosechando sus mayores éxitos. Y la falta se notó muy pronto, porque su nueva pareja, Joan Fontaine, era una aficionada como bailarina y ni siquiera tenía el carisma o el carácter que hizo grande a la inolvidable pelirroja. Habría que esperar a que Alfred Hitchcock apareciera en su camino, para que la Fontaine demostrara su madera como actriz.
Por fortuna, la historia cuenta con una canasta llena de ideas divertidas y la presencia de la célebre pareja cómica, George Burns y Gracie Allen, nos mantiene atrapados en sus singulares diálogos. Gracie se luce con sus aires de maliciosa tontuela, y sus preguntas resultan siempre más graciosas que las respuestas que su socio, o cualquier otra persona, puedan darle. Creo no exagerar afirmando que la película les pertenece, pues, además de que logran las más jocosas escenas, las mejores coreografías se las juegan de tú a tú con el gran Astaire, pues, si éste resulta brillante como bailarín, Allen y Burns son estupendos como comediantes. Miren sino la magnífica coreografía Fun House que, además de ser excelente en su composición y le mereció un justo Oscar a Hermes Pan (el gran colaborador de Astaire en sus mejores filmes), Burns, y sobre todo Gracie, se posesionan en ella con un talento que hizo historia.
El director, George Stevens, no está aquí a la altura de sus anteriores filmes, En alas de la danza y Olivia, pero lo logrado merece apreciarse porque, en el menor de los casos, garantiza humor y arte coreográfico muy calificado.
En algún momento del filme, Alyce le pregunta a su padre: ¿Cambiar de parecer significa ser débil de carácter? Al es posible de Lord Marshmorton, puedo añadir que cuando se cambia de parecer por temor a quedar mal, por negligencia o falta de razonamiento, esto denota sin duda debilidad de carácter, pero, no lo es y es siempre una fortaleza, cambiar de parecer cuando se espera corregir un error, tomar el camino correcto, o cuando se quiere ser coherentes con lo que nos dicta la razón.
Título para Latinoamérica: EL BAILARÍN ENAMORADO