Réquiem por un campeón
Sinopsis de la película
Tras ser noqueado por Cassius Clay, a Mountain Rivera ya no le queda nada que hacer en un ring. Dada su edad y las lesiones sufridas a lo largo de su carrera, su entrenador le recomienda que busque un nuevo trabajo. Sin embargo, su representante necesita que vuelva a enfrentarse a Clay…
Detalles de la película
- Titulo Original: Requiem for a Heavyweightaka
- Año: 1962
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
Película
7.4
64 valoraciones en total
Fenomenal película, bastante desconocida por cierto, que viene a ser un antecedente vista hoy de la aclamada The Wrestler, aka El luchador. Hay similitudes en el argumento entre estas dos películas, lo que le pasa a Mickey Rourke en 2008 recuerda en algunos momentos a lo que le pasa a Anthony Quinn en Réquiem por un campeón: el personaje denostado, acabado, trastornado, sonado por el mundo de las peleas (boxeo o lucha libre, y ahí va un spoiler) que intenta rehacer su vida, conseguir un trabajo estable, olvidar lo que ya no tiene remedio.
Fuera de similitudes, la trama te atrapa, Jackie Gleason, el manager entrampado, que encadenó dos papeles soberbios en ésta y en El buscavidas, está inmenso. Mickey Rooney, incluso, está sorprendente en su papel de entrenador de Quinn, un Rooney maduro y demacrado si tenemos en cuenta el recuerdo que nos viene de sus papeles infantiles, musicales y juveniles. Hay una dirección sobria y eficaz de Ralph Nelson, el guión te lleva a las mejores visiones que del mundo del boxeo se han rodado (sub-género que siempre da mucho juego, con ese B/N, no olvidemos Toro salvaje).
Y Anthony Quinn, al que me dejo para el final, para decir que, junto a su Zampanó de La Strada, compone uno de las mejores interpretaciones de su carrera. Bobalicón, honrado ( nunca en sus más de 110 combates me dejé sobornar ), inocente, brutote. Si en otras ocasiones Anthony Quinn es un actor propenso a la sobreactuación o al exceso, aquí no, aquí, y hay riesgos por el personaje y la temática, tiene una actuación controlada, emotiva y tierna.
Anthony Quinn interpreta a Montaña, un ex boxeador sonado cuyos días de gloria quedaron mucho tiempo atrás, un hombre traicionado y despojado de su único modo de vida, el boxeo. Inconmensurable Quinn en una interpretación épica dónde te deja con la boca abierta en cada movimiento. increíble como cada gesto, cada palabra profunda que sale de su boca representa lo que es, un perdedor.
El argumento avanza de la tristeza inherente a la derrota al drama humano más característico, el miedo. El miedo al mañana, el miedo a la vergüenza.
A uno le gustaría tener tiempo para dedicar a hacer una crítica o al menos un comentario de las películas que va viendo, pero realmente pocas veces lo encuentra, o pocas veces una película le impacta de tal modo que se busca ese tiempo de donde sea para cubrir esa imperiosa necesidad de escribir sobre las ideas que esa película ha dejado en su cabeza. Requiem por un Campeón ha conseguido por su magnífica factura el ponerme al teclado.
Es innegable la buena actuación de Anthony Quinn, ese boxeador machacado a golpes tras 17 años de peleas (tal como queda reflejado en el rostro de Quinn con una magnífica caracterización), y que no le dejaron nada en los bolsillos pero si un cuerpo quebrantado hasta tal punto que sus días de boxeo tocan a su fin. El personaje te hace palpable en cada gesto, en cada torpe movimiento, el ocaso de ese gran púgil que fue y ya no es, haciéndote sentir como su único mundo se acaba y se aboca hacia un abismo de incertidumbres, con sus tics de boxeador asomando a cada paso y al que sólo le queda su maltrecho orgullo, insuficiente ya para volver a lenvantarse de la lona. Hasta ahora, Zampano era mi imagen de Quinn, ahora tendrá que competir con Montaña Rivera este personaje, que habré de defender, como una de las mejores interpretaciones del mundo del boxeo en el cine, curiosamente en una película muy poco conocida. La dignidad que muestra el personaje dentro de su primitiva personalidad queda resumida en la idea que tiene de sí mismo, cuando para dar señas de su persona, balbucea sólo diga de mi que tengo 111 peleas y que nunca acepté un soborno. Ese bar de boxeadores, de contadores de historietas del pasado, del tiempo y las glorias que no volverán, respira una atmósfera estupenda y da una ambientación que para sí quisieran otras películas de más calado. Quinn estaba en esta película atravesando uno de sus mejores momentos interpretativos, ese mismo año había rodado Barrabas, al año siguiente estaría en Lawrence de Arabia, y a continuación se enfundaría para siempre el traje de Zorba el Griego. Pero las delicias no se acaban aquí, Mickey Rooney esta estupendo, en un papel serio en el que sabe dar replica perfecta a la debacle vital de Montaña, y Jackie Gleason, el inmortal Gordo de Minnesota de la inolvidable El buscavidas está estupendo en su papel de manager acorralado por las circunstancias. La película se desarrolla en un magnífico blanco y negro que realza todos los matices y todos los gestos, que en el rostro de estos actorazos a veces dicen más que sus palabras. En definitiva un gran descubrimiento.
¡Que distinta es la sensación de cuando uno ve una película recomendada hasta la saciedad a diestro y siniestro y después no encuentra nada de aquello que esperaba, que cuando uno se acerca dubitativo a una película más o menos desconocida, sin esperar gran cosa de ella, y finalmente te conquista fotograma a fotograma, hasta hacerte escribir para recordar el buen momento que se pasó viéndola!
Solo voy a decir una cosa sobre ésta película cualquiera que alguna vez en su vida haya puesto en duda las labores interpretativas de Anthony Quinn DEBE ver éste filme… lo que hace Quinn aquí con el personaje de boxeador sonado de buen corazón lo han intentado hacer otros muchos actores antes y después pero sin llegar a éste nivel jamás.
Su composición del personaje, sus gestos, hasta como respira destila autenticidad y genialidad.
Por si fuera poco viene acompañado del Gordo de Minnesota y Mickey Rooney.
Una película que pasa en un suspiro pero que permanece en el recuerdo, a disfrutarla!!.
Interesante y atractivo film, desconocido por la gran mayoría, si no fuera por un Anthony Quinn que es capaz de rescatar incluso el Titanic del fondo del baúl de los recuerdos, donde se rescata a Montaña Rivera y sus últimos días en el boxeo y los primeros en su nuevo futuro.
Hay que reconocer que la película, está muy bien presentada, con una historia banal y atrayente, pero para nada original, pero lo qué realmente la encandila son sus actores junto a esa fotografía, oscura, de primeros planos, cargados de sentimientos, donde la luz y la oscuridad juegan un papel tremendo.
Recomendable si te gusta el boxeo, y más si te gusta ver un buen cine de actuaciones.