Repulsión
Sinopsis de la película
Carol Ledoux es una bella y reprimida joven belga que vive con su hermana Helen en un apartamento de Londres. Carol experimenta sentimientos simultáneos y contradictorios de atracción y repulsión hacia los hombres, por eso para ella resulta tan incómoda la relación que mantiene su hermana con un hombre casado. Cuando la pareja se marcha de vacaciones, Carol comienza a tener alucinaciones y su mente se desquicia.
Detalles de la película
- Titulo Original: Repulsion
- Año: 1965
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
7.5
71 valoraciones en total
Hay muchas películas que tienen su género tan poco definido que jamás sabes a lo que te vas a enfrentar, y acabas acudiendo al cine y saliendo de él con una mezcla de ideas que te deja igual que cuando entraste. Repulsión es el caso extremo, repulsión es la definición cerrada del terror psicológico. Incluso Hitchcock tiene películas mucho más difusas que esta producción de un joven Polanski, al igual que inexperto, pero que ya apuntaba maneras en su dirección. Pocos años después llegaría la semilla del diablo y Macbeth que acabarían por fijar en el las esperanzas de un cine tan peculiar como visual.
Y es que, si podemos decir algo del cine de Polanski, es su visualidad, tanto es asi que no necesita de una buena banda sonora para incomodar, y muchas de sus proyecciones se pasean sin ninguna nota que distraiga la historia principal. Esa peculiar sensibilidad se ve también hasta en sus primeras proyecciones como es el caso.
Repulsión no puede tener un título más idóneo. Catherine Deneuve consigue transmitir su angustia interior sin la necesidad de cambiar su expresión de la cara, la cual termina siendo la misma durante toda la película, una mirada perdida que pocas veces deja entrever algún gesto diferente y que da una idea de lo que se cuece en su interior, un sentimiento de aberración por el género masculino extremo.
A pesar del buen hacer en general de todas las artes de la película, la forma en la que ha envejecido no le ha ayudado. La película es un tanto soporífera por momentos, y no consigue un buen ritmo nunca, siempre se mantiene en una línea un tanto indiferente que no transmite grandes cambios. Esta rigidez hacen de la película un experimento curioso pero poco fluído, quitando interés al espectador durante un buen rato y creando una sensación final de indiferencia.
Dice Tomine que lo que más le interesa de una peli es hasta dónde puede llegar. Supongo que algo así se plantearía Polanski cuando esbozó las líneas maestras de Repulsión.
Prescindir de ese eje narrativo fundamental denominado trama para construir una peli que concentra todo su empeño en recrear el proceso degenerativo de una mente esquizofrénica no debe ser tarea fácil para ningún cineasta. Sobre todo si dicho reto se aborda con tres únicas bazas: una cámara, un espacio y una actriz.
Polanski posee un inmenso talento a la hora de colocar la cámara en el lugar preciso, escoger el plano adecuado en cada momento y sacar el máximo provecho de los códigos extracinematográficos (silencio, sonido y música resultan esenciales en Repulsión) para conseguir el efecto deseado. En este caso, opresivo y malsano.
La sordidez del apartamento londinense también contribuye a recrear esa atmósfera claustrofóbica que perseguía Polanski, pero lo que siempre persistirá en nuestro disco duro cada vez que nos mencionen Repulsión será la presencia etérea y fantasmal de una prodigiosa Catherine Deneuve.
¿Hasta dónde es capaz de llegar Repulsión?
Véanla y juzguen ustedes mismos.
No se debe esperar de Repulsión un relato que estudie el origen de dolencias psíquicas. Ni se analizan intelectualmente ni se investigan en un sentido médico la fobia al contacto sexual, la disgregación de la personalidad, los brotes esquizofrénicos, la obsesión por la limpieza, los delirios y alucinaciones, el estupor aislante, ni otros tantos desórdenes mentales como los que sirven de armazón a la película.
Unos apuntes sobre la radical extrañeza con que la joven Carol vive su vida en Londres bastan para poner en marcha un ejercicio de sugestión cinematográfica, un rico y complejo mundo audiovisual con que acompañar fríamente el desvarío de la pobre manicura.
Porque Polanski establece esa proverbial distancia suya desde la que advierte: el mal está ahí, poderoso, sí, y bastante hago con describirlo en detalle, no esperen que además manifieste compasión o condena.
Una jovencísima Catherine Deneuve pone calidad y temperatura humanas en su excelente interpretación, pero Polanski detiene la cámara en el abismado rostro de esfinge, y lo integra en la atmósfera de inquietud constante, que se incrementa como la inundación de un grifo que se olvidó abierto o el deterioro de un apartamento que se agrieta poco a poco.
Una vez establecida soberanamente la atmósfera, todo hincha sus velas, y Polanski lo aprovecha con implacable habilidad. El grifo que queda abierto y las grietas que continúan su dibujo se convierten en símbolo y eco de un proceso psíquico incontenible que se alimenta de cualquier mínimo suceso. El silencio es aterrador y los es también el sonido que lo interrumpe. Unas monjas de hábito blanco lucen espectrales en el patio vecino. Una navaja barbera se carga de amenaza. El conejo desollado y sin cocinar, señalado elemento cárnico, acusa rápido el paso de las horas. El timbre de la puerta o el del teléfono, un rostro deformado al reflejarse en una bola, los angulares con que va distorsionando el espacio la cámara, una quietud cargada y chirriante…
No es que el horror parezca inminente, en forma de acontecimiento espantoso: es que el horror está ya ahí instalado, en el silencio y en el sonido, en la luz y en la oscuridad.
Polanski lo recrea y describe sin parpadear. Ni compadecerse.
Por lo que yo pueda saber, Repulsión está más cerca de Cabeza Borradora que de ninguna otra película de terror convencional. Es una cinta repleta de texturas (las patatas echando raíces, el conejo pudriéndose en su fuente a la intemperie, la sangre resbalando viscosa por la oreja de la primera víctima), con estremecedores e inteligentísimos efectos de sonido (las campanadas del convento de clausura de al lado, los timbres del teléfono y de la puerta, el continuo goteo y el perturbador tic-tac de los relojes del apartamento) y una consistencia surrealista digna del mejor David Lynch (las grietas que aparecen por la casa, de las que surgen manos lujuriosas, repulsivas, manos de hombre, las repentinas violaciones imaginadas, el corazón en el bolso, etc.) Se trata al fin y al cabo de una obra maestra del cine de terror. El terror que siente una frágil jovencita hacia los hombres. Terror y la más visceral de las repulsiones. Y Polanski, como el maestro que es, se vale de todos los elementos anteriores, así como de la fotografía en blanco y negro, la escalofriante interpretación por parte de Catherine Deneuve, y unos movimientos de cámara próximos a Scorsese, para reflejar ese terror, esa subjetividad, repulsión al sexo y progresivo deterioro psicológico del personaje central. De hecho, la protagonista está completamente desquiciada, y el apartamento en el que se aísla voluntariamente tras la marcha de vacaciones de su hermana mayor con su novio se va convirtiendo poco a poco en la representación de su mente perturbada y torturada. Así, los acontecimientos que van sucediendo ante nosotros son cada vez más macabros, transmitiéndonos una malsana sensación rara vez igualada en la historia del cine. Las escenas de los dos asesinatos son excepcionales. Si Hitchcock es el maestro del suspense, Polanski no le va a la zaga en esta materia.
Segundo largo de Polanski, primero de la etapa inglesa. Se rodó en Londres y en Twinckenham Studios (RU). Ganó el FIPRESCI y el Oso de plata de Berlín. Se estrenó el 3-X-1965.
La acción se desarrolla en Londres en 1964/65, durante 3 semananas. Narra la historia de Carol Ledoux (Catherine Deneuve), de 18/20 años, manicurista belga, que comparte apartamento en Londres con su hermana Elena (Yvonne Furneaux). Siente aversión al sexo y a los hombres. Es callada e introvertida. Con frecuencia, queda absorta en si msima, ajena a lo que ocurre a su alrededor. Trabaja en un salón de belleza, es guapa, de cabello rubio y larga melena, aparenta fragilidad y tiene una cara angelical. No presta atención al interés que siente por ella un joven apuesto y decidido, Colin (John Fraser), y la incomoda e irrita la presencia de Michael (Ian Hendry), pareja de la hermana, en la casa. Elena y Michael se van de vacaciones a Italia y la dejan sola 2 semanas. La soledad y el aislamiento la hacen revivir viejos recuerdos, que la sumergen en un mundo de alucinaciones, angustia, terror y locura.
La película expone el proceso que lleva a Carol a revivir su pasado. Alucinaciones, confusiones y desvaríos mentales pulsan en su interior con fuerza hasta provocar en ella tanta angustia que arruinan su cordura. El realizador ilustra el camino hacia la locura con representaciones surrealistas, que reproducen en la vivienda lo que sucede en la mente de la muchacha. Las paredes se agrietan, la superficie se torna blanda, de ellas emergen brazos que palpan a Carol, la sujetan y la oprimen. Los tañidos de la campana del Convento de monjas y los timbres de la puerta y del teléfono suenan con tal violencia que hacen vibrar el vaso de agua y los muebles, simbolizando los estragos que se producen en el interior de la muchacha. La perturbación que padece la lleva a defenderse con violencia de aquello que percibe como amenza violenta para su integridad. Golpea, corta a navajazos, hiere y mata en defensa de su inviolabilidad e intimidad. El cariz sombrío del relato se ve ampliado por la fobia de Carol a la luz intensa. El realizador muestra su afición al cine de todos los tiempos con referencias a El gabinete del doctor Caligari (Wiene, 1919), La quinera del oro (Chaplin, 1925), Un perro andaluz (Buñuel, 1928) y Psicosis (Hitchcock, 1960). La escena de los músicos callejeros es un homenaje a Fellini.
La música, del jazzista Cicho Hamilton, aporta una partitura de solos de flauta, clave, contrabajo y piano y de inquietantes fanfarrias. La fotografía, de estética expresionista, crea imágenes de gran belleza. La acción comienza con planos del ojo derecho de Carol y finaliza con un zoom de aproximación al mismo. El guión construye un drama psicológico de fuerza inusitada. La interpretación de Deneuve, de 22 años, es impresionante. La dirección imprime a la obra un preciosismo admirable.
Película de horror, locura, muerte, violencia e incesto. Imprescindible.