Neds (No educados y delincuentes)
Sinopsis de la película
Narra la historia del recorrido de un joven que pasa de ser un niño premiado en el colegio a un navajero adolescente. John McGill, en su lucha por extirparse de un entorno con pocas expectativas, pasa de víctima a verdugo, de buen alumno a NED, de monaguillo a esnifador de pegamento. Y cuando intenta volver a ser como antes, la nueva realidad y el pasado reciente le impiden que se conforme dando lugar a una casi inevitable autoconfrontación violenta.
Detalles de la película
- Titulo Original: Neds
- Año: 2010
- Duración: 124
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Opinión de la crítica
Película
6.3
26 valoraciones en total
El curriculum como director del actor Peter Mullan es breve pero exitoso. Con su opera prima Orphans gano el premio a la mejor película en el Festival de Cine de Gijón. Con su segunda película, Las Hermanas de la Magdalena se llevo el León de Oro en la Mostra de Venecia. Y ahora con su tercera película compite por la Concha de Oro en el Festival de San Sebastian.
Esta vez Peter Mullan nos traslada a la década de los setenta, concretamente a la ciudad escocesa de Glasgow, y nos sumerge de lleno en el mundo de las pandillas de barrio, algo que ya habíamos visto antes en muchas otras películas. Algunas de ellas, además, ambientadas en entornos muy similares, y realmente buenas, como Sweet Sixteen o This is England.
John McGill es un niño formal y estudioso que se encuentra totalmente fuera de lugar en el entorno que le rodea, donde todo resulta violento. Empezando por el aprendiz de delincuente que tienen como hermano, siguiendo por un padre déspota y borracho que maltrata a su madre y terminando por su barrio donde las peleas y enfrentamientos están a la orden del día.
El tiempo pasa y nuestro protagonista, ya adolescente, no ha conseguido mantenerse ajeno a todo lo que le rodea. Cada vez más asentado como miembro importante de su pandilla, su personalidad irá transformándose, condicionada por todo lo que le rodea, hasta extremos difícilmente comprensibles. Poco quedará al final del tímido niño que conocimos al principio.
Peter Mullan se adentra en la historia, ya desde el primer momento, con una energía tremenda, casi arrollando al espectador. Se nota que sabe de lo habla, y en ese sentido la recreación estética de la época resulta brillante. La película engancha y la personalidad del niño protagonista, que ni siquiera es especialmente simpático, consigue que nos interesemos por él.
A medida que avanza la historia el protagonista va cambiando su carácter, cada vez más violento, y sus acciones empiezan a tener cada vez menos sentido. Peter Mullan sumerge a su protagonista, y al espectador, a una sesión continua de palizas y broncas que acaba resultando abrumadora, por excesiva. Al final, y al igual que decidió rendirse a los encantos de la violencia, el protagonista decide redimirse, y lo hace a través de algunas de las decisiones más discutibles que Peter Mullan toma como director y guionista de la historia. La escena de Jesucristo resucitado, o la alegoría final con los leones rozan peligrosamente el precipicio del ridículo.
Pese a todo lo discutible que se pueda contener en Neds, nadie puede negar que el nervio en la puesta en escena es notable, con secuencias como la de la discoteca donde solo se oye una música atronadora y que te tiene absolutamente metido en la película. Y nadie puede negar que tanto el personaje como el actor que lo encarna, Conor McCarron, tienen un magnetismo fuera de toda duda.
Neds es un trabajo discutible, a veces en el límite, pero siempre valiente y arriesgado.
No nos engañemos, Neds es otro de esos dramas sociales a que ya nos vienen acostumbrando británicos e irlandeses desde hace algún tiempo.
El último fue Fish Tank, de Andrea Arnold, estrenada en mayo de este año.
Éstas suelen ser películas lineales, sin ningún intento por parte de sus directores de aportar enfoques artísticos o técnicos que dejen hablar a la cámara o a las posibilidades que puedan presentarse ante ella, es decir: que dejen un poco de resquicio al cine propiamente dicho.
Por el contrario, suelen ser obras de teatro fotografiadas con exteriores.
Neds no es una excepción, excepto por su sorprendente (e hilarante) final.
Por supuesto, el principal atractivo de una obra teatral es el argumento.
¿Y qué nos cuenta Peter Mullan? Pues el extraordinario caso del doctor Jeckyll y mister Hyde (sin química orgánica por medio), en versión teen retro (está ambientada en los 70).
(Continúa en el spoiler)
Cuenta con numerosas piezas lo bastante interesantes como para formar una gran película, pero el resultado final es más que discutible y pone en cuestión la habilidad del director para ordenarlas de un modo coherente.
En primer lugar, como se apunta en varias críticas, la evolución del protagonista no es creíble. Se trata de un cambio demasiado grande en demasiado poco tiempo. No sabemos realmente qué ocurre dentro de su cabeza para tomar las decisiones que toma y que lo llevan a una escalada cada vez más absurda.
La crisis no perdona a nadie… ni tan siquiera al UK Film Council. Uno de los proyectos emblema de la Administración Blair, y que tantas alegrías ha dado (en forma de premios, aceptación casi unánime del público y resultados en taquilla) a lo largo de sus diez años de vida, ha sido desmantelado por David Cameron, teóricamente con la intención de recortar gastos en los presupuestos gubernamentales. Se acabó lo que se daba. Eso sí, consuela saber que, incluso agonizando, dicho organismo ha seguido recogiendo frutos. El último de ellos cortesía de un auténtico revienta-festivales: Peter Mullan.
Actor que en su día trabajó bajo las órdenes de Ken Loach, su carrera como director es todavía breve, pero de momento roza el pleno de éxito en los grandes certámenes europeos. Con su segundo largometraje, Las hermanas de la Magdalena, drama que seguía el paso de cuatro adolescentes por un brutal internado religioso de mediados del siglo pasado, conquistó Venecia, consiguiendo el preciado León de Oro. Con su siguiente trabajo repite hazaña, cambiando el Lido por Zabaltegui. De la Mostra al Zinemaldia: la última Concha de Oro se fue para Escocia gracias a la película que ahora nos atañe, Neds, título referido al acrónimo usado en las islas británicas para referirse a los Non-Educated Criminals. En otras palabras, aquellos jovenzuelos que de cándidos y amigables tienen más bien poco.
Ésta es la propuesta, convivir a lo largo de dos horas con una juventud que por alguna razón u otra se ha pasado a lo que nosotros entenderíamos como el lado oscuro. El caso en particular a seguir es el de un alumno brillante, al que en un buen principio le repugna el mundo caótico y brutal que le rodea. Pero ya se sabe, la carne es débil, y tarde o temprano cede a la tentación del pecado. Neds es en efecto la crónica de una caída a los infiernos… o a la jungla, si tenemos que quedarnos con el demasiado obvio desenlace. Evidente o no, hay que agradecer que, a pesar de la premisa con la que parte el filme, a Peter Mullan parezcan habérsele olvidado las enseñanzas que de buen seguro le transmitió en su día su amigo Ken Loach.
Sí, hay algún desvío al cine-denuncia / comprometido, sobre todo en lo referente a tirar dardos a un sistema educativo experto en segregar, enemistar, alimentar el odio y eliminar el sentido de la solidaridad (uno de los temas centrales en la filmografía de Mullan) en unos muchachos que antes de acudir a la escuela ya estaban suficientemente desorientados y asustados. Pero hasta aquí la práctica totalidad de los apuntes sociales. Todo lo demás entra ya en los dominios del cine de autor. Una firma que a pesar de lo que pueda parecer a primera vista, está lo adecuadamente destilada como para ser accesible a un gran público que, por lo general, acostumbra a mostrarse reticente a todo lo que se aleje del mainstream marcado desde el otro lado del charco.
¿O seres humanos?
No es lo que plantea el filme. Es lo que planteo yo como pensador radical y a modo de reclamo.
Lo que plantea el filme es una pregunta, bien clara. ¿Cómo no te va a salir un hijo medio psicópata si es criado en un medio del todo hostil donde todo -familia, amigos, sistema educativo y TV (cuando salen los Monty Python recreando la batalla de Pearl Harbour)- está manchado de violencia?
En vez de una respuesta que parece lejana tanto a Peter Mullan como al resto de los mortales, Neds da un planteamiento de dimensiones excesivas. Tanto en su duración (sobran minutos ocupados por relleno e idas de olla de lo más impactantes pero usurpadoras de dinamismo) como en su… no sé cuál es la palabra, pero el concepto es el de que Neds es perfectamente calificable de tragedia adolescente. Al menos la característica básica, la de que casi todo sea condenadamente exagerado hacia lo negativo, la tiene.
Y esto da lugar a una falta de verisimilitud algo reprochable, pero también a una no ignorable garra, a una capacidad de meter al espectador, un poco acongojado por momentos, sintiendo siempre, en la pantalla, y de meter a la pantalla en el espectador. Cosa que, sumada a unas virtudes técnicas aún menos ineludibles, hacen de Neds una película que a pesar de sus fallos, consigue hacer que los genitales se acerquen al gaznate.