Regreso a Fortín Olmos
Sinopsis de la película
En 1966, Patricio Coll y Jorge Goldenberg, junto con Luis Zanger y Hugo Bonomo, filmaron el documental Hachero nomás en la cuña boscosa del norte de la provincia de Santa Fé. La película trataba acerca de la situación social de los hacheros de la región y el equipo de rodaje estableció su base en un pequeño poblado llamado Fortín Olmos. A través de testimonios y fragmentos de Hachero nomás, REGRESO A FORTÍN OLMOS reconstruye la experiencia de promoción social que, entre 1960 y 1975, fuera llevada a cabo por sacerdotes obreros y católicos laicos provenientes de las ciudades entre los explotados hacheros de los montes del noroeste argentino. Lejos de toda simplificación apologética, las reflexiones que el film propone suponen más allá del rescate de una actitud, la apreciación crítica del intento, sus posibles falencias, sus contradicciones y los conflictos éticos que, diariamente, debían enfrentar sus protagonistas… problemas que, en definitiva, siguen interrogando nuestro presente.
Detalles de la película
- Titulo Original: Regreso a Fortín Olmos
- Año: 2008
- Duración: 104
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En la década del ‘60, en medio de las utopías que nacieron en la posguerra con la efervescencia de movimientos sociales progresistas tuvo lugar en el corazón del Chaco santafesino una experiencia comunitaria singular que los directores de este film conocieron en 1966, cuando formando parte de un equipo de jóvenes realizadores del ya mítico Instituto de Cine santafesino, fueron a filmar Hachero nomás para registrar la particular vida de los trabajadores que sobrevivían penosamente en los montes de la cuña boscosa, donde extinguido el recurso natural que generó su riqueza, se acababa de retirar La Forestal.
Cuarenta años después, Jorge Goldenberg y Patricio Coll salieron en busca de los sobrevivientes de aquel poco conocido ensayo de cooperativa fraternaria entre obreros y patrones, liderado por jóvenes sacerdotes herederos de los vientos progresistas del Concilio Vaticano II y un buen número de recién iniciados profesionales católicos que elegían ejercer su profesión como un apostolado junto a los más necesitados.
La investigación de lo que quedó de ese curioso laboratorio social es el punto de partida del documental que se va construyendo a medida que se interroga sobre el devenir de aquella experiencia, un trabajo que demandó cuatro años de filmaciones y varias versiones, que los directores fueron cambiando de acuerdo con las derivaciones que surgieron de las propias relaciones internas con el material.
Situada antes de que la violenta década del setenta arrasara con esos heroicos y generosos microemprendimientos, la película permite ver el pasado desde una perspectiva que sólo permite la distancia. Los directores logran ordenar ese diverso mundo y exponerlo hasta lograr un testimonio conmovedor sin manipular al espectador.
El documental abre una mirada lo más amplia posible sobre las contradicciones, la diversidad ideológica y la utopía de una época.
Términos como sacerdotes obreros, evangelio de la pobreza, no violencia, lenguaje e ideas… van exhumándose, desenterrándose hacia la luz del presente que no excluye el testimonio cargado de rencor.
Con una estética sobria y austera, intercalando blancos y negros versus color, para señalar el paso del pasado al presente, el documental privilegia la palabra, los gestos que reflejan emociones. Apela a recursos sencillos como fotografías antiguas, un mapa dibujado para reconstruir el poblado.
El relato no se deja reducir a ningún discurso dominante, abriéndose a todas las voces, contradicciones y autocríticas que aun hoy nos siguen interrogando, se constituye en un modelo respetuoso de cine político que es capaz de exponer la multiplicidad de sentidos.