Red State
Sinopsis de la película
Las hormonas pueden ser muy traicioneras. Y si no, que se lo digan a los adolescentes que, atraídos por un anuncio que promete sexo en grupo con una mujer, caen en la trampa de un grupo de fanáticos religiosos dispuestos a erradicar con métodos extremos la libido de la juventud norteamericana. Historia inspirada en la figura real de Fred Phelps, el líder de un grupo religioso extremista que se hacía llamar la Iglesia Bautista Westboro.
Detalles de la película
- Titulo Original: Red State
- Año: 2011
- Duración: 88
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Opinión de la crítica
Película
5.6
96 valoraciones en total
Está bien eso de que el terror pueda encontrarse en la esquina más cercana de tu casa pero precisamente no es novedoso el planteamiento de Kevin Smith sino su cambio de registro. Más allá de Craven y su La última casa a la izquierda (72) estaba ya Polanski y La semilla del diablo (68) donde los más amables vecinos pueden ser los más terribles y satánicos villanos. La reinvención así de Smith (de Clerks a Vaya par de polis va un abismo en cualquier baremo o canon) pasa por el independentismo absoluto, distribuyendo su propia cinta, a cuasi-precio de ticket de la Comic-Con, en una gira norteamericana con él y parte del casting como reclamo. Buena jugada mercantil que está dando sus frutos aunque queda la respuesta y aprobación cinematográfica. El director de ¿Hacemos una porno? ha decido apostar por el cine de terror con cierta provocación mediático-religiosa. El lobo por el que se la juega Smith no es carne del género fantástico ni un hormonado monstruo psicokiller sino parido de la realidad. La iglesia de las cinco estrellas de la que se habla en la película se basa en la figura de Fred Phelps y su secta de la iglesia bautista de Westboro, que justifica sus acciones de acuerdo a la primera enmienda de la constitución estadounidense.
El propio cineasta parece tener claro que está manejando una patata caliente desde su propio cartel: «Una improbable película de ese que se hace llamar Kevin Smith». Y precisamente el recorrido va directo hacía el género con adolescentes atrapados como carne de ‘rito’ de una secta fundamentalista. Si en Scream 4 una víctima reivindicaba su homosexualidad para salvarse del acuchillamiento aquí supone una maldición. Da lo mismo una Gang Bang heterosexual que ser gay para un tipo tan loco y peligroso como Abin Cooper. Una persona que hasta los nazis consideran peligroso.
La película ha sido calificada por algún miembro de la familia Phelps como inmundicia y, polémica visceral aparte, Kevin Smith destruye la estructura tradicional que intenta homenajear. Ese survival horror setentero con una secta de psicokillers podría enlazar con ese Craven pero hay otros planes exterminatorios. Y tal vez, ante la llegada de un clímax, se esperaba algo mejor que una solución narrativa muy en la onda de Quemar después de leer pero alargándonos tanto las explicaciones resolutivas que también mata al propio espectador. Aleja a la película de esos santificados monstruos y de una vuelta de tuerca que podría haber sido más demoledora y moldeada al género. Porque Red State, al contrario de lo que muestra, no mata.
Kevin Smith siempre me ha parecido un director con buenas ideas, pero muy inconstante y, sobre todo, con una fuerte tendencia a no saber separar los aciertos de las decisiones desastrosas. Creo que tiene al menos un par de pelis bastante redondas, como Clerks y Mallrats, y otras sin pies ni cabeza (Dogma, Persiguiendo a Amy, Clerks 2). Por eso me acerqué con curiosidad a esta película tras la cual, según él, abandona la dirección.
Red State es una marcha atrás del cine en toda regla, está llena de grandes momentos que, súbitamente, quedan interrumpidos para dar lugar a un cambio de escenario desconcertante, sin que nada llegue a cuajar del todo y dejándonos a todos con la insatisfacción que siempre supone tener que eyacular fuera. Supongo que ésta era la idea del director, pero acaba irritando demasiado. La película pasa de thriller de adolescentes, a terror de sectas, a algo parecido a Hostel, después a una peli de asedios policiales, otra de fugitivos… nada se desarrolla por completo y siempre cambia de orientación cuando le estamos pillando el gusto a una de las partes. Y esto al final pasa mucha factura.
Sin embargo, como recopilación de muy buenos apuntes sí que funciona, especialmente porque todo está sazonado con unas muy buenas interpretaciones: los tres adolescentes están geniales, al igual que el líder de la secta y la fanática madura, con mención destacada al papel de John Goodman como policía duro pero con reparos. Al final, la película es como un coitus interruptus: deja una buena sonrisa pero también un poso de frustración.
En conexión con la sátira religiosa de Dogma, Red State mezcla elementos del thriller juvenil con la comedia de acción descacharrante, con un poco de descaro y otro tanto de Tarantino y Rodriguez en la batidora. La película sucede a toda velocidad, con momentos de auténtico delirio y siempre manteniéndose en un tono hiperbólico más incorrecto que sanguinario. El problema es que Red State, se mire por donde se mire, nos fijemos en su faceta de acción surrealista o en sus ramalazos de thriller con crítica social, funciona a medio gas. Le falta la garra de una buena trama irónica y el gancho de una buena película de acción.
Todo queda muy diluido y descafeinado en este retrato de una comunidad religiosa terrorífica cuyo líder canta en sus sermones la persecución y el asesinato de los homosexuales. Red State tiene sus mejores escenas en esa especie de iglesia satánica, con un reverendo interpretando la Sagrada Escritura en clave sangrienta y una Melissa Leo abducida de cuerpo y mente. Demasiada metralla y poca chicha: de nuevo la ganadora del Festival de Sitges es una película bastante mediocre que poco o nada aporta al género fantástico, si es que nos decidimos a incluir Red State en esa etiqueta (más bien encajaría en la descripción de un híbrido con espíritu de grindhouse). El rezo de que ardan los maricones en el infierno (ojo, es cachondeo, no homofobia) merecía un producto más pasado de vueltas.
Cinoscar & Rarities
Hace aproximadamente doce años, Kevin Smith se infiltró en una manifestación religiosa para protestar contra una de sus propias películas. Aquel día, el director, que increíblemente logró pasar desapercibido, fue recriminado por los demás protestantes por exhibir una colorida pancarta extremadamente ofensiva: DOGMA IS DOGSHIT. La broma quedó redonda cuando Smith, concentrado en su papel de exaltado religioso, acabó siendo entrevistado por una bella periodista del canal doce: ¿Qué hace aquí? – Vine a protestar por la película – ¿La vio? – No, pero me dijeron que es realmente mala – ¿Ha visto alguna película de este director? – No. Bueno sí, vi Clreks ¡Fue muy divertida! Pero no veré nada más – ¿Cómo se llama usted? – Emmmm… Bryan Johnson. Esa misma noche, Bryan Johnson apareció en el noticiario del canal doce hablando de lo mala y ofensiva que era la película Dogma. No es la única anécdota de Smith con los grupos religiosos radicales. En la fase de post producción de Dogma, recibió cerca de 300 cartas llenas de odio. Una de esas cartas se le quedó grabada en la memoria: Judios (refiriéndose a los directores de Miramax y Dimension) usen el dinero que nos robaron y compren chalecos antibalas porque iremos con escopetas. Sus hermanos en Cristo.
Y la chispa saltó.
En Red State, el director de Nueva Jersey da rienda suelta a su cruzada particular contra el fanatismo religioso. Inspirada en Fred Phelps (líder de la Westboro Baptist Church) la película presenta una extraña mezcla de géneros, desarrollándose en una peculiar estructura que busca romper convencionalismos narrativos. Lo que empieza como una típica película de terror adolescente acaba convirtiéndose en una ensalada de tiros propia del cine de acción más surrealista, no sin antes atravesar una fase discursiva que también coquetea con temas como la doble moral policial. Por el camino se dejan caer algunos diálogos de humor tosco propios de Smith, sobre todo al principio del film, aunque esta vez el director se centra más en otorgar un tono estilistico que recuerda en algunos apartados a The Devils Rejects (2005) de Rob Zombie.
Al spoiler sin spoiler:
Me da la impresión de que en ocasiones basamos demasiada parte de nuestro criterio en los nombres que están detrás de la película, cuando quizás deberíamos hacer un ejercicio de abstracción y apreciarla como si no dispusieramos de ninguna información más de la que nos da la propia obra. Esta es una impresión personal y algo ingenua, lo admito.
En el presente caso, yo no hubiera reconocido el sello personal de Smith (acaso en algunos diálogos chistosos de la primera media hora, aunque se trate esta de una parte cómica sin gracia ), y eso no sé si es bueno o malo. Sus seguidores podrían sentirse defraudados o, todo lo contrario, admirados ante su versatilidad. Yo no lo soy, así que en ese punto no me importa.
Intentando obviar entonces el mérito o demérito que suponga que su artífice sea el mismo de la bastante divertida Clerks, no me ha convencido por poco. Para empezar, ningún personaje está suficientemente desarrollado, veo actuaciones meritorias, pero están defendiendo la nada.
La oposición al fundamentalismo religioso creo que queda clara, aunque la encuentro banal. Cualquiera que sea tan poco racional para considerar realmente sus creencias místicas superiores y dignas de prevalecer sobre las demás, es un fundamentalista en esencia. Y al integrismo teísta establecido le debe sentar bien que se carguen las culpas contra grupillos como el de los Cooper, que definitivamente han perdido el norte, se han separado de la sociedad bienpensante. Es como hablar del capitalismo salvaje para dignificar el capitalismo usual, y representar uno como si fuera una desviación anormal del otro, si bien parece más bien una consecuencia bastante lógica, por no decir que es lo mismo.
No creo que esta sea una consideración capciosa, como sin duda la encontrará un creyente. Hay suficientes ejemplos en las parábolas de Jesús, por ejemplo, en la de las monedas (Lucas 19, 27), que termina así: En cuanto a mis enemigos, esos que no me quisieron por rey, traedlos aquí y degolladlos en mi presencia.
Reza por más soldados muertos, Gracias Dios por el 11-S, Dios odia a los maricas (sustitúyase por Judíos, América, etc) son algunos de los lemas que suelen enarbolar estos payasos en sus apariciones públicas -¡qué no dirán en sus reuniones privadas!