Razzia sur la Chnouf
Sinopsis de la película
Tras una estancia en los Estados Unidos, Henri Ferré, alias Le Nantais , regresa a París para reorganizar el negocio de la droga. Su colaborador, Paul Liski, le encuentra una tapadera, un bar llamado Le Troquet .
Detalles de la película
- Titulo Original: Razzia sur la Chnouf
- Año: 1955
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
6.8
100 valoraciones en total
A mí la calle, y el fuego de la botella, que en mi sangre se hace río.
Diablos, qué barbaridad, qué gozada de película.
Aunque la sinopsis que se incluye en la licorería dan ganas de gasear con una mofeta y el tono del film muestra unas cartas algo previsibles hacía tiempo que no agitaba mis cancarros de este modo, que no perseguía mi sombra tras acabar la función.
Imponente y elegante misil cinematográfico capitaneado por el apoteósico Juan Gabinete, que aquí, vuelve a sentirse pájaro con esos ojos llenos de intención y se pasea por la película dando un recital para recordar, sin olvidar a un inmenso Abelino Aventura que seguramente resucita al matón más sagaz y aplicado de la historia.
Un factor que puede restar algún ápice de artesanía poniéndose uno excesivamente minucioso, claro, es la previsibilidad, pero todo está perfectamente plasmado y engrasado en este mundo de drogadicción y desamparo, todo detallado con una exactitud, y una verosimilitud que asustan, que esta película sea del año cincuenta y cinco es para volverse locos, directamente.
En fin, a mí la calle, y el fuego de la botella, que en mi sangre se hace río.
Se despide desde el portal de Belén.
David Meca tiritando vestido de rey Melchor incordiado por 4 niños que no paran de hacer nudos en su escroto y ríen y vuelven a reír padeciendo auténticas arcadas de placer cuando un bigardo de entre las masas se deja ver más que nunca con un muñeco de trapo con la silueta de Iturralde González incrustada en su espalda y un infalible tractor cargado al hombro repleto de granadas y asombrosas cuchillas de afeitar.
Esta película muestra bajo la cruda luz de la verdad un mundo implacable y violento desconocido hasta ahora. El objetivo de los autores es que las siguientes imágenes prevengan a quienes por debilidad o ignorancia puedan ser un día víctimas de esta peligrosa lacra: LA DROGA , con esta leyenda abriendo la película antes de los títulos de crédito iniciales, la cosa despide un fuerte aroma a esas películas de furibundo y bizarro mensaje antidroga rodadas en el segundo tercio del siglo pasado (véase entre otras, la argentina, Marihuana 1950 , su medio remake español, Humo de Marihuana 1968 , y aquel divertidísimo drama educativo llamado, Reefer Madness, Tell Your Children! 1938 ), ahora con los franceses como responsables.
Pero es ver a Jean Gabin bajando a suelo francés del avión que le traía de Estados Unidos, como su visita se debe a cumplir con el encargo del escurridizo capo Paul Liski (Marcel Dalio), que ha aceptado hacerse con el control del tráfico de drogas ya que el anterior boss (un tal El Bosco ), ha sido abatido por ráfagas de metralleta en un enfrentamiento (según vemos en la página de un periódico), a la policía parisina advertida de su presencia haciéndonos saber que se trata de Henri Ferré El Nantes , y la magnífica fotografía en que viene envuelta la película, y aparca uno toda prevención apuntada en el primer párrafo, se pone cómodo en el sofá, endereza las orejas, y se predispone a disfrutar de una jugosa función.
El Nantes Gabin bajo la tapadera de propietario de un restaurante piano bar, iniciando y manteniendo un idilio con Lisette (Magali Noël), la guapa cajera del mismo, y primero poniéndose al día de sistemas de importación, procesado y reparto de la droga, después supuestamente aplicando con destreza unos procedimientos que aumentan los beneficios, y finalmente arrojando fuera de si toda sospecha en cuanto a la captura de un alijo en el puerto de Le Havre de 40 Kilos preparados por él con destino a su jefe en América, un tal Big Rosillo, con un fiero enfrentamiento con los policías que le estabas interrogando tras haber sido detenido en una redada en el restaurante (ambas, redada en el restaurante y pelea en comisaría, ásperas, recias y hasta divertidas), todo ello con la policía vigilando, y la pareja de gangster formada por el duro Roger el Catalán y el viscoso Bibi (Lino Ventura y Albert Rémy), aunque supuestamente a las ordenes de El Nantes , evidenciando recelos y prevención en su relación con él.
Con estos ingredientes, adaptación de una novela escrita por Auguste Le Breton, el tipo de cuyas novelas surgieron las tramas de, nada más y nada menos, las posteriores Rififi 1955 y El clan de los sicilianos 1969 (también coguionista, y con un breve cameo en el que es presentado como Auguste Le Breton, propietario de un casino ilegal), cocinados por un sobrio, acertado, y enérgico Henri Decoin de forma seca, enérgica, y descriptiva, tanto en ese retrato de escalafón de la organización delictiva, métodos de distribución, y tipología de ese ambiente (se muestran de forma cuasi documental, dejando la impresión de una buena documentación de ese submundo), como diálogos y escenas de acción (magnifico uso de sombras y contrastes y magnifica fotografía, especialmente en las que cierra la trama), estamos ante un notable thriller noir, perfecto ejemplo de ese polar francés pre nouvelle vague , que bebiendo del cine negro americano, ha colocado alguna de esas producciones como clásicos intemporales, en el que las buenas actuaciones de un Jean Gabin en plena madurez como actor interpretando a ese equivoco Nantes a cuyo alrededor fluye toda la trama, un Lino Ventura confirmando en su segunda aparición cinematográfica las buenas sensaciones que nos dejo con su Ángelo en la excelente No tocar la pasta 1954 , Albert Rémy como su fiel acompañante en tareas de killer, Lila Kedrova luciéndose con un papel de enganchada hasta las cejas (casi que este personaje es el que más entronca con esa leyenda del comienzo de la función sobre el peligro de las drogas), la dulce y sensual francesita Magali Noël aportando el toque romántico, y un resto del casting dando vida de forma creíble al resto de personajes, redondean lo entretenido, serio, e interesante de la función, y hacen de ella, además de referencia indiscutible tras verla cuando hablemos de redadas por su camino, una de esas joyitas que no debería perderse cualquier aficionado al buen cine negro que se precie.
Razzia sur la Chnouf es un gran film de un artesano, una de las mejores películas del prolífico Henri Decoin y de las mejores también del Jean Gabin posterior a su exilio americano. Se trata de una historia policíaca en el sentido de que hay policías y criminales, asesinatos y persecuciones, pero es mucho más una descripción muy ajustada del universo de la droga, del negocio que rodea su elaboración y venta, así como de los distintos mundillos del consumo.
Gabin compone un curioso personaje que retoma un poco de la ambigüedad del Gabin de antes de la guerra, héroe popular de moral individual, de principios propios. Frente o junto a él está un formidable Lino Ventura, gángster frío y sádico acompañado de un muy preciso Albert Rémy. Las chicas son una excelente Magali Noel, actriz que recuperará el Fellini de Amarcord y Lila Kedrova en un papel patético de mujer destruida por los estupefacientes y la falta de amor.
La realización es de 1955 y explota el filón policíaco realista que acababa de renovar Jacques Becker un año antes con Touchez pas au grisbi, las dos películas coinciden en privilegiar los personajes por encima de la intriga, la mirada neutra frente al comentario moral, los gángsters de Decoin, como los de Becker hacen negocios, tienen su código de valores, ese tipo de thriller tiene personalidad propia, su ritmo, su clima es tan potente come el del cine negro americano, pero distinto, como distinto es el jefe de la banda, que regenta un Bistró en lugar de un casino.
Secuencia a secuencia y fotograma a fotograma, Jean Gabin se ha forjado en el cine una imagen tan bondadosa, paternal y honrada a carta cabal que, cualquier intento de dotar a sus personajes de dobles vidas o de intenciones dudosas, parece condenado al fracaso. Las sorpresas con Gabin podría decirse que son menos y los eso ya me lo esperaba yo pues tampoco otorgan demasiados puntos. De cualquier manera, dejaré que sean ustedes los que acaben poniendo a prueba lo que les quede de capacidad de sorpresa tras las sinopsis demasiado explícitas y los suspenses kaput .
Estamos ante una película de Henri Decoin que aborda, con aires de polar, el mundo de la droga especialmente desde el punto de vista de las redes de distribución. Ese submundo de pequeñas miserias donde es relativamente fácil entrar y prácticamente imposible salir. Ese universo donde todo debe estar en su sitio y donde las deserciones y las desviaciones del orden mafioso establecido se pagan con la vida. Es un buen film, quizás no perfecto, donde Decoin hinca el dedo en las miserias humanas. En este sentido la interpretación de Lila Kedrova como drogadicta hasta las cejas es sumamente interesante.
Este tipo de cine nada o poco tiene que ver con las posteriores experiencias nouvelle vague, pero pecaríamos de injustos si creyéramos que la Francia cinematográfica empezó con los Truffaut y compañía. Es cierto que estos dieron un sesgo más libre y probablemente más cultural al cine francés y europeo, pero el cine de los Renoir, Becker, Vigo, Decoin, Cocteau y tantos otros sigue estando ahí.
Por eso me llama enormemente la atención de ser el primero tanto en efectuar un comentario sobre este film como declarar públicamente y con mi voto, que he visto esta película. Esta inauguración global de la ficha de esta película tiene algo de génesis creadora y de mensaje místico que busca acercar un magnífico ejemplo de comprometido polar francés a todos los amantes del buen cine de esta nuestra y vieja Europa.
Cuando prácticamente todo el peso de una película recae sobre los hombros de su protagonista y resulta que ese actor es Jean Gabin puedes estar tranquilo, por mal que se hagan las cosas detrás de la cámara la película está salvada. A Gabin, el nantés, lo contratan para reconducir el negro negocio de la venta de estupefacientes, y a sus espaldas va a recaer la responsabilidad de supervisarlo todo: desde la recepción de la materia prima a su distribución pasando por la manipulación, venta y transporte. Todo, todo, a cargo de Gabin. Para fortuna nuestra.
Claro que esto es Francia, no estamos en los USA, y a Jean Gabin no le ponen un casino como tapadera, él se encarga de un restaurante en el que destaca su buena mesa y sus mejores caldos, no se bebe whisky sino vino y a él lo encontraremos sirviendo la carta lo mismo que un camarero. Pero es el jefe, todos lo saben, su presencia es asombrosa, si tiene que dar una bofetada la da y cuando toma decisiones nadie duda. Cuando habla, todos callan.
Suerte de Gabin, sí, pero es que la película funciona por sí misma también, con unos secundarios de lujo, con Lino Ventura y su colega haciendo lo que mejor sabe hacer, que es ser un tío duro de gatillo fácil. Un currante más del gremio. La película avanza con todo el interés por ver detalles de la actividad delictiva que no suelen verse, sabiendo que la policía está detrás y que las persecuciones, los disparos y la acción nos esperan en cada esquina.
Una gozada, y con Jean Gabin al lado, gozada doble.