Queimada
Sinopsis de la película
William Walker, un agente inglés, es enviado a Queimada, isla imaginaria del Caribe, para fomentar una revuelta contra los portugueses. Sin embargo, el objetivo de esta operación no es apoyar la independencia de los nativos, sino que Inglaterra sustituya a Portugal como potencia colonialista.
Detalles de la película
- Titulo Original: Queimada! aka
- Año: 1969
- Duración: 132
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Opinión de la crítica
Película
7.2
24 valoraciones en total
El cine es una disciplina artística que tiene muchas limitaciones, no es lo mismo leer La rebelión de las masas de Ortega o El capital de Marx, a ver Braveheart. Y eso pasa con la totalidad de películas, cojan el film que consideren más profundo –el que cada uno quiera-, pues no le llega probablemente a la epidermis de un libro medio de filosofía de Hume, por no hablar de Kant.
Por eso yo valoro tanto el sentido ilustrado del cine. Sin Ilustración no hay más que barbarie, que es lo que tenemos en las calles en nuestros días. Hoy la progresía reinante, es un grupo de aprovechados, de encumbrados, sin ningún tipo de autoridad moral ni cultural, para vendernos sus panfletos políticos. Y por eso su público son intelectualmente como niños.
No siempre fue igual, la izquierda ha vivido buenos tiempos, con profesionales de una calidad didáctica, pedagógica, política e ideológica que da gusto escucharles, leerles o verles, aunque no se esté siempre de acuerdo con ellos.
Me ocurre eso con el director italiano Gillo Pontecorvo, a mi juicio un genio del cine, y algo más. La batalla de Argel, de sobra conocida, es estupenda, como lo fue luego Operación Ogro, pero a mí me encanta Queimada!, me parece de un nivel de estructura narrativa política, dirigida a una población para la comprensión de un sistema cíclico, de una brillantez insuperable.
En manos de cualquier directorcillo actual, hubiera hecho una cosa más obvia, enfática, sentimental y apologética, en cambio Pontecorvo, convierte el cine político en arte, y viceversa.
Rodada en gran parte en Colombia y producida por Alberto Grimaldi, Queimada! no es cine para sensibleros, sino para cabezas pensantes, una joya fílmica muy difícil de admirar sin instrucción. Como dicen los anglosajones, una de las películas under-rated de todos los tiempos.
¿Qué le falta para ser perfecta? Evidentemente más valentía. Podría haber hecho que los colonizadores fueran franceses –pero ellos pagaban la película- o españoles –pero interesaba que en círculos hispanos se comercializara sin problemas-, por lo que el muerto les cayó a los portugueses, nación de poca enjundia para algunos, pero que pierde verosimilitud narrativa, ya que los ingleses jamás hubieran perjudicado a los lusos, pues eran sus mayores aliados. Pero hay que extrapolar, Queimada! es una manual de teoría política.
Un acierto que el papel del negro revolucionario no lo hiciera Sidney Poitier, sino un actor amateur, y que decir de Marlon Brando, ya los saben, el más grande. Bestial su nivel, uno de los cinco mejores trabajos de su carrera.
Una de esas obras maestras que casi nadie ha visto. Enhorabuena, sí llegas hasta aquí.
Nota: 8,7.
Al igual que La Batalla de Argel, Queimada es un film pedagógicamente imprescindible. En este caso, para conocer —a través de las limitaciones del celuloide, por supuesto— cómo y de qué manera operaban, más allá de sus fronteras, las potencias coloniales europeas del s. XIX: sus estrategias políticas, sus intereses económicos, sus tácticas militares, su discurso demagógico…
En este sentido, pues, la peli de Pontecorvo constituye una obra tan interesante como eficaz. Como también lo es, en efecto, desde un punto de vista interpretativo (Brando está, como casi siempre, soberbio), desde un punto de vista formal (con una magnífica puesta en escena) y desde un punto de vista puramente argumental (con una historia del todo verosímil, bien contada y para nada apologética o propagandística).
Aún así, Queimada no me llega del todo. Posiblemente, por la escasa empatía que generan sus dos protagonistas principales. Pero quizás, también, por la fría y distante mirada de Pontecorvo. Una mirada que se queda a medio camino entre pseudodocumento histórico y film de aventuras convencional y que, a mi juicio, le resta a la peli sus correspondientes y necesarias cuotas de tensión y emoción. Dos cuotas, por cierto, que siempre espero encontrar cuando veo cualquier peli y que considero absolutamente fundamentales en cualquier film histórico que no se conforme con parecer un simple documental dramatizado.
Siete exiguas y lacónicas estrellitas, pues, para una peli que —pese a exhibir una excelente hoja de servicios— sigue careciendo, a mi parecer, de la chispa suficiente como para optar a esas ocho y nueve estrellitas con las que suelo premiar a los peliculones de verdad.
Si usted quiere sólo sexo, ¿qué cuesta más mantener a una esposa o contratar el tiempo que usted quiera a una puta?. Así de expresivo se mostraba Sir William Walker, mercenario inglés llegado a la isla caribeña de Queimada en busca de la abolición de la esclavitud.
Detrás, una potencia colonial en declive, Portugal, que controla la isla a su antojo y, en consecuencia, la producción de azúcar. Walker, al servicio de Inglaterra, formará un ejército revolucionario con José Dolorés como cabeza visible. Destronarán del poder a los portugueses. Dolorés será el nuevo gobernante. Traicionando su ideal, admitirá la llegada de la civilización inglesa.
La realidad, la estratagema sucia e interesada de Inglaterra. Su afán imperialista por conseguir el monopolio del azúcar. El ideal de la libertad y el libre comercio se convertirá en un monopolio para una compañia azucarera inglesa por 100 años. La esclavitud aparecerá de otra manera, oculta en un salario mísero. Los revolucionarios perderán el poder. Volverán a ser los oprimidos, explotados. Los opresores tomarán sus tazas de té con azúcar en Londres.
El film comienza con la magistral música de Ennio Morricone, los créditos del inicio recuerdan un tanto a El Bueno, El Feo y El Malo, salvando las diferencia, claro está.
La película de Pontercorvo es una película completamente necesaria para comprender las aberraciones cometidas por Occidente y en especial por el otrola Imperio Español e Imperio Británico que se dedicó a arrasar culturas milenarias en pro de un beneficio crematístico.
Pero sobre todo el film de Pontecorvo sirve para darnos cuenta de los procesos de independencia de las colonias caribeñas en manos españolas o portuguesas.
Marlon Brando, como siempre fantástico, su actuación no defrauda en absoluto, el resto del reparto, a destacar la gran actuación de Evaristo Márquez en el papel de José Dolores, increíble.
El guión es fantástico, la música sobervia, un film que no deberías perderte. Una joyita muy poco valorada, una pena.
PEQUEÑOS APUNTES:
En este caso, Queimada se trata de una colonia en manos de los portugueses, el espectador debiera saber que en un principio Queimada (un país imaginario) iba a estar en manos de los españoles pero por cuestiones crematísticas (iba a haber más audiencia en España que en Portugal, además en la España franquista habrían vetado el film por ir contra los ideales de la España Franquista).
La vieja historia de siempre: un país, por intereses económicos, hace de un don nadie un jefe revolucionario, cuando ya no le es útil, lo deja a un lado, y cuando se revela nuevamente en nombre de una idea análoga a la que se le enseñó, se le elimina.
Esta frase, con un par de modificaciones de mi cosecha que para nada alteran su significado, es la funesta conclusión que se saca de la película.
Conviene aclarar que los hechos en los que se basa la historia fueron reales. En 1520, en el Caribe, los españoles incendiaron una isla entera para acabar con una revuelta indígena. La isla pasó a conocerse como Quemada y se repobló con esclavos negros procedentes de África para dedicarla al cultivo de la caña de azúcar.
Más que por intereses de distribución y público, los productores decidieron cambiar el argumento –nombre de la isla incluido– y convertir lo español en portugués por las amenazas del régimen franquista de boicotear el rodaje en las zonas donde tuviera influencias.
Fieles a sus ideales políticos y sociales, el director y el mismo Brando, que se profesaban admiración mutua, decidieron colaborar en este agresivo proyecto en contra del colonialismo, el capitalismo y la esclavitud. Al final, debido a sus diferencias creativas en la construcción del personaje de Walker y a una testarudez compartida, salieron tarifando y, según cuenta la leyenda, Brando amenazó a Pontecorvo con matarle si volvía a encontrárselo alguna vez. Mientras Pontecorvo quería un malo, Brando prefería un hombre con un trabajo execrable, es decir, algo más humano y creíble. En este caso, Brando era el que tenía razón, y lo demostró con una interpretación que, le pese a quien le pese, es de lo poco que sostiene con fuerza una película que sería demasiado larga y monótona si sólo contara con actores no profesionales (Evaristo Márquez y prácticamente todos los demás extras y secundarios colombianos) e irregulares escenas de masacres y revueltas, muchas de ellas rodadas desde la fría lejanía al estilo Eisenstein (sí, ya sé que en La batalla de Argel también las había, pero aquellas contaban con la fuerza del realismo cuasidocumental aquí ausente por completo).
Otras virtudes: buena fotografía y puesta en escena, la banda sonora cuando emplea la percusión, diálogos mordaces, aunque, desgraciadamente, escasos.
Otros defectos: era inevitable que esos recursos de montaje a lo spaghetti-western, en un drama como éste, envejecieran mal, la banda sonora cuando no emplea la percusión, el narrador en off que aparece de la nada en mitad de la película (aunque puede tener explicación si tenemos en cuenta que el montaje original de Pontecorvo fue muy recortado).
Lo mejor, la escena final. Contundente. Incontestable. Abrasadora.