Petit indi
Sinopsis de la película
Arnau, un adolescente que vive en su imaginario de papel e inmerso en una frágil realidad, viaja inconscientemente a la deriva. Sus compañeros de aventura son un zorro y unos cuantos pájaros cantores: pinzones, verderones, pardillos y un jilguero que es la esperanza de su vida. Ningún otro canta como él, gracias a muchas horas de trabajo paciente y minucioso adiestramiento. Sin embargo, Arnau vive apenas sin respirar porque algo mucho más intenso le devora por dentro. Su madre está en la cárcel de Vad-Ras a la espera de juicio, y las cosas no mejoran. Así que este chaval que vive con su hermana Sole en un barrio periférico de Barcelona en plena transformación, que sueña despierto pasando las tardes con su hermano Sergi y que apuesta con su tío Ramon en el canódromo de la Meridiana elabora un plan para sacar a su madre de la cárcel. Esta decisión lo catapultará hacia una dura realidad.
Detalles de la película
- Titulo Original: Petit indi
- Año: 2009
- Duración: 92
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Opinión de la crítica
5.1
75 valoraciones en total
Existe una leyenda que reza acerca de un Joven Marc pesaroso y apesadumbrado y que tenía problemas para enunciar frases de mas de cinco sílabas que peregreinó a la Ciudad de la Luz para encontrarse con el Viejo Robert, al que el Joven Marc consideraba un maestro en algún oscuro arte. Llegado al portón de la casa del Viejo Robert, donde lo recibió una monja vestida de mujer, tras las subsiguientes pesquisas, el Viejo Robert se negó mondo y lirondo a encontrarse con el ignoto discípulo. La negativa conversacional del adusto viejo duró varias semanas. El impenitente joven, que pernoctó entretanto en la parada de metro de Inválidos y vivaqueó sobre un banco de piedra situado debajo de una estatua de Pascal, insistió de forma solemne y ritual. Entre negativa y negativa se trenzó entrambos una especial afinidad. El Joven Marc repasaba, mientras esperaba horas enteras sentado en el descansillo, la obra oscura del Viejo Robert. Éste dormía, supino y horizontal, más de veinte horas diarias, y apenas pensaba en nada. Hasta que un día, el Viejo Robert, que insistía en no dejar pasar a su compinche de negativas, aceptó cenicientamente que lo acompañara en una excursión a la iglesia del barrio. El Joven Marc, de un pasado recalcitrantemente comunista, siguió a su adorado maestro, y se arrodillo detrás de él. Mientras escuchaba la música, el Viejo Robert, desde luego, no se dignó dirigirle la palabra, el Joven Marc ideó la forma de agradecerle el momento epifánico que ahora mismo lo encumbraba. Tiempo después, Robert murió, y Marc empezó a hacer ficciones.
Mientras casi todo el mundo veía el fin del mundo. Yo estaba viendo como un chaval perdía la inocencia, al mismo tiempo que perdía lo que más apreciaba, a su madre y a un jilguero. Largometraje urbano y cosmopolita, a la vez que intimista y detallista, donde el paisaje casi llega a ser un personaje más. A destacar los créditos tanto iniciales como finales. Se deja ver, a pesar de su sencillez.
En los exteriores de Barcelona vive Arnau, un adolescente cuya vida no es precisamente fácil. Deambulando junto a sus mejores amigos, un zorro y una tropa de pájaros cantores, ve como pasa el tiempo, y como la tensa convivencia con su hermana se hace cada día más asfixiante. No es fácil para un chaval crecer con su madre en la cárcel, es por ello que Arnau empieza a trazar un plan para cambiar esta dramática situación. Pero toda buena perspectiva de futuro va a verse rápidamente ahogada por la abrumadora realidad.
Lo intento de todas las maneras pero no lo consigo. No hay manera. Me esfuerzo por entrar en la historia pero fracaso una y otra vez. Termina una escena, aumenta mi decepción, pero ello no merma mis ganas de coger en la próxima estación a este lento tren. De modo que probemos suerte de nuevo, a ver si la precedente situación da más motivos para atraer mi atención. Tampoco. Pasa el tiempo y cada vez se hace menos probable que Marc Recha me sorprenda… o que por lo menos consiga hacerme salir del perpetuo estado de aburrimiento.
Hablaba antes de la alarmante falta de incentivos, pero la verdad es que haberlos, -aunque de forma poco perceptible- los hay. Me impacta el poder visual de la cinta, capaz de empequeñecer a sus protagonistas frente a un paisaje a camino entre lo desolador y lo hipnóticamente bello. En este aspecto, es de rescatar la visión que ofrece el director de las zonas periféricas de las grandes ciudades. Estamos en un entorno donde parece que el mundo urbano y el rural van cogidos de la mano (lo cual deja intuir al mismo tiempo la dualidad entre la parte más humana y animal de nuestro espíritu), pero sobretodo, donde los habitantes que lo pueblan parecen estar condenados por una especie de mal fario que jamás podrán sacarse de encima.
Esta fatalidad, este destino de dudoso gusto es lo que marca el devenir de los acontecimientos. La lástima para las mentes simplonas como la de un servidor es que este trágico sino tarde tanto en hacerse latente… o que por lo menos dé síntomas tan poco evidentes de su control sobre los personajes. Es por ello que, durante buena parte del metraje, la sensación de ir a la deriva no sólo está presente en la taciturna mirada de Marc Soto, sino en todo el conjunto. De modo que sólo queda la clásica solución de fijarse en los pequeños detalles. Ahí está el fiel retrato del ambiente sórdido del ya desaparecido canódromo de la Meridiana, o el aire a fábula terrible que Recha imprime sobretodo al final de la historia… o incluso el ver a Eduardo Noriega atreverse con el catalán. Todo lo demás cae fácilmente en el olvido.
Con un panorama cinematografico dominado principalmente por produtos televisivos, realizador Marc Recha se desmarca con un film que se situa en las antipodas en todos los sentidos. Para empezar el realizador situa la historia en la periferia de Barcelona, lugar donde el paisaje de la gran ciudad se diluye en un espacio practicamente natural, marco idoneo para ilustrar la leccion de vida que vivira en sus carnes el joven Arnau (Marc Soto). Si hubiera que aplicar un único adjetivo al film, el que más se ajustaría sería el de naturalista.
Por otro lado, Recha imprime a sus imágenes un realismo extremo, al mismo tiempo que sigue los pasos de Arnau, un joven introvertido, cuya pasión se vuelca en los animales, jilgueros concretamente y una zorra a la que cura y acoge, cuyos padres están ausentes (del padre sólo se sabe que está lejos y la madre en la cárcel), y sus referentes familiares inmediatos son su hermana (Eulalia Ramón) con la que convive en una torre situada en la falda de una montaña, su hermano Sergi (Eduardo Noriega) que viene y va, y su tío Ramón (Sergi Lopez) quien le introduce en las carreras de galgos.
Está clara la importancia del medio en el que se desarrolla la acción que establece Recha en el film. De hecho, el realizador dedica buena parte del metraje a mostrar los largos paseos de Arnau. Lo más interesante del film es la forma que tiene de contarnos la historia, no a través de diálogos sino más bien mediante la observación, haciendo que las imágenes hablen por los personajes. De esta forma, poco importa que el personaje sobre el que gira todo el film, Arnau, apenas pronuncie un puñado de frases. La cámara le sigue en todo momento, de forma que nos vamos recibiendo información de su situación familiar, etc. Un estilo que recuerda a realizadores como Bresson, Antonioni, Godard, etc, aunque sería un tanto exagerado comparar a Recha con estas figuras. Además, el realizador introduce ciertas reminiscencias westernianas en el paisaje (el río, una vivienda situada en una zona montañosa en medio de un medio rural, la presencia de figuras que sustituyen a los padres en el proceso de aprendizaje)
De todas formas, el film funciona bastante bien, pese a lo complicado que resulta explicar una historia a través de personajes tan introspectivos como Arnau, y pese a que gran parte de las subtramas que le rodean quedan en el aire, sin que el espectador sepa su resolución final. En realidad, lo que más le interesa a Recha es mostrar las duras lecciones que pueden proporcionar tanto el medio natural como el urbano. El joven Arnau sufre un verdadero baño de realidad que desmontará el mundo (irreal) que se había fabricado en un entorno natural que en principo parecía apacible pero del que nunca hay que bajar la guardia.
No es precisamente un tipo de cine que atraiga al gran público a las salas de cine, ni siquiera contando con la ayuda de Noriega o Sergi Lopez. Sin embargo, no por ello se debe desmerecer la propuesta de Marc Recha.
Petit indi ha sido denominado como el film más convencional del director Marc Recha. Después de ver la película, he de decir que de convencional tiene poca. El director catalán nos presenta la historia del joven Arnau con un estilo meramente descriptivo y unas actuaciones que rozan el minimalismo. Una apuesta que opta por otorgar gran parte del protagonismo al paisaje donde se desarrolla la acción y relega a un segundo plano a los personajes. De esta forma, los noventa minutos de duración se ven repletos de planos que nos aproximan al contexto geográfico en el que se mueven los personajes, pero que cortan el ritmo narrativo por la abundante reiteración de los mismos.
Es una película extraña, seca, difícil … No tanto por su trama argumental, que se entiende sin demasiadas complicaciones, como por la manera en que está rodada. Con unos diálogos mínimos, en los que casi tienes que adivinar lo que piensa cada personaje, y unas secuencias cortadas y poco hilvanadas las unas con las otras. Todos estos ingredientes le dan un aire como de cortometraje, a modo de relato experimental que juega a ratos con el formato de documental.
En cuanto al reparto, destacaría principalmente al joven Marc Soto que encarna a la perfección el papel de Arnau. Un trabajo nada sencillo, pues ha de basarlo casi todo en la mirada y los gestos, dado que el carácter introspectivo del personaje reduce sus frases a la mínima expresión. Sergi López, en el papel de su tío, demuestra una vez más su gran versatilidad y nos obsequia con la interpretación de un tipo pintoresco, muy bien definido pero, como el resto del reparto, poco desarrollado.
En definitiva, un film tan difícil de escrutar como la mente de su protagonista, que en cierta manera juega con las metáforas y simbolismos (la historia del zorro encontrado bien se puede interpretar como la pérdida de la inocencia y el paso a la edad adulta), para acabar siendo víctima de un estilo de realización que te aleja de la historia a medida que esta avanza.