Perdiendo el norte
Sinopsis de la película
Hugo y Braulio, dos jóvenes con formación universitaria, hartos de no encontrar ni trabajo ni futuro en España, deciden emigrar a Alemania siguiendo los cantos de sirena de un programa de televisión tipo Españoles por el mundo . Pero pronto descubrirán que sobrar en un sitio no significa ser necesario en otro, y que perseguir el sueño alemán puede tener mucho de pesadilla.
Detalles de la película
- Titulo Original: Perdiendo el norte
- Año: 2015
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
Película
5
61 valoraciones en total
Esto era una señora que tenía un perro que se llamaba mis tetas.
Un día, mientras paseaba a su perro, este se perdió.
Asustada e impotente la señora acudió al policía más cercano y le preguntó:
– Disculpe, ¿ha visto usted a mis tetas?.
A lo que el policía respondió:
– No, pero me encantaría verlas.
¿Te suena de algo este chiste?, ¿ya no te hace gracia?. Entonces no vayas a ver Perdiendo el Norte.
Un José Sacristán maravilloso, inconmensurable, es sin duda lo mejor de esta nueva comedia romántica de serie , siendo lo único que es original e irremplazable.
Es increíble la enorme diferencia que hay en la preparación de un actor actual y contemporaneo, en este film se deja patente, que un viejo como José Sacristán que interpreta unas 50 líneas es capaz de darle veinte vueltas tanto a noveles como a consagrados, y es que José Sacristán es mucho Sacristán y su arte es a base de esfuerzo, y esa naturalidad que consigue durante el film es imposible obviarla, y aunque su saber estar es bien conocidos por todos, no deja de sorprender, por ello desde aquí quiero reivindicar que los ancianos no están muertos, sólo están deseando enseñar .
Perdiendo el Norte es una comedia romántica de serie, como un coche común y de temporada, a la americana, sin el sello personal de un director, Velilla, que claramente se echa de menos, con muchos escenarios de cartón piedra y una imagen dulce y colorida para recalcar el amor, emapado todo ello en un argumento anecdótico que sirve de hilo conductor, como es la emigración, otra vez, a Alemania, pero sin Pepe, todo ello rodeado entre risas y algún que otro momento romántico, pero sin alcanzar el dramatismo.
Pero hay que destacar una cosa, al casting, en líneas generales bueno o muy bueno (se nota la mano de la productora y que había dinero), pero además es que a la hora de interpretar, es de las pocas películas españolas que vocalizan y es inteligible todo su guion, ¡por fin actores que se hacen comprender! Con voces claras, fuertes y nítidas, perfectamente audibles.
¿Recomendar o no recomendar? No es el quid de la cuestión, pero en verdad es que el cine español, estos últimos años ha mejorado, y el día que junte todos los elementos aprendidos, comenzará a caminar con los grandes (siempre y cuando las mafiosas productoras se lo permitan).
Bueno, todos sabemos que las películas españolas, y más de comedia, tienen fama de ser malas.
Esta película no es mala, es malísima.
Chistes fáciles y mal hilados, escenas previsibles y un final bastante obvio.
Eso por no hablar de los actores, todos sobreactuados, acordes con lo forzado del guión. No se les nota cómodos en pantalla, parece que les cuesta reírse de sus propios chistes malos.
Esto es lo que suele pasar cuando sacas a tus estrellas de las series de la tele, y los metes en una pantalla gigante. Esta película es como ir a ver un capítulo de Aída de casi dos horas de duración.
Y, encima, sale Chikote vestido de cura. Imaginen ustedes su actuación estelar.
La película ni siquiera consigue dar ese toque de crítica social que desde el principio pretende. Dos jóvenes preparadísimos se van a Alemania y, ¡oh, sorpresa!, no encuentran nada que coincida con sus estudios.
Acaban fregando platos en un kebab, qué drama.
Pero, ¿qué pretenden los directores de la película que pensemos? ¿Que los alemanes son unos racistas, que no quieren a los españoles para sus trabajos?
Quizás el problema de la película es que no ha tenido en cuenta que si te vas a un país extranjero, por mucho que hayas estudiado y tengas muchos másters, si no conoces el idioma es difícil que te contraten. Que no vas a llegar y te van a recibir con un contrato de trabajo bajo el brazo.
Pero bueno, supongo que me estoy tomando demasiado en serio esta película, que no es más que una broma y una parodia de la realidad. Una parodia mal conseguida.
Como conclusión, más que perder el norte, que también, esta película te hará perder el tiempo.
Imagina Europa como un gran aula:
1. Alumnos listos. (Norte de Europa)
2. Alumnos de nivel medio, (Francia, Holanda…)
3. Alumnos Torpes: Italia, Grecia, países del Éste.
4. Países Borderline/Retarded: España.
Y es que nos comportamos como el típico alumno imbécil, que viendo venir la hostia, no se aparta. Perdiendo el Norte es otra lanza y alabanza en ristre al orgullo paleto, castizo y oligofrénico que a golpe esquizoide, pretende reírse de si mismo a base de ir de listos frente a lo extranjero , (lo frío, recto y aburrido)
¿Cuál es el origen de la crisis atávica y endémica que azuza nuestro baldío páramo ?: actores que no son actores, profesores que no son profesores, padres que no son padres, ingenieros que no son ingenieros… Nosotros a lo nuestro, al pan pan y al vino vino, que la vida son dos días y en la tasca se aprende mejor que en la academia. Total… ¿Pa qué esforzarse? Siempre habrá alguien que haga el trabajo por mí. O si no, a sacar al santo de turno, para que vele la sempiterna indigencia cultural.
En la última encuesta sobre nivel de lectura (2015), al menos hemos sido sinceros: el españolito no lee porque no le sale de los cojones. Ya pasamos hasta de mentir. Aupamos a la gloria el reflejo de nuestro deforme yo en el fondo de un txakolí: Belén Esteban, Jorge Javier, Rafa Mora, Bisbal, Carmen Machi, presidentes y expresidentes analfabetos…
Los primeros que se dan como gorilas, puñetazos en el pecho de lo muy españoles que son.
Y yo, viendo ésta mierda de película, jamás me he sentido más extranjero en mi propia tierra. Es como cuando Galdós reflexionaba sobre Trafalgar frente al marinero inglés: no es que fueran mejores, es que tenían sentido común.
José Sacristán, interpretando a un desengañado emigrante que dio con sus huesos en Alemania con el cuento de que allí el trabajo caía de los árboles a tus pies, regala aquí toda la experiencia de su largo oficio en las pantallas españolas, no siempre afortunado y a menudo desaprovechado en películas mediocres y modas nefastas. Pero aquí, en esta comedia dramática que no es nada del otro mundo pero que resume de forma tragicómica la España actual, una parte de la Europa actual, Sacristán brilla como pocas veces lo he visto. Será por su respetable veteranía, será porque en ciertos aspectos y en ciertas circunstancias (si bien pocas, es cierto, pues la madurez no llega sin peaje) el tiempo juega a favor, más que la juventud. Pero le han dado un papel de los que estrangulan el alma con apenas unas pocas pinceladas. Ese viejo solitario cargado de amarga sabiduría de ocaso es la prueba viviente de que rara vez aprendemos del pasado, algo que él mismo pregona.
Algo que todos los Hugos y Braulios tienen que aprender a fuerza de palos y desilusiones, que los chollos no caen a los pies de los pringaos que no tienen donde caerse muertos por más que carguen con los diplomas de sus carreras y sus másters, que viven en una farsa de apariencias en la que la felicidad es lo que se cree ver desde fuera pero no lo que hay de verdad.
Vedla como lo que es, una sátira cargada de sarcasmo para reírnos, con tanta ironía como melancolía, de nuestra España que todavía no se quiere enterar de que Pepe no se encontró en Alemania un paraíso de trabajos de ensueño, sueldos de ministro y vida sexual de Casanova.
Pero en todo viaje se aprende, aunque no sea lo que uno esperaba aprender. Todo camino se hace andando. Y mientras andas, si abres los ojos para ver que la noche no tiene sol pero trae las estrellas, tal vez encuentres que tu felicidad no es la que hipoteca tu vida, sino la que te hace un poco más libre.