Perceval le Gallois (Perceval el galés)
Sinopsis de la película
Inspirada en la novela de Chrétien de Troyes, Perceval, el cuento del grial (siglo XII), narra las andanzas de Perceval desde que fue armado caballero por el rey Arturo y se adiestró con los Caballeros de la Mesa Redonda. A diferencia de otras adaptaciones de la leyenda, Rohmer sitúa a los personajes en un artificial y teatral reino. Un coro participa en la historia y, a menudo, los personajes narran sus hazañas a partir de versos tomados del texto original.
Detalles de la película
- Titulo Original: Perceval le Gallois
- Año: 1978
- Duración: 138
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Opinión de la crítica
Película
6.4
80 valoraciones en total
Toma medievalada psicotrópica. El cuatro es por las canciones y las partes literarias. Es lo primero y probablemente lo último que vea de Éric Rohmer. Narrar la leyenda del caballero Percival con esos colorines de teatrillo de primero y esos efebos enfundados en pornomallas mientras le recitan al guerrero de turno las palabras inmortales de Chrétino de Troyes con un abatimiento de pestañas francamente indecente ya me pareció de un bizarro que te pasas, pero además ¡¡¡esos decorados de parvularia!!! ¡¡¡esos personajes ataviados con ropa medieval made in Taiwán!!! ¡¡¡ese coro repollo!!! Y el horror, coronel, el horror…eso que nunca falta en ninguna medievalada de cuatro duros…las espeluznantes, las informes, las escalofriantes…*
En fin, un palo, yo sé que no iba a ser Excalibur y no tengo nada contra del, digamos, minimalismo presupuestario, pero, joder, que la obra que hicimos los de mi clase de cuarto en fin de curso era oscarizable comparada con esta chapuza.
¿Os interesa todavía de qué va la peli? Pues para resumir y como nos mostró el gran Mel Brooks en el bodriete aquel de Robin Hood…
Were men, were men in tights.
We roam around the forest looking for fights
Para los que hemos seguido a Rohmer en cada uno de sus estrenos, le tenemos que disculpar por alargar ésta película con unas escenas sobre Gauvain, y la pasión. Y le disculpamos porque en el primer caso nos saca a Marie Riviere, la protagonista del Rayo Verde, y en el segundo el latín que aprendimos en el colegio ¡qué tiempos aquellos!
Mantener el octosílabo francés como en el original de Chrètien de Troyes, hacerlo con unas imágenes que parecen ilustraciones del siglo XII, y que nos mantenga atentos, al menos hasta la llegada de Gauvain, es de un mérito que está al alcance de pocos cineastas. Si en Bresson, con su Lancelot du Lac, el sonido de las armaduras nos penetra en nuestro interior, en el Perceval de Rohmer es el color y los decorados los que nos llaman la atención.
Destacamos de Perceval el episodio en el castillo del Graal, ya que es esencial en la novela de Chrètien, no en vano la titula Li Contes del Graal. En el castillo se espera la llegada de un salvador que reparará la desgracia, el abatimiento y restaurará el antiguo esplendor, según nos cuenta Martín de Riquer, uno de los primeros traductores de la novela en castellano. Perceval es digno de portar la espada, dando paso a un cortejo, dos de cuyos elementos han de suscitar las preguntas del recién llegado, recuerdo, tal vez, del ritual de la Pascua Judía, en el que que las ceremonias no pueden proseguir hasta que un niño, o el más joven de la familia, formule cuatro preguntas. En la gran sala del castillo, y ante Perceval, lo que desfila es un viático, o comunión de los enfermos, en el que se lleva la eucaristía a quien no puede salir de la habitación. El viático va acompañado de luces (lucerna praecedente), lo que en la película corre a cargo de dos pajes portando diez candelabros cada uno. ¿Por qué Perceval no puede responder a las preguntas? Ese es uno de los enigmas de la obra.
Estamos pues no ante símbolos, sino ante la sagrada lanza de la Pasión, tan venerada en los tiempos de Chrètien, y nos tememos que también de Rohmer, de ahí que su añadido final tenga un sentido muy de su gusto. Chrètien se dirige a un público del siglo XII, y Rohmer a nosotros. Más allá del carácter historicista de la obra, me temo que en este caso el catolicismo de nuestro admirado director no cala en espectadores con una cultura laicista.
Sir Perceval un buen día
se marchó de Rohmería.
Entre valles y florestas,
por abruptas y altas crestas,
en busca de maravillas
va un caballero tirillas
cuyo nombre es Perceval.
Es un guerrero fatal,
no tiene musculatura,
mas provoca calentura
a las damas de buen ver.
Elegido debe ser
por los designios divinos,
ya que vence en los caminos
a tipos mucho más duros.
¿Tendrá poderes oscuros?
El trabajo textual
es en verdad excepcional.
Los libros iluminados
se ven en los decorados,
hay caballos en escena
y cartones que dan pena.
Los gestos de los actores
ofrecen tantos primores
como códices miniados
o muñecos desalados,
son hieráticos y sosos,
ni mórbidos ni donosos,
sino tristes y estirados
cual atunes enlatados,
con pelucas de estropajo
cortadas de un solo tajo.
Curiosa recreación
que carece de emoción,
pues la cutre imitación
no llega hasta el corazón.
Octosílabos no bastan,
ni pareados alcanzan
para traer el medievo
antiguo y a la vez nuevo
a lomos de Perceval,
de Gauvain y del Grial.
Los cantantes desafinan,
muy pocas notas atinan.
Al recitar la Pasión
bracean sin contención,
diríase que ese coro
a despecho del decoro
o por mor de la bebida
Asturias patria querida
para nos ha interpretado
en vez de un texto sagrado.
No sabemos lo que es
este Perceval galés.
Puede ser un musical,
un romance medieval,
tal vez sea un simulacro
de otro tipo de teatro
que se hacía muy antaño
pero que hoy resulta extraño
al moderno paladar
-y nos llega a empalagar.
He escuchado una entrevista
en que Rohmer el artista
dice que su Perceval
no es más que un ¡documental!
Manda huevos, con perdón,
Este tío es un… león.
Sir Perceval un buen día
se marchó de Rohmería.
A pesar de ser aventuras medievales más o menos consabidas, el texto de Perceval le Gallois es extrañamente fascinante. Los propios personajes narran la historia en verso, al igual que la novela medieval, con palabras agradables que constantemente hacen avanzar la trama, y una musicalidad en la rima que por momentos he disfrutado casi tanto como Perceval admiraba a los caballeros de los que nunca había oído hablar.
Hay que decir que la novela quedó interrumpida por la muerte de su autor, y la última parte de película se desmarca de Perceval para centrarse en el personaje Gawain, siendo sus andanzas mucho menos interesantes.
Lo que se mantiene de principio a fin es la penosa manera utilizada por Éric Rohmer para llevar la acción a la pantalla. Se supone que trataron de adaptar al cine la pintura románica, con su falta de perspectiva, semblantes hieráticos, etc. Ese objetivo se consigue, pero a mi juicio es una meta que no vale la pena e incluso resulta contraproducente: Perceval le Gallois es el no va más en cutrez dentro de un plató. Es muy preferible leer la novela y que cada cual le ponga imágenes en su imaginación. Cualquier cosa antes que esos decorados, esos actores y ese rey en pijama. Más bien, parece que el director quiera ridiculizar la literatura medieval, y nos presenta a un pobre Perceval más tonto que valiente, del que es imposible pensar que matara y sedujera con tanta facilidad.
Aunque ya no puede adaptarlos al cine, yo también le dedico unos versos:
Éric Rohmer
va te faire enculer
Mi experiencia estética con el texto ha sido muy agradable, podría decirse que lo he encontrado bello. Quizás es en sus imágenes donde más me ha chirriado la obra. Entiendo la intención documental del autor pero no los mezquinos cartonajes y vestimentas.
El espíritu del personaje en ocasiones me conmueve pero la en ocasiones histriónica actuación del actor me hacen sentir sentimientos contrapuestos más relacionados con lo cómico e incluso lo grotesco.
El coro en repetidas ocasiones me produjo reacciones físicas tales como la sudoración, el soponcio y finalmente la enajenación. Pues llegó un momento en el que disfrutaba con sus voces y deseaba rebobinar la película una y otra vez para escucharlas eternamente. Se trataba tan solo de un periodo transitorio que se dio finalizado al saber que la película rondaba los 135 minutos.
Tras quedar prendada locamente de amor por Perceval el gales por su nobleza e inocencia le dedico estas sinceras palabras: Oh Ser genuino, sin tristeza ni vileza. Ser de entereza, maravilloso por naturaleza. Ser ducho de orgullo y satisfecho por lo que luchó. Ser de armas y alarmas, de fuerza, fuego y llamas. Ser de pelea, Ser que combate, ser al que nadie nada arrebate, nunca se bate en retirada. Ser de escudo y espada que atrás nunca deja nada.