Pan, amor y…
Sinopsis de la película
El brigada Carotenuto, después de dejar el cuerpo de los carabineros, regresa a Sorrento, su ciudad natal. A su llegada, es recibido por su hermano, don Matteo, párroco de la ciudadela, y por el cuerpo de guardias urbanos, cuyo mando asumirá. El problema surge cuando se entera de que no podrá vivir en su casa natal, porque está ocupada por una joven viuda, doña Sofía, una hermosa pescadera, llamada La brava .
Detalles de la película
- Titulo Original: Pane, amore e...
- Año: 1955
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
Película
6.3
31 valoraciones en total
Tercera entrega de la entrañable/inolvidable serie Pan, amor y… en la que se acometieron dos cambios que si bien no resienten el conjunto en demasía, sí se notan suficientemente en lo que respecta a la realización (discreta y siempre por debajo del dinamismo de los autores, del guión) de Risi, en lugar del notable Luigi Comencini. Por su parte, Sofía Loren sustituyó a Gina Lollobrigida.
La película sigue siendo tan elaborada y divertida como sus dos predecesoras y prorroga brillantemente a aquellas de la forma más inteligente: adoptando el mismo estilo que en esas, de tal modo el espectador está encariñado/familiarizado con personajes como el del jefe carabinieri: Antonio Carotenuto (genial de Sica) o su criada Caramé. Otro clásico de esta serie clásica, de trama más ligera y sencilla, pero igual de divertido.
Ni Godard, ni Tarantino, ni Bob Fosse, ni Stanley Donen (todos muy queridos por mí): la gloria es para Dino Risi. Él rodó el baile con mayor encanto, garra y gracia de la historia del cine. Son sólo dos minutos, maravillosos, inolvidables: yo no puedo verlos sin sentir la mayor de las felicidades, sin ponerme a llorar de pura alegría. Me refiero al mambo de Sophia Loren y Vittorio de Sica en la verbena de Sorrento. Esta escena es, para mí, una de las cumbres de la historia del cine italiano (y, ya que nos ponemos, mundial). Qué emoción, qué belleza. Cómo no caer rendido ante dos actores tan extraordinarios, cómo no amar ya todas sus películas (incluso las peores), cómo no defenderles incondicionalmente de sus detractores. Desde niño me han perseguido estas imágenes, el vestidito rojo de la Loren con su cinta de luto, el uniforme de metropolitano de De Sica, la música… Volver a ver este baile me ha llenado de entusiasmo. El resto de la película es insignificante, se trata de la típica comedia a la italiana con todos sus tópicos, defectos y virtudes, digna de un 5 o un 6 según lo indulgente que le pillen a uno. Pero suena la música, Sophia Loren se levanta de la silla y comienza el milagro. Estos dos minutos escapan a toda nota y a toda ponderación. Aquí no sólo hay talento: hay gracia (en todas sus acepciones). Es un milagro.
Quien lo vio, lo sabe.
45/02(02/03/15) Pasable comedia romántica italiana, tercera parte de la trilogía formada por Pan, amor y fantasía (1953), Pan, amor y celos (1954), ambas dirigidas por Luigi Comencini, esta que me ocupa es la única en la serie dirigida por Dino Risi, asimismo única protagonizada por Sophia Loren en lugar de Gina Lollobrigida, se mantiene en las tres a Vittorio de Sica, también se diferencian de las anteriores en el uso del color y del cambio de escenario. Es una comedia italiana en toda su pomposa expresión, con todos su tipismos, personajes planos, superficiales, con diálogos tópicos, creando situaciones que no te mueven más allá´ de una mueca de sonrisa. Solo destacable por la carismática presencia de su pareja protagonista, Vittorio de Sica y la esplendorosa Sophia Loren, los dos derrochando empatía y encanto.
El escenario principal es una isla situada en la bahía de Nápoles, Sorrento, tras años fuera llega a esta su localidad natal el mariscal Antonio Carotenuto (Vittorio de Sica), se hará cargo de la policía local, es un arrogante y pomposo tipo, el mariscal tiene una casa que está alquilada a la viuda pescadera local Sofia (Sophia Loren), es una atractiva mujer que no paga la renta, utiliza sus encantos para seducir a Antonio para no la eche de la vivienda, además lo manipula para que ayude a entrar en la policía a su novio Nicolino (Antonio Cifariello), haciéndole creer es un familiar. En la historia cobran importancia otros personajes como el sacerdote Don Matteo (Mario Carotenuto), hermano de Antonio, y Violante Ruotolo (Lea Padovani) la solterona dueña de la casa en la que tiene que instalarse Antonio, una religiosa y modosa mujer, en realidad una reprimida, y Caramella (Tina Pica), la metomentodo sirvienta en casa de Violante.
El guión de Ettore Maria Margadonna, el mismo que las dos anteriores, ofrece un cuadro de costumbrismo del estereotipo cliché de la Italia del Sur, jaleosa, extrovertida, y muy religiosa, nos mueve entre situaciones forzadas, artificiosas, tocando de forma liviana las falsas apariencias que se esconden tras los fanáticos religiosos, y la doble moral imperante en la mitad del SXX en Italia, dejando sensación de no aspirar a mucho más que a ser un pasatiempo para el lucimiento de su pareja protagonista y de dar brillo a una postal transalpina gracias a la bella fotografía de Giusseppe Rotunno (El Gatopardo, Amarcord o Casanova de Fellini) que llena de colorido mediterráneo cada fotograma retratando el hermoso pueblo de Sorrento, de casas blancas, con flores por doquier, con su coqueto puerto, sus alambicadas callejuelas, sus preciosos acantilados. Un film buenista, sin capacidad alguna de profundidad, con un ritmo fluido, aunque estancándose en algún tramo, que olvidaras antes de acabar. Solo puede destacar la escena del baile en que Sophia Loren con un sugerente vestido rojo de volantes (con el añadido del crespón de viuda) y de Sica con su pomposo uniforme componen un divertidísimo mambo en una fiesta local, donde ella busca dar celos a su novio Nicolino, se contonea de modo enfebrecido, haciendo caer sutilmente los exiguos tirantes de su muy escotado vestido.
Sophia Loren derrocha alegría de vivir, encanto, picardía, capacidad de maestra de marionetas, moviendo a su antojo a Antonio, con contoneos sensuales, con escotes pronunciados, con sonrisa que te desarma. Vittorio de Sica encarna con suficiencia al henchido mariscal, se cree el gran gallo en el gallinero, cuando en realidad es un muñeco, desborda finura, sofisticación, altanería, muy adecuado a su rol. El resto de secundarios quedan desdibujados en roles planos.
En conjunto queda una pasable comedia recomendable a los incondicionales del binomio protagónico que da luz y esplendor al film como gran reclamo. Fuerza y honor!!!