Nuestra hermana pequeña
Sinopsis de la película
Sachi, Yoshino y Chika son tres hermanas que viven en Kamakura (Japón), en la casa de su abuela. Un día reciben la noticia de la muerte de su padre, que las abandonó cuando eran pequeñas. En el funeral conocen a la hija que su padre tuvo trece años antes y pronto las cuatro hermanas deciden vivir juntas.
Detalles de la película
- Titulo Original: Umimachi Diary (Kamakura Diary) aka
- Año: 2015
- Duración: 128
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Opinión de la crítica
Película
7
54 valoraciones en total
Hirokazu Kore-eda en su nueva película, vuelve a insistir en la clave de su cine: el drama familiar (esta vez centrado en mujeres). Como es habitual en él, lo hace con una maestría y con una sensibilidad dignas de los grandes poetas.
No queda ninguna duda que estamos ante uno de los mejores y más interesantes cineastas en activo. Nuestra hermana pequeña, cuenta las vivencias de tres hermanas que viven en Kamakura a las que se les notifica que su padre, al que hace quince años que no ven, ha fallecido. En el funeral, conocerán a la hija que tuvo su padre con otra mujer y le proponen irse a vivir con ellas.
Kore-eda nunca expone situaciones familiares sencillas, aunque en esta película los personajes parecen totalmente decididos con sus elecciones desde el principio. Esto, para nada hace que se pierda el interés en la historia que nos cuenta. Se trata de una película intimista, que se enriquece con pequeños detalles, en la que el espectador debe dejarse llevar por esa sencillez tan mágica que caracteriza al cine del japonés. Además, Kore-eda mezcla toques de humor, que le añaden un tono maravillosamente agradable a la película.
Los personajes están bien construidos, no son arquetipos, se trata de mujeres con caracteres muy distintos, pero todas con mucha fuerza que saben valerse por ellas mismas. Estos personajes son realzados por unas interpretaciones naturalistas y llenas de vida por parte de las cuatro actrices protagonistas (y también por el resto de reparto en roles más secundarios).
Es una película que te hace sentir cosas muy bellas, que sales del cine con una sonrisa y con el corazón un poquito más grande. Larga ovación tras la proyección, que derivó en un dignísimo y merecido Premio del Público en la 63 edición del Festival de San Sebastián.
Los fans de Kore-eda (entre los que me incluyo), se sentirán totalmente encantados con la película.
Ni una sola intersección desajusta el equilibro tonal de la preciosa Our Little Sister. La última película de Hirokazu Kore-Eda continúa la senda temática propuesta en Still Walking y en De Tal Padre, Tal Hijo, e incide en el retrato costumbrista de familias con pequeños y medianos conflictos en su seno abiertos a partir de un hecho no esperado, aquí manifestado mediante la irrupción de una muchacha en la vida de tres hermanas que conviven juntas y con las que compartía progenitor. Como suele ser habitual en Kore-Eda, resulta difícil ya no empatizar, sino finalmente casi llegar a enamorarse de la galería de personajes, principales y secundarios, que habitan en esta sencilla historia sobre la familia y su herencia emocional, la muerte y el perdón.
Qué naturalidad y qué maestría la del cineasta japonés a la hora de enseñar cuán fácil parece hacer las cosas bonitas cuando se hacen bien. Qué forma de mostrar afecto hacia esos personajes, y qué manera de presentarlos, de dibujarlos, especialmente a las cuatro hermanas protagonistas, con apenas un pequeño detalle: una mirada, una sonrisa, una cierta manera de vestir. Es además Our Little Sister un pequeño prodigio narrativo, de una fluidez y liviandad que empiezan a parecer realmente inimitables, donde el poso melodramático que inundaba De Tal Padre, Tal Hijo desaparece, encontrando un tono más amable, más cercano a Still Walking, por ejemplo. No sé si mucha gente admitirá que Our Little Sister es su película favorita del festival, pero estoy bastante seguro que prácticamente nadie podrá decir que no le ha gustado. Y si alguien te lo dice, llama urgentemente a un médico, porque esa persona va por ahí andando sin el corazón en su sitio. En definitiva, la expresión reconciliarse con la vida adquiere todo su sentido tras ver cine así.
Una peli japonesa que se centra en la intimidad de una familia formada por 3 hermanas que acogen a otra hermanita al morir su padre. Nos introduce en la vida cotidiana de estas chicas, en sus sentimientos, determinaciones, estilos de vida. Cada una es muy distinta a las otras y todas tienen su espacio. Llama la atención la fortaleza, libertad y seguridad para tomar decisiones a veces arriesgadas desde el punto de vista personal de este grupo de mujeres. Vivimos esa intimidad en un grado elevado porque se centra en los retratos, naturalezas muertas, paisajes pero también en momentos como funerales. La muerte está muy presente, las ausencias, las soledades pero sobre todo el deseo de querer vivir juntas. Una peli sin violencia explícita algo que escasea en las pantallas y que cuando no la vemos se agradece.
La niña cautiva con su mirada y la cámara la sigue muchas veces. También siendo como es futbolista, nos transmite un Japón que deja libertad a las niñas para jugar al fútbol, incluso en equipos mixtos donde la igualdad en el deporte se siente. No olvidemos que Japón ganó el mundial de fútbol femenino en 2011 precisamente en la final contra Alemania y que en 2015 se ha quedado segunda. El director Hirokazu Kore-eda, capta esa dimensión deportiva e igualitaria de la sociedad japonesa.
Un regalo para los sentidos por el naturalismo y veracidad que desprende así como por la imagen de mujeres independientes que nos ofrece más si cabe teniendo en cuenta que no aparece ningún referente masculino que les aconseje. La tía abuela, es la única que ejerce el papel de consejera aunque sea el padre ausente sobre quien gire la parte emocional.
Recuerda la captación del paisaje y el carácter descriptivo a la escritura de Kawabata además de evocar muchas otras pelis japonesas.
http://www.cineparatodas.wordpress.com
¡Bendito sea el maestro Yasujirô Ozu y bendita sea la fértil y acogedora sombra que aún nos reconforta! Quizás esta vez al director Hirokazu Kore-eda se le haya ido algo la mano con la sacarina y resulte autoindulgente y demasiado autocomplaciente con la historia que se trae entre manos, pero la verdad es que funciona no sólo como una pieza de cámara admirable, llena de sensibilidad y ternura, sino que tiene además la fragancia a los clásicos perdurables por su simplicidad, delicadeza y calidez. Es un relato sobre tres hermanas que devienen en cuatro, pero también es el relato de una orfandad y también es el relato de una reconciliación familiar o el relato de cómo los lazos entre unas hermanas puede darle sentido a la vida.
La cámara parece ser una más de la familia. Quizás a alguno se le ocurriría decir que estamos ante una familia desestructurada, pero si algo fluye en ella – aunque a veces se haya quedado estancado – es amor. Y eso le da sentido a todo lo que vemos, espiamos, compartimos y admiramos. La abnegación – a veces limítrofe con la obcecación – o la ceguera forman parte de este microcosmos que presenciamos, que deambula entre la muerte, los desamores, la pérdida, los reencuentros, las cenas o comidas, las lluvias torrenciales, los paisajes añorados, los recuerdos compartidos o los secretos revelados. Todo lo mínimo y trivial tiene cabida en esta obra sin argumento aparente, sin trama reconocible más allá de lo anecdótico y fugaz que configuran el devenir cotidiano de cualquier ser humano.
Capturar lo poético no es tarea fácil cuando de lo que se habla es de lo prosaico de la vida, del encadenado de jornadas cotidianas sin otro fulgor ni otro sobresalto que los desayunos, comidas y cenas insignificantes, de las jornadas laborales o escolares que llenan nuestros cobraderos de cabeza y que en su monotonía parece carecer de relevancia o de trascendencia, de las visitas a los bares o restaurantes que habitamos desde siempre sin saberlo, de los ritos cotidianos de cualquier familia de cualquier parte del mundo, independiente de su religión, creencia, latitud, laxitud o problemas. Extraer la poesía de unos kimonos recobrados, exprimir todo el aroma y el gusto a un licor afanosamente elaborado y conservado… parece tarea sencilla pero demuestra la mirada y el temple de un maestro que ama a sus personajes y sus fluctuaciones.
La sencillez de una obra de arte emotiva, noble, sincera y perdurable. Pudiera parecer poca cosa pero lo contiene todo. Gracias.
El nuevo film de Hirokazu Koreeda se presentó en la sección de Perlas de la 63 edición del festival de cine de San Sebastián, logrando nuevamente, ya lo haría con su anterior film, el codiciado premio del Público.
Siguiendo con su maestría para recrear el entramado familiar, Koreeda nos introduce en la vida de tres hermanas que comparten casa en la ciudad, hasta que la muerte de un padre ausente en sus vidas, les pondrá en contacto con su hermana pequeña.
Hay en esta recreación de la vida familiar, en ese escenario cálido y acogedor, una mirada de autenticidad que traspasa la pantalla. Es grato sentarse a la sombra de los cerezos para compartir un retazo de sus vidas, su momentos compartidos, sus luchas, sus contradicciones, sus risas, sus miedos, y su honestidad para afrontar la vida.